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mundo conocido, y que jamas pensó algun viage que emprendió sino despues del feliz encuentro de ese piloto español, que fué llevado á las Indias Occidentales por una tempestad. Gonzalez de Oviedo es menos decisivo en este asunto, y por consiguiente mas racional que Gomára, pues dice que toda la aventura de este piloto, no tiene mas fundamento que un rumor popular, que no lo tiene por verdadero, y vale mas segun el testimonio de San Agustin, dudar de una cosa que se ignora, que el empeñarse en sostenerla cuando no hay certidumbre de ella, y faltan instrumentos, y documentos fuertes para probarla. Pero lo que mas destruye estas opiniones y fábulas es, que á mas que Colón siempre ha reclamado contra estos rumores inventados por personas émulas de su gloria, todo lo que ha habido de autores sensatos, aun entre los mismos autores españoles que han tenido ocasion de hablar del descubrimiento del nuevo mundo, le hacen justicia á este insigne genovés. A mas de eso, no se vé que hubiese pensado pasar por el Ecuadór, lo que hubiera debido ejecutar para dirigir su rumbo, segun las memorias del citado piloto andaluz ó portugues, ó vizcayno, porque lo hacen de estas tres provincias; en fin, hubiera hablado mas claro, si hubiera tenido seguridad de su proyecto, y no hubiera pensado tantos años en las cortes de España, y de Portugal, por falta de explicarse con mas claridad, como lo refleja juiciosamente nuestro autor español, y tan autorizado Herrera. Lo que hay de cierto, y en lo que convienen casi todos los historiadores de las Indias Occidentales es, en que era gran cosmógrafo; no ignoraba la pretendida profecia de Senéca en su Medéa, ni lo que Platon ha escrito en su Trinéo, que mas allà de las columnas de Herculès habia una isla llamada Atlantida, mayor que todas las que se conocian entonces, la que se habia sumergido de resultas de un dilubio, acompañado de temblores de tierra espantosos: parece aun que contaba demasiado sobre estos monumentos equívocos de la antigüedad. Pero con razon hizo mas atencion que nadie á lo que se publicó poco despues del descu brimiento de las Azóres, Canarias, y la Madera; es á saber, que al amainar los grandes vientos de oest, se hallaban muchas veces sobre las costas de aquellas islas trozos de maderas extrañas, cañas de una especie incognita, y aun cadáveres, que se reconocian por muchas señales no ser europeos, ni africanos. Habia tambien observado en los viages diferentes que hacia, estando en Portugal, que ácia al occidente soplan en ciertas estaciones del año vientos que continuaban con igualdad, y sacaba por consecuencia que era preci➡ so que viniesen de un parage mas allá del mar, y que ese parage era una tierra desconocida para los de Europa. Sus conge turas sobre la existencia de un mundo nuevo, se hallaban apoyadas sobre fundamentos mas sólidos que todos estos rumores populares. La figura y la extension del globo de la tierra, cuya mitad co mo se evidencía, eran para él, y debian al parecer ser para to dos los sabios, una demostracion de que podian existir regiones en

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el occidente, que no repugnaba fuesen habitadas, Habia despues observado, que soplaban de este mismo lado ciertos vientos que duraban con bastante igualdad por muchos dias, y se persuadió, que no podian ser causados mas que por tierra que alli habia. Estas observaciones le llamaban á lo que Platon despues de haber hablado de su Atlantida, añade, que mas allá de aquella grande isla habia un gran número de pequeñas, que bastante cerca de las últimas se hallaba un continente mas grande que la Europa y Asia juntas, y que despues estaba el mar verdadero. Y es bastante de admirar que todo esto se haya verificado con exactitud, como lo habia escrito este filósofo dos mil años antes; porque por úl timo menos su Atlantida que decia haber desaparecido, se ha descubierto mas allá de nuestro occeano un Archipiélago muy grande que costéa un continente, quien solo forma casi la mitad de la tierra, y mas adelante un mar, que es sin contradiccion el mayor de todos.

Hay todavia alguna cosa bien notable en lo que han referido algunos autores antiguos de lo acaecido á un navio cartaginense, el que el año de 356 de la fundación de Roma, buscando nuevos descubrimientos, tomó su rumbo entre el mediodia y el poniente, se atrevió á meterse por mar desconocido, sin otra brújula que la atencion del piloto en observar la estrella del norte, y al fin dió fondo en una isla desierta, muy espaciosa, abundante en pastos, cortada por todas partes de rios hermosos, y cuyos grandes y espesos bosques, llenos de árboles de estraña magnitud parecian corresponder á la fertilidad del terreno: que las ventajas y amenidad del clima empeñaron á muchos aventureros á quedarse en aquella isla: que los demas se volvieron à Cartago, donde des. pues de haber dado cuenta al senado, éste quizás mas sabio que sus antecesores, creyó deber sepultar en un profundo olvido el conocimiento de este suceso, condenando á muerte secreta á todos aquellos que podian divulgarlo, y dejando los que habian quedado en la isla sin ocurso para salir de ella (*). Juan Barros refiere en sự historia de las Indias un hecho que pudiera tener alguna conexion con la antecedente aventura, y servirle de prueba, ó tomar de ella alguna luz. Dice que en la isla de Cuerbo, la mas occidental de las Azóres, se halló en ella cuando se descubrió una ecuestre de piedra, ó de una especie de tierra cocida: sobre un pedestal habia una inscripcion, cuyos caractéres jamas se han podido descifrar, y que el caballero ó ginete vestido á la usanza de la mayor parte de los americanos, que no están del todo desnudos, se ñalaba con el dedo el poniente, como en ademan de avisar que alli habia tierras, y hombres que las habitaban. Era demasiado reciente este descubrimiento por el tiempo en que fuè Colón á Portugal para que dejase de oir hablar de esta circunstancia.

estatua

Tuvieron mas realce estas congeturas despues de la feliz em❤

[*] Teófilo de Serraris de las maravillas de la naturaleza,

presa de Colón, y antes que él mismo hubiese formado su proyesto, creyeron mas que el en ellas, y las dieron mas valor los mismos españoles que tan largo tiempo habian tratado de visiones: era de la existencia de una cuarta parte del mundo, fundando sus raZones en que hasta entonces no habia sido conocida. Pretendieron despues de su descubrimiento, recobrar en ella provincias de su imperio, que la infelicidad de los tiempos les habia usurpado, y reclamar sobre ellas los derechos incontestables de los soberanos. Oviedo el historiador se arroja á decir, que las Antillas son las famosas esperides tan celebradas por los poetas; y añade con atrevimiento, que cuando Dios las puso bajo la dominacion de los reyes católicos, no ha hecho otra cosa que restituir á su corona lo que la habia pertenecido tres mil ciento y cincuenta años antes en tiempo del rey Héspero, de quien habian tomado el nombre. Añade tambien que Santiago y S. Pablo habian predicado allí el evange lio, y para fundar su propuesta cita á S. Gregorio Papa en sus mo rales. El que quisiere ver bien refutada esta opinion de Gonzalez de Oviedo, puede leer el capítulo nono de la historia del almirante Colón, escrita por su hijo D. Fernando. Dió lugar esta opinion estraña, como lo refiere Juan Diez de la Calle, XXXVIII, en sus noticias sagradas, á que en 25 de octubre del año de 1533 escribiese el emperador al capitan Gonzalez Hernandez de Oviedo y Valdés su crónista de las Indias, castellano de la fortaleza de Santo Domingo, una carta en respuesta de otra suya, en que hay entre otros este notable capítulo.

(*),,Tambien vi lo que decís que teneis escrito y entendeis ,,enviar probado con cinco autores, que esas islas fueron del rey de ,,España duodécimo, contando desde el rey Tubál, que tomó estos ,,reinos despues de Hércules, año de 1558, antes que nuestro Re„dentor encarnase; de manera que este presente año, tres mil no,,venta y un años hace que esas tierras eran del cetro real de Es,,paña, y que no sin gran misterio al cabo de tantos años las vol,,vió Dios á cuyos eran, y todo lo demás que acerca de esto decís: y holgaré de ver el fundamento que para ello teneis, y asi os mando, que si cuando ésta recibais no lo hubiereis enviado, lo envieis en el primer navio que para estos reinos partiere, y dupli,,cado, en caso que lo hubiereis enviado." (3)

Este autor es el primero que escribió la historia natural y general de las Indias, islas y tierra firme del mar occéano, en veinte libros, impresa en Sevilla á 30 de septiembre de 1535, y segun esto, compúta creyendo esta fabula el dicho D. Juan de la Calle, que ha tres mil doscientos cuatro años que las Indias son de la co◄ rona de España, que es una cosa bien notable. Vatablo [otro autor

[*] Este rey se llamaba Héspero, de quien Espoña tomó el nombre. Annal del Dr. D. Martin Carrillo, folio 18 y 50. [3] Yo suplico al cielo que no devuelva esta América á los españoles porque lo pasarémos muy mal con ellos. E. E.

que no tenia el mismo empeño de lisongear á la nacion española], ha escrito sériamente que la isla Española era el Ophír donde Salomón enviaba á buscar el oro, pavos reales, y dientes de ele fante, lo que ciertamente no se hubiera atrevido á proferir, si hubiera sabido que en la isla española, ni en ninguna parte del nuevo mundo se han hallado elefantes.

En fin, y con verdad Columbo que sabia perfectamente el arte de observar la latitud, ó la altura del polo con el astrolabio, lo que nadie habia puesto en practica antes que él en alta mar aunque se enseñase publicamente en las escuelas, no arriesgaba tanto como se pensaba en penetrar el occeano mucho mas adelante que hasta entonces se habia tentado; y por cualquier rumbo que dirigiese su próa, bien sabia que cuando muy mal le saliese su empresa, no tenia mas que volverse sin haber hallado nada Se lisongeaba aun de encontrar al fin, y alcabo las tierras de la Asia, la que creia menos distante de lo que estaban efectivamente. Habia leido la relacion de los viages de Marcos Pablo de Venecia, donde habla de Catáy, que cáe á la parte septentrional de la China, y de una isla llamada Cipango, abundante en oro, y que despues se creyó ser el Japón. Sobre esta relacion habia especialmente fundado su sistema, motivo por qué en la mayor parte de sus expediciones no perdia de vista el descubrimiento de Cipango de Fablo de Venecia; pero antes de poner por obra tan ardua empresa, tuvo que sufrir este insigne hombre muchos bochornos y desaires, llevando de corte en corte sus ideas, y sus esperanzas, esperimentando los insultos de los animos apocados, y los desdenes del orgullo, y sufriendo por espacio de ocho años, repulsas que le afligian sin desalentarle. A esta perseverancia inalterable parece que estaba ligado el éxito de esta resolucion, de que Colón debia ser el instrumento.

La que conforme á la relacion del Inca Garcilaso de la Vega, que tienen varios autores por cierta, y otros que cito y sigo por hija de la envidia, é inventada en la que dá por asentado que descubrió este nuevo mundo, fué Alonso Sanchez de Huelva, natural de la villa de Huelva en la Andalucia. Sea digo que se valiese Colón de los papeles y apuntes que este piloto le dejó en agradecimiento del hospedage que le dió en su casa, á donde muriò, habiendo llegado de resulta de una tempestad desecha á la isla tercera á donde vivia entonces; (4) sea que supiese de este descubrimiento (segun dicen otros) de un gran marinero llamado Ruifalero portugués, quien huyendo de la India Oriental, ó derrotado por una fuerte tormenta, vió unas islas, hizo su derrotero, y llegando á Sevilla murió en la casa de Colón, y le dió noticia: (5)

[4] Garcilaso de la Vega Inca, Commentar. del Perú lib. 1. cap. 3. Pizarro, Varones ilustres de Indias. Mariana libs cap. 3. Carrillo en sus anna es, y otros.

26.

[5.] Calancha Chronic. de S. Agustin lib. 1. cap. 4. fol 27.

sea, y es lo mas cierto por su pericia grande en la náutica, pues era gran piloto, y cosmógrafo como convienen todos los autores (*) fundado en las congeturas que he relatado, y traen por esten. so Herrera y otros; llegó á certificarse de la tierra, que estaba al occidente de la Europa, y puso los medios mas eficaces para descubrirla; pero reconociendo que empresa tan grande no convenia sino a principe que pudiese hacerla, y sostenerla, y que no se po dia ejecutar sin grandes facultades, quizo proponerla al Rey D Juan II. de Portugal, en cuyo reino estaba, y por estar empeñado en la conquista de la India no le atendió. Antes de responderle el Rey, quiso que se consultase este proyecto á D. Diego Ortiz, obispo de Ceuta, conocido por el Dr. Calzadilla, del lugar de su nacimiento, y que se exâminase por dos medicos judios muy estimados por su pericia en la cosmógrafia; lo primero que hicieron estos comisionados fue pedirle un detalle mas circunstanciado, en forma de memorial; lo dió, y luego que lo tuvieron á las manos, dispusieron que saliese secretamente una carabela con orden al piloto de seguir puntualmente lo que demarcaba Colón en sn escrito. Habiéndo tomado los marineros la derrota que el almirante habia ma. nifestado al Rey no lo acertaron, porque les faltaba la inteligencia, y constancia del piloto genovés: no anduvo muy lejos la carabela, y despues que esperimentó algunas borrascas bastantemente fuertes, y se vió perdida por algunos dias, y sin atinar, volvió á Portugal, burlándose y detestando esta empresa, que les pareció tan desatinada, como peligrosa. Luego que supo Colòn la treta de estos consultores, no pudo menos que enfadarse con el Rey de Portugal, y su tierra, picado de que le afeasen una empresa que tuvo mal suceso por mal concertada; asi es que se salió del reino con su hijo Diego Colón, [que le succedió en el estado] y mas cuando despues de muerta poco antes su esposa, nada le tiraba en aquel rei➡ no, y temiendo que el Rey como capitan, que habia de atribuir esta mala tentativa mas bien à la falta de habilidad y esperiencia de su piloto, que á los memoriales que él habia dado lo hiciese arrestar, se embarcó sin decir nada á nadie, al fin del año de 1484. Tomo tierra en Andalucía con su hermano Bartolomé Colón, y le envió á Inglaterra á tratar con Henrique VII, entretanto él procurase intentar lo mismo con la córte de España,

Aunque Bartolomé Colón tenia pocas letras, era, como di ce su sobrino Fernando Colón, práctico, y juicioso en las cosas de la mar, y hacia, esféras, cartas de maréar, y otros instrumentos naúticos á la perfeccion, enseñado de su hermano el almirante. Embarcóse en efecto, y le robaron unos corsarios, y á los demas que iban á Inglaterra; y como se vió muy pobre y en tierra agena, se aplicó á hacer mapas de maréar para ganar su vida, y presentó al Rey un mapa-mundi esplicandole el discurso de su hermano, y de tal suerte le agradó al Rey, que le rogó hiciese ve

[*] Illescas hist. pontifi. lib. 6 pág. 132.

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