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paña." (81) El Rey que no tenia tanta aficion ni con mucho que la Reina al Almirante, comenzó luego à mirarlo mal à vista de una sublevacion tan universal; pero la Reina le conservó mas tiempo su estimacion, y con todo al fin importunada con tantas quejas se dejó persuadir, y lo que la empeñó à descargar el mas fatal golpe contra el infeliz Colón fue una cosa que le hizo mucha impresion, y nadie esperaba.

Hemos visto que unas de las condiciones del tratado hecho con Roldan era, que los que quisiesen de los rebeldes volver à Castilla tendrian el permiso de llevar consigo las indias ó mugeres de indios que se habian amancebado con ellos, y estaban ó en cinta, ó paridas. Muchos no contentos de esta carga que no les podia ser de utilidad, habian embarcado esclavos en su lugar, y sin que lo supiese el Almirante, ó tal vez sabiéndolo, porque en la situacion en que se hallaba debia de hacerse de la vista gorda y no lo podia impedir; lo cierto es, que en los dos navios á donde venian los procuradores del Almirante y los amigos de Roldàn, vinieron tambien como trescientos esclavos, y la Reina que habia encargado tanto que no se atentase contra la libertad de los indios, sintió sobre manera que el Almirante hubiese enviado tantos indios por esclavos. Esta contravencion á sus órdenes, de que ninguno de sus contrarios habia pensado hacerle un delito entre los muchos que le acumulaban, le pareció un atentado que no podia perdonarse; comenzó aun á tenerlo por menos inocente de lo que se habia persuadido en todo lo demás que le imputaban; y asì mandó pregonar en Sevilla y Granada, y en los demàs lugares principales de España, que todos los que tuviesen indios que les hubiese dado el Almirante, los volviesen, lo que se cumplió puntualmente, enviándoles á sus tierras despues de dada su libertad, y Juego tomó la resolucion de quitarle el gobierno del nuevo mundo de que tuvo bien que arrepentirse; siendo tan cierto, que deben los principales estar muy sobre sì, y no dejarse llevar de los primeros ímpetus en sus determinaciones, cuando aun tienen por objeto la virtud. En efecto no hubiera juzgado al Almirante tan culpable, si hubiera estado bien informado de la situacion tan crítica en que se veia por entonces, y de la necesidad que le obligaba à obrar aun lo que no queria para obviar mayores inconvenientes, pues asì habia llegado á conseguir que se estinguiese todo motivo de rebelion. Gobernaba con una autoridad grande, y libre de todos obstáculos veia con gozo los castellanos aplicados y sujetos, y los pobres indios muy dispuestos á recibir el yugo suave del evangelio, y el de la dominacion de Castilla. Sus mayores enemigos casi estaban reconciliados, y se lisongeaba de que en menos de tres años aumentaria las rentas de la corona en mas de sesenta millones, sin la pesca de las perlas, que pensaba asegurar con la fábrica de una buena fortaleza. Estos movimientos de Granada que causaron la desgracia

[81] Tal pago dá el diablo á los que le sirven bien.

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de los Colónes, sucedieron á fines del año de mil cuatrocientos no. venta y nuevé, y por este mismo tiempo fué descubierto el Brasil, por castellanos y portugueses.

Habiendo ya acordado los Reyes de quitar al Almirante del vireinato, tomaron este color para deponerlo. El mismo Colón hi bia suplicado á sus Altezas, que se enviáse juez pesquisidor para que averiguase las insolencias de Roldán y un letrado que tuviese á su cargo la administracion de justicia, sin que se perjudicase á sus preeminencias. Se publicó que los Reyes habian ap obado estas proposiciones; pero que no habian hallado por conveniente partir esos dos empleos, los que à mas de pedir una autoridad absoluta no se podian conferir sno una persona muy distinguida, y parecia consiguiente no dejar otro sugeto que pudiese hacerle obstáculo como D. Cristobal Colón, revestido de dos cargos tan grandes como de Almirante y virey perpetuo. No se podia dar una comision tan delicada y de tanta importancia mas que à una persona muy sábia, imparcial, moderada y desinteresada, y los Reyes creyeron haber encontrado todas estas prendas en Francisco de Bobadilla, comendador de la órden de Calatrava; pero muy en breve conocieron que se habian engañado en su juicio. En efecto Bobadilla era un caballe. ro muy pobre, y se mostró muy interesado, iracundo y ambicioso. Las primeras órdenes que le dió la Reina fueron que de su parte diese à los indios de la isla por libres, y de tratarlos como tales. Diéronsele provisiones y nombre de Pesquisidor, con el que así bajo de este título entrase en la isla de Santo Domingo, y tambien le dieron el de gobernador general de la isla con especial encargo que tuviese secreta esta última provision hista que fuese recibido en Santo Domingo; precaucion que denota el crédito que le dieron los Reyes à lo que se habia publicado contra el Almirante, quien segun se lo achacaban pretendia hacerse soberano del mundo nuevo. Con estos despachos que se firmaron por el mes de junio de este año, y varias células en blanco firmadas de sus Altezas para que las llevase, y usase de ellas como le pareciése, se hizo à la vela Bobadilla á fines del mismo mes de junio, y llegó à Santo Domingo à fin de agosto del año de mil quinientos, cuando el Almirante estaba dando órden en las cosas de la isla, prendiendo à los amotinados, y reduciendo á los indios à la paga del tributo, y à que formàsen pueblos gruesos. para que mejor pudiesen ser doctrinados en la fé católica, y servir á los Reyes como los vasallos de Castilla, fortaleciendo para ese fin la Concepcion de la Vega á donde fuè el asiento de una ciudad que se lla mó de la Concepcion; su hermano el Adelantado corria con Roldán la provincia de Xaragúa, prendiendo á varios cómplices de una conspiracion que habian, formado, para matar á Roldán y á los Colónes. El Adelantado traia consigo un clerigo para confesarlos y ahorcarlos à donde los topaba, para castigar sin pérdida de tiempo la rebelion, y à los principales motores de ella los tenian presos en las cárceles de la capital. De modo que no hallan

do Bobadilla cuando llegó, persona á quien tener respeto, lo primero que hizo fue entrarse à vivir en el palacio del Almirante. Mandó leer públicamente sus despechos, y requirió à D. Diego Colón hermano del Almirante para que le entregàse los presos que tenia en su poder, y los procesos que contra ellos se ha bian hecho; y como D. Diego le hubo representado que no tenia poder para ello del Almirante, embarazado con esta resistencia se declaró al punto por gobernador: entró con su gente à la fortaleza, forzando su puerta principal: preguntó luego á donde estaban los presos: halló à Fernando Guevara y à Riquelme con otros cómplices en una càmara con sus grillos, les hizo algunas preguntas y los entregó al alguacil muyor Juan Espinosa, mandando que los tuviese à buen recaudo; y para adquirir la gracia del pueblo de spues de haber favorecido abiertamente todos los que halló rebelados y enemigos mortales del Alm rante, hizo publicar un bando, relevando à tedos de lo que debian pagar de tributo por el tiempo de veinte años, y procuró que se estendiese la voz por todas partes de que no se debia estrañar que los Reyes hubiesen quitado el gobierno de las Indias à D. Cristobal Colón, porque estaban bien informados de que se habia portado en ellas mal, mas como tirano que como gobernador, complaciéndose en derramai la sangre española. Que para enriquecer su familia habia defraudado la paga de los tributos sin satisfacer los sueldos de los soldados y artesa nos, poniendo toda su mira en hacerse soberano de aquellas posesiones, para cuyo efecto impedia la estraccion del oro de las mi nas, y no queria que fuesen á la pesca las perias, para con estas riquezas formar el cimiento de su soberanía; y finalmente que los que persistian en reconocerle por virey, se hacian cómplices en los mismos delitos que le cargaban.

CAPITULO 15.

Como despues de haber D. Francisco Bobadilla llegado á Santo Domingo, y tomado por fuerza su fortaleza, comenzó á ejercer su cargo de pesquisidor y gobernador: pone en prisiones al Almirante y sus hermanos que envia á Castilla. Año de 1500.

Recibió el Almirante con bastante tranquilidad las primeras noticias de la llegada de Bobadilla, y de cómo habia tomado la fortaleza; se persuadió que seria un ardid de éste semejante al de Ojeda, ò á lo menos que sus provisiones serian como las de Juan Aguado, no creyendo que los Reyes hubiesen proveido cosas que le diesen pena, en atencion à sus nuevos trabajos y servicios; pero cuando estuvo mas cerciorado de las violencias de Bobadilla que era dueño de la fortaleza, y tenia ya toda la tropa bajo sus órdenes, le pareció entonces muy serio el negocio, y que no le

convenia quedarse en la inaccion, por no verse oprimido. Determinó acercarse à Santo Domingo, y se fué à la villa de Banáo: juutó algunos españoles y mandó à los caciques que apercibiesen gente de guerra para cuando los llamase. Bobadilla que ya se intitulaba gobernador, le remitió por un alcalde sus poderes, y los traslados de sus provisiones reales, para que se las notificàse. Leyólas el Almirante y respondió, que en cuanto á la primera toda estaba conforme á lo que él mismo habia pedido; pero que respec to à las demás las tenia por subrepticias, no siendo creible que sus Altezas le hubiesen despojado de un empleo que le habian conferido con patentes perpetuas é irrevocables, y esto sin ser oido ni convencido, y que así ántes de obedecer á estas órdenes que le parecian sospechosas, queria cerciorarse mas de lo que habia en esto: que entretanto escribía à la corte sobre el particular, requería à todos los vasallos de los Reyes católicos que estaban en la isla, le obedeciésen como á su legítimo virey y gobernador general, y le auxiliasen con sus armas en defensa de su autoridad. Todos creyeron entonces que breve se habia de ver una guerra civìl, mas se desengañaron bien presto, porque de allí à pocos dias envió Bobadilla á protestar al Almirante que sin dilacion alguna viniese donde el estaba, que convenia al servicio del Rey, y en confirmacion de ello, le remitiò con un fraile francisco fr. Juan de Tras-sierra, y Juan Velazquez, tesorero del Rey, una carta del tenor siguiente. ,,D. Cristobal Colón, nuestro Almirante del mar occéano, he,,mos mandado al comendador Francisco Bobadilla, portador de es,,ta que os diga algunas cosas de nuestra parte, por lo cual os ro,,gamos le deis fé y crédito, y obedezcais. Dada en Madrid à vein,,te y uno de mayo de mil cuatrocientos noventa y nueve. Yo el ,,Rey.-Yo la Reina. Por mandado de sus Altezas, Miguel Perez de Almazán.”

Luego que viò el Almirante la carta de los Reyes, no dejó de reflejar que no éspresaba el titulo de virey como era estilo acostumbrado, y despues de haber deliberado con sus amigos sobre el partido que se habia de tomar, se resolvió á reconocer á Bobadilla por gobernador general, y fué prontamente à Santo Domingo para verse con él. Halló con grande admiracion suya à Bobadilla apoderado de su casa, viviendo en ella, teniendo confiscados sus papeles, muebles y cuanto oro y plata tenia, sus caballos y toda su hacienda, con el pretesto que era para pagar à los que les debia sueldo el Almirante. Supo asimisino que el comendador Bobadilla habia mandado prender á su hermano D. Diego, y meterle con grillos en una carabéla de las que habian llegado, sin de. cirle el por qué, ni oir sus descargos, y sin guardar formalidad alguna de justicia: que habia concurrido mucha gente á la novedad, y que se acababa para atraer mas la gente de pregonar, que cuantos quisiesen ir á coger el oro, no pagasen al Rey mas que la undécima parte por veinte años, en lugar de la tercera que habian pagado hasta entonces: que con esto le levantaron mil capìtulos, y

que todos (aun los que habia favorecido) producian infinitas quejas contra él y sus hermanos. Llegó el Almirante á la presencia del juez Bobadilla, y sin tardanza alguna, ni informacion jurídica, el recebimiento que le hizo fué mandarle poner unos grillos, y tenerlo preso en la fortaleza con buena guardia: conducta ciertamen. te muy violenta y descomedida para un hombre de tanto mérito, y constituido en tan altas dignidades de virey y Almirante perpetuo, que con tantos trabajos habia ganado para la corona de Castilla tantas posesiones, y que en pago de tan señalados servicios fuese tratado tan inhumanamente. (82) Los que mas le injuriaron fueron los que le habian comido el pan; de modo que cuando le echaron los grillos no se hallaba aun entre sus enemigos quien por reverencia ó compasion se los quisiese poner, y su propio cocinero se ofreció con desvergüenza à echárselos. Es ciertamente en los grandes reveses de la fortuna cuando se dan á conocer los hombres grandes: sufrió el Almirante Colón su desgracia y todas las indignidades que la acompaña. ron con tanta firmeza de ánimo (83) que le grangeó mas estimacion que la grandeza y elevacion que habia merecido, de que se veia privado y reducido de un golpe à la mayor humillacion: mas hizo en prueba de la magnanimidad de su corazon. Era de presumir que su hermano el Adelantado que gozaba todavía de su entera libertad, no dejàse de emprenderlo todo para sacar à sus hermanos del poder de un hombre que podia llegar al último estremo de la insolencia, como capaz de mas violencias, excediendose ya tanto de sus facultades: con todo escribióle el Almirante de órden de Bobadilla, que no quitáse la vida à ninguno de los que tenia presos, añadiendo que le sería de grandìsima pesadumbre si no le obedecia, y le su plicó encarecidamente, que en nombre de Dios y de los Reyes sus anos, y à fuér de la tierna amistad que siempre se habian tenido, viniese á darse por preso con él, fincando (como le decia) nues. tro único recurso en nuestra inocencia, no pudiendo desear mejor que el que nos lleven juntos para Castilla donde habrà mas facilidad de justificarnos. Era pedir mucho de un hombre de valor y de un génio tan fuerte como D. Bartolomé; con todo defiriò al consejo de su hermano, y vino á Santo Domingo, donde apenas llegó, cuando Bobadilla lo mandó prender y llevar á la misma carabéla donde su hermano D. Diego estaba aprisionado.

cosa

Cuando trataba de un modo tan indigno estos personages tan distinguidos, llenaba de honras y favores al alcalde mayor Roldán, á Fernando Guevara, y à todos sus cómplices. Despues que hubo tratad, como reos á los tres hermanos Colónes, sin saber aun si lo eran, empezó à formar proceso contra ellos, recibiendo por testigos à los rebelados enemigos suyos, é incitando públicaniente à

[82] Aqui pagó el sr. Colòn lo que hizo con Caunábo.

83 De la misma usó el virey Iturrigaray con los gachupines amotinados que le prendieron la noche del 15 al 16 de setiembre de 1808 en Mèxico.

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