Imatges de pàgina
PDF
EPUB

tianos, y trocaron todo el oro que traian, por birretes colorados, campanitas, alfileres, sartas de vidrio y otras cosas semejantes. Nunca mejor se conoció el precio arbitrario de las cosas, y cuanto alcanza el imperio de la opinion sobre los hombres, pues en esta ocasion daban los castellanos por el oro, lo que en la Europa el mas pobre no hubiera levantado del suelo, como por ejemplo, tepalcates ó trastos de vidrio quebrados, y de losa, que estimaban en tanto grado aquellos isleños, que luego que los recibian, se huian, temiendo que los españoles no se llamasen à engaño. [15]

[ocr errors]

En fin, no se puede esplicar cuan contentos quedaron unos de otros, y entonces formó Colón el intento de plantar allí un es-tablecimiento en los estados de aquel Rey. Algunos historiadores dicen, [*] que se habia concertado con su piloto, para hacer nau fragar su nave, à fin de tener ese pretesto para dejar en aquella) isla una porcion de gente; pero se hace increible este hecho úni camente fundado en congeturas. Retiròse el rey Guacanagarix, y por las nuevas instancias que le habia hecho el Almirante de visitar le se determinó de allí à poco à hacerle la visita en su casa, que le habian preparado con la mayor decencia. Llegado à tierra el Almirante, fué a su encuentro aquel Rey, y le convidó à comer axi y casabe [16] que era su principal comida, y le dió algunas màscaras con ojos, nariz y orejas de oro, y le echó una cadena de oro al cuelio: despues se quejó de los caribes que hacian á los suyos esclavos, y se los llevaban para comérselos, diciendo que esta fué la causa que él y los suyos huyeron al principio pensando que los castellanos eran caribes; pero se animó mucho cuando consoJàndole el Almirante, le most ó nuestras armas, ofreciendo de defenderle con ellas, y para inspirarle temor y respeto, hizo disparar unos cuantos cañonazos, y era tanto el asombro de los indios que al oirlos caian en tierra como muertos. No se asustó menos Guaca nagarix; mas Colón le alentó con asegurarle, que con esas armas se haria victorioso de sus enemigos, y para convencerle, hizo disparar un tiro que pasó una nave de parte à parte, de que se asombró tanto el Rey del Marien, que se volvió á su casa pensativo, creyen do que aquellos forasteros eran hijos del trueno. (17)

7

Estando ya para partir el Almirante, volvió aquel Rey á ha“ cerle la visita, y Colón se aprovechó de aquella ocasión para pro ponerle su intento. Le dio, pues, que pensaba dejar en sus estados

[15] Esta reflexion es muy filosófica; lo mas sensible es que á pesar de la ilustracion de nuestro siglo, el oro es el soberano regulador de la fortuna, libertad y vida de las naciones cultas, .. [*] Entre otros Oviedo que cita Vertot.

[16] Lo que daba el pais. Todavía algunos habaneros cuan do llegan á Veracruz dicen á sus amigos Convídame á pan. [17] Tenia razon; esta desigualdad de armas debia darle en que pensar, pues à ella debió ser esclavo de los mismos á quienes hospedaba.

bajo de su proteccion á alguno de los cristianos de su equipaje, en tanto que iba à Castilla à traer joyas y otras cosas que darle. Hi zole enseñar nuestras espadas como cortaban y se defendian de ellas asegurándole, que quedando aquellas armas en su defensa, cesaría ef temor de los caribes. A ésto el cacique, que no cabia de gusto, se quitó la corona de oro que traia en la cabeza, y se la puso sobre la del Almirante, que correspondió con agasajos estimados del cacique. Habiendo el Almirante hallado tanta voluntad en aquellos indios, y tan buenos modos en su gefe, se persuadió que podia contar sobre la conducta de aquel Rey bàrbaro; pareciéndole igualmente que la tierra era fértil, y tenia tantas muestras de oro, juzgó que la pérdida de su nave habia sido por permision divina, (18) para que se poblase aquella tierra de cristianos, y se comenzase por aque→ Ila isla la predicacion del evangelio. Inclinose mas à esto, por que muchos de los suyos se ofrecian à quedar voluntariamente, y vivir en aquella tierra; y así luego que volvió à Puerto Real, mandó fa bricar una torre con la madera del navio que se habia ido à pique, y abrir fosos grandes al rededor, persuadido que era lo bastante pa ra contener à unas gentes desnudas, sin armas y poco aguerridas. Llamóse el fuerte de la Navidad, en memoria de que en este dia habia saltado en tierra, salvandose del peligro del mar.

Acabóse dicho fuerte en diez dias, porque trabajaban hombres sin número, y ayudó mucho á acelerar la obra la noticia que se tu vo de que una carabela estaba en la costa àcia el Cabo de Levante de la isla, y sospechando el Almirante que podia ser la Pinta, para saberlo de cierto, pidió al Rey Guacanagurix una canoa con algunos indios, y en ella despachó un marinero castellano con una carta suya pera Martin Alonso Pinzón, pidiéndole amorosamente que se fuese à juntar con él, ofreciéndole el perdon por haberlo desampa rado. Volvió la canoa diciendo que habia andado mas de veinte le guas sin hallar cosa, lo que dió màrgen al Almirante para creer que la carabela habia hecho vela para España, queriendo Pinzón tener la honra de llevar á la córte las primeras nuevas del descubrimiento de tantos y tan hermosos paises, y atribuyéndose así toda la gloria, prevenir el ànimo de los Reyes contra él. Estas sospechas le determinaron á apresurar su vuelta a España, 1emitiendo el recono cimiento de las minas de Cibáo para otro viage. Eligió para quedarse en la fortaleza treinta y nueve hombres, los de mejor dispo sicion y de mejor conducta, á quienes encargó que viviesen como buenos cristianos, obedeciesen à su capitan D. Diego de Arana, natural de Córdova, que les dejaba, y à los que nombraba en caso que muriese este, à saber Pedro Gutierrez, y Rodrigo de Escobedo, natural de Segovia, pues que el rey que les mostraba tan buena voluntad

[18] Hé aquí como los visionarios y fanáticos saben hacer intervenir al cielo en sus mayores maldades. Cada página de la historia de la conquista, está manchada con semejantes imputaciones al cielo. E. E.

ain molestar á sus vasallos, ántes bien que procurasen hacerles bien, y aprender su lengua, pues les seria necesaria para cultivar la amistad de los naturales y muy provechosa: que no se dividiesen ni ejecuta sen violencia alguna á hombres ni mugeres, ni entrasen en la tier ra, y en que sin descuidarse de sus obligaciones de cristianos, hiciesen por tener un perfecto conocimiento del pais para instruirle él à la vuelta que seria breve; y encomendó mucho á Guacanagarix su gente, y los que dejaba por gobernadores de la fortaleza. Les de jó vituallas para un año, armas y artillería, y demás que era nece sario para el fomento de este establecimiento. Despues de eso se dis puso con gran presteza, para volver derecho á Castilla, recelándose de alguna desgracia que ocasionase, que los reyes católicos no su piesen de aquellas tierras nuevamente descubiertas.

Salió el Almirante de Puerto Real, haciéndose á la vela el dia cuatro de enero de mil cuatrocientos noventa y tres, llevando bastante oro, para que en la córte de España se concibiesen gran. des esperanzas de la riqueza de la tierra, porcion considerable de algodon, y mucho pimiento ó axi. Contaba hacer algunas ganancias considerables de este último efecto, porque por los celos del comercio, que fueron siempre grandes desde este primer viage de Colón, entre españoles y portugueses tenia algun corriente el pimiento americano; mas no duró mucho, y se quedó su uso regional en las tierras de donde salió, no gustando á los europeos por su acrimónia. (19) Navegó primero al Leste con el intento de reconocer toda la costa ee la Isla Española. Luego que se hubo apartado del Cabo Francés, percibió un monte alto que le parecia estender su base sobre la mar, y es una peninsula muy elevada que llamó MonteCristo, y está diez y ocho leguas de Cabo Santo, cuatro leguas del puerto de Navidad; y como le habian dicho al Almirante que junto á ese monte estaba la embocadura del rio Yaque que tenia su nacimiento en las minas de Cibáo, quiso reconocerlo, entró en él, y hayando que sus arenas estaban mezcladas de algunas pajuelas de oro, lo llamó el Rio del Oro; pero despues los españoles lo han dejado con su nombre primitivo, y los franceses lo han llamado Rio de Monte-Cristo. Entonces mas que nunca se persuadió Colón, que la Isla Española era el verdadero Cipango de Marcos Pablo de Venecia: error que conservó siempre. Hizo aguada en ese parage, y luego levantó velas. Apenas se hubo apartado del rio del oro, que se descubrió la Pinta que venia al navio del Almirante, viento en popa, y al instante que llegó y entró Martin Pinzon su capitan en la carabela del Almirante, comenzó á disculparse de haberse apartado de él, diciendo que habia sido contra su voluntad, sin haber podido hacer otra cosa; y aunque el Almirante sabia bastante lo contrario, disimuló con él preponderando mas en su áni

[19] Bastante se usa en Europa donde gusta mucho la salsa de chile colorado que llevan remolido en botes para Inglaterra.

[ocr errors]

el gusto de verse libre de las inquietudes que le habia cansado esta separacion, que no su justo enojo, y por no romper el designio de su empresa. Recibió pires sus sumisiones, y le pregun➡ tó, ja donde habia navegado y qué habia reconocido? respondió Pinzón, que habia ido de puerto en puerto trocando sus mercadurias por oro, que habia tomado la mitad para sí, y que habîa repar➡ tido la otra mitad á la gente que venia con él. No quiso pregan➡ tar mas el Almirante, dándose al parecer por satisfecho. Camina ron ambas carabelas, y entraron en un pureto que tenia al lado, un rio distante qnince leguas de Monte-Cristo donde habia resca➡ tado oro Martin Alonso Pinzón, y habia sacado de allí por fuer→ za cuatro isleños, los que le mandó el Almirante dejase en su tierra, y quizás esta accion dió lugar a que se llamase Puerto de Gracia; bien que como fué én éste puerto donde el Almirante perdonó á Pinzón es, opinion de muchos autores que esta fuè la cau sa de ponerle este nombre,

[ocr errors]

ལས །

CAPITULO 4.o

[ocr errors]
[ocr errors]

.

J

Sigue Colon el descubrimiento de la Isla: primera batalla entre indios y castellanos en la bahia de Samana, y parte para Castilla, año de 1493.

Al salir de Puerto de Gracia se vió una cercanía que pareció cubierta de nieve; pero acercándose mas, se reconoció que era una piedra muy blanca que cubría toda la cima de aquella sierra, y por haberseles figurado á los nuestros plateada, fué llamada Monte de Plata; (20) y un puerto que està al pie de ella, fue por la misma razon nombrado Puerto de Plata, que és de hechura de una herradura de caballo, y los franceses corrompiendo este nombre lo llaman Port Plate. De alli Colón corrió toda la costa podiendo nombres á todos los Cabos que vió, y despues' dě haber andado como treinta leguas maravillado de la grandeza de la isla, llegó á visitar otro Cabo que llamó de los Enamorados, y emparejando con el descubierto vió una grandísima bahia forma da por una península que los isleños llaman Samaná, y hoy con serva este nombre. Envió el Almirante la barca á tierra, y en la playa hallaron los nuestros algunos indios feroces en el aspecto, con arcos y flechas, armas que no se habian visto en ellos en los ante cedentes lugares descubiertos. Algunos españoles travaron conversacion con ellos: compraron un arco o dos, y algnnas flechas: rogaron a uno de ellos fuese a hablar con el Almirante á su carabela: su ha→ bla se conformaba con su fiereza, y como creyese el Almirante que este fuese de los caribes, por verlo desnudo, embijado y con los cabellos muy largos y recogidos delante con una redecilla de plu

· [20] Si no hubieran traido el corazon fijo en el oro y la plata, los objetos que veian no se les figuraran de estos metales

[ocr errors]
[ocr errors]

mas de papagayo, le preguntó donde habitaban los caribes, y el indo señalo con el dedo que mas al oriente estaban en otras is las. Preguntando asímismo donde habia oro, dijo con las mismas señas que entre su isla y la de los caribes antropófagos, habia otra isla llamada Boriquén que hoy es San Juan del Puerto Rico, cu yos habitantes no eran caribes. y que, allí habia, oro; pero de me, nos calidad que el de Cibáo. Esto es lo que pudieron entender los indios intérpretes de San Salvador. El Almirante le regaló algunas vagatelas y lo despidió. Los marineros que le acompañab n para dejarlo en tierra, se sorprendieron al acercarse de ver escondidos entre los árboles una vandada competente de indios armados con sus arcos y flechas. Los nuestros se pusieron sobre las armas: "el indio que iba en la barca hizo señas á los otros para que dejasen las armas referidas, y un palo grueso que levaban en lugar "de espadas de palma durísima y pesada con que daban crudísimos golpes. Llegáronse à la barca y los nuestros les compraron y flechas de órdeng del Almirante y otras armas. Habiendo ven-dido dos' arcos: los indios, no quisieron vender mas, àntes irritados se aparejaban para prender á los españoles; pero estos que eran siete, como estaban sobre aviso, los embistieron y hirieron á dos de ellos con las espadas. Espantados los indios consideraron las heridas que harian nuestras armas, huyeron, dejando caer arcos y flechas, y hubieran muerto muchos, si les quisieran seguir, y esta fué la primera vez que en esta isla se tomó las armas entre castellanos é indios, motivo porque se llamó esta bahia Golfo de las Flechas nombre que no ha conservado. De aquella escaramusa no le pesó -al Almirante para que supiesen los bàrbaros á que sabian las ar-mas de los cristianos, y fuesen respetados los que andaban en la Na--vidad, llegando ná saber los isleños que siete castellanos habian ahuyentado cincuenta y cinco indios tan feroces.

[ocr errors]

arcos

Como ambas carabelas se sentian del gran trabajo y riesgo que se corre en tan prolija navegacion, y la tripulacion fastidiada - padecia mucho en sostenerla, no juzgó el Almirante por conveniente el continuarla.

[ocr errors]
[ocr errors]
[ocr errors]

>El diez y seis de enero partió con buen tiempo la vuelta de Castilla, y corriendo el Nordeste los indios que llevaba señala*ron la isla de San Juan ó Boriquén: vió tambien algunas islas de -las péqueñas Antillas, y aunque deseaba reconocer aquellas islas, por no desconsolar la gente, no se acercó á ellas. Despues de haber mavegado con próspero viento cuatrocientas ó quinientas leguas, en alta mars empezó des dia sen dia á ensobervecerse esta, lo cual toleraban con gran fatiga, y por eso el jueves catorce de febrero corrieron de noche á donde el viento los quisiese llevar. Entonces la carabela Pinta en que iba Pinzón porque no podia mantene se tanto en el mar, à poco correr el norte se desapareció; al amanecer fué mas recio el viento, y mayor el miedo de perderse, con el desconsuelo de pensar que se habia perdido la Pinta. Viéndose todos en gran peligro, hicieron votos sobre votos, y el último fué de

« AnteriorContinua »