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dió un parao bien armado, donde fuí con otros dos.compañeros, y en el dicho parao llevé dos versos de bronce conmigo, é dexé concertado con dicho Quichil Rade que dende á cuatro dias fuese yo con la armada de Gilolo á la dicha isla de Tidore, de noche, é que él se embarcaria con nosotros para ir á Gilolo á estar en nuestra compañía, é llevaria consigo su mujer é hijos. Este dicho Quichil Rade, siempre fue grande amigo de nosotros é servidor de V. M.. E así ido á la ciudad de Gilolo, fuí bien rescibido del rey é de todos los caballeros é de los castellands que estaban allí, y el rey de Gilolo se nos ofresció que mientras fuese armada de V. M., él nos daria de su hacienda todo lo que hubiésemos menester, así para comer como para vestir, á todos los castellanos que en servicio de V. M. quisiésemos estar, é nos favoresceria en todo lo posible, como de hecho lo hizo.

Al cuarto dia fuimos de Gilolo con una armada á Tidore, á tomar al dicho Quichil Rade, al cual llevamos con su mujer é hijos, é tambien fueron con él otros hombres principales con sus mujeres é hijos, dejando sus heredades é haciendas.

Dende á diez ó doce dias, tuvimos nueva de cómo la armada de Tidore, que habia yo dejado en Moro, era vuelta; é que los más de los castellanos se habian pasado á los portugueses, escepto Alonso de Rios, que estaba retraido en una montaña, en la Batachina, con otros tres compañeros, con dos versos é sus escopetas. E luego en la misma hora fuí yo con un parao muy ligero é bien armado á donde los dichos cuatro castellanos estaban, é los recogí é lleve á la ciudad de Gilolo; de manera que éramos ya diez y nueve compañeros.

Luego, dende á cuatro ó cinco dias, armamos tres pa

raos para ir á Zamafo, á donde estaba el dicho Hernando de la Torre, nuestro capitan, é fuimos en ellos yo y el dicho Alonso de los Rios, con pensamiento de traer al dicho Fernando de la Torre con sus compañeros, para que allá nos tornásemos á hacer fuertes, porque mejor que en otra parte ninguna podíamos esperar allá á la armada que V. M. hubiese de inviar para Maluco. Y así llegados en el dicho lugar de Zamafo, platicamos con el dicho Hernando de la Torre lo que llevamos ordenado, paresciéndonos que era servicio de V. M. que estuviésemos en parte, que si alguna nao ó armada de V. M. fuese á aquellas partes, le pudiésemos dar favor aunque los portugueses no quisiesen, lo cual estando en Zamafo no se podia hacer, y estando en Gilolo sí. A lo cual el dicho Fernando de la Torre se nos escusó dixiendo que tenia jurado é capitulado con los portugueses de tener paz con ellos y de no entrar en las islas de Maluco, hasta en tanto que viniese armada á los unos ó á los otros; é cuando vimos que no queria hacer otra cosa, diximos á algunos de su compañía que viniesen á Gilolo con nosotros, por cuanto teníamos por nueva cierta que los portugueses con todos los de Maluco se aparejaban para ir á destruir á Gilolo; é así vinieron cinco castellanos con nosotros á Gilolo.

Dos dias despues que nosotros tornamos á Gilolo, vinieron los portugueses con armada sobre nosotros; empero defendímosles la salida, que no les dexamos desembarcar, é así se volvieron, sin nos empecer (1) en nada.

En el mes de Diciembre del dicho año de 529, tornó á volver la dicha carabela de Sayavedra, no pudiendo

(1) Empecer, anticuado: dañar, ofender, causar perjuicio.

pasar á la Nueva España; é aportó al dicho lugar de Zamafo. Desta vez murió el dicho Sayavedra en la mar, é tambien murieron otros cuatro ó cinco de la dicha carabela.

Viendo el dicho Fernando de la Torre que la dicha carabela no era pasada á la Nueva España, é paresciéndole bien lo que nosotros le habíamos dicho, acordó de irse á Gilolo, donde nosotros estábamos, é así se vino con la dicha carabela é con el bergantin; de manera que nos juntamos obra de sesenta hombres, é á todos nos daba de comer el rey de Gilolo. E comenzamos á tener guerra con los portugueses de nuevo, é la tuvimos hasta mediado el año de 30, aunque se nos fugieron muchos castellanos en este comedio á los portugueses, é otros se nos morian de dolencia, por los grandes trabajos é mala vida que pasaban; é tampoco no teníamos que gastar, sino lo que el rey de Gilolo nos daba, aunque el capitan ayudaba con lo que podia.

En este tiempo, los portugueses hicieron ciertos desaguisados á los indios de la isla de Terrenate, por lo cual los dichos indios se alborotaron, aunque al presente disimularon, y ordenaron que se hiciesen paces entre nosotros é los portugueses, é por consiguiente, entre ellos; é concertaron entre sí, todos los de Maluco, de armar traicion así á los portugueses como á nosotros, é de nos matar á todos. Quiso Nuestro Señor Dios que yo, como tenia mucha conversacion é amistad con muchos indios principales é sabia muy bien la lengua de la tierra, vine á saber en cómo nos querian armar traicion, é luego lo dixe al dicho nuestro capitan.

Venido el mes de Mayo de 530, comenzamos de entender paces entre todos, así los cristianos como los in

dios de las islas, é yo fuí á la fortaleza de los portugueses con ciertos caballeros de Gilolo, y asenté las paces con los portugueses é con el rey de Terrenate, é avisé al dicho capitan de los portugueses de la traicion que ordenaban de armar los indios. El cual no me quiso dar crédito, y habló con los caballeros de Gilolo secretamente, prometiéndoles grandes dádivas porque nos matasen á todos los castellanos que estábamos en su tierra; y dende á ocho dias, tornó á inviará Quichil Catarabumy, que era gobernador de Gilolo, al dicho capitan de los portugueses, sobre ya tener asentadas paces con nosotros, que nos hiciese matar á todos, prometiéndole grandes dádivas. Y el dicho Catarabumy estaba en este tiempo mal con nosotros, por causa que andaba por se levantar con el reino é porque nosotros favorescíamos al rey que era niño, que nos le dejó encomendado su padre cuando murió; no osaba acometer, aunque tenia mucha gente de su parte, é por este respeto, concedió lo que el capitan de los portugueses le inviaba á decir, é le prometió que lo haria. É sabido esto por un pariente muy cercano del rey, que se llamaba Quichil Tidore, avisónos luego de ello, é así dende allí en adelante andábamos armados y hacíamos muy buena guardia de noche; é los indios hacíannos muchos desaguisados, aunque no todos, sino los de la parte del dicho Quichil Catarabumy. De manera que pasábamos mucha laceria (1) é mala ventura, é todo por servir á V. S., M., que á querernos pasar á los portugueses, hiciérannos buena compañía; mas paresciéndonos que V. M. no habia de dejar de inviar armada á Maluco, é los que estábamos en él podríamos dar mucho fa

(1) Laceria, miserias, trabajos.

vor á la tal armada é hacer mucho servicio á V. M., nunca quisimos pasar á ellos, sino esperar á todo trabajo é riesgo que nos podria venir, é teníamos por bien empleadas en perder las vidas en servicio de V. M.

Por Agosto de 530 vino á saber el dicho D. Jorge de Meneses, cómo los indios de la isla de Terrenate ordenaban con todos los de Maluco de se alzar contra los portugueses é nosotros; é así como se certificó en ello, invió un dia disimuladamente á llamar al rey de Terrenate y al gobernador é á otros principales, para que fuesen á la fortaleza, los cuales fueron luego. É como el dicho capitan los tuvo de dentro de la fortaleza, mandóles echar presiones é dió á algunos dellos quistion de tormento, los cuales confesaron de cómo ordenaban de armar traicion. É visto esto, el dicho capitan mandó cortar la cabeza al dicho Quichil de Reves, gobernador de la isla de Terrenate, que era el más temido hombre que habia en aquellas partes; é por el consiguiente, mataron otros cuatro ó cinco caballeros muy principales, é tuvieron preso al rey en la fortaleza.

Cuando supieron los indios la muerte del dicho Quichil de Reves é de los otros caballeros é la presion del rey, levantáronse contra los portugueses, de manera que no osaban salir los portugueses fuera de la fortaleza un tiro de arcabúz.

Así como fué la nueva á Gilolo de la muerte de los otros, luego se pusieron los indios en armas, é nosotros, viendo esto, por el consiguiente. É como quiera que algunos parientes del rey estaban bien con nosotros, todavia se nos ofrescian que si el gobernador quisiese dar sobre nosotros, que ellos serian de nuestra parte, é con esto no les temíamos.

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