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res, la viniesen á honrar con título de semejante diosa, como por el largo curso y mudanza de los tiempos pudiera haber acaecido. Otra diosa de muy diferente condicion y calidad tuvieron los mexicanos y los de su comarca, de la cual dicen ó fingen (aunque afirmándolo por cosa notoria) que unas veces se tornaba culebra y otras veces se trasfiguraba en moza muy hermosa, y andaba por los mercados enamorándose de los mancebos, y provocábalos á su ayuntamiento, y despues de cumplido los mataba. Cosa es que podria permitir Nuestro Señor por los pecados de aquella gente, dando licencia al demonio para que se trasformase.

CAPÍTULO X.

De otros dioses principales y particulares que cada provincia tenia por sí, en especial del dios de Cholula.

Son tantas las fábulas y ficciones que los indios inventaron cerca de sus dioses, y tan diferentemente relatadas en diversos pueblos, que ni ellos se entienden entre sí para contar cosa cierta, ni habrá hombre que les tome tino. En las provincias principales de esta Nueva España, demas del sol que era general dios para todos, tuvo cada una su dios particular y principal á quien sobre todos los demas reverenciaban y ofrecian sus sacrificios, como México á Uzilopuchtli, que los españoles por no lo poder bien pronunciar llamaron ocho lobos ó Uchilobos; en Tezcuco á Tezcatlipuca; en Tlaxcalla á Camaxtli, y en Cholula á Quezalcoatl, y estos sin duda fueron hombres famosos que hicieron algunas hazañas señaladas ó inventaron cosas nuevas en favor y utilidad de la república, ó porque les dieron leyes ó reglas de vivir, ó les enseñaron oficios, ó sacrificios, ó algunas otras cosas que les parecieron buenas y dignas de ser satisfechas con obras de agradecimiento, como leemos que los romanos y otras naciones por estos mismos respetos solian levantar estatuas á los tales hombres, y algunos de ellos fueron adorados por dioses. De los tres primeros, dicen algunos que Uzilopuchtli fué padre de los otros dos; otros dicen que no era padre, aunque concuerdan en que Tezcatlipoca y Camaxtli eran hermanos: como quiera que sea, ellos vinieron de la parte del poniente, de la generacion que se dice de los chichimecos. Fueron grandes y esforzados capitanes, y tan valerosos, que señorearon por grado ó por fuerza aquellas provincias

Dioses principales de cada provincia.

moso dios entre los

indios.

de México, Tezcuco y Tlaxcala, cuyos naturales habitadores eran entonces los otomies, que es una nacion de otra lengua y de menos policía, y de estos no se sabe de dónde tuvieron orígen, porque no se tiene noticia que viniesen de otra parte, aunque es verdad que viQuetzalcoatl, fa- nieron, segun nuestra fé, pero no se sabe de dónde. El dios ó ídolo de Cholula, llamado Quetzalcoatl, fué el mas celebrado y tenido por mejor y mas digno sobre los otros dioses, segun la reputacion de todos. Este, segun sus historias (aunque algunos digan que de Tula), vino de las partes de Yucatan á la ciudad de Cholula. Era hombre blanco, crecido de cuerpo, ancha la frente, los ojos grandes, los cabellos largos y negros, la barba grande y redonda: á este canonizaron por sumo dios y le tuvieron grandísimo amor, reverencia y devocion, y le ofrecieron suaves, devotísimos y voluntarios sacrificios por tres razones: la primera, porque les enseñó el oficio de la platería que nunca hasta entonces se habia sabido ni visto en esta tierra, de que mucho se jactaron los vecinos naturales de aquella ciudad: la segunda, porque nunca quiso ni admitió sacrificios de sangre de hombres ni de animales, sino solamente de pan y de rosas y flores, y de perfumes y olores: la tercera, porque vedaba y prohibia con mucha eficacia la guerra, robos y muertes y otros daños que se hacian unos á otros. Lóase tambien mucho este Quetzalcoatl de que fué castísimo y honestísimo, y en muchas cosas moderatísimo: era en tanta manera reverenciado, tenido y visitado con votos y peregrinaciones de todos estos reinos por aquellas prerogativas, que aun los enemigos de la ciudad de Cholula se prometian de ir allí en romería, y cumplian sus promesas y devociones, y venian seguros, y los señores de las otras provincias y ciudades tenian allí sus capillas y oratorios, y sus ídolos ó simulacros; y solo este entre todos se llamaba señor por excelencia, de suerte que cuando juraban ó decian por nuestro señor, se entendia por Quetzalcoatl y no por otro alguno, aunque habia otros muchos que eran dioses muy estimados; todo esto por el amor grande que le tenian por las tres razones arriba dichas; y en suma, porque en la verdad el señorío de aquel fué suave y no les pidió en servicio cosas penosas sino ligeras, y les enseñó las virtuosas, prohibiéndoles las malas y dañosas mostrando aborrecerlas; de donde parece claro que los indios que hacian sacrificios de hombres, no lo hacian de voluntad, sino por el gran miedo que tenian al demonio por las amenazas que les hacia, que los habia de destruir y dar malos temporales y muchos infortunios si no cumplian lo que les tenia mandado y recibido ellos en costumbre. Afir

man de Quetzalcoatl, que estuvo veinte años en Cholula, y estos, pasados, se volvió por el camino por do habia venido, llevando consigo cuatro mancebos principales virtuosos de la misma ciudad, y desde Guazacualco, provincia distante de allí ciento y cincuenta leguas hácia la mar, los tornó á enviar, y entre otras doctrinas que les dió, fué que dijesen á los vecinos de la ciudad de Cholula que tuviesen por cierto que en los tiempos venideros habian de venir por la mar de hacia donde sale el sol unos hombres blancos, con barbas largas como él, y que serian señores de aquellas tierras, y que aquellos eran sus hermanos; y los indios siempre esperaron que se habia de cumplir aquella profecía, y cuando vieron venir á los cristianos luego los llamaron dioses hijos y hermanos de Quetzalcoatl, aunque despues que conocieron y experimentaron sus obras, no los tuvieron por celestiales.

CAPÍTULO XI.

De la manera que tenian en orar y porqué pintaban á sus dioses tan fieros.

PARA haber de orar á sus dioses, no sabian qué cosa era ponerse de rodillas, sino en cuclillas, como suelen estar para parlar ó descansar, en que se ve la poca reverencia en que tenian á sus dioses; y es de maravillar cómo el demonio, pues apetece ser adorado y reverenciado en la forma y manera que ese mismo dios, no les enseñó el ponerse de rodillas cuando le hacian oracion, segun que todos los fieles lo han usado y usan al tiempo que ofrecen sus oraciones á Dios; y los mismos indios ahora despues de cristianos están tan puestos en ello, que se estarán tres y cuatro horas de rodillas sin menearse de un lugar. Cuando oraban, dicen que no pedian perdon de la culpa, sino que no fuese sabida ni publicada por donde les viniese mal ó daño; y esto procedia de temer solamente el castigo presente y temporal y no considerar el eterno del otro mundo; y así pedian tambien los bienes temporales y no la gloria, porque no la esperaban, pues tenian opinion que todos, así como así, iban al infierno, y aun ahora con estarles tan predicado y confesarlo ellos cada dia por su boca diciendo los artículos de la fé, parece haberles quedado algun rastro de sus abuelos en esto de temer mucho los mas de ellos en comun el azote y castigo temporal, y no considerar tanto el eterno del infierno ni tratar mucho del deseo de la gloria, aunque bien entiendo, por otra parte, que son muchísimos los que van á gozar de

Orar de los indios, en qué modo.

dios, espantables y feos.

llamaban los indios.

ella; y será que no muestran exteriormente todo lo que tienen en el
corazon. No sabian á qué parte era el infierno, mas de que habian
de penar para siempre. Verdad es que segun el vocablo que en su
lengua usan los mexicanos para lo que nosotros llamamos infierno,
que es lugar de los dañados, y ellos dicen Mictlan, bien podemos
inferir
que á la
parte del norte (por ser lugar umbroso y oscuro que
no lo baña el sol como al oriente y poniente y mediodía) ponian
ellos el infierno, porque Mictlan propiamente quiere decir «<lugar de
muertos,» y es (como se ha dicho) lo que nosotros llamamos infier-
no, que es lugar de los que para siempre mueren; y á la region ó á la
parte del norte llaman los indios Mictlampa, que quiere decir «há-
cia la banda ó parte de los muertos; » de donde bien se infiere que
hácia aquella parte ponian ellos el infierno. Lo que parece admirar
cerca de sus dioses, es cómo los pintaban ó esculpian tan fieros y
espantosos; porque si eran hombres, ó parecieron al principio como
hombres (segun arriba se dijo), no les habian de dar otras feas y tan
fieras figuras, sino de hombres. A esto se puede responder, que como
á veces aparecian á algunos en aquellas diversas formas que querian
fingir, ora fuese en vision ó en sueños (los cuales ellos mucho
creian), parecióles figurarlos como los veian ó soñaban; y la razon
porque los demonios les debian de aparecer en aquellas terribles y
espantosas figuras, seria porque todo lo que hacian los indios (aun-
que fuese el servicio de sus dioses) lo hacian por temor. Á esta causa
ellos les aparecian, y los ministros los hacian pintar tan horribles,
porque les tuviesen mas temor, como gente que por sus pecados así
lo merecian, permitiéndolo Dios por secreto juicio suyo.

Lo

guno

que

CAPÍTULO XII.

De lo que tenian por demonio, y de cómo les aparecia algunas veces.

los indios en su infidelidad tenian por demonio, no era ninde estos (aunque tan fieros y mal agestados, que realmente lo eran), sino á una fantasma ó cosa espantosa que á tiempos espantaba Demonio, á cuál á algunos, que á razon seria el mismo demonio; y á esta fantasma llamaban ellos Tlacatecolotl, que quiere decir «persona de buho ó hombre que tiene gesto á parecer de buho, » la cual diccion componen de tlacatl que es «persona,» y tecolotl que quiere decir << buho,»> porque como el buho les parecia de mala catadura, y aun de oir su triste canto se atemorizaban de noche, y hoy dia muchos de ellos se atemorizan

y lo tienen por mal agüero, á esta causa aplicaban su nombre á aquella temerosa fantasma que á veces aparecia á algunos y los espantaba; y no ha dejado de aparecer y espantar á algunos indios despues de cristianos en aquella forma y en otras muchas, como otros religiosos y yo lo hemos sabido de ellos mismos, viniendo espantados á consolarse con nosotros acabado de ver diversas visiones, que como el demonio los conoce por tímidos y pusilánimes, procura de inquietarlos por esta via por hacerles vacilar en las cosas de la fe cristiana. Un cacique de Amequemeca, en tiempos pasados, dijo á cierto religioso, que á su padre le aparecia el demonio en figura de mona á las espaldas sobre el un hombro, y volviendo á mirarle se le volvia al otro, y así andaba jugando y pasando de una parte á otra. Otras veces, dicen, que aparecia á alguno realmente en figura de fantasma ó persona muy alta, y que el que tenia ánimo asía de él y no le dejaba hasta que le prometiese ó hiciese mercedes, de manera que con su ayuda pudiese prender algunos en guerra por donde fuese estimado y valiese y tuviese de comer, porque este era el medio por donde los indios eran mas tenidos y subian á mayores estados. Morando el santo varon Fr. Andrés de Olmos en el convento de Cuernavaca, se averiguó haber el demonio aparecido á un indio en figura de señor ó cacique, vestido y compuesto con joyas de oro, y esto fué por la mañana, y le llamó en un campo y le dijo: «Ven acá, fulano, vé y dí á tal principal que cómo me ha olvidado y dejado tanto tiempo; que diga á su gente me vayan á hacer fiesta al pié del monte, porque no puedo entrar ahí donde vosotros estais, que está ahí esa cruz,» dicho esto desapareció. El indio hizo el mensaje que el demonio le mandó, y el principal que se decia D. Juan, con gente que llamó fueron á hacer la dicha fiesta y allá se sacrificaron y hicieron su ofrenda. Y cierto discípulo criado entre los frailes los descubrió, y fueron presos y castigados, aunque con misericordia por ser nuevos en la fe, y el dicho padre Fr. Andrés preguntó al mismo indio á quien el demonio habia aparecido, lo que con él pasó, y halló que por ser falto de fe y hacer oracion á sus dioses ó ídolos antiguos, le habia tomado por ministro y mensajero para engañar á otros, y escribió el dicho padre la oracion ó palabras con que habia orado; y en suma era que pedia á su dios ser llevado de esta vida, pues ya eran esclavos, y les era tomada su tierra, y no estaban en su libertad. Mas no por que él de corazon quisiese morir (segun dijo), sino porque no podia con libertad ni á su placer vivir. Y esta imprecacion muy usada ha sido de los indios afligidos.

y

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