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D. Fernando Colón su hijo, se inclina al dictámen de los que hacen venir su familia de Placencia; pero no le da otro nombre que el de Columbo, que se ve, segun dice, en aquella ciudad con las armas de la familia sobre muchos túmulos antiguos. Añade que por la infelicidad de los tiempos, causada por las guerras de Italia, se habia visto obligado Domingo Colomb, padre de Cristobal, á retirarse al estado de Génova. Habla de un Colombo lla. mado el Jóven, famoso marinero de aquellos tiempos, que tomó en una ocasion cuatro galeras á los venecianos, y cita el fracmento de una carta de su padre, escrita á la ama del serenísimo príncipe D. Juan, que contiene estas palabras.,,No soy el primer almirante de „mi familia, pónganme el nombre que quisieren, que al fin David, ry muy sabio, guardó ovejas, y despues fué hecho rey de Je ,,rusalén, y yo soy siervo de aquel mismo Señor, que puso à Da,,vid en este estado."

De cualquiera modo que sea, como bien lo reflexióna el P. Charlevoix (2), no mendiga nada de sus antepasados, que no son conocidos, la gloria de este varon grande, y ha sabido inmortalizar su nombre colocándolo sobre los de todos aquellos que se han hecho célebres en aquel siglo. Aun no sé que diga, si hubiera si lo mas glorioso para un cardador de lana, que para un hombre noble, haber subido como lo ha hecho Cristobal Colón á las primeras dignidades, y haber levantado su familia al punto de ponerla en estado de contraer alianza con la de su soberano, y de perderse, como lo ha hecho, cincuenta años despues de su muerte en la casa real de Portugál. Lo que sabemos de mas cierto en órden á sus primeros años, es, que salió muy jóven de su tierra, y que en ella habia estudiado con grande aprovechamiento: que despues se aplicò al estudio de la Cosmografía, de la Astronomía, de la Geometria, y de la Naútica, y que salió escelente eu todas estas ciencias. Añadió siempre en cuanto le fué posible la práctica a la teórica; y aunque no estemos perfectamente instruidos del detalle de Bus primeros viages, se sabe, no obstante, que habia hecho muchos, y en todos los mares conocidos en su tiempo, antes que pensase en el descubrimiento del nuevo mundo. Dice en una de sus memorias ó anotaciones, que refiere su hijo D. Fernando Colón en su historia (*): „El año de mil cuatrocientos setenta y siete, por febrero, ,,navegué mas allá del Tile, cien leguas, cuya parte austral dista ,,de la equinoccial setenta y tres grados, y no sesenta y tres, como ,,quieren algunos; y no está esta dentro de la línea que incluye el ,,Occidente de Toloméo, sino es mucho occidental; y los ingleses, ,,principalmente los de Bristol, van con sus mercadurias á esta isla, ,,que es tan grande como Inglaterra. Cuando fuí allà no estaba helado mar. Verdad es que Tile, de quien Prolomeo hace mencion, en el sitio, donde dice, y hoy se llama Frislandia &c." Por

„el

„está

2

*

Hist. de la Isla de Santo Domingo por el P. Charlevoix,
Hist. del almirante Colón por su hijo D. Fernande.

este testimonio, y por el contesto de dos cartas que escribió á los reyes católicos, la una de mil quinientos uno, y la otra por el de mil cuatrocientos noventa y cinco, á los cuales no podia contar sino aquello que fuese verdad, que se pueden ver por estenso en la historia de Fernando Colón, hijo del almirante, podemos entender cuan esperimentado fuese este naútico en las cosas de mar, y las mu chas tierras, y lugares que anduvo antes que se metiese en la empresa del descubrimiento.

Esta multitud de viages ne le habian enriquecido; pero hiciéronle el mas hábil naútico de la Europa, y le suministraron los medios para formar muchas observaciones que le empeñaron al fin á mover sus intentos sobre el descubrimiento del occidente, para buscar por aquella parte nuevas tierras. Entretanto los demás de su profesion no pensaban por entonces en otra cosa que en encontrar por el mediodia un camino para el oriente. Yo me figuro aquel hombre estraordinario, aniquilando dentro de sí las falsas preocu paciones de su siglo, triunfando de las objeciones de una razon tímida, mediante un instinto mas impetuoso y fuerte que ella, y mirando de la otra parte de los mares regiones hasta entonces desconocidas. Me parece que le veo inflamado del entusiasmo del proyecto mas vasto y atrevido que jamás cupo en el entendimiento humano. Sin embargo, se han inventado muchas fábulas para oscu recer la gloria que tuvo Colón de descubrir el nuevo mundo. Herrera asegura que el año de 1190, esto es, trescientos veinte y dos años antes de la famosa navegacion de Colón, Madóc, hermano de David, hijo de Owen Guoncth, príncipe de Gales, descubrió una tierra rica, que es la Florida, la Virginia ó México. Se puede leer lo que ha escrito sobre esto á lo último de la relacion de su viage, tomo tercero de la primera edicion Haduit, de quien ha sacado esta singular noticia. Cita cuatro versos en lengua de Gales, que le habian sido comunicados por Camdén, y cuyo autor es Meredith, hijo de Rhesus, que vivia por el año de 1477. Consta por .dichos versos y obra, que dicho Madóc se aplicó enteramente à descubrir el occeano. Powél, autor de la historia de Gales, dice que Madóc hijo de Owen Guoncth, navegó muy lejos del lado del norte, mas allá de la Islanda, y que en una tierra incógnita donde fue á dar, vió muchas cosas estrañas. Sucedió esto (como lo preten den) cerca del año de 1470. Powél escribe tan solamente por congeturas, que debió de haber ido ácia las Indias Occidentales. Lo demás es sacado de la adicion de Hebert, bastante ignorante en la historia española y portuguesa (*).

Mas una opinion vulgar que tuvo bastante crédito en vida de Colón, hubiera disminuido mucho la gloria de este gran piloto, si la hubieran creido personas capaces de darle autoridad. Decian que Alonso Gonzalez de Huélva, que está en el condado de Niebla, como lo refiere Garcilaso de la Vega en su historia de los In

[*] Vertót, Hist, cap. 1. tom. 7.

cas, comerciaba con un pequeño navio algunas mercadurías de España, que llevaba á las Canarias despues de una tempestad que duró veinte y nueve dias, se halló cerca de una isla que llaman hoy Santo Domingo, habiendo corrido ácia el sur, y despues al oriente, y halló en ella hombres totalmente desnudos: otros dicen que era la tierra de Fernanbuco en el Brasíl. Habiendo saltado en tierra, tomó la altura, apuntó lo que vió y le habia sucedido, hizo aguada y provision de lo necesario, haciéndose á la vela sin saber el rumbo que debia tomir, faltándole á él y á su tripulacion la agua y provisiones en su viage, y cayeron enfermos sus marineros de resulta de las incomodidades de la navegacion Llegó tan solamente con cinco hombres á la isla tercera, y le dió hospedage Cristobal Colón, que tenia la fama de un piloto excelente: murió en su casa, y sus compañeros tambien, y le dejó todos sus papeles en pago del hospedaje y amistad que habian contraido, y que sobre estas memorias habia el piloto genovés formado su plán para el descubrimiento del nuevo mundo: mas que habia sido instruido de antemano sobre este proyecto por Martin de Bohemia, famoso cosmógrafo; pero solo algunos de nuestros autores españoles dicen esto, y con demasiada pasion apoya esta opinion el R. P. Torrubia en su crónica seráfica parte nona, quien infiere de la misma relacion del viage del almirante Colón, escrita por su hijo D. Ferrando, y por la autoridad de Garcilaso, (*) que si no fuera por esta noticia que Alonso Sanchez de Huelva le dió, no pudiera de sola su imaginacion de cosmografia, prometer tanto y tan certificado a los reyes católicos, como prometió en salir tan presto con la empresa del descubrimiento....., pues segun aquel autor, no tardó Coión mas de sesenta y ocho dias en el viage....., que si no supiera por la relacion de Alonso Sanchez, qué rumbos habia de tomar en un mar tan grande, era casi milagro haber ido allá en tan breve tiempo.

Francisco Lopez de Gomára escribe lo mismo, y dice que Colón vendia cartas marítimas trabajadas de su mano: que en tendia muy bien la lengua latina, segun decian algunos: qu' sabia perfectamente la cosmografia, ciencia que le hizo nacer el desen de buscar los antipodas, y el Cipango de Paulo de Venecia. Añade que habia leido el Trinéo, y el Criticas de Platon, donde habla de la isla Atlandida, el libro de las Maravillas del Mundo, donde se hace mencion de ciertos mercaderes que pasaron mas allá de las columnas de Hércules ácia el poniente, y mediodia; y que habiendo navegado largo tiempo sobre la mar, descubrieron una isla grande despoblada y proveida de todas las cosas necesarias para la vida humana. Despues de esto concluye, que si Colón hubiese sabido por sí mismo donde caian las Indias Occidentales an tes de ir à España, no hubiera faltado de informar de ello primero á los ginovéses que comerciaban en todas las partes del

[*] Garcilaso. lib. 1. Comentar. cap. 3.

mundo conocido, y que jamas pensó algun viage que emprendió sino despues del feliz encuentro de ese piloto español, que fué llevado á las Indias Occidentales por una tempestad. Gonzalez de Oviedo es menos decisivo en este asunto, y por consiguiente mas racional que Gomára, pues dice que toda la aventura de este piJoto, no tiene mas fundamento que un rumor popular, que no le tiene por verdadero, y vale mas segun el testimonio de San Agustin, dudar de una cosa que se ignora, que el empeñarse en sostenerla cuando no hay certidumbre de ella, y faltan instrumentos, y documentos fuertes para probarla. Pero lo que mas destruye estas opiniones y fábulas es, que á mas que Colón siempre ha reclamado contra estos rumores inventados por personas émulas de su gloria, todo lo que ha habido de autores sensatos, aun entre los mismos autores españoles que han tenido ocasion de hablar del descubrimiento del nuevo mundo, le hacen justicia á este insigne genovés. A mas de eso, no se vé que hubiese pensado pasar por el Ecuador, lo que hubiera debido ejecutar para dirigir su rumbo, segun tas memorias del citado piloto andaluz ó portugues, ó vizcayno, porque lo hacen de estas tres provincias; en fin, hubiera hablado mas claro, si hubiera tenido seguridad de su proyecto, y no hubiera pensado tantos años en las cortes de España, y de Portugal, por falta de explicarse con mas claridad, como lo refleja juiciosamente nuestro autor español, y tan autorizado Herrera. Lo que hay de cierto, y en lo que convienen casí todos los historiadores de las Indias Occidentales es, en que era gran cosmógrafo; no ignoraba la pretendida profecia de Senéca en su Mdéa, ni lo que Platon ha escrito en su Trinéo, que mas allà de las columnas de Hercules habia una isla llamada Atlantida, mayor que todas las que se conocian entonces, la que se había sumergido de resultas de un dilubio, acompañado de temblores de tierra espantosos: parece aun que contaba demasiado sobre estos monumentos equívocos de la antigüedad. Pero con razon hizo mas atencion que nadie á lo que se publicó poco despues del descubrimiento de las Azores, Canarias, y la Madera; es á saber, que al amainar los grandes vientos de oest, se hallaban muchas veces sobre las costas de aquellas islas trozos de maderas extrañas, cañas de una especie incognita, y aun cadáveres, que se reconocian por muchas señales no ser europeos, ni africanos. Habia tambien observado en los viages diferentes que hacia, estando en Portugal, que ácia al occidente soplan en ciertas estaciones del año vientos que continuaban con igualdad, y sacaba por consecuencia que era preciso que viniesen de un parage mas allá del mar, y que ese parage era una tierra desconocida para los de Europa, Sus conge→ turas sobre la existencia de un mundo nuevo, se hallaban apoyadas sobre fundamentos mas sólidos que todos estos rumores populares. La figura y la extension del globo de la tierra, cuya mitad como se evidencía, eran para él, y debian al parecer ser para todos los sabios, una demostracion de que podian existir regiones en

el occidente, que no repugnaba fuesen habitadas, Habia despues observado, que soplaban de este mismo lado ciertos vientos que duraban con bastante igualdad por muchos dias, y se persuadió, que no podian ser causados mas que por tierra que alli habia. Estas observaciones le llamaban á lo que Platon despues de haber hablado de su Atlantida, añade, que mas allá de aquella grande isla habia un gran número de pequeñas, que bastante cerca de las últimas se hallaba un continente mas grande que la Europa y Asia juntas, y que despues estaba el mar verdadero. Y es bastante de admirar que todo esto se haya verificado con exactitud, como lo habia escrito este filósofo dos mil años antes; porque por úl timo menos su Atlantida que decia haber desaparecido, se ha des cubierto mas allá de nuestro occeano un Archipiélago muy grande que costéa un continente, quien solo forma casi la mitad de Ja tierra, y mas adelante un mar, que es sin contradiccion el mayor de todos.

Hay todavia alguna cosa bien notable en lo que han referido algunos autores antiguos de lo acaecido á un navio cartaginense, el que el año de 356 de la fundacion de Roma, buscando nuevos descubrimientos, tomó su rumbo entre el mediodia y el poniente, se atrevió á meterse por mar desconocido, sin otra brújula que la atencion del piloto en observar la estrella del norte, y al fin dió fondo en una isla desierta, muy espaciosa, abundante en pastos, cortada por todas partes de rios hermosos, y cuyos grandes y espesos bosques, llenos de árboles de estraña magnitud parecian corresponder á la fertilidad del terreno: que las ventajas y amenidad del clima empeñaron á muchos aventureros á quedarse en aquella isla: que los demas se volvieron à Cartago, donde despues de haber dado cuenta al senado, éste quizás mas sabio que sus antecesores, creyó deber sepultar en un profundo olvido el conocimiento de este suceso, condenando á muerte secreta á todos aquellos que podian divulgarlo, y dejando los que habian quedado en la isla sin ocurso para salir de ella (*). Juan Barros refiere en su historia de las Indias un hecho que pudiera tener alguna conexion con la antecedente aventura, y servirle de prueba, o tomar de ella alguna luz. Dice que en la isla de Cuerbo, la mas occidental de las Azóres, se halló en ella cuando se descubrió una estatua ecuestre de piedra, ó de una especie de tierra cocida: sobre un pedestal habia una inscripcion, cuyos caractéres jamas se han podido descifrar, y que el caballero ó ginete vestido á la usanza de la mayor parte de los americanos, que no están del todo desnudos, señalaba con el dedo el poniente, como en ademan de avisar que alli habia tierras, y hombres que las habitaban. Era demasiado reciente este descubrimiento por el tiempo en que fue Colón á Por tugal para que dejase de oir hablar de esta circunstancia.

Tuvieron mas realce estas congeturas despues de la feliz em❤

[*] Teófilo de Serraris de las maravillas de la naturaleza.

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