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za sino por una pura curiosidad, y así a esto no se puede atribuir la escasez que de ellos se nota.

De los anfibios de agua dulce, solo dos especies, fuera de las nutrias, de que he hablado, se conocen hasta ahora en Chile, que son el guiglin y el coipu,

El guiglin es una especie de castor por la fineza de su pelo, aunque él no tenga las propiedades y gobierno republicano que se observa en el castor. El guiglin tiene la cabeza cuasi cuadrada, las orejas cortas y redondas, los ojos pequeños, la nariz obtusa, la boca armada de cuatro dientes incisivos muy agudos, dos en la quijada de abajo y otros dos en la de arriba, y diez y seis molares. Tiene cuatro piés con cinco dedos cada uno; los de adelante están unidos por una pequeña membrana, y los posteriores por otra que llega hasta el nacimiento de las uñas. Tiene el lomo ancho y larga la cola, chata y poblada de pelo. Este, en su espalda (si se habla del largo) es castaño oscuro, con algunas pequeñas manchas cenicientas; y si del interno y corto, de color de canela, y en el vientre uno y otro se aclaran, de modo que viene a parecer blanquizco. El pelo corto, que es estimable, recibe bien toda suerte de colores y con él se trabajan sombreros, que se equivocan con los del verdadero castor. La grandeza de este animal, tomado su largo desde los labios hasta el principio de la cola, es de cerca de tres piés. Habita los lugares mas profundos de los rios y de las lagunas, donde está largo tiempo sin salir afuera a respirar. Se alimenta de peces y de cangrejos, y todo el que se coge en las nasas suele ser para él. Sale fuera del agua y de su cueva para deponer sus excrementos, y esta es la circunstancia de que se valen los cazadores, aguardándolo vecinos al lugar a donde él viene siempre a hacer esta funcion, porque en cualquiera otra es muy difícil sorprenderlo. El guiglin es naturalmente feroz y atrevido, de modo que corre a robar el pez de las nasas aun a la presencia del pescador. La hembra pare dos o tres.

El coipú es un raton acuático de la grandeza de la nutria, a la cual se asemeja mucho en la forma y en el color de su pelo. Tiene el hocico largo con pelos largos y recios, los ojos redondos, las piernas cortas y la cola mediana, gruesa y peluda; en los piés anteriores, cinco dedos bien separados, y otros tantos en los posteriores, pero unidos por una membrana. Habita, ya en la agua, ya en tierra, y no es de natural feroz, ántes bien se domestica tanto que no solo obedece a la voz de quien cuida de él, sino que se muestra agradecido con ciertos movimientos graciosos de su cuerpo. Se acostumbra a comer de todo, como a hacer ciertos juegos de saltar, sentarse, etc. Con un poco de paciencia y de industria, se le podria acostumbrar a la pesca mejor que a las nutrias. La hembra se desembaraza de cinco a seis hijos, que conduce siempre consigo cuando va a buscar su alimento. La voz es un grito agudo que él no da sino cuando es herido o molestado, y aunque se vea maltratado o perseguido, no se irrita ni se bota contra alguno; cuando se le amenaza, sentándose sobre sus dos piés posteriores, da un grito lastimoso; es, en suma, un animal inocente que en nada daña y de quien se puede recibir alguna utilidad, porque su pelo, ciertamente, se puede aprovechar.

CUADRUPEDOS TERRESTRES CARNÍVOROS

Los cuadrúpedos terrestres unos son digitados y otros cornípedos; de los digitados, unos son carnívoros y otros se sustentan de vegetales. En todos estos órdenes tiene Chile cuadrúpedos terrestres notables y útiles. Ved aquí los mas notables de este género.

El chingue. Este es singular por la arma con que se defiende y útil por su piel. El es, por la estatura, un poco mayor que un conejo, pero en su figura es del todo diferente. El color de su piel es azul oscura, fuera de la espalda, donde desde la cabeza hasta la cola se ve una lista compuesta de anillos o manchas redondas, blancas. Tiene la cabeza un poco larga, las orejas anchas y peludas, los ojos grandes, el hocico agudo, el labio superior mas largo que el inferior, la boca rasgada hasta los pequeños ángulos de los ojos, armada de dientes agudos; los laterales de delante son mas grandes que los del medio. Las piernas posteriores son mas largas que las anteriores, unas y otras tienen cinco dedos armados de uñas largas. Lleva siempre la cabeza baja, el espinazo encorvado y la cola, que es muy poblada de pelo y tan larga como su cuerpo, plegada hácia arriba, y en su punta la abre y cierra a su arbitrio. Este animalito es mansueto y amante del hombre. El entra en sus casas, principalmente de campiña. Allí come lo que encuentra; pasa entre los perros con toda libertad, que no se la disputan ni éstos ni los hombres, ántes bien todos le tienen respeto y le temen, bien que no haga mal ni con sus dientes ni con sus uñas. El se ha alzado en este derecho por un cierto licor pegajoso, diferente de la orina, que lleva en una bolsita puesta cerca del orificio, donde principia la cola. Este licor tiene un olor tan agudo, tan pestífero, tan sofocante, que con dificultad se hallará entre las producciones naturales, cosa que se le pueda comparar. A mas de esto, él es tan tenaz, que no se disipa sino muy difícilmente y pasado mucho tiem

po. Cuando el animal se ve acometido, levantando prontamente los dos piés posteriores, despide contra el agresor con violencia este licor pestilencial, con cuyo medio él queda libre de todo peligro. El vestido que le ha tocado, es preciso abandonarlo del todo, porque si no es despues de reiteradas lavaduras con legía fuerte, no se le viene a quitar. El lugar queda inhabitable por mucho tiempo, ni se encuentra aroma ni perfume que pueda superar el hedor.

Los perros que han sido rociados de él, quedan aturdidos y como insensatos, se revuelcan en la arena o en el barro, o contra la tierra, hasta llegar a hacerse sangre en las narices; se entran frecuentemente en el agua, corren ahullando como furiosos por la campiña y se enflaquecen; porque mientras sienten la pestilencia de este licor, no se aquietan y es cuasi nada lo que comen.

El chingue, con todo, no usa de esta su arma contra los de su especie, en las riñas frecuentes de amor que traen entre sí. Tampoco este pestilencial olor se comunica ni a su piel ni a su carne. No obstante todo esto, los indios y gente de campiña lo matan, evitando el peligro de quedar rociado de él, porque lo saben coger de modo que él no lo puede despedir; esto es, tomándolo por la cola y levantándolo prontísimamente en alto, porque entónces estirándose los nervios de la vejiguilla, cierran su boca y le dan prontamente uno o dos palos en la cabeza, con lo que él queda muerto, y hasta no estaras egurados de esto no lo sueltan, porque si no seria lo mismo que condenarse a padecer las penas del infierno. De su piel, que es bella, como se infiere de lo dicho, y de un pelo muy suave, hacen bellísimas cubiertas de cama, pero no curtidas como pieles, porque aun no ha llegado a Chile este arte, sino secándolas a la sombra y despues manejándolas y refregándolas por todos los lados posibles, las vienen a suavizar como si fuesen curtidas, y últimamente unen unas con otras en proporcion de la grandeza que quieren darle y tal vez valiéndose industriosamente de la pinta natural de ella, forman un dibujo de bastante buen gusto y que da hermosura no poca a la cubierta. El alimento ordinario de estos animales son los huevos y volátiles, que él sabe cazarlos con astucia.

2. La cuya, que merece aquí mencion por limpiar los campos de los ratones, de que ella se nutre y en cuya caza va contínuamente. Esta se puede tomar por una especie de putario o de tureto, porque tiene mucha semejanza con estos animales en la grandeza, en la formacion de su cuerpo, en la dentadura, en la disposicion de sus dedos, y en la manera de vivir; pero difiere de ellos en los ojos, que los tiene negros, en la nariz, que es un poco alzada en su extremidad, a manera de la de el puerco. Su pelo es suave, tupido, y del todo negro. Tiene la cola bien poblada de pelo, larga cuanto el cuerpo. Como en los campos de Chile halle él sobrada caza de ratones y de volátiles, se mantiene montaráz. Vive en cuevas como esos otros animales. Finalmente, como en los campos de Chile no hay conejos y ellos no se acuesten a las cazas, no se sabe si tambien haga la caza a ellos como a esos otros.

3. Es el quiqui animal feroz por su naturaleza y sumamente colériço. Este es una especie de huron. Vive como éste bajo de tierra y se

HISTORIA DE CHILE.-LIB. V.-CAP. XIV

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alimenta, como el antecedente, de ratones y pájaros. Es grande poco mas de un pié, tomada la medida de la punta de su hocico hasta el origen de la cola: su color es oscuro, tiene la cabeza chata, las orejas pequeñas y redondas, el hocico en forma de cuña, la nariz chata, con una mancha en el medio, la boca rasgada, las piernas bajas y la cola corta.

4. Es el culpeu, que fácilmente se equivoca con la zorra comun, y por lo ordinario se cree que no sea otro animal, sino una zorra grande, pero bien examinado, difiere de ella, no solo por la grandeza, que llega a ser de dos piés y medio desde la punta de su hocico hasta el orígen de la cola, y alto mas de un pié y medio, sino tambien en el color, que es mas oscuro, y en la cola, que es larga, derecha y cubierta de pelos cortos hasta su extremidad, como la del perro ordinario. La voz es débil y algo semejante al ladrido de aquel: en lo demas, esto es, en sus orejas, la situacion de sus ojos, en la dentadura, en la disposicion de sus dedos, en la habitacion y alimentos, conviene perfectamenta con la zorra. Al ver el culpeu al hombre se para sin temor y se pone como a contemplarlo, por lo que es fácil cogerlo con escopeta. El tiene las propiedades todas de la zorra, menos la de huir al perro, porque le hace frente y no dificulta entrar en batalla con él, y aunque por lo comun la victoria se declara por el perro, no es esto sin gran trabajo y con no pequeño esparcimiento de sangre.

5. El gato montés, de que hay dos especies, esto es, la guiña y el colocolo, ambos habitantes de los bosques de Chile y semejantes al gato doméstico en la forma, aunque un poco mas grandes que él, y su color y cabeza mas gruesas. La guiña es de un color atabacado, graciosamente variado de manchas negras redondas, las cuales se extienden hasta la cola. El colocolo es blanco, manchado irregularmente de negro y de amarillo claro. Su cola hace diversos círculos negros hasta la punta. Estos animales hacen la guerra a los ratones y los volátiles, en cuya busca suelen venir a la caza de campiña, donde hacen riza en los domésticos.

6. El pagui, que los españoles han llamado leon por la conformacion de su cuerpo, semejante a la del leon africano en un todo, si se exceptúa la guedeja de que está adornado; porque el pagui o leon chileno tiene todo su pelo corto e igual en todo su cuerpo; este pelo, en la parte superior de su cuerpo, es ceniciento con alguna cosa de amarillo, el del vientre es mas claro. Tiene la cabeza redonda como la del gato y las orejas cortas y puntiagudas, los ojos grandes con la íride amarilla y la pupila oscura; la nariz ancha y chata, el hocico corto, el labio superior entero y barbudo, la boca bien rapada, la lengua ancha y escabrosa, las quijadas fuertes, armadas de dientes agudos y robustos; el pecho muy ancho, los cuatro piés divididos en cinco dedos gruesos, récios y armados de terribilísimas uñas, la cola larga dos piés y semejante a la del tigre. Toda su grandeza suele ser cerca de cinco piés, y su alto de cerca de dos y medio. No reflexionando a otras diferencias, la que acabo de decir de los cinco dedos, es suficiente para distinguirlo específicamente del leon africano, que, como es sabido, no tiene sino cuatro en los dos posteriores. No podria pues, decir el señor Paw, ni su pedante el señor Gilij, que el pagui sea una degeneracion del leon africano, sino que de

bian ambos poner éste como un medio entre el leon africano y el tigre. El pagui se halla en todo Chile, desde el grado 24 hasta el 40, y no se sabe si se encuentra mas allá. El vive en los bosques mas tupidos y sobre las montañas mas ásperas, de donde baja a procurarse el alimento con la muerte de algun animal. El modo de que se sirve para cazarlos es verdaderamente industrioso. Cuando no le sale bien la sorpresa de que se vale mas comunmente, se presenta a los caballos y a los otros cuadrúpedos, jugando, botándose por tierra y moviendo la cola, y así se va arrimando, poco a poco, hasta tanto que le parece el tiro seguro; entónces dando un salto impetuoso se descarga sobre la espalda del curioso animal y con la uña del dedo mayor de una sus manos lo degüella prontamente. Pero si no puede hacer esto por los grandes saltos que él da, lo aferra del hocico, y torciéndolo hácia sí, le rompe el cuello. De aquí, bebiéndole primero la sangre, tomándole con una mano, lo arrastra hasta un bosque, donde come lo que le agrada y cubre el restante con ramas que corta de los árboles. Esto hace no solo con los animales menores, sino aun con las bestias mayores, de donde se ve la fuerza horrible de esta fiera. El, no obstante de su intrepidez, evita el tenérselas con los toros y con las vacas, bien que cuando encuentra solos los terneros, los caza y come con gusto. Las vacas, cuando él se les arrima, hacen un círculo, metiendo en su centro los hijos, y los cuernos hácia él, lo esperan, y si osa acometerlos, no pocas veces lo dejan muerto en el campo. Las yeguas se valen de la misma industria por la parte contraria, lo que ordinariamente no les sale bien. Ei asno es el que mejor de todos se defiende de las acechanzas del pagui. El no huye a la presencia del pagui, antes bien lo aguarda y deja avecinarse, acechándolo para asegurar su vida con un buen tiro de coces sobre su cabeza, y cuando éste le ha salido vano y el pagui se le ha puesto encima, se bota de espaldas precipitosamente, con lo que le muele los huesos y él queda descargado de una carga tan nociva. El pagui, que asalta todos los animales, hasta ahora no se ha atrevido a atacar al hombre, bien que de ese se vea perseguido y siempre condenado a muerte por el daño que hace a sus ganados. Los naturales del país le hacen la guerra con perros que tienen acostumbrados a esta caza. El, si no puede escapar, o se trepa sobre los árboles mas altos, o va saltando con gran ligereza de uno a otro, o se retira a una peña o a un tronco grueso, que cubriéndole la espalda lo defienda por esta parte: aquí se defiende valerosamente contra los perros, en los que suele hacer gran riza, si no están bien aguerridos, hasta que el hombre desde léjos le tira un lazo al cuello: entónces viéndose preso versa gruesas lágrimas que le corren por las dos mejillas. Su piel curtida es óptima para hacer zapatos y botas fuertes, y su sebo, como se cree generalmente en el Reino, es provechosísimo en la siática y contra los tumores y para otros muchos remedios en que lo usan.

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