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consumido de gusanos, porque no dió la honra que se debia á sólo Dios; así se lee en el capítulo 22 de los Actos de los Apóstoles. Al propósito de Uchilobos tornando, ya digimos arriba, en cierto capítulo, que sobre los altares del templo grande habia dos ídolos como gigantes, creemos que eran las imágenes de los dos hermanos de este Uchilobos, pero la estatua de éste estaba puesta sobre la capilla de los susodichos dos; ésta era grandísima y espantable, della y de las otras dos abajo se dirá más largo. Aquestos dos sus hermanos edificaron la ciudad de Tezcuco y á Tlaxcala, y ordenaron sus ritos y sacrificios, y despues de muertos los tuvieron y veneraron por sus dioses. Del de Tezcuco, que se llamaba Texcátepocath, se cuenta que vivo se metió en el volcan de la Sierra Nevada, que está cerca de allí, y que de aquel lugar les envió el hueso de su muslo, el cual pusieron en su tem'plo por su principal dios, y dello se jactan mucho los de Tezcuco; y de este hecho tomó nombre'Popocateptl el dicho volcan. El tercero, que fué Camachtl, edificó y señoreó á Tlaxcala y sus provincias; era gran cazador, del cual fingen que tiraba una saeta con su arco hacia el cielo, y que de la ida y vuelta que hacia la saeta mataba gran número de aves y animales, de que mantenia toda su gente. Pero el más celebrado y mejor, y digno sobre todos los dioses, segun la reputacion de todos, fué el dios grande de la ciudad de Cholola, que está dos leguas de donde agora es la ciudad de la Puebla de los Angeles, que llamaron Queçalcoatl; éste, segun sus historias, vino de las partes de Yucatan á la ciudad de Cholola, y era hombre blanco, crecido de cuerpo, ancha la frente, los ojos grandes, los cabellos largos y negros, la barba grande y redonda. A éste canonizaron por su sumo dios y le tuvieron grandísimo amor, reverencia y devocion, y le ofrecieron suaves y devotísimos y voluntarios sacrificios, por tres razones; la primera, porque les enseñó el oficio de la platería, el cual nunca hasta entonces se

TOMO V.

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habia sabido ni visto en aquella tierra, de lo cual mucho se jactan ó jactaban todos los vecinos naturales de aquella ciudad; la segunda, porque nunca quiso ni admitió sacrificios de sangre de hombres ni de animales, sino solamente de pan y de rosas, y flores y perfumes, y olores; la tercera, porque vedaba y prohibia con mucha eficacia las guerras, robos y muertes, y otros daños que los hiciesen unos á otros. Cuando quiera que nombraban delante dél guerras ó muertes ó otros males tocantes á daños de los hombres, volvia la cara y tapaba los oidos por no los ver ni oir; lóase tambien mucho dél que fué castísimo y honestísimo y en muchas cosas moderatísimo. Era en tanta reverencia y devocion tenido este dios, tan visitado y reverenciado con votos y peregrinaciones en todos aquellos reinos, por aquellas prerogativas, que áun los enemigos de la ciudad de Cholola se prometian venir en romería á cumplir sus prometimientos y devociones, y venian seguros, y los señores de las otras provincias ó ciudades tenian allí sus capillas y oratorios y sus ídolos ó simulacros, y sólo éste entre todos los otros dioses se llamaba el Señor, antonomaticè ó por excelencia, de manera que cuando juraban y decian. por nuestro Señor, se entendia por Queçalcoatl y no por otro alguno, aunque habia otros muchos en toda la tierra y que eran dioses muy estimados; todo esto por el amor grande que le tuvieron y tenian por las tres susodichas razones, y la razon general y en suma es, porque en la verdad el señorío de aquel fué suave, y no les pidió en servicio sino cosas ligeras y no penosas, y les enseñó las virtuosas, prohibiéndoles las malas y nocivas ó dañosas mostrándoles aborrecerlas. De donde parece, y parecerá más claro abajo, que los indios que hacian y hoy hacen sacrificios de hombres no eran ni es de voluntad, sino por el miedo grande que tienen al demonio por las amenazas que les hace, que los ha de destruir y dar malos tiempos y muchos infortunios, si no cumplen

con él el culto y servicio que por tributo en señal de su señorío le deben, por el derecho que de tantos años atras sobre aquellas gentes pretende tener adquirido. Afirman que estuvo veinte años con ellos, despues de los cuales se tornó por el camino que habia venido, llevando consigo cuatro mancebos principales, virtuosos, de la misma ciudad de Cholola; y desde Guaçaqualco, provincia distante de allí ciento y tantas leguas hácia la mar, los tornó á enviar, y entre otras doctrinas que les dió fué, que dijesen á los vecinos de la ciudad de Cholola, que tuviesen por cierto que en los tiempos venideros habian de venir por la mar, de hácia donde sale el sol mediantes las estrellas, unos hombres blancos con barbas grandes, como él, y que serian señores de aquellas tierras, y que aquellos eran sus hermanos. Los indios siempre esperaron que se habia de cumplir aquella profecía, y cuando vieron los cristianos luégo los llamaron dioses, hijos y hermanos de Queçalcoatl; aunque despues que conocieron y experimentaron sus obras no los tuvieron por celestiales, porque en aquella misma ciudad fué señalada, y no otra hasta entónces igual en las Indias y quizá ni en mucha parte del orbe, la matanza que los españoles hicieron. Otros dicen que siempre creyeron los de Cholola que habia de volver á gobernallos y consolallos, y que cuando vieron venir los navíos á la vela de los españoles, decian que ya tornaba su dios Queçalcoatl, que traia por la mar los templos en que habia de morar, mas cuando desembarcaron dijeron, «muchos dioses son estos (que en su lengua dicen Tequeteteuh), no es nuestro dios Queçalcoatl». A estos cuatro discípulos, que tornó á enviar Queçalcoatl del camino, recibieron luégo los de la ciudad por señores, dividiendo todo el señorío della en cuatro tetrarchas, quiero decir cuatro principados, cada uno de los cuales tenía la cuarta parte del señorío de la tierra (ó de la provincia, ó de la ciudad, ó del reino), como quiera que antes la ciudad se rigiese con regi

miento político y no real. De estos cuatro primero señores descienden los cuatro señores que hasta que llegaron los españoles tuvieron, y hoy dura dello alguna señal tal cual en aquello que se les ha dejado, y con hartos pocos vecinos en el señorío de cada uno. A este dios mismo veneraron en la provincia de Tlaxcala, y le hicieron muy suntuoso y notable templo, al cual llamaron por otro nombre, conviene á saber, Camastle; al mismo adoraban en Huexucingo, que corrompido el vocablo nombran muchos Guaxocingo, debajo del nombre de Camastle. Queçalcoatl, en aquella lengua mejicana, quiere decir ó significar una cierta manera de culebra que tiene una pluma pequeña encima de la cabeza, cuya propia tierra donde se crian es en la provincia de Xicalango, que está en la entrada del reino de Yucatan, yendo de la de Tabasco; fuera de esta provincia de Xicalango, pocas ó ninguna destas culebras, segun se dice, se han visto. Afirman los indios que aquestas culebras, en ciertos tiempos, se convierten en pájaros ó aves de las plumas verdes, de las cuales hay muchas en la dicha provincia de Xicalango, y son entre los indios muy preciadas. Esta conversion puede ser por ventura naturalmente, corrompiéndose las culebras primero, por podricion ó podrimiento, y de aquella cosa podrida engendrarse aquellas aves, como muchas cosas se engendran de otras ya podridas, como trata el Filósofo en el IV de los Metauros, ó por arte diabólica ó prestigiosa, como arriba queda declarado; y esto para engañar los que Dios permite que sean engañados. Tuvieron en toda esta tierra otro dios en grande reverencia, y era el dios del agua, que llamaron Tlaluc, á quien ofrecian muy costoso sacrificio como se dirá.

DE LAS INDIAS.

CAPÍTULO CXXIII.

453

This is the

Relación 4.
Francisco Horicondly

See Savill:

Jud. Noth

вишораркоров

9.1919-20.

209

En el reino de Yucatan, cuando los nuestros lo descubrieron hallaron cruces, y una de cal y canto, de altura de diez palmos, en medio de un patio cercado muy lucido y almenado, junto à un muy solemne templo, y muy visitado de mucha gente devota, en la isla de Cozumel, que está junto á la Tie rra Firme de Yucatan. A esta cruz se dice que tenian y adoraban por dios del agua-lluvia, y cuando habia falta de agua le sacrificaban codornices, como se dirá; preguntados de dónde habian habido noticia de aquella señal, respondieron que un hombre muy hermoso habia por allí pasado y les habia dejado aquella señal, porque dél siempre se acordasen; otros diz que afirmaban que porque habia muerto en ella un hombre más resplandeciente que el sol: esto refiere Pedro Mártir en el cap. 1.o de su cuarta Década. Otra cosa referiré yo harto nueva en todas las Indias, y que hasta hoy en ninguna parte dellas se ha hallado, y esta es, que como aquel reino entrase tambien, por cercanía, dentro de los límites de mi obispado de Chiapa, yo fuí allí á desembarcar como á tierra y puerto muy sano; hallé allí un cférigo, bueno, de edad madura y honrado, que sabía la lengua de los indios por haber vivido en él algunos años; y, porque pasar adelante á la cabeza del obispado me era necesario, constituílo por mi vicario, y roguéle y encarguéle que por la tierra dentro anduviese visitando á los indios, y con cierta forma que le di les predicase. El cual, á cabo de ciertos meses y áun creo que de un año, me escribió que habia hallado un señor principal, que inquiriéndole de su creencia y religion

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