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CAPITULO 8."

Descripcion de todo lo que pasò en el segundo viage del Almirante Colón, hasta su vuelta à España; diferencias entre el padre Bóil y el Almirante.

Habida la bula del pontífice Alejandro VI, como se ha di cho, determinaron los Reyes despachar á este grande hombre otra vez para las Indias con mayor aparato de gente, con el fin de des. cubrir y poblar en aquellos remotísimos paises; quedando todo arreglado, é instruido el Almirante del particular órden que le inti maban sus Altezas de que los indios fuesen bien tiatados y con dádi❤ vas y buenas obras atraidos á la santa fé, y que si los castellanos los tratasen mal fuesen severamente castigados; se despidió del Rey y de la Reina, y del príncipe de España, dejándole por pa jes suyos à sus dos h jos, y fué á Sevilla, â donde en virtud de las órdenes de sus Altezas Juan Rodriguez de Fonseca dean de Se. villa (que despues fué presidente de Indias) le tenia aprestada la flota que debia mandar, y bien proveida de artillería, de municiones de guerra y de boca, no tan solamente las precisas para el via➡ ge, mas aun para dejar en las colonias la que juzgase conveniente establecer. Se embarcó tambien crecido número de caballos de Andalucía, herramienta de toda especie, é instrumentos propios para beneficiar minas y purificar el oro; mucha cantidad de mercaderías para trocar, rescatar y regalar á quien le pareciese al Almirante: se hizo provision competente de semillas de varias plantas de España, como de trigo, cebada, arroz y semillas de todo género de legumbres, de vides y otros árboles que allà no habia, como tambien ganados, y varias cosas necesarias para la vida humana, que fueron de mucho costo para los Reyes, y con el particular cuidado de que no les faltase asì á los que acompañaban al Almirante en tan heróicas hazañas, como á las nuevas gentes que se trataba de reducir por bien con la predicacion evangélica; y en fin, todo lo que pareciò necesario para formar un nuevo establecimiento, y para poblar aquellas tierras, como oficiales de todas artes, hombres de trabajo y labradores. Mas de mil y quinientos voluntarios, la mayor exactitud de la historia. He tenido que suprimir como dos pliegos de inconducencias del padre Vega, en que ha escrito menos como historiador que como fraile franciscano, para probar que el padre Bóil no era benedictino sino francisco: lo que im porta saber es que fué un varon asàz tonto y caprichudo como buen catalán: que hizo mas daño que provecho á la expe• dicion de Colón: que fomentó las desazones de Margarit y otros, y que la mejor cosa que pudo haber hecho fué regresar á España à rezar salmos en el coro de su convento.

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parte caballeros hidalgos, concurrieron al husmo del oro y de las otras cosas nuevas de aquellas tierras, y algunos de nacimiento ilus¬ tre quisieron hacer el viage á su costa; pero fué necesario reformar el número de los pasageros, hasta que se viese en alguna ma→ como iban las cosas en aquellas partes, porque no se podia acomodar à tanta gente como era la que quería embarcarse, no componiéndose la armada mas que de diez y siete navios: otros dicen de diez y ocho (40) entre grandes y pequeños, que no eran del mayor buque. Con todo no se pudo estrechar tanto el número de la gente, que no llegase como à mil y quinientas personas. La Reina costeó el viage á la mayor parte de los pasageros, é hizo el gasto de una gran cantidad de artesanos. Ninguna expedicion se hizo con mas ardor de parte de los Reyes y de sus vasallos como esta, pues todos hasta los grumetes se prometian hacer una fortuna rápida en este viage. Nombraron los Reyes por capitan gene➡ ral de la flota, y de las Indias por nueva cédula al Almirante Colòn, y para volver con ella, á Antonio Torres hermano de la ama del príncipe D. Juan, persona prudente y hábil para aquel cargo. [41] Como la intencion principal de los Reyes católicos era la conversion de aquellas ciegas gentes, para cumplir lo que su santidad mandaba en su bula acerca del cuidado que se debe tener en la conversion de los indios, buscaron en todos sus reinos tales personas como convenia, asi eclesiásticos como seculares para poblar tierras nuevas y cultivarlas santa y rectamente en lo espiritual y temporal, sobre todo religiosos de santa y aprobada vida: en especial fué escogido para eso el padre Fr. Bernardo Boil, catalán y fraile menor como queda dicho, al cual el mismo santo padre dió plenísimo poder para la administracion de la iglesia, y casos arduos ocurrentes en estas partes, como cabeza y prelado de los clérigos y religiosos en número de doce que iban en su compañia, todos sacerdotes, virtuosos y doctos, para introducir el culto divino y la fé de Cristo nuestro Señor en los indios. Uno de los clérigos era D. Bartolomé de las Casas ó Casaus, quien despues fué religioso de santo Domingo y obispo de Chiapa. Dieron á estos misioneros todo lo que necesitaban para el culto divino, ornamentos, vasos sagrados é imágenes, que cuenta por menor en su crónica de Indias Gonzalez Fernandez de Oviedo. Concluidos todos estos preparativos, salió con esta segunda armada el Almirante Colón de la bahia de Cadiz, el dia veinte y cinco de setiembre del año de mil cuatrocientos noventa y tres, dirigiendo su rumbo al sudéste por las islas Canarias, yendo con Alonso de Ojeda y Juan Ponce de Leon, que se distinguieron tanto despues en los descubrimientos del nue→ vo mundo.

[40] Illescas hist. pontifi. lib. 6 vida de Pio III pág. 132. Gonzalez Ferdin. de Oviedo lib. 2 cap. 7 Chrón ind.

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[41] Murillo Geograf. hist. lib. IX cap. 1. de la América,

Illescas.

Llegó el Almirante à la gran Canaria á ence de octubre, donde surgiò, y à media noche dió la vuelta para ir à la Gomera, donde llegó el sabido quince de octubre, y ordenó con gran pres teza, que se tomase cuanto necesitaba la armada. Allí se compró gran porcion de terneras, cabras, carneros, lechones y de todo género de aves, para que se multiplicara la cria de aquellos animales en la Española como ha sucedido á medida del deseo, propa➡ gándose con increible aumento. El dia diez y siete de octubre siguió su camino, tomando su rumbo mas àcia el sur que no en su antecedente navegacion, y habria andado como mas de cuatrocientas leguas con próspero viento, cuando por los chubascos que sobrevinieron, conoció el Almirante que estaba cerca de tierra; así es que mandó quitar algunas velas y estar sobre aviso de noche. En efecto luego al amanecer viò tierra toda la flota con gran regocijo, mas por haber sido la primera que tocó despues de las Ca-. nar.as, por el' deseo que tenian todos de ver tierra la llamó Deseada, y porque en la costa de Levante de aquella isla no se halló sitio conveniente donde dar föndo, atravesó la flota ǎ otra isla, á la cual llamó Marigalante el Almirante, porque así se llama-ba su navio, donde echó gente en tierra, y con escribano y testigos tomó posesion. Otro dia se reconociò una cuarta isla que se Hamó la Guadalupe, por devocion de una imagen ó iglesia de este nombre muy célebre en Cataluña. Envió el Almirante las lanchas â tierra, y no hallaron gente, porque se habian huido á los montes: solo reconocieron con admiracion en la playa una pieza ó madero de navio, que los matineros llamaban codaste, que pareció ser obra trabajada en la Europa, y en un pueblezuelo que parecia en la costa, se encontraron algunos indios de ambos sexôs, que los isJeños luego que vieron la lancha abandonaron, y no habia mucho que los habian robado y saqueado los de la isla de Boriquén. Estos pobres indios rogaron a los españoles que los llevasen à los na¬ vios, enseñándoles las tristes reliquias de sus compañeros, que los bárbaros se habian comido, asegurándoles que como los de aquella isla eran caribes inhumanos, les era inevitable hubiese allí fuerte. Se les concedió la gracia que pedian, y de ellos se supo que por alli cerca estaba la terra firme, y muchas islas que nombraban á cada una por su nombre. Preguntóles por la Española, que en lengua de ellos se llamaba Hayti, y señalaron la parte donde caia. Los dias siguientes descubrió el Almirante consecutivamente muchas otras islas, à quienes dió nombre: estas fueron Monserrate, Antigua, S Martin, S Cristobal, Santa Ursula, y las once mil Virgenes: despues aportó á la isla de Boriquén que llamó San Juan Bautista, à que se añadió la denominacion del Puerto Rico: seria porque Colón se detuvo allí algunos dias para hacer aguada, y entre tan. to la gente pescó diversas especies de pescados, y corriendo la pla ya encontró al poniente muchas y buenas casas aunque de paja y madera que formaban una plaza con una calle muy larga que tenian su salida hasta la mar, cuyas paredes eran de cañas cruzadas,,

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con verduras y labores de diversas plantas; es cierto que es la is la amenísima, y sus árboles frondosos: tenia calles enteras de naranjos, frutas de la tierra, como plàtano, piñas, zapotes, guanabanas, chirimoyas, y muchas otras circunstancias apetecibles á los pobres navegantes, que no refiero por no dilatar mas esta narracion. Despues de haber descubierto el Almirante lo que llamamos las pequeñas Antillas, llegó el viernes veinte y dos de noviembre por la parte del norte de la isla de Porto-Rico á Boriquén á la Española, y desembarcò en la babia de Samaná que habia llamado Puerto de Plata: allí echò à tierra uno de los indios ya bautizados que lle vaba consigo, para que refiriese á los indios las grandezas de Castilla, y los indiese á la amistad de los cristianos; pero nunca mas se supo de él despues, que desde luego se debió de morir: pasó adelante a surgir à Monte Cristo, y despachó la lancha á tierra, donde no se vió gente alguna, tan solamente se encontraron dos hombres muertos á la orilla del rio, que tenian al cuello unas sogas de es parto, los brazos estendidos y atadas las manos à un palo en forma de cruz; pero no se pudo distinguir, si eran indios ó cristianos, de que se formó sospecha que los habian ahorcado, y se tuyo á mal aguero. Con esta noticia envió el Almirante mas gente por diversas partes para saber de los castellanos que habia dejado en la villa de Navidad, y estando ya le flota anelada á la entrada de Pirerto Real mas abajo del paraje donde se habia hecho la fortaleza, llegó una canoa con dos indios que preguntaron por el Almirante, pero no quisieron entrar hasta ver y conocer al es te, que se vió precisado à salir á hablarles, y entonces sin temor alguno le saludaron los indios de parte del Rey Guacanagari, diciendo que se le encomendaba mucho, y en su nombre le presentaron un regalo de mascaras y oro muy competente. Preguntán. doles el Almirante por los cristianos que habia dejado con ellos, respondieron que algunos habian muerto, y que otros habian ido tierra dentro con sus mugeres: bien coligió el Almirante que todos ó la mayor parte habian muerto, no obstante hubo de disimular, y vol id à enviar á los indios con un presente de varios dijes y costillas de laton para su amo Guacanagari, y el dia veinte y ocho de noviembre entró con su armada en el puerto que está adelante de la villa de la Navidad, y la halló toda quemada, siendo el primer espectáculo que ofreció á la vista de los cristianos ver las ruinas de la fortaleza, sin que aquel dia viesen por todo aquel contorno persona alguna. Salió el Almirante á tierra, y tuvo la mayor pena de no hallar á quien preguntar, y de ver el estado de la fortaleza y de las cosas de los españoles; cerca de ella se hallacon unos cuantos cuerpos muertos recien enterrados, y mas adelante otros, y conocieron eran cristianos en algunos vestidos, y parecia que no habia mas de un mes que habian sido muertos. Mientras deliberaba el Almirante sobre el partido que debia tomar en una coyuntura tan triste y delicada, vino á hablarle un hermano del Bey de Marien, acompañado de algunos indios, los cuales ya sabian.

decir algunas palabras españolas, y manifestando en la tristeza de su semblante su pena; le dijo: „Os causará admiracion sin duda, ,,señor, el ver el estado tan deplorable de vuestra fortaleza y guar ,,nicion, y quizás habreis sospechado ya alguna traicion de parte ,,de mi hermano; pero escuchadme un rato, y confesareis entonces ,,que mi hermano Guacanagari ha sido en tu ausencia tu mas fiel ,,amigo, pero sí el mas desgraciado de los hombres. Apenas par,,tisteis, señor, que los vuestros comenzaron á estar desconformes ,,entre sí, todos querian mandar y ninguno queria obedecer à su su,,perior: cada cual iba por donde le parecia, y donde dirigía sus ,,pasos, no era mas que para ejecutar violencias con nosotros; ro,,baban insolentemente las mugeres y todo el oro que podian, y co,,metian otros graves desórdenes: mientras no se estendieron sus ve,,jaciones mas que sobre los vasallos de mi hermano, no tenian ,,ciertamente que temer, porque no pensàbamos sino en huir de su ,,encuentro con la esperanza que habias de volver presto, para ha,,cer cesar tanto desórden; pero luego que se metieron por las tier,,ras de otros caciques, no fueron recibidos con igual miramiento, ,, á cuantos pudieron coger apartados, á tantos mataron, sin dar,,les cuartel alguno. Algunos penetraron hasta las minas de Cibao, ,,que caen en los estados del cacique Caunabo, el cual despues de ,,haberlos hecho dar muerte, vino á poner sitio à la fortaleza con ,,mucha gente, donde no habia mas de diez personas con el co,,mandante D. Diego de Arana, que perseveraron con él y se de,,fendieron con mucho valor; pero una noche llegó Caunabo à po,,ner fuego à las casas y á la fortaleza, y no fué posible apagarlo: los cristianos sitiados huyeron temerosos al mar, donde se aho,,garon, y los demás se habian esparcido por la isla. Mi hermano ,,Guacanagari salió con diligencia a pelear con Caunabo, para de,,fender á los cristianos sus amigos y aliados, y ya que no los pudo ,,libertar, quiso vengarlos; vinieron à las manos ambos caciques: ven,,ciò à Caunabo, mas quedó herido, y cediendo à la fuerza, hubo ,,de retirarse, y todavia no está sano de sus heridas. Este es el ,,único motivo que le ha impedido de venir en persona à mani,,festarte el sentimiento que le ha causado la desgracia sucedida á ,,los de vuestra nacion."

Aunque éste discurso del hermano del Rey de Marien estaba concorde con la relacion que algunos cristianos enviados por el Almirante, para informarse del hecho habian traido, de que habiendo llegado al pueblo principal donde residia Guacanagari, le vieron malo de las heridas, con que se escusó de no poder ir á visitar al Almirante, no quedó enteramente persuadido este gefe: no falta ron muchos del ejército, y el príncipal fué el padre fr. Bóil, que aconsejaba que se prendiese á Guacanagari, porque habían queda→ do encomendados à él los cristianos hasta que diese mejor disculpa, y se descargase mejor de la muerte de los españoles; y en verdad parece que se podia sospechar que él mismo habia hecho el daño que achacaba à Caunabo: muchos lo han creido asi por

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