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HISTORIA DE CHILE.-LIB. I.-CAP. VI

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infructuosa esta circunstancia tan favorable a su agricultura. En efecto, no hay casi posesion en Chile, que no tenga uno o mas canales sacados de estos rios y conducidos a los lugares de sus plantíos y sembrados, y ojalá ellos fuesen muchos mas, y se supiesen aprovechar mas ventajosamente de ellos. No se saca otro provecho de ellos sino regar (como se ha dicho) los sembrados en tiempo de sequedad, y, a lo mas, hacer correr algunos pocos molinos de pan, y de metales de las minas, cuando ellos para tantas otras cosas les podian servir con una imponderable utilidad.

No pocos de estos canales son obras de los brazos de los indios, que los hicieron para tener agua cerca de sus casas y regar sus sembrados. Como los rios que vienen de la cordillera vienen mas llenos de agua en la estacion ardiente por la gran nieve que se liquida en fuerza de los ardientes rayos del sol, es mas fácil entónces la estraccion de ellas, y al mismo tiempo se desvanece el temor de que sangrándolos mucho ella pueda venir a faltar. No ciertamente serán bastantes veinte ni treinta canales de agua, aunque copiosos, para que estos sensiblemente hagan escascar las aguas de los sobredichos rios, degradándolos de este modo del órden o grado en que los he puesto; porque sus corrientes en este tiempo de verano son dobladamente mayor a lo que ellas son en las otras estaciones del año.

Comienzan éstas de ordinario a la fin de Setiembre y duran hasta todo Febrero, no porque no hayan nieves que se puedan liquidar, sino porque desde este tiempo empieza a encrudecerse la estacion; y siendo ya las noches bastantemente largas tienen las nieves sobrada proporcion para conjelarse, y así poder resistir a los ardores del sol, que les sobrevienen al dia siguieute. Estas llenas no son siempre uniformes, ni en la hora que ellas vienen, ni en su plenitud; porque en algunos rios tienen su mayor crecimiento a la mañana, en otros a mediodia, o al caer el sol, y en unos respectivamente a lo que son otros, son mucho mayores; pues se ve que siendo mucho mayores en el tiempo de estas llenas, la de algunos de estos es muy superior a la de los otros mas grandes; de modo que si por esto se hubiesen de graduar, se debian constituir superiores. La falta de esta observacion hizo al Padre Ovalle calificar al rio Itata por uno de los mayores de Chile, cuando él está muy lejos de esto. Uno y otro provienen, sin duda, de la respectiva situacion de su nacimiento en las faldas de aquellos montes espuestos deferentemente a los rayos del sol; de suerte que uno mayor que otro, la puede tener mas afuera de la cordillera, pasar por faldas que miren al Mediodia, y así le hieran poco los rayos del sol, y el mas pequeño mas interno en la cordillera y que corra por faldas de monte que caigan a Septentrion o entre Este y Oriente, y así no es de maravillarse que las llenas que él tenga sean tanto mayores que las de los otros. De esto mismo se deduce la diversidad que pasa en las horas del mayor crecimiento.

Con todo que estas llenas sean tan copiosas, no bañan, como se podia sospechar o temer, los bajos que he dicho de sus riberas; porque, como tambien he dicho, sus madres son extremamente anchas, y asi tienen la capacidad para contener dentro de sí los regulares anuos crecimientos. No contradice esta verdad el que uno u otro rio haya una u otra vez inun

dado sus adyacentes campiñas, como ha sucedido con el rio Mapocho, que pasa por dentro de la capital, a la que sin grave daño ha inundado dos veces en el presente siglo; ni la salida de madre de casi todos los rios de Chile que en el año de mil setecientos setenta y seis salieron de madre, llevándose envueltos en sus aguas muchos ganados y bestias de servicio, puede probar lo contrario de lo que llevo dicho; porque para una cosa tan irregular se descubren causas que pasan siglos sin que ellas se vean. Una precipitacion de un manto entero de nieves, como se averiguó habia sucedido en la primera inundacion que hizo el rio Mapocho en este siglo, dentro de la fuente o pequeña laguna, de donde él nace, las cuales, deshechas casi de un golpe, crecieron de modo las aguas de dicho rio, que superaron las márjenes de su madre; pero como fué cuasi momentánea, en lugar de dañar, causó mucho bien a las campiñas que bañaron. Ni la del rio Lontué provino sino por otra causa muy semejante; que se sabe de cierto, que, detenido el curso de sus aguas por algunos dias de una gran montaña que cayó sobre su madre y represadas allí las aguas al exceso, éstas salieron despues con una vehemencia imponderable, sebrepujando el nivel de sus márjenes antiguas. Ni la cuasi universal que se dice haber sucedido el año de mil setecientos setenta y seis; porque puede atribuirse a una lluvia copiosísima en la cordillera, que es una cosa muy extraordinaria, pues puede decirse con verdad que en ella no llueve jamas sino que solamente neva, y así una vez que su atmósfera estuvo tan templada, que no llegó a condensar los vapores en nieve, éstos debieron caer en forma o sustancia del agua; pero en la misma abundancia en que ordinariamente caen en forma de nieve; y así no fué lluvia sino un diluvio el que originó tan excesiva llena en los rios. De todo lo cual se debe concluir, que, para que los rios de Chile inunden sus campiñas, se requiere una causa extraordinaria, y que ellos, léjos de ser fatales, traen infinitos bienes a sus campiñas.

Débese sí confesar que muy frecuentemente son de la última fatalidad para sus habitantes, quienes con demasiado atrevimiento se arrojan a pasarlos en estas circunstancias, o llevados de algun grande interes, of forzados de la necesidad, o fiados en las superiores cualidades de sus caballos, o en la suma destreza que han adquirido en el arte de nadar. Son tantos las que al cabo del año mueren víctimas de la rapidez de estos rios, que no exajerando nada, sino por lo opuesto, disminuyendo el número de los que perecen, se puede afirmar que corresponde a más de dos los ahogados por cada uno de los rios. De estos solamente tres tienen puentes, cada uno de ellos uno, por lo que sucede que la gente que viaja o con precision o por caminos distantes de dicho puente, se empeñan en pasarlos por los que llaman vados, y se ven como precisados con grave peligro a arrojarse a sus corrientes. Otros tres hay que tienen barcos; pero sucede en ellos lo mismo que llevo dicho de los puentes. Los mas de los otros tienen las que llaman balsas, que se componen de dos cueros de lobo marino unidos y soplados, o de cuatro o cinco leños gruesos ligados con cuerdas, los cuales van tirados a la cola de un caballo que se obliga a pasar nadando a la contraria ribera del rio; los que yo he pasado de este modo algunas veces; pero ahora que reflexiono sobre las muchas

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desgracias que me han contado testigos oculares de ellas, y a los peligros de que Dios me ha librado, doy infinitas gracias a su Divina Magestad, por la amorosa providencia con que se ha servido conservarme la vida. En efecto, no pocas veces o se ha roto la cuerda que va ligada a la cola del animal, o a este se lo ha arrebatado violentamente la corriente del rio, de modo que no ha podido arribar al lugar del desembarco, dejándose llevar de la corriente, ribera abajo, hasta que encuentra tierra donde afirmar el pié. Es gran felicidad para los que van en estos leños el que en el intermedio en que la bestia va nadando a lo largo de la ribera no se encuentre con algun árbol, en que se enreden los leños; porque entónces es casi irremediable o inevitable el peligro, así de los pasajeros como de la bestia, o cuando esto no suceda, el que la bestia no llegue a fijar el pié en parte en donde la ribera tenga alguna altura o barranca, porque entónces, queriéndola saltar, es casi segura la caida, o sobre la gente que va montada en los leños, o nuevamente dentro de las corrientes; por las que son segunda vez arrebatados y sumergidos tal vez en algun violento remolino de los muchos que forman estos rios. ¡Cuánto, pues, han retardado estas desgraciadas muertes la populacion del Reino! No se puede decir que este gran número de ahogados se ha ocultado a los Gobernadores, y que estos no hayan conocido que era preciso poner remedio a un mal tan grave, multiplicando los puentes; pero la falta de artífices a quienes encomendar la obra y el crecido cálculo que se forma de centenares de millares para el cumplimiento de la empresa con detrimento del Real Erario, ha hecho que unos a los otros dejen esta necesarísima obra, la que si como tal se le representase a nuestro piísimo Soberano, estoy firmemente persuadido daria las mas apretantes órdenes para su puntual ejecucion.

Todas estas aguas, aunque ellas provengan de las nieves liquidadas, son sanísimas y de regaladísimo gusto; no causan a las personas que las beben el mal del coto, que debia ser general en Chile, si fuese verdadera la opinion de aquellos que atribuyen estas malignas propiedades a las aguas disueltas de las nieves. Universalmente en Chile no se beben otras aguas que las de esta clase, y puede afirmarse, sin miedo de arriesgar la verdad, que no hay persona en Chile que no la beba comunmente, y con todo llegan á los últimos años de la vida sin contraer dicha enfermedad, ni probar en línea alguna los malignos efectos que las atribuyen. Muchas veces por asentar principios insubsistentes se viene a desacreditar toda una region, donde, si por desgracia de ella, se ven dos o tres individuos afligidos de aquella enfermedad, esto basta para, absolutamente y sin restriccion alguna, afirmar que las aguas de nieve la causaron. Yo no dudo que ninguno se atreverá a asentar esta proposicion: En Chile es comun la enfermedad del coto, por diez o doce que vea en la presente populacion enfermos de ella. Y a la verdad, cuando se corriese todo el Reino con la mas escrupulosa atencion para el efecto de averiguar el número de indivíduos que adolecen de la dicha enfermedad, ciertamente no se encontraria otro mayor número del espresado. Si yo hubiese de atribuir esta enfermedad a la agua, mas antes lo haria, atribuyendo la causa a las aguas detenidas o estancadas, que no á las provenientes de las nieves, y

esto no precisamente por la retencion de ellas, sino principalmente por las partículas de otros cuerpos nocivos, de que están empreñadas y de que no han podido purgarse por defecto de movimiento.

LAGUNAS DE CHILE

No carece Chile de aguas detenidas, pues de esta clase son las muchas lagunas que tiene; pero sus habitantes no beben de estas aguas. Son dichas lagunas, ya dulces ya saladas: estas se hallan todas en la costa o parte marítima del Reino, y las otras en la parte mediterránea. Las mas notables de las saladas son las llamadas Bucalemu, Vichuquen y Boyeruca, a las cuales se da comunmente veinte millas de largueza. Estas son de un sumo provecho para el Reino, porque consumiéndose en él cantidad inmensa de sal, en la infinita carne que se seca, ellas dan abasto cuasi para toda la que es necesaria para dicho efecto, y tambien para todos los demas usos de la vida. Hablando particularmente de la de Bucalemu, que se halla en 33 grados y 36 minutos, es ella tan abundante que no cuajando anualmente, si de tarde en tarde, y consumiendo los poseedores que eran de ella el año mil setecientos sesenta y seis en el mantenimiento de mas de quinientas personas y en la carne seca de mas de mil vacas, que anualmente mataban; con la cosecha de un solo año hacian providencia para este gasto tan excesivo, y les restaba la suficiente para el consumo de veinte y cinco años, de modo que aunque en todo este tiempo no viniese ella a frutar, no necesitaban de comprarla para sufragar a dichos gastos; ántes bien hubieran tenido aun mucha que vender; si la vez que dicha laguna rendia este fruto, ellos no lo hubiesen hecho como comun, dando el permiso a todo el que quisiese aprovecharse de él, sin otra obligacion que poner en las bodegas de la hacienda una fanega por cada diez que sacasen de la laguna. De este modo el año de mil setecientos cincuenta y dos sus dueños llenaron sus graneros de nueva sal. Esta laguna no guarda regularidad en frutar, porque unas veces al año inmediato suele cuajar, otras al tercero y otras al quinto, y aun ha llegado a pasar veinte años sin frutar. Buscando la causa de esto, yo no hallo otra que la gran profundidad que tienen sus aguas, por lo que los rayos del sol no pueden acalorarla con aquel debido grado de ca

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