Imatges de pàgina
PDF
EPUB

profesía al Almirante D. Cristobal Colòn fué de este modo. Tuvo un dia el padre del cacique Guarionéx la curiosidad de saber lo que seria de la suerte de la isla despues de sus dias; y consultó à los Cemes, despues de haberse preparado para oir sus oràculos con un ayuno rigoroso de cinco dias, la respuesta fué que dentro de un poco tiempo, vendrian unos hombres con barbas, y vestidos de pies a cabeza: que ellos harian pedazos sus Cemes y abolirian su culto: que traerian en la cintura unas armas de fierro tan terribles que partirían á un hombre de medio á medio, y que despoblarian la isla de sus habitantes. Llenò de espanto esta prediccion á todos los que la oyeron, y no tardó en divulgarse. Compusieron sobre esta profesía los indios una cancion que tenian cuidado de cantar en sus fiestas mas lúgubres. Si este hecho es verdadero, y tan uniformemente referido por los autores de aquellos tiempos, que no es fàcil contradecirlo, no se puede dudar que fué un aviso de Dios, que preparaba sus ánimos para recibir la luz evangélica; bien que para juzgar en esto de predicciones, es menester grande crítica, pues hay mucho de supercherìa.

Considerando atentamente el carácter de aquellos indios de la Española y los acaecimientos desde el descubrimiento del nuevo mundo, hasta la total reducion de los cinco reinos de la isla, se observará tambien que al mismo tiempo que con facilidad se iban descubriendo y poblando nuevas tierras en las Indias, y en especial se iba formalizando el gobierno político de misioneros celosos, que con la paciencia iban desmontando tanta maleza, para atraer en el modo posible á aquellos idólatras à la santa fé; dejándose entender cuanto sudor y trabajos les costaría á estos primitivos apòstoles entre tantas rebeliones, contradicciones y vejaciones de los mismos conquistadores, que mas atendian á saciar su avaricia, que à sujetarse á las leyes de los Reyes católicos con que proveian al mejor adelantamiento de la conversion de estos gentiles para persuadir su rudeza, sacarles de sus supersticiones, instruirles de los dogmas de nuestra santa religion, y sobre todo para vencer su natural repugmancia à abrazar la ley evangélica que no miraban como un yugo suave, sino durìsimo, pues creian que autorizaba à los castellanos para maltratarlos, y veian que mas y mas se iban destruyendo conforme algunos de ellos se sujetaban al yugo de la religion cristiana. Tuvieron desde los principios como se ha visto, el gobierno espiritual de Santo Domingo con todas sus islas comarcanas muchos varones de insigne virtud, por cuyo medio se convirtieron casi todos los indios a nuestra santa fé. El que mas trabajó en la -conversion de estos idólatras fué el vicario apostólico fr. Bernardo Bóil, y despues como se irà viendo, el illmô. D. Pedro Xuárez de Desa, primer obispo de la Vega, Alejandro Geraldino, segundo obispo de Santo Domingo, y otros muchos clèrigos y religiosos, de varias órdenes, distinguiéndose principalmente los misioneros francisACOS...

[ocr errors]

El padre Vega gasta algunas fojas en detallar los progresos que hizo la religion en aquellos paises por medio de los frailes franciscanos á cuyo buen celo. por la gloria de Dios y predicacion del evangelio debió mucho la América; pudiendo decirse que estos primeros apóstoles fueron los padres de los infelices indios, y que á merced de su buen celo embotaron en cierto modo los golpes terribles que daban sobre una gente escogida por ellos para ser instrumentos ciegos de sus desórdenes y de su codicia; y luego continúa diciendo.... En este estado estaban las cosas de la conversion de estos idólatras; pero servia de mucho obstáculo para sus progresos, como tambien para el adelantamiento de la conquista temporal el modo de vivir tan libre de los primeros españoles que habian venido en la compañia del Almirante Colón, y se habian establecido en la Española; porque atropellando todos los fueros del pudor y de la honestidad, vivian amancebados con las indias que habian escogido á su arbitrio, sin querer sujetarse al vínculo del matrimonio y sus obligaciones: conducta que escandalizaba à los neófitos, ocasionaba la perdicion de sus propias almas, y provocaba en sumo grado la ira de Dios. Procuraron pues los misioneros franciscanos, que entonces tenian todo el gobierno espiritual, oponerse al torrente de tan perjudiciales desórdenes, exhortandolos primero en lo privado, y moviéndolos à que dejásen tan mala vida, y se acordásen que eran cristianos, y despues en lo público tentando reducirlos con suavidad al cumplimiento de su obligacion; mas como veian que de ningun modo se querian enmendar, ocurrieron pa→ ra el remedio al gobernador D. Nicolás de Ovàndo, levando la voz principalmente el venerable padre fr. Antonio de los Mártires, y de comun acuerdo le representaron, que si queria agradar á Dios y cumplir con los rectos deseos de los Reyes católicos, con la importante comision que tenian de mirar por el bien de la conquista, debia dar las providencias mas sérias para desterrar tantos escándalos y pecados. Oyólos con benignidad Ovàndo y atendió à su representacion, librando un despacho con órden fuerte para que dentro de un tiempo que señaló, ó se casasen los españoles con las indias, ó las echasen de sus casas, lo que se ejecutó resultando tanto bien que mediante el vínculo del matrimonio que contrage ron los mas principales de los castellanos con las indias mas nobles, ricas y hermosas, se estableció sólidamente una union mas estrecha entre los españoles y los indios de la isla. En este mismo año de mil quinientos seis, se estableció igualmente en España un gravísimo tribunál, compuesto de un arzobispo y dos obispos, para atender bajo de nuestras leyes á los negocios eclesiàsticos de Indias, y en Sevilla se proveyó para habilitar las misiones de religiosos que se debian enviar à que les dieran las raciones y todo lo necesario. (133)

[ocr errors]

[133] Haroldo Epítome annal. min. an. 1506. pág. 742.

et 743.

CAPITULO 21.

Vuelve el Rey catòlico á Castilla: envia al gobernador Ovando y al capitan Sebastian de Ocampo à saber si Cuba era isla. El Rey envia asimismo por tesorero de la isla á Miguel Pasamonte. Juan Ponce de Leon pasó á reconocer la isla de San Juan de Puerto Rico. Año de 1507.

Por la temprana muerte del Rey D. Felipe I. el hermoso que acaeció el dia nueve de octubre de mil quinientos siete, queđó toda la autoridad y administracion del reino por el arzobispo de Toledo con el consentimiento de la Reina viuda, y se deshizo el triunvirato que querian establecer los grandes, pues habian elegido para el gobierno de todas las cosas al condestable Velasco, á Manrique duque de Nàxera, y al arzobispo. No tuvo otro motivo el illmô. Ximenez de Cisneros para admitir tan pesada carga que impedir la introduccion de los principes estrangeros que intentaban disponer de todo, y entre ellos los que lo deseaban mucho eran el emperador Maximiliano, y el Rey de Portugál D. Manuel. Entre tanto disponia el arzobispo las cosas de este modo, volvió el Rey D. Fernando á Castilla el año de mil quinientos siete, despues de haber compuesto sus diferencias con la córte de Francia en órden à los negocios de Nápoles: tornó à tomar la administracion de los reinos de Castilla por su hija Doña Juana, princesa incapaz de gobernar, y madre del principe D. Cárlos su nieto, hasta que este saliese de su menor edad, y pudiése por sì empuñar el cetro. Agradecido el Rey católico á los buenos oficios del illmô. Ximenez, luego que llegó à Castilla le revistió con la mayor solemnidad de las insignias cardenalicias que habia traido consigo, y sin saberlo el arzobispo le habia solicitado tan brillante dignidad del papa Julio II por sus nuncios cuando estaba en Nàpoles. Aunque el Rey D. Fernando tenia que atender à tanto cúmulo de negocios á los principios de su nuevo gobierno, no dejò por eso de establecer leyes utilísimas para la mas acertada administracion temporal y espiritual de los países nuevamente conquistados en Indias, y activar los negocios que estaban ya proveidos tocante á ellas, desde el tiempo de la Reina que no se habian podido ejecutar hasta su vuelta. Puso el Rey particular cuidado en mandar que en las Indias, se diesen mucha prisa en las fábricas de las iglesias, disponiendo que se llevásen todos los materiales necesarios de que carecian. Como la iglesia Española estaba pacífiica, se pasó todo este año sin novedad en ella teniendo cuidado su gobernador D. Nicolàs Ovándo de dar cumplimiento á las órdenes de la córte, desterrando los vagabundos de la isla y fomentando el aumento de ganado, que

multiplicaba mucho, porque en ella habia grandes y buenos pastos;: de suerte que por el buen arreglo del trabajo de las minas, y la franquicia de derechos del vino y otros. frutos de Castilla, se veia florecer el comercio de la Española.

Tuvo asímismo el. Rey gran cuidado de hacer nuevos descubrimientos, asunto en que se habia aflojado mucho durante su ausencia de los reinos de Castilla; y pareciéndole que era gran descuido despues de tantos años que se habia descubierto à Cuba, que no se supiese de cierto si era isla ó continente estando tan cerca de la Española, envió particulares órdenes al gobernador. Ovando pal ra que se hicièse exacto reconocimiento de la tierra de Cuba, por cuyo motivo despachó al capitan Sebastian de Ocampo para que hiciése el descubrimiento, quien rodeó las costas, entrò en el puer to que ahora llaman de la Habana, dobló la punta de San An-tòn, entró en el puerto hermoso de Xaragúa, examinando con cuidado las entradas y particularidades de la costa, y cerciorado en este viage, (en el que gastò ocho meses) de que la tierra. de Cuba era isla, se volvió á la Española à dar cuenta de todo, y noticia cierta de lo que deseaba saber su magestad católica. Tambien por quejas que le habian dado al Rey de las profusiones y mala administracion de su haber real por Bernardino de Santa Clara tesorero de la isla Española, lo depuso de su empleo y envió con mayor autoridad de la que correspondia en su lugar, à un arago nés criado suyo, llamado. Miguel de Pasamonte, con el titulo de tesorero general de todas las Indias, quien llegó á la Española á fines de este año, y comenzó à portarse con tal ambicion, que le parecia con tan gran proteccion, que todo le era lícito, y fué uno de los mayores contrarios del segundo Almirante D. Diego Colón. En virtud de informes que hicieron al Rey de lo conveniente que era pasáse alguna gente de las islas de las Lucayas que eran muy pobladas à la Española para suplir la falta de indios que se iban disminuyendo, pues el año de mil, quinientos siete no quedaban ya en la Española mas que sesenta miil, esto es, la vigésima parte del número de los que se encontraron quince años antes, segun los autores que traen lo menos de su número, y no podian dar à basto para el trabajo de las minas; mandó que se armásen para ese fin unos cuantos navios para transportar número competente de indios Lucayos á la Española, à fin de que ayudasen à sacar el oro, y principalmente para que fuésen doctrinados, y aprendiésen la política y buenas costumbres que se enseñaban con tanto fruto en la Española, siendo el único medio de instruir en la religion estos pueblos abandonados, á quienes no se les podia asignar misioneros en tanta distancia de parages donde vivian.

·

[ocr errors]

va

Asi se ejecutó, parte con persuaciones, parte con maña, liéndose de su modo de creer la inmortalidad del alma, dándoles à entender, que encontrarian las almas de sus parientes y compatriotas, y con esta forma en cuatro años llevaron como cuarenta mil indios á la Española, y Santo Domingo, y vinieron á tener.

la misma suerte con el tiempo, que los demàs que se acabaron. Cuando se trataba de poblar, ó reformar la poblacion de la isla Española con estos indios de las islas cercanas que están entre la Española, Cuba y la Florida en cantidad como de cuarenta ó cincuenta, que propiamente son las de los Lucayos, se fué disponiendo en este año el reconocimiento de la isla llamada por los indios Boriquén, y por nosotros Puerto Rico. Juan Ponce de Leon teniente del gobernador Ovando habia sabido por unos indios que tenian en su servicio, que abundaba en oro y que no habia sino doce ó quince leguas de distancia. Concibió pues que les seria fácil conquistar aquella isla para la corona de Castilla: pidió licencia al comendador mayor Ovándo para ir á saber de ella é inquirir la verdad de lo que se decia de la misma; pues de su interior disposicion no se sabia cosa alguna mas que por defuera se echaba de ver que era muy hermosa, y se veia venir mucha gente a sus costas cuando pasaban por allí navios.

Desembarcó en ella con algunos indios pràcticos, y con buenos modos que tuvo con el cacique principal, se hizo llevar por el, no dejando cosa por reconocer en toda la isla, y habiendo dejado algunos castellanos muy recomendados al cacique, lo trató muy bien: se regresó à la Española con el fin de volver mas de propósito à conquistarla y poblaila. Esta isla tiene sus sierras altas y algunas montañas llenas de arboledas espesas, cortada de algunos rios, que corren por unos valles muy hermosos: como en esta tierra caliente llueve mucho, es muy aména, hay mucha caña, ganado vacuno y de cerda en grande abundancia, corambre bueno, tornéras, tortugas grandes, carneros, arroz, plátanos de varias es pecies, piñas, muchas naranjas, cidras, limones, calabazas, batatas, melónes, sandias y otras varias frutas: pan de casabe, mucho maiz, mucha pesca, gengibre, causa porque se fueron haciendo muchas es tancias y por los años de mil seiscientos cuarenta y seis (como dicé Juan Diez de la Calle) ya tenia siete ingenios de azucar: añade que el año de mil quinientos cuarenta y dos padeció una gran tormenta esta isla que derribó parte de la iglesia y muchas casas, y estrechó la tierra. Tambien tiene bastante añil que se ha beneficiado, como lo he visto en las veces que estuve en la aguada de esta isla que es ciertamente amenísima. Descubrióla el Almiraute D. Cristobal Colón en su segundo viage, y este año de mil quinientos ocho la reconoció como voy diciendo el Adelantado Juan Ponce de Leon, caballero noble de Sevilla; el año siguiente de mil quinientos nueve la conquistó, y el de mil quinientos diez fundò la ciudad, y la llamó Puerto Rico: tendrá de largo cuarenta leguas, y quince à diez y seis de ancho, y de box ciento veinte. (134)

[134] (Esta y la Habana es lo único que hoy dia posee España en las Américas.) Și sus moradores tuvieran una pocă de resolucion, lanzarian fácilmente de estos puntos à los españoles que procuran fortificarse en ellos cada dia mas, tanto por

« AnteriorContinua »