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Sí: a V. Exa., y no a otro debo dirigirla; y en el mismo acto debo tambien decir que ella, si viene á la luz, siempre será de V. Exa., y no mia; porque si no hubiesen intervenido sus órdenes, ella jamas hubiera llegado al fin, ni se hubiera puesto en estado de venir al público.

Los defectos que en ella conozco, podian solo retraerme de ponerla en manos de V. Exa.; pero estos mismos para no parecer a los ojos del público tan grandes, no piden menor proteccion, que la de V. Exa., de la cual estoy yo cierto, que los hará tan ligeros, que ni aun merezcan el título de lunares, aun para con los críticos de este siglo de las luces.

El respeto que debo no me permite pasar adelante, principalmente con el justo temor de ofender la moderacion de V. Exa., por lo que concluyo suplicándole a admitir la presente dedicatoria, como un acto, no tanto de obediencia á sus órdenes, que sino de particular adhesion a su persona, que Dios prospere para felicidad de la América y de la Corona, conservando su vida por muchos años. Bolonia, veinte y ocho de Enero de mil setecientos ochenta y nueve.-Excelentísimo Señor.-B. S. M. de V. Exa. su obsequioso servidor y Capellan.-D. Felipe Gomez de Vidaurre.

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PREFACIO

El Reino de Chile que yo considero como uno de los paises mas beneficiados de la naturaleza, lo hallo todo él tan desfigurado por los Geógrafos, que, apenas por la descripcion que de él hacen, se puede venir en conocimiento de su situacion en el Orbe. Su benigno clima no solamente injustamente degradado de aquel punto en que debe colocarse, sino que lo han llegado á poner en la clase de los mas nocivos ó mortíferos; sus producciones utilísimas, u omitidas del todo, o mal esplicadas, o equivocadas, ó confundidas: sus habitantes nada bien caracterizados: sus guerras no espuestas con aquella sinceridad y verdad que conviene: finalmente, su estado presente por ninguno espuesto. Hé aquí lo que me ha hecho pensar a una Historia Geográfica Natural y Civil de este Reino.

No ignoro los muchos que han escrito con sumo aprecio de este Reino: un Ulloa, un Frezier, un Feuillée estarán siempre en la memoria de los Chilenos por el crédito y estimacion que han procurado a su Patria con sus escritos; los cuales ciertamente habrian bastado para quitar del mundo las falsas preocupaciones, que han causado los Geógrafos contra este Reino; pero como estas obras por su naturaleza no pueden deshacer todos los errores, ni ellas para esto sean buscadas, ni leidas, de aquí es que muchos hasta el dia de hoy caen en no pocos descomunales.

Los historiadores de este pais, solo ellos podian desterrarlos todos; pero por desgracia de este Reino, arrebatados éstos del deseo de pintar hechos gloriosos de una y otra parte, han descuidado de hacer conocer al mundo el lugar disputado, como que no concurriese a la gloria de los conquistadores la posesion de un terreno sanísimo, fertilísimo y riquísimo, y no fuese esto bastante para justificar la oposicion obstinada de sus primeros poseedores. Deslumbrados, creo yo, con el resplandor del oro y de la plata han ponderado las muchas minas de estos metales que tiene Chile, con un perpétuo silencio de los otros metales, de los semimetales, y de infinitas otras producciones del reino mineral, las cuales, yo me persuado, que bien examinadas y pesadas, harán ver a Chile, si se divul

gan, mucho mas rico, que aquello que lo han hecho ver estos autores con sus tan ponderadas minas de oro y plata.

Lo mismo hallo que sucede en el reino animal, en el cual todo es estenderse en la multiplicacion que han hecho en el Reino de Chile los animales llevados de Europa, mereciéndoles tan poca atencion los propios del país, que han quedado satisfechos de su trabajo con solo haberlos indicado. Cuando a la verdad, aunque ellos sean pocos, son dignos de particular mencion por la utilidad que traen al Reino y la que pueden traer al público, domesticando algunos de ellos. Lo maravilloso es que estos autores pretenden hacer ver al mundo en el Reino de Chile, cuya historia texen, un bellísimo país, rico y abundante de todo, y se pasan sin exponer las muchas plantas alimentares, las infinitas medicinales, las sustanciosas carnes de sus animales, la bondad de sus lanas, sus aceites, y en fin, sin entrar en la descripcion de las cosas que hacen feliz y rico a un país. No me atreveré a decir que esto sea efecto de la ignorancia de la historia natural de los vegetales y minerales, porque algo dicen de estos, en que se muestran no estar agenos de esta debida instruccion en un historiador; pero no dudaré decir que ellos han mostrado despreciar una ciencia, la que, vaciada en sus obras, las haria apreciabilísimas. Las ciencias, las artes se hubieran adelantado por su medio. Las ciencias con nuevos descubrimientos en puntos de Física y de Historia Natural; y las artes con las nuevas ayudas que pueden sacar de su relacion; y al país le hubieran abierto nuevos ramos de comercio con que él floreciese mas.

Como que no condujese a la mejor intelijencia de su historia, ni el mundo en ello se interesase, se han pasado sin decirnos ni la construccion de la máquina animal de sus primitivos habitantes, sobre que hay en Europa no pocos errores que desvanecer, sin indicarnos los datos de sus ánimos, que se caracterizan del todo bárbaros, del todo inhumanos por el comun de los europeos, sin dar una ligera idea de su lengua, que no se estima, porque no se ha hecho conocer; sin esplicarnos su religion, por lo que falsamente son tenidos por ateistas; sin decir sus costumbres, que por eso son tenidos por desarreglados al exceso; sin deslindar su gobierno doméstico, civil y militar, porque se ha creido reinar entre ellos una perfecta anarquía, un enorme desbarato y un desordenado y tumultuante egercicio de las armas; sin sugecion, sin subordinacion, todo por capricho, todo por sorpresa, todo por correrías, todo por latrocinios y cruelísimas muertes. En una palabra, todas estas historias no presentan mas que un campo, todo él bañado de sangre y cubierto de cadáveres; no hacen mas sino mutuas hostilidades, ni oir que los clarines de la victoria. ¿Pero qué provecho saca de esto el público? No otro que el impresionarse contra aquella parte que ve pintada mas cruel, mas inhu

mana.

De esta naturaleza hallo yo todas las historias que hasta aquí se han escrito de Chile, y me persuado que todo hombre de sano juicio, y no prevenido, que ponga los ojos sobre ellas, convendrá en que estas historias no han traido provecho alguno al público, y que no han causado otro efecto en él, que al estrangero impresionarlo contra el español, que

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despuebla, segun ellos, un país por imposesionarse de él; á los españoles contra los indios, que derraman tanta sangre de sus patriotas que parece quieren incitarlos á la venganza y hacer irreconciliables estas dos naciones. No es esto lo que sucede con la Araucana de Ercilla: ella es todo guerra, todo batallas, todo ardides, todo hostilidades, todo muertes; pero que no sabemos sino por el título que han sucedido en Chile, por que de éste nada dice ella que haga ver la construccion de su terreno, la situacion de sus lugares, las qualidades de su clima, la fecundidad de sus producciones, y en suma, nada de lo que conviene a conocer el lugar de las guerras que canta. Ciertamente hubiera hermoseado mas su elegante poema, que con los episodios que forma sobre algunos hechos.

¿Qué otra cosa hace Ovalle en su breve relacion de Chile que empeñarse en declarar la fecundidad de este Reino en el punto de los frutos estrangeros? Esto estaba muy bien, si al mismo tiempo hubiese hecho ver esto en las muchas plantas utilísimas del país. Así, se pierde en pintar los hermosos valles, las grandes dehesas, las bellas colinas que las ciñen, las cristalinas aguas que las riegan, pero sin decirnos las estimables propiedades de sus plantas, las qualidades de sus aguas, y que es lo que haga apreciables sus siempre verdes árboles. Del mismo modo, si al paso que pretende demonstrar la nobleza que puebla el Reino de Chile, sus costumbres, su policía, su urbanidad y buena crianza, hubiese acompañado una descripcion de sus primitivos habitantes, en que hubiese hecho ver su religion, sus costumbres, su gobierno, tanto doméstico, como político y militar; si a la constancia y valor con que dice se oponian a las superiores armas españolas, hubiese esplicado las dotes de sus ánimos y los talentos de sus mentes; si al celo grande y ardiente de los misioneros hubiese espresado los motivos de su repugnancia a la religion católica, en un siglo que ha pasado desde que ella se imprimió, ya se formaria concepto muy diverso del que se hace aun de esta nacion fuerte, guerrera, gentil é indómita. Yo estoy persuadido que el no haberse aplicado los primeros españoles que entraron en Chile a conocer los ánimos de sus habitantes, para de ahí darles el trato mas conveniente a sus genios, ha sido la causa del odio que aun hasta ahora nutren en sus pechos contra la nacion española. ¡Cuán útil pues hubiera sido una historia que hiciese conocer a fondo estos indios! Cuánto se hubiera iluminado la Corte para dar sus sábias providencias! ¡Cuántos mas vasallos tuviera hoy S. Mag.! ¡Cuánto mas floreciente estuviera hoy la cristiandad entre ellos!

A poco mas se estienden las Historias del Padre Diego Rosales y de don Pedro de Figueroa. Pero éstas que hubieran dado alguna mas luz, han quedado sepultadas en el olvido por accidentes no previstos. La de don Miguel Olivares mas que todas hubiera contribuido a todo esto, pero esta se halla hoy comprendida en la catástrofe de los jesuitas. En ella el autor hace ver, aunque muy ligeramente, la situacion y division natural del Reino, muchas bellas producciones, aunque sin especificar sus usos, y a lo que pueden aplicarse; el carácter de sus primeros habitantes, aunque no tan bien entendido: fuera de otros ménos notables defectos que cier

tamente nublan su gloria. Pero ella es, en fin, la que hace mas conocer así el Reino, como los habitantes de él.

Una historia, pues, que ponga bajo los ojos del lector el Reino no mas entendido que lo que él es, que hiciese ver su division natural, que hablase de estas sus partes, que esplicase su temperamento, su clima, aduciendo las causas que lo constituyen, tal cual se representa, que no omitiese sus meteoros, que hiciese ver sus aguas, tanto de lluvias como minerales y termales, que describiese sus volcanes, refiriendo sus erupciones, que no pasase en silencio sus terremotos, como ni las causas que para ellos puede haber; habria descrito de modo el Reino de Chile, que ella sola desterraria fundadamente los errores de los geógrafos. Si despues pasase a describir sus producciones en el reino vegetable, por lo ménos las mas útiles, y al mismo tiempo que las caracterizaba, digese los usos que de ellas se hace en el Reino, sin omitir los que podian tener en el comercio, lo habria hecho ver abundantísimo de alimentos, sumamente proveido de antídotos, y no ménos rico de ayuda para las artes. Si en la Mineralogía pusiese estudio de descubrir, internándose en las entrañas de su terreno, el cobre, el mercurio, el fierro, la platina, y de los minerales, el azufre, el cobalto y zingo, y tantas y tan abundantes especies de otros minerales, lo habria ciertamente hecho conocer mas rico que por los preciosísimos metales de oro y plata. Si en el reino animal, a mas de la numeracion de los animales propios, pusiese su docilidad, propusiese la utilidad de sus carnes, de su piel, de sus lanas, habria no solo ilustrado el Reino, sino abiértole nuevas fuentes de sus tesoros. Si en la descripcion de sus naturales los pintase en la construccion de sus cuerpos bien formados, en las dotes de sus ánimos jenerosos, abiertos, despiertos; en su gobierno doméstico, desbaratados; en su civil no mal reglados; en su militar, obedientes y sugetos; habria hecho mudar el concepto que de suma barbarie y rusticidad se tienen; habria dispuesto el ánimo de sus lectores para entrar con gusto en la narracion de los contrastes con los españoles. Finalmente, si despues de concluidas las guerras descendiese a esplicar los establecimientos de los vencedores, espusiese sus progresos, su cultura, su comercio, su gobierno, sus provincias, sus ciudades, sus villas, sus lugares, habria hecho conocer el estado en que se halla hoy el Reino de Chile.

Ved aquí la idea de la historia que te presento, oh! benigno lector. Conozco lo grande del asunto y veo que mis fuerzas no pueden llegar a llenar el proyecto. Con todo, yo lo abrazo por el deseo que tengo de servir al público y de hacer conocer a mi patria en su propio y verdadero aspecto. Por otra parte, la suspension de todo ministerio me presenta todo el tiempo que puedo necesitar para trabajarla. La union de mas de doscientos sujetos en una pequeña ciudad, que me presenta la idea de un Colegio de Jesuitas, todos ellos versados en las cosas de Chile, con quienes consultar mis dudas y de quienes recibir las informaciones mas exactas de todo, me ha determinado a tal trabajo; porque con la ayuda

1 Como se sabe, los jesuitas chilenos, despues de su espulsión en 1767, se establecieron en Imola, donde residia Gómez de Vidaurre, y donde por consiguiente, podia consultarlos á cada momento.

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