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tos hombres; é antes que volviesen los dichos hombres, cresció la marea é salimos á la mar larga con las naos; é como vimos que tardaba el esquife, fuimos á luengo de la costa, é reconoscimos el cabo de las Once mill vírgenes, ques en el Estrecho; y á la tardecica surgimos de dentro del cabo de las Once mill vírgenes. Y estando allí surtos, se levantó á la media noche tan gran viento é tormenta, que guarraron (1) todas las cuatro naos hasta junto á tierra; é tanto recresció el viento, que dimos con la nao de Juan Sebastian del Cano, donde yo iba, al través en la costa, é al salir en tierra ahogáronsenos nueve hombres, é los otros salimos medio ahogados, á Dios misericordia.

El otro dia siguiente, hubo tan gran tormenta, que quebró toda la nao y echó á la mar muchas pipas de vino é mercaderías que habia en la nao, por la playa, y el pan se perdió todo.

Pasada esta dicha tormenta, que seria mediado Enero de 526, entró Juan Sebastian en la nao de Pedro de Vera, para meter las naos que quedaban dentro del Estrecho, é yo é otros fuimos con él; é antes que embocásemos dentro de una boca estrecha, diónos un viento contrario muy grande, que fue el jueves siguiente, del Sudoeste, que pensamos perdernos, y á la media noche perdimos todas las tres naos los bateles, é salimos con la nao de Pedro de Vera á la mar larga, á Dios misericordia.

El viernes siguiente abonanzó el tiempo, é como

(1) Guarrar, garrar ó garrear, cejar ó ir hácia atrás la embarcacion, cuando se ha dado fondo y el ancla no hace presa, ό habiéndola hecho, no sostiene bastante el fondo.

pasó la tormenta, tornamos á entrar al Estrecho, y pasamos más adelante que primero, y entramos por un boqueron adelante, que tendria de largura, poco más ó menos, obra de un tiro de pasamuro, é de anchura dos tiros de piedra, y entrando dentro hace gran anchura; y por la parte del Nordeste vimos las carabelas surtas en una bahía grande que hace allí. Rescebimos muy gran placer en ver las carabelas, porque las teníamos por perdidas, y en tierra vimos gente que eran patagones (1). Y como nos llegamos á donde estaban las carabelas, inviaron el esquife de la nao de Pedro de Vera en tierra, é ido allá, trujeron un patagon á las naos en el esquife, al que le dieron de comer y beber vino, y le dieron otras cositas con que holgó mucho; en demás, con un espejo, que como vió su figura dentro él, estaba tan espantado, que era cosa de ver las cosas que hacia; tambien le amostraron oro é plata, mas no hizo mudamiento ninguno. Él era grande de cuerpo y feo, y traia vestido una pelleja de zebra, y en la cabeza un plumaje hecho de plumas de avestruces, y su arco, y unas abarcas en los pies; y como vió que se hacia noche, aseñaló que le llevasen á tierra.

El otro dia siguiente me inviaron con otros cinco compañeros, por tierra, á mí á donde estaba Diego de Cobarrubias, fator general, con la gente de la nao que se

(1) Patagones, habitantes de la Patagonia, vasta region de la América meridional, cuya estremidad S. ocupa, y que habia sido descubierta por Magallanes seis años antes de la época de esta relacion, es decir, en 1529. Sobre los patagones corrian desde tiempo inmemorial multitud de fábulas mas o menos absurdas, debidas á la inventiva de los primeros navegantes que los descubrieron.

perdió, para que juntasen todas las mercadurías y vinos é artillería é municion é xarcia, é estuviesen prestos para cuando las carabelas fuesen por ellos é por la gente. É así como desembarcamos en tierra, luego acudieron los patagones á nosotros, é nos pidieron por señas de comer é de beber, á los cuales dimos de la mochilla que llevábamos, é fuimos á ver las estancias que tenian, y eran hechas de pellejas de zebras, á manera de chozas, é allí tenian sus mujeres é hijos; é cuando quieren ir á otra parte, cojen sus pellejas y echan á las mujeres á cuestas, y ellos con sus arcos y flechas se van. Unos diez de ellos nos siguieron un dia é medio, hasta que vieron que se iban acabando las mochillas, é despues se tornaron; é nosotros tardamos hasta donde estaba la nao perdida, cuatro dias, aunque al tercero dia pensamos de perescer de sed, y con las nuestras orinas nos remediamos hasta que hallamos agua.

El mismo dia que llegué donde estaba la gente de la nac perdida, entraron por el cabo de las Once mill vírgenes la nao capitaña é San Gabriel y el pataxe; Dios sabe cuánto placer rescibimos, porque las teníamos por perdidas, escepto el pataxe.

Así como el Capitan general vió la nao perdida en la costa, invió el pataxe á saber qué cosa era; y como supo que aquella nao se habia perdido, no se quiso detener allí más, é fué adentro del Estrecho, á donde estaban las otras naos; y en llegando allá, mandó á Juan Sebastian del Cano con las dos carabelas y el pataxe y el batel de la nao San Gabriel á donde nosotros estábamos, para que recogiese su gente y todo lo que se habia escapado de la nao perdida.

Luego incontinenti, como vino Juan Sebastian con

los navíos, comenzamos á embarcar cuanto allí habia en las carabelas; y en acabando de cargar, levantóse un viento muy récio, que nos fue necesario de levantar con las carabelas, dexando el pataxe y el batel en un arroyo metidos. Y con la carabela de D. Jorge Manrique, entramos hacia el Estrecho, y la otra carabela de Francisco de Ozes corrió fuera del Estrecho la costa hácia el Sur, hasta cincuenta é cinco grados; é dixeron despues cuando tornaron, que les parescia que era allí acabamiento de tierra.

Con esta misma tormenta dió la nao capitana en seco, y estuvo casi perdida y desamparada del Capitan general é de toda la gente, escepto del Maestre y de los marineros. Y estando nosotros surtos junto del boqueron del Estrecho, vimos salir la nao de Pedro de Vera, é por más que le capeamos (1) no quiso llegar á nosotros, antes se salió fuera del Estrecho, al cual nunca más vimos; y asimismo se salió fuera la nao San Gabriel, donde venia el dicho D. Rodrigo, porque ya el Capitan general le mandó tornar á su capitanía; y como le capeamos, luego vino y surgió donde nosotros estábamos, que era en un puertęcico bueno.

El otro dia siguien te salió por el mismo Estrecho la nao capitana, que habiendo hecho mucha echazon (2) y saliendo la mayor parte de la gente en tierra, alivió la nao é quedó en flote; y así el maestre con algunos marineros, sacó la nao más afuera, y así tornó á embarcar el Capi

(1) Es decir, por mas que se estuvieron á la capa ó aguardándola.

(2) Es decir, habiendo arrojado al mar parte de la carga para Wigerar la nave.

tan general con su gente, y embarcado, salieron fuera del boqueron, é surgieron en la meitad del canal, donde concertaron que tornásemos al rio de Santa Cruz, á adreszar y remediar la nao capitana, por cuanto estaba muy mal tratada de los golpes que dió en tierra, y hacia mucha agua. É así con este acuerdo salimos fuera del cabo de las Once mill vírgenes, dexando al pataxe y al batel y á la nao San Gabriel dentro del arroyo.

Obra de quince leguas del cabo de las Once mill vírgenes, yendo para el rio de Santa Cruz, mandó el Capitan general á D. Rodrigo de Acuña que volviese atrás á donde estaba el pataxe y cobrase su batel, porque el tiempo iba abonanzando, é dixese al capitan del pataxe en cómo íbamos á Santa Cruz, é que lo más presto que pudiese viniese allá. Respondió el D. Rodrigo al Capitan general, que cómo queria su merced que con tal tormenta se tornase allá á perderse todavia. Dixo el Capitan general que era nescesario que volviese á cobrar su batel, porque no habia bateles; y el D. Rodrigo dixo, que por qué le queria mandar su merced ir á donde él no queria, y todavia hubo de ir; el cual fué y tomó su batel, que lo dieron los del pataxe, é con tanto se fué por donde quiso, que nunca le vimos más.

El pataxe vino dende, á obra de veinte dias, al dicho rio de Santa Cruz, estando nosotros adobando á la nao capitana, que pasamos muy grandes trabajos, por ser invierno. Y andábamos en el agua trabajando, cuando hallamos á la nao capitana tres brazas de quilla quebradas, y remediamos lo mejor que pudimos, primero con tablas é despues con unas planchas de plomo, porque teníamos muy buenas mareas, porque crescia cinco brazas á las aguas vivas, y por el consiguiente adreszamos las cara

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