Imatges de pàgina
PDF
EPUB

haciendo reparar ofende, y mucho más singularidades desautorizadas. Pero en los misinos vicios quieren algunos ser conocidos, buscando novedad en la ruindad para conseguir tan infame fama. Hasta en lo entendido, lo sobrado degenera en bachillería.

No decir al contradecir. Es menester diferenciar cuándo procede de astucia ó vulgaridad. No siempre es porfía, que tal vez es artificio. Atencion, pues, á no empeñarse en la una ni despeñarse en la otra. No hay cuidado más logrado que en espías, y contra la ganzúa de los ánimos no hay mejor contratreta que el dejar por dentro la llave del recato.

Hombre de ley. Está acabado el buen proceder, andan desmentidas las obligaciones; hay pocas correspondencias buenas, al mejor servicio el peor galardon, á uso ya de todo el mundo. Hay naciones enteras proclibes al mal trato; de unas se teme siempre la traicion, de otras la inconstancia y de otras el engaño; sirva, pues, la mala correspondencia ajena, no para la imitacion, sino para la cautela. Es el riesgo de desquiciar la entereza á vista del ruin proceder; pero el varon de ley nunca se olvida de quién es por lo que los otros son.

Gracia de los entendidos. Más se estima el tibio sí de un varon singular, que todo un aplauso comun, porque regueldos de aristas no alientan; los sabios hablan con el entendimiento, y así su alabanza causa una mortal satisfaccion. Redujo el juicioso Antígono todo el teatro de su fama á solo Cenon, y llamaba Platon toda su escuela á Aristóteles. Atienden algunos á sólo llenar el estómago, aunque sea de broza vulgar. Hasta los soberanos han menester á los que escriben, y temen más sus plumas que las feas los pinceles.

Usar de la ausencia, ó para el respeto ó para la estimacion. Si la presencia disminuye la fama, la ausencia la aumenta. El que ausente fué tenido por leon, presente fué ridículo parto de los montes; deslústranse las prendas si se rozan, porque se ve ántes la corteza del exterior que la mucha sustancia del ánimo. Adelántase más la imaginacion que la vista, y el engaño, que entra de ordinario por el oido, viene á salir por los ojos; el que se conserva en el centro de su opinion conserva la reputacion; que áun la Fénix se vale del retiro para el decoro y del seso para el aprecio.

Hombre de inventiva á lo cuerdo. Arguye exceso de ingenio, pero ¿cuál será sin el grano de demencia? La inventiva es de ingeniosos, la buena eleccion de prudentes. Es tambien de gracia, y más rara, porque el elegir bien lo consiguieron muchos, el inventar bien, pocos, y los primeros en excelencia y en tiempo. Es lisonjera la novedad, y si feliz, da dos realces á lo bueno. En los asuntos del juicio es peligrosa por lo paradojo, en los del ingenio loable; y si acertadas, una y otra plausibles.

No sea entremetido y no será desairado. Estímese, si quisiere que le estimen. Sea ántes avaro que pródigo de sí. Llegue deseado y será bien recibido. Nunca venga sino llamado, ni vaya sino enviado. El que se empeña por sí, si sale mal se carga todo el ódio sobre sí; y si sale bien, no consigue el agrade

cimiento. Es el entretenimiento terrero de desprecis, y por lo mismo que se introduce con desvergüenza, es tripulado en confusion.

No perecer de desdicha ajena. Conozca al que esti en el lodo, y note que le reclamará para hacer consuelo del recíproco mal. Buscan quien les ayude áll var la desdicha, y los que en la prosperidad le dabar espaldas, ahora la mano. Es menester gran tiento con los que se ahogan, para acudir al remedio sin peligro.

No dejarse obligar del todo ni de todos, que seria esclavo y comun. Nacieron unos más dichosos que otros, aquéllos para hacer bien, y éstos para recibirle. Más preciosa es la libertad que la dádiva, porque se pierde. Guste más que dependan de él muchos, que no depender él de uno. No tiene otra comodidad e mando, sino el poder hacer más bien. Sobre todo, no tenga por favor la obligacion en que se mete, y las más veces la diligenciará la astucia ajena para prevenirle.

Nunca obrar apasionado, todo lo errará. No obre por sí quien no está en sí, y la pasion siempre destierra la razon. Sustituya entónces un tercero prudente, que lo será, si desapasionado. Siempre ven más los que miran que los que juegan, porque no se apasionan. En conociéndose alterado, toque á retirar la cordura; porque no acabe de encenderse la sangre, que todo lo ejecutará sangriento, y en poco rato dará materia para muchos dias de confusion suya y murmuracion ajena.

Vivir á la ocasion. Es gobernar; el discurrir todo ba de ser al caso. Querer cuando se puede, que la sazon y el tiempo á nadie aguardan. No vaya por generalidades en el vivir, si ya no fuere en favor de la virtud; ni intime leyes precisas al querer, que habrá de beber mañana del agua que desprecia hoy. Hay algunos tan paradojamente impertinentes, que pretenden que todas las circunstancias del acierto se ajusten á su manía, y no al contrario; mas el sabio sabe que el norte de la prudencia consiste en portarse á la

ocasion.

El mayor desdoro de un hombre es dar muestras de que es hombre; déjanle de tener por divino el dia que le ven muy humano. La liviandad es el mayor contraste de la reputacion. Así como el varon recatado es tenido por más que hombre, así el liviano por ménos que hombre. No hay vicio que más desautorice, porque la liviandad se opone frente á frente á la gravedad. Hombre liviano no puede ser de sustancia, y más si fuere anciano, donde la edad le obliga á la cordura; y con ser este desdoro tan de muchos, DO le quita el estar singularmente desautorizado.

Es felicidad juntar el aprecio con el afecto; no ser muy amado, para conservar el respeto; más atrevido es el amor que el ódio; aficion y veneracion no se juntan bien, y aunque no ha de ser uno muy temido ni muy querido. El amor introduce la llaneza, y al paso que ésta entra, sale la estimacion. Sea amado ántes apreciativamente; que afectativamente es amor muy de personas.

Saber hacer la tentativa. Compita la atencion del

[ocr errors]

juicioso con la detencion del recatado. Gran juicio se requiere para medir el ajeno. Más importa conocer los genios y las propiedades de las personas, que de las hierbas y piedras. Accion es ésta de las más sutiles de la vida; por el sonido se conocen los metales, y por el habla las personas; las palabras muestran la entereza, pero mucho más las obras. Aquí es menester el extravagante reparo, la observacion profunda, la sutil nota y la juiciosa crisis.

Venza el natural las obligaciones del empleo, y no al contrario. Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona. Un caudal con ensanehes vase dilatando y ostentando más con los empleos. Fácilmente le cogerán el corazon al que le tiene estrecho, y al cabo viene á quebrar con obligacion y reputacion. Preciábase el grande Augusto de ser mayor hombre que príncipe; aquí entra la alteza de ánimo, y áun aprovecha la confianza cuerda de sí.

De la madurez. Resplandece en el interior, pero más en las costumbres; la gravedad material hace precioso al oro, y la moral á la persona; es el decoro de las prendas, causando veneracion. La compostura del hombre es la fachada del alma. No es necedad con poco meneo, como quiere la ligereza, sino una autoridad muy sosegada; habla por sentencias, obra con aciertos. Supone un hombre muy hecho, porque tanto tiene de persona, cuanto de madurez; en dejando de ser niño comienza á ser grave y autorizado.

Moderarse en el sentir. Cada uno hace concepto segun su conveniencia, y abunda de razones en su aprension. Cede en los más el dictámen al afecto. Acontece el encontrarse dos contradictoriamente, y cada uno presume de su parte la razon; mas ella fiel, nunca supo hacer dos caras. Proceda el sabio con refleja en tan delicado punto, y así el recelo propio reformará la calificacion del proceder ajeno. Póngase tal vez de la otra parte, examínele al contrario los motivos; con esto, ni le condenará á él, ni se justificará á sí tan á lo desalumbrado.

No hazañero, sino hazañoso. Hacen muy de los harendados los que ménos tienen para qué. Todo lo hacen ministerio con mayor frialdad. Camaleones del aplauso, dando á todos hartazgo de risa. Siempre fué enfadosa la vanidad, aquí reida. Andan mendigando hazañas las hormiguillas del honor. Afecte ménos sus mayores eminencias. Conténtese con hacer, y deje para otros el decir. Dé las hazañas, no las venda; ni se han de alquilar plumas de oro, para que escribas lodo, con asco de la cordura. Aspire ántes á ser heroico que á sólo parecerle.

Varon de prendas, y majestuosas. Las primeras hacen los primeros hombres, equivale una sola á toda una mediana pluralidad. Gustaba aquél que todas sus cosas fuesen grandes, hasta las usuales alhajas; cuan

lo mejor el varon grande, debe procurar que las prendas de su ánimo lo sean. En Dios todo es infinito, todo inmenso; así en un héroe todo ha de ser grande y majestuoso; de suerte que todas sus acciones, y áun razones, vayan revestidas de una transcendente grandiosa majestad.

Obrar siempre como á vista. Aquél es varon remirado, que mira que le miran 6 que le mirarán. Sabe que las paredes oyen, y que lo mal hecho revienta por salir. Aun cuando solo, obra como á vista de todo el mundo, porque sabe que todo se sabrá; ya mira como á testigos ahora á los que por la noticia lo serán despues; no se recataba de que le podian registrar en su casa desde las ajenas el que deseaba que todo el mundo le viese.

Tres cosas hacen un prodigio, y son el dón máximo de la suma liberalidad, ingenio fecundo y juicio profundo, y gusto relevantemente jocundo. Gran ventaja concebir bien, pero mayor discurrir bien. Entendimiento del bueno. El ingenio no ha de estar en el espinazo, que sería más laborioso que agudo. Pensar bien es el fruto de la racionalidad. A los veinte años reina la voluntad, á los treinta el ingenio, á los cuarenta el juicio. Hay entendimientos que arrojan de sí luz, como los ojos del lince, y en la mayor oscuridad discurren más. Haylos de ocasion, que siempre topan con lo más á propósito; ofrecéseles mucho y bien, felicísima fecundidad. Pero un buen gusto sazona toda la vida.

Dejar con hambre; hase de dejar en los labios áun con el néctar. Es el deseo medida de la estimacion; hasta la material sed es treta de buen gusto picarla, pero no acabarla; lo bueno, si poco, dos veces bueno. Es grande la baja de la segunda vez; hartazgos de agrado son peligrosos, que ocasionan desprecio á la más eterna eminencia. Unica regla de agradar, coger el apetito picado con el hambre con que quedó. Si se ha de irritar, sea ántes por impaciencia del deseo que por enfado de la fruicion; gústase al doble de la felicidad penada.

En una palabra, santo, que es decirlo todo de una vez. Es la virtud cadena de todas las perfecciones, centro de las felicidades. Ella hace un sujeto prudente, atento, sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, reportado, entero, feliz, plausible, verdadero y universal héroe. Tres eses hacen dichoso, santo, sano y sabio; la virtud es sol del mundo menor, y tiene por hemisferio la buena conciencia. Es tan hermosa, que se lleva la gracia de Dios y de las gentes. No hay cosa amable, sino la virtud, ni aborrecible, sino el vicio; la virtud es cosa de véras, todo lo demas de burlas; la capacidad y grandeza se ha de medir por la virtud, no por la fortuna. Ella sola se basta á sí misma; vivo el hombre, le hace amable, y muerto, memorable.

EL HÉROE,

DE BALTASAR

GRACIAN.

PRIMOR PRIMERO.

QUE EL HÉROE PRACTIQUE INCOMPRENSIBILIDADES

DE CAUDAL.

Sea ésta la primera destreza en el arte de entendidos, medir el lugar con su artificio. Gran treta es ostentarse al conocimiento, pero no á la comprension; cebar la expectacion, pero nunca desengañarla del todo; prometa más lo mucho, y la mejor accion deje siempre esperanzas de mayores.

Excuse á todos el varon culto sondarle el fondo á su caudal, si quiere que le veneren todos. Formidable fué un rio hasta que se le halló vado, y venerado un varon hasta que se le conoció término á la capacidad; porque ignorada y presumida profundidad, siempre mantuvo con el recelo el crédito.

Culta propiedad fué llamar señorear al descubrir, alternando luego la victoria sujetos; si el que comprende señorea, el que se recata nunca cede.

Compita la destreza del advertido en templarse con la curiosidad del atento en conocerle, que suele ésta doblarse á los principios de una tentativa.

Nunca el diestro en desterrar una barra remató al primer lance, vase empeñando con uno para otro, y siempre adelantándolos.

Ventajas son de ente infinito envidar mucho con resto de infinidad. Esta primera regla de grandeza advierte, si no el ser infinitos, á parecerlo, que no es sutileza comun.

En este entender, ninguno escrupuleará aplausos á la cruda paradoja del sabio de Mitilene. Más es la mitad que el todo, porque una mitad en alarde y otra en empeño, más es que un todo declarado.

Fué jubilado en ésta, como en todas las demas destrezas, aquel gran rey primero del Nuevo Mundo, último de Aragon, si no el Non plus ultra de sus heroicos reyes.

Entretenia este católico monarca, atentos siempre, á todos sus con-reyes, más con las prendas de su ánimo, que cada dia de nuevo brillaba, que con las nuevas coronas que ceñia.

Pero á quien deslumbró este centro de los rayos de la prudencia, gran restaurador de la monarquía goda, fué, cuando más, á su heroica consorte, despues á los tahures del palacio, sutiles á brujulear el nuevo rey, desvelados á sondarle el fondo, atentos á medirle el valor.

Pero, qué advertido se les permitia y detenia Fernando, qué cauto se les concedia y se les negaba, y al fin ganóles.

¡Oh, varon cándido de la fama! Tú, que aspiras í la grandeza, alerta al primor. Todos te conozcan, ninguno te abarque, que con esta treta, lo moderado parecerá mucho, y lo mucho infinito, y lo infinite más (1).

PRIMOR II.

CIFRAR LA VOLUNTAD.

Lega quedaria el arte, si dictando recato á los términos de la capacidad, no encargase disimulo á los ímpetus del afecto.

Está tan acreditada esta parte de sutileza, que sobre ella levantaron Tiberio y Luis toda su máquina y política.

Si todo exceso en secreto lo es en caudal, sacra

(1) Saint-Evremont copia este capítulo de GRACIAN, respondierdo al Conde de Saint-Albans, que le pedia en pocas palabras la noticia de todo lo que era necesario á un jóven de grandes espe ranzas para entrar con ventaja en el mundo y para sostenerse en él con honor. Véanse las palabras de Saint-Evremont:

Il y a beaucoup d'adresse à se saisir d'abord de l'estime publique, et à faire éclater si à propos ses talents, que jamais le mov» de ne s'en rassasie. Le moyen de conserver sa reputation, c'est de produire toujours des choses de plus en plus excellentes, et ⚫ de fournir une nourriture suffisante à l'admiration générale. Les » grandes actions que nous avons faites, en ont promis encore de plus grandes, et le bon doit être suivi du meilleur. Un grand homme ne doit pas laisser sonder le fonds de sa capacité, s'îl veut être toujours admiré du vulgaire. Il faut, au contraire, qu se conduise de telle sorte qu'il ne montre jamais tout ce qu'il sait, et que personne ne puisse jamais se vanter de pouvoir assi gner les bornes de sa doctrine. Car, quelque savant que soit un » homme, l'opinion qu'on a de son mérite, lorsqu'on ne le co» nait qu'à demi, va toujours plus loin que l'idée qu'on s'en for» me, quand on le connait tout entier. Qu'on se garde, done, bien de faire voir tout d'un coup toutes ses forces. Il faut se ménager ⚫ des ressources, et avoir un corps de réserve, duquel on puisse tirer des secours dans le besoin..... Le grand art consiste à ne ⚫ pas étaler tout son savoir en une seule fois; mais à le develop » per, pour ainsi dire, par pièces. C'est précisément dans ces vers que les grands maîtres ne découvrent jamais le fin de leur art » dans les leçons qu'ils en font à leurs disciples. Par la fls demerrent toujours les premiers maîtres et conservent toujours de quei > entretenir leur réputation», etc.

Yo no acuso aquí, decia el padre Courbeville, de ingratitud à monsieur de Saint-Evremont porque no ha citado el nombre de su bicnhechor; no pretendo otra cosa que honrar más y más el mé rito de GRACIAN por la aprobacion auténtica de uno de nuestros más juiciosos autores. »

mentar una voluntad será soberanía. Son los achaques de la voluntad desmayos de la reputacion, y si se declaran, muere comunmente.

El primer esfuerzo llega á violentarlos, á disimularlos el segundo. Aquello tiene más de lo valeroso, esto de lo astuto.

Quien se les rinde, baja de hombre á bruto; quien los reboza, conserva por lo menos en apariencias el crédito.

Arguye eminencia de caudal penetrar toda voluntad ajena, y concluye superioridad saber celar la propria.

Lo mismo es descubrirle á un varon un afecto, que abrirle un portillo á la fortaleza del caudal, pues por alli maquinan políticamente los atentos, y las más veces asaltan con triunfo. Sabidos los afectos, son sabidas las entradas y salidas de una voluntad, con señorío en ella á todas horas.

Soñó dioses á muchos la inhumana gentilidad, áun no con la mitad de hazañas de Alejandro, y nególe al laureado Macedon el predicamento ó la caterva de deidades. Al que ocupó mucho mundo, no le señaló poco cielo; pero ¿de dónde tanta escasez, cuándo tanta prodigalidad?

Asombró Alejandro lo ilustre de sus proezas con lo vulgar de sus furores, y desmintióse á sí mismo tantas veces triunfante, con rendirse á la avilantez del afecto. Sirvióle poco conquistar un mundo, si perdió el patrimonio de un príncipe, que es la reputacion.

Es Caríbdis de la excelencia la exhorbitancia irascible, y Scila de la reputacion la demasía concupiscible.

Atienda, pues, el varon excelente primero á violentar sus pasiones, cuando ménos á solaparlas con tal destreza, que ninguna contratreta acierte á descifrar su voluntad.

Avisa este primor á ser entendidos no siéndolo, y pasa adelante á ocultar todo defecto, desmintiendo las atalayas de los descuidos y deslumbrando los linces de la ajena oscuridad.

PRIMOR III.

LA MAYOR PRENDA DE UN HÉROE.

Grandes partes se desean para un gran todo, y grandes prendas para la máquina de un héroe.

Gradúan en primer lugar los apasionados al entendimiento por orígen de toda grandeza; y así como no admiten varon grande sin excesos de entendimiento, así no conocen varon excesivamente entendido sin grandeza.

Es lo mejor de lo visible el hombre, y en él el entendimiento, luégo sus victorias las mayores.

Adécuase esta capital prenda de otras dos, fondo de juicio y elevacion de ingenio, que forman un prodigio si se juntan.

Señaló pródigamente la filosofía dos potencias al acordarse y al entender. Súfrasele á la política con más derecho introducir division entre el juicio y el ingenio, entre la sindéresis y la agudeza.

Sola esta distincion de inteligencias pasa la verdad escrupulosa, condenando tanta multiplicacion de ingenios, á confusion de la mente con la voluntad.

Es el juicio trono de la prudencia, es el ingenio esfera de la agudeza, cuya eminencia y cuya medianía deba preferirse; es pleito ante el tribunal del gusto. Aténgome á la que así imprecaba : « Hijo, Dios te dé entendimiento del bueno. >>

La valentía, la prontitud, la sutileza de ingenio. Sol es de este mundo en cifra, si no rayo, vislumbre de divinidad. Todo héroe participó exceso de ingenio.

Son los dichos de Alejandro esplendores de sus hechos. Fué pronto César en el pensar, como en el hacer.

Mas apreciando los héroes verdaderos, equivócase en Augustino lo Augusto con lo agudo, y en el lauro que dió Huesca para coronar á Roma compitieron la constancia y la agudeza.

Son tan felices las prontitudes del ingenio, cuan azares las de la voluntad. Alas son para la grandeza, con que muchos se remontaron del centro del polvo al del sol en lucimientos.

Aquella católica Amazona, desde quien España no tuvo que envidiar las Cenobias, Tomíris, Semiramis y Pantasileas, pudo ser oráculo de estas sutilezas. Encerrábase á parir en el retrete más oscuro, y recelando el connatural decoro, la innata majestad echaba un sello á los suspiros de su real pecho, sin que se le oyese un ay, y un velo de tinieblas á los desmanes del semblante. Pero quien así menudeaba en tan ex-hojas. Aquí los pajes, émulos de él y de sí mismos,

cusables achaques del recato, como que escrupulearia en los del crédito.

No graduaba de necio el cardenal Madrucio al que aborta una necedad, sino al que, cometida, no sabe ahogarla.

Accesible es el primor á un varon, callada, calificada inclinacion, mejorada del arte, prenda de divinidad, si no por naturaleza, por semejanza.

Dignábase tal vez el Gran Turco desde un balcon, ántes al vulgo de un jardin que al de la plaza, prision de la majestad y grillos del decoro. Comenzó á leer un papel, que, ó por burla ó por desengaño de la mayor soberanía, se lo voló el viento de los ojos á las

volaron escala abajo con las alas de lisonja. Uno de ellos, Ganimédes de su ingenio, supo hallar atajo por el aire, arrojóse por el balcon. Voló, cogióle y subia cuando los otros bajaban, y fué subir con propriedad y áun remontarse; porque el príncipe, lisonjeado eficazmente, le levantó á su valimiento.

Que la agudeza, si no reina, merece con-reinar. Es en todo porte la malilla de las prendas, gran pregonera de la reputacion, mayor realce cuanto más sublime el fundamento.

Son agudezas coronadas ordinarios dichos de un rey. Perecieron grandes tesoros de monarcas, mas

consérvanse sus sentencias en el guardajoyas de la fama.

Valióles más á muchos campeones tal vez una agudeza que todo el hierro de sus escuadrones armados, siendo premio de una agudeza una victoria.

Fué exámen, fué pregon del mayor crédito en el rey de los sabios y en el más sabio de los reyes, la sentenciosa prontitud en aquel extremo de pleitos, que lo fué llegar á pleitear los hijos, que tambien acredita el ingenio la justicia.

Y áun en bárbaros tribunales asiste el que es sol de ella. Compite con la de Salomon la prontitud de aquel Gran Turco. Pretendia un judío cortar una onza de carne á un cristiano, pena sobre usura; insistia en ello con igual terquería á su príncipe, que perfidia á su Dios. Mandó el gran juez traer peso y cuchiHo, conminóle el degüello si certaba más ni ménos. Y fué dar un agudo córte á la lid, y al mundo un milagro del ingenio.

Es la prontitud oráculo en las mayores dudas, esfinge en los enigmas. Hilo de oro en laberintos, y suele ser de condicion de leon, que guarda el extremarse para el mayor aprieto.

Pero hay tambien perdidos de ingenio como de bienes, pródigos de agudeza para presas sublimes, tagarotes para las viles águilas. Mordaces y satíricos, que si los crueles se amasaron con sangre, éstos con veneno. En ellos la sutileza con extraña contrariedad por liviana, abate, sepultándolos en el abismo de un desprecio, en la region del enfado.

Hasta aquí favores de la naturaleza, desde aquí realces del arte. Aquélla engendra la agudeza, ésta la alimenta, ya de ajenas sales, ya de la prevenida advertencia.

Son los dichos y hechos ajenos en una fértil capacidad semillas de agudeza, de las cuales fecundado el ingenio, multiplica cosecha de prontitudes y abundancia de agudezas.

No abogo por el juicio, pues él habla por sí bastan

temente.

PRIMOR IV.

CORAZON DE REY.

Gran cabeza es de filósofos, gran lengua de oradores, pecho de atletas, brazos de soldados, piés de cursores, hombros de palanquines. Gran corazon de reyes. De las divinidades de Platon, y texto con que en favor del corazon arma algunos pleitos á la inteligencia.

¿Qué importa que el entendimiento se adelante, si el corazon se queda? Concibe dulcemente el capricho lo que le cuesta mucho de sacar á lucimiento al co

razon.

Son estériles por la mayor parte las sutilezas del discurso, y flaquean por su delicadeza en la ejecucion.

Proceden grandes efectos de gran causa, y portentos de hazañas de un prodigio de corazon. Son gigantes los hijos de un corazon gigante. Presume siempre empeños de su tamaño, y afecta primeros asuntos.

Grande fué el de Alejandro y el archicorazon, pues cupo en un rincon de él todo este mundo holgadamente, dejando lugar para otros seis.

Máximo el de César, que no hallaba medio entre todo y nada.

Es el corazon el estómago de la fortuna, que digiere con igual valor sus extremos. Un gran buche no se embaraza con grandes bocados, no se estraga fácilmente con la afectacion, ni se aceda con la ingratitud. Es hambre de un gigante el hartazgo de un

enano.

Aquel milagro del valor, digo el Delfin de Francia entonces y Cárlos VII despues, notificándole la sentencia, estrujada en el supremo por los dos reyes, el de Francia, su padre, y el de Inglaterra, su antagonista, en que le declaraban por incapaz de suceder en la corona de los lirios, respondió invicto que se apelaba. Instáronle con admiracion que á quién. Y él, que á la grandeza de su corazon y á la punta de su espada, y valióle.

No brilla tan ufano el casi eterno diamante en medio de los voraces carbunclos, como soliza (si así puede decirse un hacer del sol) un Augusto corazon en medio de las violencias de un riesgo.

Rompió con solos cuatro de los suyos el Aquiles moderno, Carlos Manuel de Saboya, por medio de cuatrocientas corazas enemigas, y satisfizo á la universal admiracion, diciendo que no hay compañía en el mayor aprieto como la de un gran corazon.

Suple la sobra de él la falta de todo lo demas, siendo siempre el primero que llega á la dificultad y vence.

Presentáronle al Rey de Arabia un alfanje damasquino, lisonja para un guerrero. Alabáronle los grandes de la asistencia áulica, no por ceremonia, si con razon ; y atentos á la fineza y arte, alargáronse á juzgarle por rayo de acero, si no pecára algo en corto. Mandó llamar el Rey al Príncipe para que diese su voto, y podia, pues era el famoso Jacob Almanzor. Vino, examinóle, y dijo que valia una ciudad, proprio apreciar de un príncipe. Instó el Rey que si le hallaba alguna falta. Respondió que todas eran sobras. Pues, Príncipe, estos caballeros todos le condenan por corto. Él entónces, echando mano á su cimitarra, dijo: Para un caballero animoso nunca hay arma corta, porque con hacerse él un paso adelante, se alarga ella bastantemente, y lo que le falta de acero, lo suple el corazon de valor.

Lauree este intento la magnanimidad en los agravios, timbre augusto de grandes corazones. Enseñó Adriano un raro sobre excelente modo de triunfar de los enemigos, cuando al mayor de los suyos le dijo, escapástete.

No hay encomio igual á un decir Luis XII de Francia: No venga el Rey los agravios hechos al Duque de Orliens. Éstos son milagros del corazon de un héroe.

PRIMOR V.

GUSTO RELEVANTE.

Toda buena capacidad fué mal contentadiza. Hay cultura de gusto, así como de ingenio. Entrambos re

« AnteriorContinua »