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los suyos, que es harta confusión para el que hace la guerra; mas de tal manera lo ha gobernado, que ni quiso concluirlo sin esta condición ni con ella dejarlo de acabar en breve. En lo que toca al regimiento de los españoles é cibdades, siempre se ha habido como buen caballero, cristiano, servidor de V. M., guardando rectísimamente todos los términos de los reales ministros é justicias de V. M., sin que se le haya conoscido ningún género de ociosidad ni remisión ni inadvertencia, como por la obra se ve; y ésta con satisfacción confesamos á V. M. por el primer servicio del vasallaje que juramos. Nuestro Señor la muy alta y muy esclarecida persona de V. M. guarde é aumente é conserve, con aumento de muy mayores reinos y señoríos, como sus muy leales vasallos deseamos.

De la ciudad de Cañete de la Frontera, ques en los reinos de Chile, segundo día de pascua del Santísimo Sacramento, á veinte é seis días de diciembre, año que se empezó á correr de mile é quinientos é cincuenta é nueve años.-C. R. M.-Muy leales vasallos de V. M. que vuestros reales pies besan.-Juan de Riva Martin.-(Va su rúbrica).Lope Ruiz de Gamboa.--(Su rúbrica).-Don Alonso Pacheco.-(Su rúbrica).—Manuel de Peralta.-(Su rúbrica).—Juan de Lasarte.-(Su rúbrica).—Alonso de Góngora.-(Su rúbrica).-Por mandado de los señores Justicia é Regimiento de la cibdad de Cañete de la Frontera. -Fabián de Contreras, escribano público y del Cabildo.

14 de agosto de 1559.

LXIV.-Carta del Cabildo de la Imperial dirigida á S. M., dandole cuenta de lo hecho por don García Hurtado de Mendoza en Chile.

(Archivo de Indias, Patronato, 2-2-1/13).

S. C. M.-Por otras que antes de ahora este Concejo ha escrito á V. M., habemos dado cuenta de los subcesos y cosas deste reino y del estado en que antes que á él don García de Mendoza viniese estaba, y por haber entendido del Virrey del Perú por cartas y de particulares que á el gobierno de aquel reino viene don Diego de Acevedo y se va á servir á V. M. en España el Marqués de Cañete, queriendo mostrarnos gratos á Don García al bien que á toda esta provincia ha hecho, por esto haremos breve y sumaria relación de lo que después que á ella vino ha hecho.

Llegó Don García á el puerto de Coquimbo con cinco navíos, en que trajo mucha y muy buena gente, municiones, vituallas y armas, habiendo enviado, antes que de Lima saliese, por tierra, más de quinientos caballos y algunos hombres, que en los de tierra y que vinieron por mar, serían más de otros quinientos.

Después de estar en este pueblo algunos días, cuando le paresció tiempo conveniente, se volvió á embarcar, y haciéndose á la vela, tomó tierra en la Concebción, donde hizo un fuerte para poder con más seguridad esperar los que por tierra venían, que, por ser lo más recio del invierno y haber en esta provincia muchos ríos caudalosos, éstos se detuvieron más de lo que se pensó: y antes que los caballos llegasen, se juntaron gran suma de indios, y con mucha determinación y denuedo le dieron guazábara, de donde con gran daño y menester se retiraron. Pocos días después llegó don Luis de Toledo con los de á caballo; estuvo Don García reformando el campo en el asiento de la Concebción, é hacia un mes esta cibdad se despobló, después de la muerte de Valdivia.

Partió de allí y pasó un río grandísimo, que está entre el estado que llaman de Arauco y esta cibdad, y dos leguas adelante dél, una tarde,

como á hora de vísperas, vinieron sobre nuestro campo gran multitud de indios, y con gran desvergüenza y desenvoltura cerraron con algunos corredores nuestros y los retiraron y trujeron hasta donde estaban nuestros escuadrones formados, que, como ellos los vieron, en alguna manera temieron trabar una escaramuza, la cual, yendo reforzando con gente nuestra, se rompieron los contrarios, haciendo en ellos notable daño.

Otro día siguiente, pasó adelante con su campo, y otros dos caminó entrando por la tierra donde mataron al gobernador don Pedro de Valdivia.

Otro día, cuando ya quería marchar el campo, que para esta tierra se puede llamar así, parescieron bien cerca dos escuadrones de indios, en que había mucha flechería, con armas defensivas de cuero y de tablas y muchos arcos y macanas, que en lugar de mazas acostumbran traer en la guerra, puestas en astas largas, y otra manera de lanzas asimismo puestas en el cabo de astas para á los de á caballo cuando se juntan á ellos.

El gobernador ordenó su gente, señalando la parte que con algunos capitanes había de acometer al menor escuadrón; él con el resto se afrontó con el mayor, que en breve espacio de tiempo rompió, é ansí fueron todos rotos y desbaratados; mató aquí muchos, por parecelle que era ya extraña desvergüenza y traición, y castigó y hizo justicia de algunos principales.

Hecho esto, llegó á donde solía tener Valdivia una casa fuerte, en lugar que llaman Tucapel; hizo alto y estuvo en este asiento más de cuarenta días, en los cuales hizo muchas corredurías, y en los montes, donde se habían recogido muchos dellos, los desasosegó y trajo algu nos, á quien hablaba con amor y celo de atraellos á el servicio de Dios y de V. M.

Pobló aquí una ciudad que llamó Cañete; encomendó los indios comarcanos á personas que le pareció tenían méritos y partes. Pasó adelante á esta ciudad Imperial, donde fué rescebido, no como debía ser quien venía en nombre de V. M. y quien nos dió libertad que hasta que (roto) vino, no sabíamos de los que estaban en Santiago, ni ellos si éramos vivos ó muertos, mas, como pudimos, conforme á nuestra poca posibilidad; detúvose aquí quince días, reformando y dando lo que en ella había que dar á quien le paresció lo merecía mejor.

Pasó á la ciudad Rica y á Valdivia, y hizo en ella lo que en ésta; de Valdivia fué á descubrir el lago que dicen de Ancud; conquistó y trajo de paz gran número de indios; y entre el Lago y Valdivia, pobló á Osorno, donde hizo más de sesenta vecinos, en quien repartió estos indios. A esta sazón entraba ya el invierno, el cual vino á tener con su gente á esta cibdad, donde, proveyendo cuando pocos, cuando muchos soldados, ayudó y dió favor á la ciudad de Cañete, sobre quien fueron otras dos veces los indios de la comarca y donde rescibieron siempre daño y perjuicio.

Pasado el invierno, salió desta cibdad y fué á donde le estaban esperando en un fuerte. Juntáronse toda la fuerza de indios que habían quedado y tenían algunas piezas de artillería que buscaron en la muer te de Valdivia y algunos arcabuces, que yanaconas y indios que se habían criado con cristianos, trataban y tiraban; dióles batalla, y con poco daño nuestro y muy grande suyo, los rompió y hizo castigo de algunos principales; paresció que habían éstos dicho y estaban determinados, si esta vez no podían prevalecer contra el Gobernador, que servirían; é ansí lo han hecho hasta ahora y están muy asentados, y así lo están todos los deste reino, y cada día, loado Dios, se van asentando y pacificando más que de antes, [por] la prudencia y buena orden del gobernador Don García.

El se pasó después desto á la Concebción, que es pueblo puesto en medio y en comarca de todo. De allí provee lo que conviene á la conservación y sustentación: consejo no, cierto, de mozo, mas de prudentísimo anciano; y vive virtuosa, santa y honestamente.

Habemos querido dar esta cuenta á V. M. para, pues de otra manera no lo podemos hacer, pagalle lo mucho que le somos en cargo, informando á V. M. de la fidelidad, cuidado y diligencia con que en estas partes á V. M. ha servido, y el valor y suficiencia que para servir á V. M. tiene.

Nuestro Señor guarde y prospere la C. C. P. de V. M. con acrecentamiento de reinos y mayores estados. Amén.

Desta ciudad Imperial, y de agosto catorce de mill quinientos cincuenta y nueve.-S. C. M.-Humildes y fieles vasallos de V. M. 'que sus reales pies y manos besan.-Pedro de Obregón.—(Hay su rúbrica). -Alonso Gallegos.—(Hay su rúbrica).—Martín de Peñalosa.-(Hay su rúbrica).-Leonardo Cortés.-(Hay su rúbrica).—Joán Martínez de Con

treras.-(Hay su rúbrica).-Antonio de Montiel.-(Hay su rúbrica).— Juan de Torres.-(Hay su rúbrica).-Por mandado del Cabildo, Justicia y Reginiento.-Alonso Núñez, escribano de cabildo.-(Hay su rúbrica).

7 de agosto de 1559.

LXV.-Carta del Cabildo de Villarrica al Consejo de las Indias en recomendación de Hurtado de Mendoza.

(Archivo de Indias, Patronato, 2-2-1/13).

Ilustrísimo señor y muy magníficos señores:-Dado hemos cuenta á V. S. y mercedes del estado en que ha estado este reino después de la muerte de don Pedro de Valdivia y de la alteración de los naturales hasta la venida de don García de Mendoza á él por gobernador, que por ser á tan buen tiempo y con tan buen socorro, con ella ha sido Dios servido, que, después de haber habido vitorias de los indios en muchas guazábaras y rencuentros que ha tenido, ha puesto este reino en paz y quietud, y poblado en él las ciudades de la Concebción, que la habían hecho despoblar los naturales, y la ciudad de Cañete y la de Osorno, y en la provincia de los Diaguitas las ciudades de Londres y Mendoza, y reformado las demás deste reino, y ha descubierto la navegación del Estrecho: todo lo cual ha hecho con mucha prudencia y cordura, gobernándonos con ella en paz y mucha justicia, con gran trabajo de su persona y muchos gastos que ha hecho y tenido para conseguir y hacer esto, sin interés ninguno que haya habido en el reino, mas que servir á S. M. con gran voluntad, procurando siempre la conservación de los naturales y que sean industriados en nuestra fee.

Hacemos dello relación á V. S. y mercedes para que le hagan merced y le satisfagan de sus servicios y persona. Nuestro Señor la ilustrísima y muy magníficas personas de V. S. y mercedes guarde y en mayor estado y cosas acreciente.

De la ciudad Rica, á siete de agosto de mill quinientos cincuenta y nueve. Iltmo. señor y muy magnífico señor, besamos las manos de V. S. Ꭹ mercedes.-Pedro del Castillo.-Juan de Silva.-Juan López.— Juan de Naveda.-Juan de Haro.-Bernardino Loarte.-Juan de Escovedo.-Diego Pérez.-Francisco Vásquez.-Manuel de Luna.-(Hay sus rúbricas).

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