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de dos galeones que á costa de V. M. ha hecho, los cuales costaron más de diez y ocho mil pesos, envió gran cantidad de víveres é otros mantenimientos, comprados á costa de V. M. é de su real hacienda deste reino, y en el dicho galeón envió la ropa é cargazón que agora le trajeron de España para que se le venda en aquella provincia; y habiendo de estar en ella por gobernador el dicho Don García, y en ésta por visorrey su padre, lo que V. M. en este reino tiene se convertirá y será necesario y se gastará en proveer á Chile, siendo provincia de la cual V. M., en veinte años, no sacará lo que en sólo esta jornada se ha gastado, ni aún habrá en ella para pagar los salarios que el dicho Don García ha señalaño é situado en la caja de V. M., que exceden con gran cantidad á la renta que V. M. hasta agora ha tenido; é con ser la tierra de tan poco fruto, porque, en efeto, hasta agora en aquella provincia ninguna cosa se ha hecho sino es lo susodicho y señalados dos sitios para dos lugares que diz que se han de fundar, al que trajo al Visorrey la dicha nueva le dió en albricias mill pesos de renta en tributos vacos deste reino; y ansimismo por la relación que el dicho Don García le envió, parece y escribe que ha encomendado más de treinta repartimientos de indios á diversas personas é algunos de los criados suyos é personas que con él fueron, y para este efeto ha quitado á todos los vecinos que solía haber en la Concepción los repartimientos que tenían.... De los Reyes, á diez y seis de marzo de mil quinientos cincuenta y ocho.-Pedro Rodríguez Puertocarrero.

6 de abril de 1558.

XXXV.-Carta de Francisco de Aguirre á S. M.

(Archivo de Indias, 70-4-15).

S. C. C. M.:-Por otras antes désta tengo dado cuenta á V. M. de lo sucedido en la tierra de Chile después de la muerte de Pedro de Valdivia, gobernador por V. M. en ella, y ansimismo cómo en su testamento, por virtud de una provisión que de V. M. tenía, me dejó nombrado para que yo gobernase y tuviese en justicia aquella gobernación, mientras V. M. otra cosa fuese servido de mandar; y yo, como leal vasallo de V. M., siendo enviado á llamar por los Cabildos y vecinos de Chile á la provincia de los Juríes y Diaguitas, que yo en nombre de V. M. juntamente con la ciudad de la Serena tenía en gobernación, dejando el recaudoque con venía, vine, sabiendo la necesidad en que estaban, en su socorro, y viendo ser servicio de V. M. acepté el nombramiento en mí hecho, y procuré sustentar aquella tierra en servicio de Dios, nuestro señor, y de V. M., á mi costa, gastando de mi hacienda y renta, sin que de la real caja de V. M. donde yo estuviese se sacase un solo peso; y ansí estuvo en paz y sosiego, aunque no de todos los naturales de la tierra, hasta el tiempo que el Marqués de Cañete, visorrey por V. M., vino á este reino, que me escribió y publicó en todo el quererme hacer grandes mercedes en nombre de V. M., porque había sido informado de mis muchos servicios y grandes gastos hechos en servicio de V. M., y no dejó pasar á mi mujer y hijos que iban donde yo estaba, aunque fué muchas veces requerido dello, diciendo detenerlos para hacerles mercedes; y esto manifestó hasta que hubo despachado á don García de Mendoza, su hijo, para que fuese á gobernar la gobernación de Chile, donde yo estaba sustentándola en servicio de V. M.'y enviando á la de los Diaguitas y Juríes socorro de gente y sacerdotes, que había seis años que estaban sin ninguno, hasta este tiempo que yo se lo envié á mi costa; y llegado don García de Mendoza donde yo estaba, yo le rescebí con el celo que siempre tuve, como á persona que decía ir en nombre de V. M., aunque después de recebido, sólo mostró una

provisión firmada de su padre y quinientos hombres que le acompañaban, y el cumplir las palabras que su padre y él me habían dado de gratificar mis servicios y gastos en nombre de V. M., fué robar mi hacienda y cuanto yo y mis hijos y criados teníamos; y pareciéndole no poder ser efetuado bien su deseo, estando presente, me envió á su padre preso á esta ciudad de Lima, donde, teniéndome preso y con guarda, no se trataba sinó del género de muerte que me había de dar, por haber yo servido á V. M. veinte y tres años, y por quitarme mi hacienda para dalla á sus hijos. Ha cerca de un año que estoy en esta ciudad preso, sin poder salir á dar cuenta á V. M. ni volver á mi casa, teniéndome con mi mujer y hijos, sin tener qué gastar, por haberme tomado veinte mil castellanos de renta de mis indios y los indios quitados y puesto en ellos y en mis haciendas á sus criados con excesivos salarios, y más de cincuenta mill castellanos que me tomaron de mis haciendas, repartiéndolos el dicho Don García entre él y sus criados, y enviando el oro de mi renta á su padre y á España; y esto no es mucho que lo haga con un hombre como yo, pues lo hace con la hacienda de Vuestra Majestad, porque sin muchas nescesidades, en seis meses se gastaron de la real caja de V. M. más de doscientos mill castellanos, que nunca tal en aquella tierra á costa de V. M. se gastó hasta el tiempo de agora, y fué porque habiendo dado los vecinos de Chile mucha comida y caballos y armas para la guerra, sin tomar un peso por ello, lo cuenta él á V. M. y toma de la real caja lo que le paresce que vale; y esto digo, porque es así cierto; y agora, habiendo visto en esta Real Audiencia un proceso que Don García envió contra mí, y no hallando por él haber yo hecho cosa que no fuere en servicio de V. M. en veinte años que siempre he tenido cargos de V. M.; y siendo sentenciado y asuelto de los cargos que en él me ponían, no me ha dejado ni deja vuestro Visorrey salir desta ciudad, habiéndole pedido muchas veces licencia, diciendo haber escripto á V. M. lo mucho que yo he servido y he gastado para que V. M. me haga merced, y que hasta que esto venga es su voluntad esté aquí, y con esto me detiene, padesciendo gran necesidad, sólo á efecto que su hijo don García de Mendoza gaste mi hacienda y renta, como hasta aquí lo ha hecho, y allá parescerá ante V. M., aunque no hay hombre que ose dar testimonio de cosa que pase, ni quien le pida, sin gran riesgo de su persona, porque si así no fuese ni tuviesen tan opresos á los vecinos de Chile, habrían ido á quejarse á V. M. de los

agravios que cada día se les hacen y á dar cuenta de la perdición de aquella tierra.

Suplico á Vuestra Majestad, pues yo siempre he servido y gastado mi hacienda como leal vasallo, no permita Vuestra Majestad sea desposeído ni maltratado, sin haber otra cosa más que ser siempre servidor de V. M. y tener vuestra real provisión para gobernar aquella tierra, antes sea V. M. servido mandarme gratificar mis servicios y grandes gastos y dar vuestra real provisión para que me sean pagados todos los daños y menoscabos de mi hacienda, porque aunque en esta Real Audiencia me han dado provisión para ello y que se me vuelvan por Don García, hijo del Visorrey, no lo puedo cobrar, sino es siendo favorescido de V. M., como mis servicios merescen.

Asimismo suplico á V. M. que porque Pedro de Valdivia en su vida me encomendó y requirió de parte de Dios y de V. M. que porque él no podía sustentar la ciudad de la Serena, que estaba despoblada, porque los naturales habían muerto setenta ú ochenta españoles que estaban en ella, que yo la poblase y tuviese con sus términos y lo demás que yo descubriese y conquistase tras la cordillera nevada en gobernación en nombre de Vuestra Majestad; y yo, viendo ser servicio de Dios, nuestro señor, de que tanto V. M. es celoso, y honra y aumento de la Corona Real de España y rentas de V. M., lo acepté y poblé la ciudad de la Serena, y descubrí y conquisté tras la cordillera nevada las provincias de los Juríes y Diaguitas, que eran ignotas de vista á todo el mundo, y esto á mi costa y minción, gastando en ello más de cien mil castellanos, y agora con todo lo demás de mi hacienda me lo han quitado;

Suplico á V. M. me mande dar su real provisión de nuevo para que yo tenga aquella tierra conforme á la provisión que Pedro de Valdivia, gobernador por V. M., por poder que de V. M. tenía me había dado, pues allende de cien mil castellanos que me cuesta, he gastado en el descubrimiento y conquista dello diez años, trabajando con mi persona, sin veinte y tres que ha que sirvo á V. M. en este reino del Perú y en el de Chile, siempre á mi costa; y pues en el testamento de Pedro de Valdivia yo quedé nombrado, por virtud del poder que para ello tuvo de V. M., para que gobernase aquella gobernación de Chile juntamente con lo que yo en su vida tenía, y agora sólo suplico á V. M. por lo que en su vida estaba á mi cargo y yo había conquistado, y si

no fuera por el impedimiento que digo de don García de Mendoza, yo hubiera puesto so el yugo y amparo de V. M. mucha más tierra y poblado otros pueblos y se hubiera dado puerto á la Mar del Norte para que se pudiese contratar con este reino del Perú, que fuera cosa muy importante al servicio de V. M. Nuestro Señor deje vivir y reinar á V. M. por muy largos tiempos, con acrecentamiento de mayores reinos y señoríos como los leales vasallos de V. M. deseamos. Desta ciudad de los Reyes, á seis días del mes de abril de mil y quinientos y cincuenta y ocho años.-Sacra Católica Cesárea Majestad.-Besa los pies de V. M. su leal vasallo.-Francisco de Aguirre.-(Hay una rúbrica).

20 de abril de 1558.

XXXVI.-Carta de don García Hurtado de Mendoza al Consejo de In. dias, dando cuenta de su viaje á Chiloé y de la fundación de Osorno.

(Archivo de Indias, 70-4-15).

Muy ilustre y muy magnífico señor:-Desde la Imperial escribí á vuestra señoría y mercedes en principio de febrero de este año cómo habiendo pacificado los indios de las provincias de Arauco y reedificado la ciudad de la Concepción y poblado de nuevo la de Cañete, subí á la Imperial.

Lo que después se ofrece es, que viendo la mucha gente que traía tras mí y el poco remedio que les podía dar en estas provincias, fuí por desde la ciudad de Valdivia, hasta cuyos términos han llegado españoles, á descubrir la tierra que dicen de los Coronados, y anduve por ella adentro once ó doce jornadas, en que hallé treinta ó cuarenta mil indios de la manera y dispusición de los de atrás, bien vestidos y con zarcillos y otros arreos de oro fino y de oro sobre plata y mucho ganado y sementeras, hasta que fui á dar en un lago grande, con mucha cantidad de islas que hay en él, á dos y tres leguas unas de otras, pobladas de la misma gente y ganado; y no pudiendo pasar adelante, por entrar el lago la tierra adentro hasta la cordillera grande que dicen de las nieves y desaguar en la mar, con anchor de diez ó doce leguas, envié en ciertas canoas que allí se tomaron un capitán

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