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CAPITULO 21.

Vuelve el Rey catòlico á Castilla: envia al gobernador Ovando y al capitan Sebastian de Ocampo à saber si Cuba era isla. El Rey envia asimismo por tesorero de la isla á Miguel Pasamonte. Juan Ponce de Leon pasó á reconocer la isla de San Juan de Puerto Rico. Año de 1507.

Por la temprana muerte del Rey D. Felipe I.° el hermoso que acaeció el dia nueve de octubre de mil quinientos siete, quedó toda la autoridad y administracion del reino por el arzobispo de Toledo con el consentimiento de la Reina viuda, y se deshizo el triunvirato que querian establecer los grandes, pues habian elegido para el gobierno de todas las cosas al condestable Velasco, á Manrique duque de Nàxera, y al arzobispo. No tuvo otro motivo el illmô. Ximenez de Cisneros para admitir tan pesada carga que impedir la introduccion de los principes estrangeros que intentaban disponer de todo, y entre ellos los que lo deseaban mucho eran el emperador Maximiliano, y el Rey de Portugál D. Manuel. Entre tanto disponia el arzobispo las cosas de este modo, volvió el Rey D. Fernando á Castilla el año de mil quinientos siete, despues de haber compuesto sus diferencias con la córte de Francia córden à los negocios de Nápoles: tornó à tomar la administracion de los reinos de Castilla por su hija Doña Juana, princesa incapaz dé gobernar, y madre del principe D. Cárlos su nieto, hasta que este saliese de su menor edad, y pudiése por sì empuñar el cetro. Agradecido el Rey católico á los buenos oficios del illmô. Ximenez, luego que llegó à Castilla le revistió con la mayor solemnidad de las insignias cardenalicias que habia traido consigo, y sin saberlo el arzobispo le habia solicitado tan brillante dignidad del papa Julio II por sus nuncios cuando estaba en Nàpoles. Aunque el Rey D. Fernando tenia que atender a tanto cúmulo de negocios á los principios de su nuevo gobierno, no dejò por eso de establecer leyes utilísimas para la mas acertada administracion temporal y espiritual de los países nuevamente conquistados en Indias, y activar Jos negocios que estaban ya proveidos tocante á ellas, desde el tiempo de la Reina que no se habian podido ejecutar hasta su vuelta. Puso el Rey particular cuidado en mandar que en las Indias, se diesen mucha prisa en las fábricas de las iglesias, disponiendo que se llevásen todos los materiales necesarios de que carecian. Como la iglesia Española estaba pacífiica, se pasó todo este año sin novedad en ella teniendo cuidado su gobernador D. Nicolàs Ovándo de dar cumplimiento á las órdenes de la corte, desterrando los vagabundos de la isla y fomentando el aumento de ganado, que

multiplicaba mucho, porque en ella habia grandes y buenos pastos;: de suerte que por el buen arreglo del trabajo de las minas, y la franquicia de derechos del vino y otros frutos de Castilla, se veia. florecer el comercio de la Española.

Tuvo asimismo el Rey gran cuidado de hacer nuevos descubrimientos, asunto en que se habia aflojado mucho durante su ausencia de los reinos de Castilla; y pareciéndole que era gran descuido despues de tantos años que se habia descubierto à Cuba, que no se supiese de cierto si era isla. ó. continente estando tan cerca de la Española, envió particulares órdenes al gobernador Ovándo para que se hicièse exacto reconocimiento de la tierra de Cuba, por cuyo motivo despachó al capitan. Sebastian, de Ocampo para que hiciése el descubrimiento, quien rodeó las costas, entrò en el puer -· to que ahora llaman de la Habana, dobló la punta. de San An tòn, entró en el puerto hermoso de Xaragúa, examinando con cuidado las entradas y particularidades de la costa, y cerciorado en este viage, (en el que gastò ocho meses) de que la tierra de Cuba era isla, se volvió á la Española à dar cuenta de todo, y noticia cierta de lo que deseaba saber su magestad católica. Tambien por quejas que le habian dado al Rey de las profusiones y mala administracion de su haber real por Bernardino de Santa Clara tesorero de la isla Española, lo depuso de su empleo y envió con mayor autoridad, de la que correspondia en su: lugar, à un arago nés criado suyo, llamado Miguel de Pasamonte, con el titulo de tesorero general de todas las Indias, quien llegó á la Española á fines de este año, y comenzó à portarse con tal ambicion, que le parecia con tan gran protección, que todo le era lícito, y fué uno de los mayores contrarios del segundo Almirante D.. Diego Colón. En virtud de informes que hicieron al Rey de lo conveniente que era pasáse alguna gente de las islas de las Lucayas que eran muy pobladas à la Española para suplir la falta de indios que se iban disminuyendo, pues el año de mil quinientos siete no quedaban ya en la Española mas que sesenta mil, esto es, la vigésima parte del número de los que se encontraron quince años antes, segun Jos, autores, que traen lo menos. de su número, y no podian dar à basto para el trabajo de las minas; mandó que se armásen para ese fin unos cuantos navios. para transportar número competente de indios Lucayos á la Española, à fin de que ayudàsen à sacar el oro, y principalmente para que fuésen. doctrinados, y aprendiésen la política y buenas costumbres que se enseñaban con tanto fruto en la Española, siendo el único medio de instruir en la religion estos pueblos abandonados, á quienes no se les podia asignar misioneros en tanta distancia de parages, donde vivian..

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Asi se ejecutó, parte con persuaciones, parte con maña, valiéndose de su modo de creer la inmortalidad del alma, dándoles à entender, que encontrarian las almas de sus parientes y compatriotas, y con esta forma en cuatro años llevaron como cuarenta mail indiós á la Española, y Santo Domingo, y vinieron á tener

la misma suerte con el tiempo, que los demàs que se acabaron. Cuando se trataba de poblar, ó reformar la poblacion de la isla Española con estos indios de las islas cercanas que están entre la Española, Cuba y la Florida en cantidad como de cuarenta ó cincuenta, que propiamente son las de los Lucayos, se fué disponiendo en este año el reconocimiento de la isla llamada por los indios Boriquén, y por nosotros Puerto Rico. Juan Ponce de Leon teniente del gobernador. Ovando habia sabido por unos indios que tenian en su servicio, que abundaba en oro y que no habia sino doce ó quince leguas de distancia. Concibió pues que les seria fácil conquistar aquella isla para la corona de Castilla: pidió licencia al comendador mayor Ovándo para ir á saber de ella é inquirir la verdad de lo que se decia de la misma; pues de su interior disposicion no se sabia cosa alguna mas que por defuera se echaba de ver que era muy hermosa, y se veia venir mucha gente a sus costas cuando pasaban por allí navios.

Desembarcó en ella con algunos indios pràcticos, y con buenos modos que tuvo con el cacique principal, se hizo llevar por el, no dejando cosa por reconocer en toda la isla, y habiendo dejado algunos castellanos muy recomendados al cacique, lo trató muy bien: se regiesó à la Española con el fin de volver mas de propósito à conquistarla y poblarla. Esta isla tiene sus sierras altas y algunas montañas llenas de arboledas espesas, cortada de algunos rios, que corren por unos valles muy hermosos: como en esta tierra caliente llueve mucho, es muy aména, hay mucha caña, ganado vacuno y de cerda en grande abundancia, corambre bueno, tornéras, tortugas grandes, carneros, arroz, plátanos de varias especies, piñas, muchas naranjas, cidras, limones, calabazas, batatas, melónes, sandias y otras varias frutas. pan de casabe, mucho maiz, mucha pesca, gengibre, causa porque se fueron haciendo muchas estancias y por los años de mil seiscientos cuarenta y seis (como dice Juan Diez de la. Calle), ya. tenia. siete ingenios de azucar: añade que el año de mil quinientos cuarenta y dos padeció una gran tormenta esta isla que derribó parte de la iglesia y muchas casas, y estrechó la tierra. Tambien tiene bastante anil que se ha beneficiado, como lo he visto en las veces que estuve en la aguada de esta isla que es ciertamente amenísima. Descubrióla el Almirante D. Cristobal Colón en su segundo viage, y este año de mil quinientos ocho la reconoció como voy diciendo el Adelantado Juan Ponce de Leon, caballero noble de Sevilla; el año siguiente de mil quinientos nueve la conquistó, y el de mil quinientos diez fundò la ciudad, y la llamó Puerto Rico: tendrá de largo cuarenta leguas, y quince à diez y seis de ancho, y de box. ciento veinte. (134)

[131] (Esta y la Habana es lo único que hoy dia posee España en las Américas.) Si sus moradores tuvieran una poca de resolucion, lanzarian fácilmente de estos puntos à los españoles que procurun fortificarse en ellos cada dia mas, tunto por

CAPITULO 22.

Despachos del Almirante D. Diego Colón, é instrucciones para el gobierno de Indias. Noticia de lo que acaeciò de mas notable hasta que pasó el año de 1510, la órden de Santo Domingo á la Española. Año de 1508.

Cuando entendia en este descubrimiento y se pasaba á la Española cantidad de indios Lucayos para el mejor servicio de las minas D. Diego Colón hijo del primer Almirante, no cesaba de solicitar del Rey católico que se sirviese restituirle en los mismos privilegios y estado honorífico de que habia sido despojado su padre, conforme á lo que la Reina àntes de morir, y su magestad le habian prometido. Con la alianza grande que hizo con la casa de Alva, casándose con Doña Maria de Toledo, sobrina de D. Fadrique de Toledo, duque de Alva, el cual insistió con el Rey en que lo enviase á la Española, fué despachado con los mismos honores y privilegios que su padre; bien que determinó el Rey enviarle à dicha isla, con nombre solamente de Almirante y gobernador de las islas è Indias, sin que sus poderes perjudicàsen á las partes, porque estaba pendiente la determinacion de su justicia. (135) Diòsele facultad en la misma conformidad que á los comendadores Bobadilla y Ovando, y aun el mismo salario, y tambien llevó poder para tomar residencia á Nicolàs de Ovàndo. Partiò para Sevilla en compañia de -su muger llevando consigo à su hermano D. Fernando Colón, y á sus dos tios, D. Bartolomé y D. Diego, à muchos caballeros casados, y algunas doncellas nobles que casaron en las Indias con personas principales. A esta sazón se acababa de despachar á Diego de Nicueza, y al bachiller Serrano, procuradores de la isla Española, à quienes encargaron que llevàsen consigo á dos frailes franciscos, el uno llamado fr. Antonio Joaquin, y otro cuyo nombre no se mienta con órdenes de entregar à sus compañeros vasos sagrados, ornamentos, y otras alhajas conducentes al culto divino à costa del real erario (136) de Sevilla; les mandaron dar mantenimiento para el viage, y un mozo que los sirviese y todo lo necesario para el servicio del convento: la cera precisa para las misas, y veinte arrobas de aceite, y planchas para hacer hostias. Igualmente tuvo órden el Almirante D. Diego Colòn, de poner todo su cuidado en la fàbrica de las iglesias y monasterios, y se proveyò que de las rea

ser lo único que les ha quedado de las Américas, como por ser un punto de apoyo y escala para sus maniobras de seduccion. E. E. [135] Tal era de pérfido el tal Fernando.

[136] Haroldo Epit. annal. an. 157. pag. 755. núm 3. Herrera decad. 1 lib. VII. cap. 2. an. 1508.

les cajas de la contratacion de Sevilla, le habilitàsen de un todo algunos misioneros de la órden seráfica que habian de ir en compañia del Almirante D. Diego con algunas cortapisas como se ha apuntado.

Llegó en este tiempo el Rey à Sevilla cuando el Almirante D. Diego Colón entendia en la conclusion de sus despachos, y recibió del Rey antes de partir para Indias ciertas instrucciones por escrito y de palabra. Mandóle entre otras cosas, que pusiese el mayor cuidado en que con la mayor brevedad se fabricásen iglesias y monasterios, que no solo fuèsen suntuosos, (137) sino que tuviesen la decencia correspondiente, y todo eso sin gravar en cuanto fuera posible á los pueblos de indios, quienes alentados con estas providencias se convertirian de mejor gana á nuestra santa fé. De hecho, entraban en el rebaño de nuestro Señor Jesucristo en tan crecido número, que prosperaba grandemente la cosecha apostòlica de los misioneros franciscos. Le encargó à mas de eso, que pusiese en cada pueblo un sacerdote que tuviese mucha cuenta con la doctrina de los indios: que castigáse los que vièse viciosos en el juego, y no consintiése que se retirásen à los cerros para hacer sus idolatrías, para cuyo efecto hiciese las mas vivas diligencias á fin de que se congregàsen en pueblos con sus mugeres é hijos, y estableciése entre ellos una policia proporcionada: que no se les permitièse vender sus tierras y heredades, y que tuviese la mano á los españoles, para que no maltratasen á estos indios, y se silviesen de ellos en sus repartimientos, y en las minas exigiéndoles un moderado trabajo; y como habia habido mucho excèso en el repartimiento de indios, el Rey lo moderó y mandó que las personas á quien tocáse esta distribucion, fuésen obligadas de instruir à los indios en las cosas de nuestra santa fé, y (138) de vestirlos, pagando por cada uno de ellos un peso de oro de tributo. Fuéron tales los progresos en la conquista espiritual, mediante estas providencias, que en muy poco tiempo se vió el fruto en la isla Española, Cuba, Boriquén, ó San Juan de Puerto Rico, Jamaica, Santa Margarita, Santa Cruz, Cubagúa, y en lo de tierra firme Cumána y Venezuela, donde no cesában de fabricar monasterios aunque pobres, pero decentes; y así el culto divino iba en aumento, y los neofitos iban tomando amor á nuestras cosas, de modo que insensiblemente con los principios de religion que se les iban enseñando, vivian sujetos á las órdenes de los Reyes católicos.

Con estas órdenes é instrucciones se embarcó el Almirante y partió de San Lucàr con una buena flota á principios de junio, y llegó á Santo Domingo por el mes de julio, donde fué recibido muy bien por el comendador Ovándo. Poco despues se le

[137] Ya hemos visto lo moderados que anduvieron, y los tenemos que escogieron lo mejor, hoy ocupan manzanas enteras. [138] Primero era que lo estuvieran los encomenderos. Di galo el señor obispo Casas.

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