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envidiosos de su elevacion, no solamente tiraban á perderle, si→ no aun á defraudarle su honor. La Reina entonces le mandó levantar, y cuando hubo vuelto de aquel embargo en que la tenian à un mismo tiempo la indignacion y el sentimierto, le habló en este modo:,,No ignoro (84) vuestros buenos servicios, que premiarè como es razon: conozco vuestros enemigos, y he penetrado los artificios de que se valen para destruiros; pero debeis contar con mi proteccion real. Vuestra prision no se ha ejecutado con mi órden ni voluntad, àntes me ha desagradado mucho: vuestra desgracia ha querido que cu ndo supe vuestra desobediencia en haber quitado la libertad á un gran número de indios, que no habian merecido un castigo tan severo, todo el mundo se quejaba de vuestra nimia dureza, y nadie procuraba aplacar mi justo enojo. Tuve entonces á bien enviar un comisario que me informàse de todo, y moderáse la demasiada autoridad, que segun os acusaban queriais gastar en aquellos paises, con órden de que si eran verdaderos los delitos que os achacaban, tomàse posesion del gobierno general, y os remitiese á España para dar cuenta de vuestra conducta: estas eran mis intenciones y nada mas. Bien veo ahora que hice una mala eleccion en Bobadilla, pero haré en èl un ejem– plo que enseñará à los demás à no propasarse de sus facultades, y lo proveeré todo de modo que seràn castigados todos los cul pados, y se os darà plena satisfaccion. No os prometo por ahora estableceros en vuestro vireinato, por estar todavia los animos irritados contra vos, pues conviene dar tiempo á que se sosieguen. En cuanto à vuestro empleo de Almirante nunca ha sido mi intencion despojaros de la posesion y ejercicio de esa dignidad. Dejad lo demás al tiempo, y esperad mi especial favor." Comprendió Colón en las palabras que con tanta destreza y suavidad profirió la Reina, que tenia al Rey en contra, y que se arrepentia de haberlo engrandecido tanto, y que por màximas políticas no debia esperar tan presto verse restituido à su empleo de virey; y así sin hacer instancias nuevas que le parecian inútiles, dió muchas gracias a su protectora de tan benigno acogimiento, y la suplicò que no lo tuviese ocioso; pues su intencion era servir al estado para cuyo efecto solicitaba el permiso de continuar el descubrimiento de la tierra firme del nuevo mundo, y de buscar algun estrecho que les pudiese conducir à las Molucas Eran entonces aquellas islas muy célebres por el trato de la especeria que allí hacian los portugueses, y los españoles deseaban tener su parte en aquel comercio tan lucrativo; por eso la Reina aprobó con muchos elogios el proyecto del Almirante, y le prometió dar cuantos navios hubiese menester para esa espedicion, y le dió su palabra real de conferirle à su hijo mayor todos sus empleos sin di

[84] Este razonamiento forma el mayor panegírico de esta ilustre señora, honra de su sexô y gloria de su siglo.

minucion alguna en caso que le cogiese à él la muerte en el dis curso de sus descubrimientos.

Nada justificó mas el proceder de D. Cristobal Colón en todos aquellos que miraban las cosas desapasionadamente, que el mal gobierno de Bobadilla; siendo su primera atencion hacer aborrecibles los Colónes en las Indias, sin reflejar que esta misma animosidad redundaba en mayor honra de Colòn, advirtiendo los que conocian la casta de gente que habitaba en el nuevo mundo, cuanta prudencia y paciencia habia tenido para mantenerla en su deber; exceptuando algunos oficiales todos los demás eran gente entresacada de lo mas ruin de Castilla, ò de las cárceles, y de consiguiente era gente sin religion, sin crianza y sin conciencia; pues se imaginaban que no habian venido desde tan lejos mas que para euriquecer, que las leyes no se habian hecho para ellos, y que nadie se les debia oponer, ni à la vida holgazana y libertina que querian llevar, ni à los medios de que se valian para acumular riquezas: à mas de esto, (bien que contra todas las precauciones de Ja Reina) habia allí gentes de todas las provincias de España, y como por las antipatias que tienen unos con otros en virtud del provincialismo, se suscitaban disenciones, tanto mas funestas en ese nuevo establecimiento, cuanto que las leyes estaban en ningun vigor, y las resultas eran de haber siempre descontentos. De todo esto se infiere que queriendo Bobadilla obrar muy al contrario del Almirante, no podia menos que cometer muchos yerros; porque aunque el Almirante habia usado de alguna severidad para con los españoles, siempre él y sus hermanos habian puesto el mayor conato en hacerles justicia, y el nuevo gobernador queriendo ir por el estremo opuesto, se esponia á dar en grandes escollos como le sucediò, pues trabajó cuanto pudo en tener contentos á los castellanos, y honró mucho à los mas culpados en los alborotos pasados; y tanto que decian con mucho sentimiento los mas honrados y fieles de la isla, que si no hubieran servido tan bien á los Reyes, y no se hubieran portado con tanta honra, hubieran sido premiados. En cuanto à los indios halló el secreto de reducirlos à la mas dura esclavitud bajo la apariencia de libertad. Publicaba que los Reyes católicos no querian otra cosa que el nombre de dominio, y que todo el útil fuese para sus vasallos. Concedió una libertad entera á todos para el trabajo de las minas, disminuyendo mucho los derechos del soberano; y como para hacer grandes remesas de oro à España, y hacerse necesario, no podia con estas providencias, y era preciso que los particulares sacásen una cantidad prodigiosa de oro para lograr sus intentos, obligó á los caciques que diesen à cada español cierto número de sus indios de que se servian como de bestias de carga; y porque estos infelices no podian sacudir un yugo tan insufrible, hizo un padron de ellos, y los repartió á sus amigos que eran los mas poderosos de la isla, á quienes queria agradar. Vendía en pública almoneda las posesiones y heredades, diciendo que los Reyes no eran labradores ni mercades

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res, ni querian aquellas tierras por su utilidad, sino para alivio de sus vasallos; con este pretesto lo vendia todo bien barato á los suyos, y los indios quedaron en la mas dura esclavitud que se habian visto, exigiendo de ellos sus servicios con mucha crueldad y muy malos tratos. No era este el medio de aficionar à aquellos pobres gentiles, ni à la religion cristiana, ni al gobierno español; pero el comendador queria ganar el afecto de los castellanos, diciéndoles que se aprovechasen cuanto pudiesen porque no sabian cuanto aquel tiempo les duraría, haciendo poco caso de las vejaciones de los indios de que murieron tanto número que en pocos años parecia la isla desierta.

CAPITULO 16.

Proveen los Reyes católicos por gobernador de la isla Española en lugar de Bobadilla al comendador Nicolás de Ovando. Instrucciones que se le dán para el gobierno de las Indias. Año de 1501.

Aunque por las quejas que habia dado el Almirante de los agravios que habia recibido del comendador Bobadilla, habia acordado la corte llamarle y darle succesor, con las nuevas que tuvieron los Reyes de su mala conducta y del modo tan cruel con que habia usado para con los indios de la Española, convinieron Juego obrar ofendidos contra él, y consultaron al arzobispo de Toledo D. fr. Francisco Ximenez. (85), cuya vida santa acompañada de ana politica y prudencia grande les era notoria, de ins-truirse del medio mas acertado que se podia tomar, tanto para atajar el cáncer de todos esos desórdenes que iban cundiendo en aquellas tierras nuevas, como para promover en ellas la religion y la fé, como lo tenian en deseo, ya que tantos gastos les habian causado sus descubrimientos, que iban. dando. desde sus principios esperanzas tan ciertas de mayores adelantamientos; y asímismo para llamar sin estrépito á Bobadilla acusado de muchos delitos. Persuadióles este singular prelado, que debian ante todas cosas solicitar el reino de Dios, enviando á sus nuevas posesiones religiosos doctos de gran santidad y de ciencia, quienes despreciando todas las cosas terrenas y autorizados con la potestad régia, pudiesen predicar contra la avaricia, que dominaba en estas partes, apagando con su desinterés su tirànico poder, y que despues con celo y eficacia instruyésen en la fé y buenas costumbres á estos. pobres indios, contemplando su natural rudeza, y encaminándolos. á la solicitud del bien de sus almas. Así lo proveyèron los Re

[85] Horaldo epitom. annal ord. min. an. 1502. pág. 705. nùm. W., ò sea el cardenal Cisneros regente que fué despues de España hasta la llegada de Cárlos V.

yes y acordaron enviar nuevo gobernador à aquellas islas, y despacharon à Nicolas de Ovándo, caballero de la órden de Alcántara, comendador de Lares, el que poco despues fué comendador de aquella òrden. Era Ovàndo hombre pacífico y amigo de hacer justicia, muy amable en su trato que le atraia un gran respeto, nada codicioso, y tan modesto que no conseutia le diesen el tratamiento que se le debia. Hubiera sido muy feliz el nuevo mundo de verse gobernado por un hombre de tantas prendas, si hubiera conservado hasta el cabo su buena índole; pero parecia tener algo de contagioso el empleo que se le confirió, pues se transformaban los hombres mas moderados y humanos, en tiranos para la destruccion de las Indias, como despues se vió, guiando sus pasiones con astucias cautelosas, y ejecutandolo todo con crueldad y ánimo vengativo, de que dà testimonio la muerte de ochenta reyezuelos de la isla; (86) y en cuanto à los españoles no se portó simpre con aquel desinterés que primero habia manifestado, y con creerse de gentes sospechosas y mal intencionadas en perjuicio de tercero, se apasionò mucho y cometiò gravísimas faltas. Aceptado el cargo le señalaron dos años de término que durase su gobierno, quizás por que la Reina Doña Isabél queria al cabo de ese término restituirle à D. Cristobal Colòn el vireinato que se le habia quitado. Mandaron los Reyes que se aparejase con la mayor brevedad una flota de treinta y dos navios que debia montar Nicolàs de Ovando, y con èl se habian de embarcar dos mil y quinientos hombres, para reem❤ plazar muchos españoles que no queria la Reina estuviesen en la i la, à fin de purgarla de todo aquello que la podia alborotar y destruir. Entre ellos habia muchas personas nobles vasallos de la corona de Castilla, porque perseveraba constante en su resolucion Doña Isabel de escluir del nuevo mundo todos aquellos que no fuésen sus vasallos naturales; bien que despues de su muerte no se guardò distincion alguna entre castellanos y aragonéses, permitiendo el emperador Carlos V. que todos los vasallos de sus diferentes es• tados pasásen á establecerse con toda libertad en las Indias. Y porque era voluntad de los Reyes que se examinàse la causa del leantamiento de Roldán y lo remitiesen à España, y que se pulsaba que no podia atender à un tiempo à la administracion de la justicia y al gobierno general de la isla, se nombrò por alcalde mayor al licenciado Alonso Maldonado, docto juris-consulto y muy honrado, à quien despacharon en Granada antes de setiembre de mil quinientos uno: despues se trabajaron en forma las instrucciones que se debian dar à Nicolás Ovando.

[86] Fernand. Colón hist. del Almir. c. 88. fol. 100. Al despedirse el oidor D. Cosme de Mier de un tio suyo consejero de Indias para México, le dijo estas formales palabras (que Mier contaba).... A Dios sobrino... Vas á un pais donde no hay just cia, ni la ha habido.... ni conviene que la haya, palabras harto conceptuosas y que jamas olvidaré.

Como los Reyes querian que se desagraviase al Almirante y à sus hermanos de los daños que habian recibido, mandaron que despues de haberse exàminado las cuentas de Bobadilla, y tomado su residencia por procurador, se enviáse preso para España, en la misma flota que lo llevaba á Indias; que formáse proceso sobre las culpas de los rebeldes, y castigàse los delitos conforme la calidad de ellos: que administrase la justicia con igualdad, conservando los castellanos en paz: que convocase á todos los caciques y les declaráse que los Reyes católicos los tomaban bajo su real proteccion: que los indios fuèsen tratados como los demás vasallos de sus Altezas, contentándose con hacerles pagar el tributo señalado sin violencia, y sobre todo, que si los hacian servir para coger el oro les pagàsen su trabajo: que se fundàsen poblaciones con villas y fortalezas en parages convenientes, à lo menos tres fortalezas à mas de las que entonces habia, no consintiendo que los soldados pùdiesen vivir fuera de ellas: que la gente pagase la tercia parte del oro cogido, y para en adelante pagáse la mitad: que tuviese cuidado acerca del córte del palo, del brasil: que no se cortásen por el pie los árboles: que no se consintiesen en las Indias, ni judios ni moros: que no se permitiete á Bobadilla vender los bienes raices que hubiese adquirido en la isla, sino los que tuviese por liberalidad de sus Altezas: que procurase que al Almirante y sus hermanos le indemnizásen de los daños y menoscabos que habian padecido, y sobre esto entran en gran detalle las instrucciones, denotando cuanto deseaban los Reyes darles toda satisfaccion; pues à mayor abundamiento ordenan á Alonso Sanchez de Carabajal, como amigo de los Colónes y su apoderado, que se estuviese en la Española para recoger todos los efectos pertenecientes á estos señores.

En estas instrucciones (*) habia otros artículos que contienen varios reglamentos para el detalle de lo que debia observar el nuevo gobernador; pero una le fue muy encargada por orden de la Reina Doña Isabél, à saber: que todos los indios de la Española fuésen libres y tratados como los vasallos de Castilla: que no se les inolestase, y que con particular cuidado se instruyésen en la fé como à plantas nuevas, cuidando que siempre resplandeciese este encargo de la Reina. Es cierto que gran número de indios se habian bautizado, recibiendo este sacramento casi sin saber lo que recibian, y que sin embargo del celo y cuidado de los primeros ministros del evangelio que los doctrinaban apostataban huyendo á los montes; á mas de eso la crueldad con que los trataban y los

[*] Es de creer que entre ellas vendria la bula del señor Alejandro VI. por la que concedió à los Reyes catòlicos, que por el tiempo de un año se repartiesen en las Indias á los "eclesiásticos los diezmos. Véase el sumario del compendio índico ́del señor Rivadeneira bula IV. de Alejandro VI. en su pàg. 8 y nota.

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