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DEL CALOR QUE HACE EN CHILE

A la alternativa de los vientos periódicos debe Chile el dulce y apacible temperamento que goza en la estacion ardiente, que, segun su situacion vecina a la zona tórrida, no debia esperar; y en las medias, esto es, Primavera y Otoño, aunque ménos sensible, es siempre constante y sin aquellas variedades cuasi instantáneas que he esperimentado en la Europa. En la Primavera va cuasi insensiblemente creciendo de dia en dia, y en el otoño del mismo modo disminuyendo, hasta venir en aquella a un grado de no recibir molestia de los rayos del sol, aunque se reciban por todo un dia entero; y en esa otra a no echarlos ménos cuando se carezca de ellos en todo el dia. En suma, el calor y el frio en Chile guardan una justa proporcion; y así como he hecho ver que este último es muy moderado, digo de este otro que él es generalmente de tal suerte suave, que estando a la sombra no provoca jamas al sudor, aun en su mayor fuerza. Los habitantes de los lugares marítimos, aunque sean personas ricas y de las mas delicadas y sumamente amantes de la comodidad, se visten de la misma manera y se cubren con los mismos paños para dormir en el verano que en las otras estaciones del año. En los valles mediterráneos, donde éste se hace sentir mas fuertemente, el mercurio suele subir en el termómetro de Reamur a veinte y cinco grados. Las noches estivales son deliciosas en todo el Reino.

No contradice la verdad de este calor moderado el grandísimo que se siente algunos dias en algunas partes del Reino; porque éste proviene de la malísima práctica que se tiene de incendiar muchos de sus bosques, con el fin de ahorrar fatiga en cortarlos para tener tierras nuevas, de que sembrándolas hacer mas copiosas cosechas, o para quitar los lugares de retiro al ganado que se hace montaraz. Atentos los daños que esta práctica mal entendida trae, el Gobierno debia prohibirla; porque muchas

veces el fuego se comunica a las posesiones de los vecinos y quema lo que no habia para qué quemar, no quedando exentas ni aun las casas. ¿Quién podrá poner límites a la voracidad de este elemento, cuando él por todas partes halla donde cebarse? Quien alcanza a penetrar la utilidad que deben traer al Estado los bosques, no puede ménos que mirar con dolor el desprecio y desperdicio que hacen los chilenos de este depósito, que debia ser sagrado, de riquezas naturales. No hay año que no se haga uno o mas incendios de estos bosques, y a veces concurren varios a un tiempo, con lo que inflaman el aire, de modo que cuasi no se puede sufrir en las partes inmediatas, y en las lejanas no es pequeña la molestia que causan. No ignoro que los agricultores recomiendan quemar los campos, como cosa muy propia a renovar en la tierra los jugos nutricios con las sales de sus mismos vegetables; pero tambien sé, que esto se debe hacer con tales precauciones, que en muy pocas circunstancias se hace practicable.

En Chile, pues, no se toma la mas mínima precaucion, y cada uno se cree dueño de hacer uso de estos incendios sin responsabilidad, ni al Gobierno ni al daño de los intereses del vecino. En suma, con un falso pretesto de tener tierras que trabajar, con una falsa necesidad de quitar al ganado donde esconderse: con una pasada fertilidad, que se pretende en las tierras, se creen autorizados para tomarse divertimientos con las llamas del incendio, con los choques de los utilísimos árboles que revientan, con la precipitosa fuga de los infinitos animales de toda especie que huyen de la muerte; porque ellos tienen infinitas otras tierras que trabajar; éstas, nada cansadas, y cuando lo estuviesen, hay infinitos otros modos de volverlas a su primitiva fertilidad. Lo que sucederá de esto es que al cabo de algunos años habrán acabado con ellos, y Chile, que ahora podia proveer a toda la Europa de maderas excelentes, no tendrá ni aun para sí. Y en efecto, una parte considerable del Reino principia ya a sentir escasez no solo de madera de construccion, sino aun de leña para las cocinas.

METEOROS ÍGNEOS EN CHILE

Yo quedo maravillado cuando leo en algunos autores de gran mérito y doctrina la aseveracion con que afirman que Chile está absolutamente privado de rayos; y que aunque se sienta tronar, esto sucede en la gran cordillera que lo cine. De lo que ya dejo dicho se infiere claramente todo lo contrario; no son frecuentes, pero tampoco faltan absolutamente. Yo los he sentido no pocas veces en la costa, y tambien estando algo internado en el Reino. A ninguno que sabe las causas que concurren a formarlos se le hará persuasible este irregular privilegio, mucho mas suponiendo de ellas, como el azufre, bitume, nitro, etc., en Chile una gran cuantidad. La cualidad de los vientos que dejo dicha, y la pureza de su atmósfera, que veremos en su lugar, podrán hacer que no sean tan frecuentes, pero no que él esté del todo libre de toda molestia. Debe, pues, decirse que en Chile, esto es, en su parte mediterránea, caen rayos, pero no muy frecuentemente, sino muy raras veces. No siempre los vientos soplan ni deben soplar de modo que lleven las nubes a la cordillera, y aun cuando las llevasen todas, al pasar sobre la parte mediterránea se debe convenir que ellas se van descargando de estas materias.

Puédese tambien atribuir lo poco que se esperimenta de esto en Chile, a mas de la cualidad de los vientos que reinan en él, lo mucho que se descarga su atmósfera en verano en exhalaciones o fuegos fátuos, o como otros llaman estrellas errantes que se ven a cada momento, y principalmente en los globos de fuego, que con sobrada frecuencia y con temor grande de aquellos habitantes se han visto en Chile. Por fortuna no hay memoria que alguna de ellas haya caido dentro del Reino, lo que puede haber sucedido por su grande estrechez, fuerza con que son despedidos de la cordillera, y la precipitacion con que pasan por él para sepultarse en el mar. Se ha observado que cuasi siempre ha sido su curso de Oriente a Poniente, por lo que, debiendo ser su curso por las tierras de Chile

muy corto, su misma fuerza y violencia no les ha permitido caer dentro de ellas. La luz con que iluminan el Reino, los hace notar de todos y ser vistos por el espacio de muchas leguas. No obstante que medien muchas de éstas desde el lugar en que uno está y el de su caida, se siente un estrépito mucho mayor que el de un cañon de veinte y cuatro.

Las auroras (que me atrevo a distinguirlas con el nombre de australes, porque allí comparecen por la parte del polo antártico) al opuesto se ven pocas veces en la atmósfera de Chile. En el mil seiscientos cuarenta se vió una de grandísima estension, la cual por lo que han dejado escrito los de aquel tiempo, se observó todas las noches desde el principio de Febrero hasta la fin de Abril. En este siglo se han visto cuatro. Los habitantes del archipiélago de Chilué afirman que este fenómeno se deja ver muchas veces en sus islas, lo que no es inverosímil, porque aquella extremidad de Chile tiene el polo mas elevado de lo que lo tienen las otras provincias.

A este orden reduzco el fenómeno, que algunas, aunque pocas veces, se ha observado en las orillas de su mar, esto es, un encendimiento como de fuego, porque no asiento a la opinion del abate Nolet, que afirma esto provenga de la prodigiosa multiplicacion de cierto viviente, del que no ha visto jamas la figura, ni examinado de cerca sus admirables propiedades; ni las pruebas que trae de los descubrimientos hechos en Venecia por los señores Bianchi y Griselini, porque todas las observaciones hechas por dichos señores no convencen otra cosa sino que la Lucida o Escolopendria luminosa concurre a aumentar y no a causar el color de fuego en el mar, porque se verian estos pequeñísimos insectos, puesto que con la ayuda del microscopio se pueden distinguir tan distinta y menudamente, como nos los describe el Griselini. ¿Y qué se deba decir de estas observaciones, si otros naturalistas como Bomaire le Roy, como Orter, las desmienten, no habiendo podido descubrir ni con microscopios a los sobredichos insectos u otros a quienes se les pueda atribuir semejante fenómeno? Tampoco puede atribuirse esta iluminacion del mar al fuego que llaman de San Telmo, porque este es un fuego eléctrico, que proviene de la ajitacion del mar, y esta iluminacion se observa estando quietísimo y sin que hubiese precedido alguna tormenta o borrasca en el mismo mar. Yo con estos autores, que ciertamente son mas físicos y naturalistas que el Griselini y el Bianchi, soy del parecer que la causa de esta iluminacion del mar se debe atribuir a una materia fosfórica, la cual por el aire, por otros licores, por el calor, es puesta en accion. Su efecto, esto es, la iluminacion del mar con color de fuego, no es frecuente en Chile, como lo es en las islas Maldivas y costas del Malabar, sino de muy tarde en tarde, ni tampoco por lo que infiero de la relacion que hace el Griselini es esta en Venecia, como la que digo he visto en Chile. El mar se deja ver al modo de una aurora boreal en su mayor iluminacion, o por arrimarme mas a lo que he visto, se ve el mar como una hoguera que no hace llama; sus olas son todas fuego y si se revuelve es todo fuego; en suma, no tiene otra imágen que pueda representarle mejor que el fuego de una gran brasa. No puede ser otra la causa de esto que el concurso copioso de materias fosfóricas, que vienen

HISTORIA DE CHILE.--LIB. I.-CAP. XIV

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suministradas de las sulfúreas bituminosas, y nitrosas de que abunda el Reino. Dura esto varios dias mientras dura la combinacion necesaria para tal efecto, el cual no es ciertamente tan frecuente, porque las materias no se combinan bien.

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