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fundido á la perfección, y en cuya obra de arte se refleja el tipo italiano, no sólo en la madona sí que también en la figura del bufón que se representa. Por otra parte, hemos también de tener en cuenta que en Cataluña no se halla urna alguna de bronce, y que si bien se fundían las campanas y se fabricaban algunos detalles arquitectónicos, distaban mu

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cho de reunir la belleza y perfección del rico modelo que se conserva en nuestra Catedral. Si atendemos al estudio del carácter especial del personaje, se nos ocurre presumir si fué el mismo Borra el que mandó construir la urna cuya idea aprovechó para consignar sus títulos nobiliarios, títulos expedidos el mismo Mossén Borra con aquiescencia del Rey (1) y con

por

(1) Alfonso V, en carta fechada en Valencia en 1126 consigna: «dilecto de domo nostra Antonio Tallander militi (noble) Mossen Borra vulgariter nuncupato.>>

signados con las palabras jocosas que traducidas dicen: «Aquí descansa el caballero Borra, soldado glorioso (1). Fué hecha esta sepultura el año del Señor 1433.» Los dos escudos laterales de las familias Tallander y Collell son prueba evidente de que en la dirección del monumento intervino el mismo interesado quien disimuló las infulas nobiliarias con la jocosa inscripción, creada probablemente por su cerebro. De no aceptar esta conjetura que es la más fundada, sólo cabe presumir que el rey Alfonso V fué quien encargó el relieve de la urna, pagando así los servicios de su alegre compañero y fiel súbdito.

Nosotros obtamos por lo primero, por las razones expuestas anteriormente y también por considerar que los monumentos sepulcrales, fabricados en vida de los interesados, han sido en todas épocas hechos cuando menos con aquiescencia y consejos del dueño del monumento quien por regla general dicta las inscripciones y los títulos de las familias propietarias de aquellos.

Respecto al segundo extremo ó sea á la pregunta ¿si los restos de Mossén Borra se hallan en las sepulturas del claustro ó quedó depositado en la catedral de Nápoles? Debemos consignar que los documentos sólo nos acusan su muerte y entierro en Nápoles, pero hasta hoy día no se han hallado pruebas de que sus restos hubiesen sido trasladados á esta ciudad, ni se consigna su entierro en el Archivo de nuestra Basílica. El carner ó sepultura de la familia de Mossén Borra se halla en el claustro de la Iglesia Catedral á pocos pasos de la pared en donde se halla la urna de bronce y se conoce el sitio por las piedras labradas que ostentan los escudos mencionados.

Según el canónigo Ripoll (2) en 12 de abril de 1448 se

(1) Soldado fanfarrón. (Plauto).

(2) RIPOLL, pág. 129.

había trasladado ya su cadáver por mar, de Nápoles á esta ciudad, enterrándose en su sepulcro del claustro de la Catedral. Y en 2 de septiembre de 1447 se le celebraron las exequias en la catedral de esta ciudad como de cuerpo presente. El biógrafo de Mossén Borra, respecto al primero de estos dos extremos no nos concreta el dato ni tan siquiera las referencias y citas consiguientes y así no podemos admitir el hecho con plena seguridad. Respecto al segundo extremo, tampoco confirma la traslación de los restos, pues podían haberse celebrado los sufragios sin necesidad de que los restos se hallasen en la Catedral.

3. Calle den Borra. ¿Es ésta la calle que se denomina de Xuclá?

El nombre de Xuclá proviene del apellido catalán Juglar ó Jutglar como indistintamente vemos empleado en las escrituras de los siglos XIV y xv. Fué apellido muy común en Cataluña y en especial en Barcelona, en donde existía la calle mencionada desde principios del siglo XIV, en cuyo siglo se le denominó calle den Juglar. Se ha supuesto por algunos que el nombre de la calle den Juglar provenía de haber habitado en ella un juglar de profesión, y dando por supuesto que Mossén Borra era juglar, sacaron en consecuencia que dicho bufón había habitado en ella (1). Los documentos acusan todo lo contrario y aunque así no fuera, hasta la forma empleada den Juglar en lugar del juglar para no admitir este concepto. Para que se vea el pobre fundamento de esta opinión, bastarán los documentos aprontados para aclarar las dudas que sobre su significado pudiesen existir. La calle den Juglar, consta ya como calle de Barcelona, en los documentos de nuestros archivos y al Municipal acudió el señor de Bofarull y de Sartorio para facilitarnos los siguientes: En 1368 se pro

(1) Así opinaba Ripoll.

cedió á la división por cuarteles (distritos) de la ciudad de Barcelona, y al clasificar las islas y calles del Quartel del Pí dice: «Quartel del Pi=xII Illa qui perteix del Carme ves sol yxent e va fins al alberch den A. Dalos e passa per lo carrer den Jutglar, ves sol yxent e travesa ves lo carrer den Puig ves Cerç.

XIII. Illa qui perteix del Carme tirant á vall ves lo carrer den Jutglar e travessant per lo carrer den Jutglar ves sol ponent e feneix en lo carrer den Puig, ves mig jorn.

XIIII.

Illa qui perteix del cap demunt del carrer den Jutglar, prop lo pou qui aqui es e torna per lo dit carrer den Jutglar, vers sol ixent e passa per lo carrer den Messager é per lo carrer del Gingoler e passa per lo carrer dels Tallers e feneix en lo carrer del Carme prop la Riera.

XV. Illa qui perteix del portal de Malany e ve dreta vía per lo carrer dels Tallers ves tremuntana e finia en la Riera» (1).

Los datos aprontados por el Sr. Bofarull son más que suficientes para convencernos de que la calle den Juglá existía en 1368 y que al deslindar las calles que formaban el Quarter del Pino lleva distinta orientación, la den Jutglar y la den Puig cuya calle den Puig se llamó más tarde calle nueva den Borra, por habitar en ella el célebre bufón. Los documentos que á continuación expone el señor de Bofarull referentes á un padrón municipal de Barcelona de mediados del xv nos acaba de evidenciar nuestro aserto puesto que en la lista de los vecinos de la calle den Juglar, consta un Johan Juglar ferroveller, y en otra página entre los vecinos de la calle de la Puertaferrisa se halla registrado un tal Jacme Juglar broquater (2). A esto añadiremos que

(1) Quern del Quarter del Pi.-m. s. de 1368.—Archivo del Municipal de Barcelona.

(2) Bofarull y Sartorio.-Archivo municipal-Fragmento de padrón.-Lo carrer den Juglar fol. 28.—Lo carrer nou alias den Borra 29 v.o- Del cantó den Borra qui puia a Netzera -30 v.o— Lo carrer den Juglar fol. 45.

el apellido Juglar ó Jutglar, fué muy común en Barcelona y que se ve escrito indistintamente, con la t en todos los documentos que se refieren al confesor del Rey Fr. Pedro Jutglar que vivía en 1416 (1). Otros documentos podríamos citar en corroboración de lo expuesto pero para nuestro objeto sobra con los mencionados. La calle den Juglar consta también en un documento fechado en Barcelona á 15 de octubre de 1387 (2).

El patriarca de nuestra tierra el Excmo. Sr. D. Víctor Balaguer, fué de esta opinión y así lo manifiesta en la obra publicada en 1866 con el título «Las calles de Barcelona, origen de sus nombres, etc.», cuyo articulo referente á la calle de Xuclá, dice:

«Xuclá.-Conduce de la del Buen Suceso á la del Carmen. Parece que primitivamente se llamó del Ginjoler pasando después á tomar la denominación que hoy lleva.

Se ha creido por algunos que el nombre de esta calle aludía al juglar Mossén Borra cuyo sepulcro se halla en el claustro de nuestra Catedral.

Que el nombre de Xuclá con que hoy se titula es una corrupción de Juglar ó Jutglar, no cabe ninguna duda, pues con ambas denominaciones la hemos hallado escrita en documentos antiguos; pero que pueda aludir al juglar Mossén Borra debemos ponerlo en duda pues ya se llamaba así antes de la época del citado Borra».

Para determinar el emplazamiento de las calles den Juglar y den Borra son dignos de estudio los documentos que el canónigo Ripoll menciona con los números 16,17 y 18 (3) que serefieren á los dietarios de la Generalidad de Cataluña en los

(1) Archivo de la Corona de Aragón. Registro núm. 2410, fol. 34 v.o y 2704, fol. 15 v. Fr. Pedro Jutglar fué el que intervino con S. Vicente Ferrer para aconsejar al Rey Fernando I. la conveniencia de redimir los créditos del patrimonio Real.

(2) Bofarull y Sartorio.-Documento núm. 29.

(3) Memorias de la Real Academia de buenas letras,-Tomo, II pág. 95. 96 y 97.

TOMO V.

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