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DOTES DEL ÁNIMO DE LOS INDIOS CHILENOS

Por lo que toca a las dotes del ánimo, han sido los indios de Chile muy mal calificados. Son hombres, se dice, sin discernimiento, sin cordialidad, sin gratitud. Por falta del primero, aman fuera de modo la libertad; por lo segundo, descuidan del todo de sus hijos y no miran sino por sí; y por lo tercero, todo creen que se les debe. El amor de la libertad los lleva a la obstinacion, el descuido de los hijos a la brutalidad de matarlos, y al derecho que creen tener, sobre todo, al exceso mayor de los robos. Nada mas falso que todo esto. Ninguno, ciertamente, de los que los han pintado así ha conocido a fondo los ánimos de los indios. Yo hallo esto por lo mas difícil de penetrar; porque el indio pone todo su estudio en ocultar su ánimo y hacerse capaz a fondo del de los otros.

En efecto, lo probaban así los misioneros pasando entre ellos un estrechísimo noviciado. Probaban de todos modos su paciencia, los provocaban al enfado, les disturbaban el reposo, les hacian padecer la carestía, así porque les robaban lo que tenian, como porque les negaban todo; fingian no entender lo que se decia y hacian lo contrario, y, en fin, llegaban a formar tumultos contra su persona, y entre tanto estas duras pruebas estaban siempre atentos a sus palabras y al gesto de sus rostros; todo a fin de ahí inferir qué dotes adornaban su ánimo, y segun que las hallaban, era su calificacion, en lo que ciertamente no erraban: particularmente pretendian indagar si era amante de su nacion. Conforme era la calificacion que de él hacian, despues de muchas y constantes pruebas, era el porte que con él tenian; si decian en honor del sujeto abrian sus pechos para darse a conocer, o los mantenian ocultos, si de hombre de corazon no recto para con ellos, y de quien, como tal, mas daño que provecho podian esperar; lo trataban siempre con recelo, se fingian con él simple, se hacian no entender lo que les decia, y, en fin,

le seguian los pasos, notaban sus palabras como tambien sus movimientos. Esta era la causa por que algunos de estos misioneros, aunque llenos de zelo de las almas de aquellos infelices, hacian muy poco fruto entre ellos. Una vez calificados de poco adictos a su nacion, todo se recibia mal de ellos y como cosa dirigida a quitarles su amada libertad o a lo menos a coartársela. Por el contrario, si la calificacion era de hombre de quien se podian fiar, le confiaban aun lo mas interno de sus corazonos y entonces le descubrian el fin que habian tenido en tan duras pruebas como le habian hecho pasar. Desde aquel punto todo se mudaba, todo era obsequiarlo, todo escuchar sus razones, franquearle sus casas y mostrar gusto particular en que viniese a ellas el misionero; sus reprensiones, como fuesen dadas con modo suave y la razon por delante, eran bien recibidas: en suma, el misionero hallaba por todo el país y cualquier parte que él fuese, otros indios que los que habia experimentado hasta allí; era de todos bien recibido, igualmente obsequiado, escuchado y aun consultado en muchas materias. Porque cualquiera que fuese la calificacion, corria por toda la tierra, avisándose todos de las bellas dotes que habian observado en el misionero, como tambien las malas para que se guardasen de él. Siempre mandaban su mensajero con estas cartas de recomendacion o de vituperacion, las que de unos a otros pasaban en breve tiempo en noticia de todos.

Esto que no se hace sino con un grande discernimiento, he querido no tanto traerlo en prueba de que tienen ellos capacidad y mucha sagacidad, cuando por dar una necesaria instruccion a los que, movidos de Dios, quisieran aplicarse al santo ministerio de las misiones entre estos indios. El debe suponer, lo primero, todas las pruebas imajinables sobre su persona a fin de sacar fuera todos los sentimientos de su ánimo. Lo segundo, que siempre hay quien les escuche y que entiende perfectamente el español; que no dirá una palabra que no sea llevada a todos los del partido, que no hará una accion que no venga a noticia de todos. Lo tercero, que cualquiera accion imperiosa lo hará odioso, que cualquiera de interes lo hará despreciable; que cualquiera de cobardía o de temor los hará mas insolentes y él será sugeto de su irrision. Lo cuarto, débese mostrar con ellos siempre afable, aun en medio de horas y horas, que estarán de propósito con él para consumir, si es posible, su paciencia, sin licenciarlos jamas; cordial, no solo compadeciéndolos en sus infortunios sino regalándolos con lo que pueda; respetuoso, dándoles asiento honorífico y usando todas las cortesías mayores; porque no hay cosa por donde se gane mas el corazon de estos indios, que por el honor que se les hace. Lo quinto, no hablar jamas ni aun contestar a los discursos que ellos les moverán sobre la repugnancia que han mostrado en sugetarse a otro gobierno mejor reglado que el que tienen, y, en una palabra, no soltarles proposicion que pueda interpretarse siniestramente sobre el punto de su libertad.

De esta sábia conducta de los indios, aunque imprudentemente practicada, ha nacido en varios misioneros la negra calificacion que han hecho de las dotes de sus ánimos. Ha sucedido esto por lo que han hecho con ellos, no entendiendo el refinado fin de su proceder. Ellos

HISTORIA DE CHILE.-LIB. VI.-CAP. III

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creyéndolos de ánimos viles, han usado con ellos acciones de desprecio, con lo que los han herido en lo mas vivo de su ambicion, que es el honor, y esta herida es incapaz de cicatrizarse, no solo en el que personalmente la ha recibido, sino en toda la nacion. Ellos creyéndolos de ánimos apocados, han correspondido con mucho menos a lo que ellos los han regalado, con lo que ellos argumentan la adicion a los bienes temporales, y mucho mas si ven que intente prevalerse de sus sudores para aumentarlos, y concluyen que él se cree superior a ellos. Creyéndolos de ánimos. doblados y revoltosos muestra hacer poco caso de sus delaciones, y como tales las divulga, y a cuanto le cuentan de la intrepidez, del coraje, de la constancia con que su nacion ha sostenido la guerra, cuanto les ha costado aquella su libertad, las desgracias que por ella han tenido que sufrir y trabajos que padecer, ni muestra compasion de estas, ni alaba aquellos otros, sino que por el contrario se hace ver indiferente a estos y a esos otros por una gloria vana, o tal vez por una amenaza de una nueva rotura, los hiere en el punto mas sensible de su reputacion, que es el guardar la palabra dada. El poco conocimiento del ánimo de estos indios de algunos novicios misioneros, por causa semejante ha puesto en arma todo el Reino no pocas veces, cuando los indios no tenian pensamiento de eso. Despues de hechas las primeras paces, a la verdad no han ellos declarado la guerra sino en fuerza de algunas extorsiones que les han hecho algunos particulares y que el gobierno no ha castigado, contra lo pactado en las capitulaciones. El gobierno, por otra parte, no ha tenido en ello culpa, porque, o no pudiendo haber a las manos los reos, o no siendo las deposiciones de ellos tan constantes que se les convenciese del delito que se habia cometido en su territorio, no ha hallado motivo de castigarlos como ellos pedian.

En conclusion, yo digo que el indio chileno por el respecto a las dotes de el ánimo debe definirse amante de la libertad al exceso, despreciador de la vida, cuando se trata de la conservacion de la Patria, constante en las fatigas y empresas, vanaglorioso y soberbio en sus fortunas, superior a sí mismo en sus desgracias, animoso e intrépido en los peligros, fiel en sus contratos, hospitalario en sus casas, generoso de sus bienes, perpicaz en sus proyectos, sagaz y astuto en sus tramas, e ingénuo con quien cree de su partido. Ama lo que cree virtud, como el coraje, la sagacidad, el secreto, la astucia, la ciencia militar, el amor de la Patria, el odio a todo género de servitud, la constancia en las fatigas, y, en suma, todas aquellas cualidades que forman un hombre guerrero: estas busca y requiere en sus hijos, les da esta educacion y procura de todos modos para que salgan adornados de ellas por honor propio de su persona. ¡Ojalá los cristianos hubiesen tanto cuidado de inspirar a sus hijos lo que ellos creen y saben es virtud, cuanto los indios hacen con los suyos sobre estos puntos!

Esto que acabo de decir de los bellas dotes del ánimo de los indios chilenos, supongo que ninguno se atreverá a calificarlo de lisonja, pues esto solo tendria lugar cuando ellos constituyesen la nacion dominante de el Reino, cuya historia escribo. Tampoco creo se persuadan en mí parcialidad por esta nacion, por lo que ciertamente en lo humano no tengo

sino motivos poderosísimos para vituperarla; porque a la verdad pocas. familias habrá en Chile de las que hayan ellos derramado mas sangre que de la mia. El amor de la verdad es el que me conduce, y no la ciega pasion, con que han escrito hasta ahora los autores; los que si se leen con reflexion, se hallará que ellos se contradicen en muchos puntos de la calificacion que han dado de su poca capacidad, de su ninguna cordialidad, de su ninguna gratitud, cuando en la narracion de la guerra cuentan con admiracion los ardides que han usado para hacer caer a los españoles, la buena disposicion de sus tropas, las precauciones oportunas, la disciplina militar bien ordenada, porque cuanto mas esto se ponderaba mas se hacia resaltar la gloria del español, que vencia; pero al mismo tiempo deshacen lo que dejan asentado antes. Alaban la conmiseracion a los inocentes niños, a quienes no privaban de la vida, sino que conducian a sus casas y criaban entre sus hijos, y muchos aun de los grandes los tenian prisioneros; esto pues no se hace sin cordialidad. Finalmente, hecha la paz, un español solo que corre toda su jurisdiccion alojándose por todas sus casas, mantenido y regalado de ellos, y que sin que lo sienta la tierra podia ser muerto, vuelve a su casa sano y salvo y colmado de regalos. En fin, júzguese de esto lo que se quisiere, yo llamo la atencion del lector en prueba de esta verdad a todo lo que me queda de decir de estos indios y de las guerras con los españoles, de todo lo cual se deduce clarísimamente la definicion que yo he dado de su ánimo, y no otra la que se toma de otras malas propiedades, que yo nunca tomaré el empeño de justificar, pero si sostendré que por ellas no se debe definir tan denigrativamente el ánimo de los indios.

Tres vicios predominantes en todos ellos son estos: la borrachera, a que se entregan sin medida; la desidia respecto a los intereses domésticos, de que descuidan totalmente; y el loco y frenético amor de vengarse de sus enemigos, que pasa de padres a hijos, nietos y mas generaciones. La incontinencia por la pluralidad de mujeres han querido algunos contarla entre los vicios predominantes; pero en la realidad no es ello así, porque, lo primero, ni en sus conversaciones las mas familiares son objeto de ellas las mujeres, ni se explican en términos puercos; y, en una palabra, cuasi jamas se oyen de sus bocas palabras impuras. Lo segundo, bien que la poligamia esté autorizada por sus leyes y costumbres, el número de las mujeres se endereza mas a la ostentacion y al interes que de ahí les resulta, que a la satisfaccion del brutal apetito. Cuantas mas mujeres tienen, son, en la realidad, mas ricos, porque éstas trabajan contínuamente por el marido y así él tiene mas que vender. Lo tercero, no son frecuentes sino muy raras entre ellos las simples fornicaciones, aunque ellas no sean castigadas con el rigor que diré del adulterio. En conclusion, no negaré que no haya de uno y otro, pero dité que no es comun, y por ventura ni tanto como en los cristianos, a quienes su creencia les amenaza graves penas en la otra vida.

LENGUA DE LOS INDIOS DE CHILE

La lengua de estos indios, Chili-dugu, a cualquiera que reflexiona su armonía, su concision, su abundancia, su dulzura, su viveza de expresion hace ver, desde luego, una nacion dotada de un grande ingenio, porque no se puede concebir cómo una nacion, ahora bárbara, sin ciencias, sin comercio, sin artes, pueda hablar un idioma tan perfecto, tan abundante, tan expresivo, tan dulce. Esto que hará constante la breve idea que voy a dar de esta lengua, puede servir de argumento para discurrir que esta nacion, en tiempos atras, estuvo civilizada, que su idioma sea un indicio de su perdida cultura.

La lengua chilena es diferente de todas las otras lenguas que se hablan en América, no solo por las voces sino por la construccion. Esta, en medio de la mayor' simplicidad, encierra un artificio admirable y una conexion tan bien ordenada y constante en sus preceptos gramaticales, que pendiendo los siguientes de los antecedentes, su teoría se hace tan fácil que puede uno emposesionarse de ella en pocos dias. Por otra parte, sus preceptos y reglas son tan pocos que en un pliego se pueden contener todos, y éstos tan precisos que pocos de ellos padecen excepciones. Esta regularidad podia suscitar una idea poco ventajosa de esta lengua; pero al considerar su correccion y dependencia de unos preceptos con otros, ella debe desvanecerse.

En el alfabeto de esta lengua se contienen todas las letras del latino, quitada la x. Algunos gramáticos quieren quitar la b y la t, sustituyendo la v consonante; pero la b ocurre mucho, y la t bien que mas suave que la latina, se hace sentir muy bien en muchos vocablos. Fuera de esta letra, su alfabeto presenta dos desconocidas para los europeos, esto es, una g, que se pronuncia juntamente con la nariz, y para distinguirla de la otra comun, se la añade la aspiracion h en las palabras que la piden, y aun f, que se pronuncia tocando el paladar con la lengua, y del mismo

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