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bado este su oficio, volvieron á reelegir en tercero custodio al mesmo padre Fr. Martin de Valencia. Cumplidos sus tres años, fué electo en cuarto custodio Fr. Jacobo de Testera, de nacion frances, varon de grande espíritu, paupérrimo y humilísimo, juntamente con ser muy docto. En el año de treinta y seis eligieron por primero provincial á Fr. García de Cisneros, uno de los doce, el cual murió habiendo ejercitado santamente solo un año su oficio, y en su lugar fué electo por segundo provincial Fr. Antonio de Ciudad Rodrigo, tambien de los doce. Acabado su trienio, promovieron por tercero provincial á Fr. Marcos de Niza, natural de la mesma ciudad, en el ducado de Saboya, hombre docto y religioso, que con celo de la salud de las almas, empleó lo mas del tiempo de su oficio en descubrir tierras nuevas en aquella parte que llamaron Cibola, y de los grandes frios que pasó, lo hallé yo cuando vine de España, morador en Jalapa, gafo ó tollido de piés y manos; y sintiendo que se le llegaba la hora de la muerte, por enterrarse con los santos viejos, se hizo traer á México, donde acabó la peregrinacion de esta vida. En cuarto provincial fué electo el venerable padre Fr. Francisco de Soto, que era de los doce, cuya inculpable vida y suaves costumbres se hallarán en el quinto libro. Cumplido su trienio, fué electo en quinto provincial Fr. Alonso Rangel, de la provincia de Santiago, que duró poco tiempo, porque embarcándose al principio de su provincialato para ir al capítulo general de Asís, se perdió el navío en que iba y murió en la mar. En su lugar fué electo en sexto provincial el padre Fr. Toribio Motolinia, del número de los doce, que fué curioso en muchas cosas, y entre otras dejó memoria del modo que se tuvo en la conversion de estos naturales, y otras antiguallas de que yo me he aprovechado para esta Historia, aunque mas me aprovechara de su lengua y palabra siendo (como fué) mi guardian, si entonces tuviera intento de meterme en este cuidado. Despues del padre Fr. Toribio, eligieron en séptimo provincial, harto contra su voluntad, al muy docto y religioso padre Fr. Juan de Gaona, de la provincia de Bútgos, y no lo fué mas de un año, porque no pudo acabar con su delicada conciencia de pasar adelante. Y así tomando por achaque que le faltaba la vista, renunció el oficio, y entró en su lugar por octavo provincial el bendito Fr. Juan de S. Francisco, de la provincia de Santiago, que gobernó esta del Santo Evangelio todos los tres años, los cuales cumplidos fué electo en noveno provincial el prudentísimo Fr. Francisco de Bustamante, de la provincia de Castilla. Y porque el comisario general Fr. Fran

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Año de 1540.

Año de 1543.

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Año de 1548.

Año de 1551.

Año de 1552.

Año de 1555.

Año de 1557.

Año de 1560.

Año de 1562.

Año de 1564.

Año de 1567.

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por

cisco de Mena se habia de partir para el capítulo general de Aquila, al segundo año le abrevió el capítulo, en el cual salió por décimo provincial Fr. Francisco de Toral, de la provincia del Andalucía. Y cumplido su oficio, fué reelegido segunda vez por undécimo provincial el mesmo Fr. Francisco de Bustamante. Mas al segundo año le vino recado de España para que fuese comisario general, lo cual fué causa que acortase el capítulo, en el cual salió en su lugar por doceno provincial Fr. Luis Rodriguez, de la provincia de Santiago, gran lengua mexicana y muy honesto y amable religioso, el cual tentacion ó escrúpulo que tuvo de volverse á España, á los dos años abrevió el capítulo y se fué á la provincia de S. Miguel, donde tambien lo hicieron provincial, y ejercitado el oficio loablemente, acabó la vida en aquella provincia. Sucedióle en el oficio de esta por treceno provincial un su hijo muy escogido, que en México tomó el hábito, siendo conquistador en estos reinos, Fr. Diego de Olarte, cuya ejemplar vida se verá en el libro siguiente. Cumplido su oficio, fué electo en catorceno provincial Fr. Miguel Navarro, hombre amable y de entrañas sanísimas, de la provincia de Cantabria, á quien esta del Santo Evangelio debe mucho, por haberla mejorado en edificios de iglesias y casas, porque apenas hay alguna buena en que su diligencia y cuidado no haya tenido parte en la comenzar, proseguir ó acabar. En el convento de los Ángeles dejó de sí particular memoria, porque hizo una rica custodia, un buen órgano, una muy solenne pila de baptismo, una hermosa ara en el altar mayor, demas de haber hecho acabar aquella iglesia, que hasta entonces se hacia con mucha dificultad. Tras este cuidadoso padre eligieron en quinceno provincial al varon santo Fr. Alonso de Escalona, de la provincia de Cartagena, al cual sucedió por provincial diez y seiseno en número, Fr. Antonio Roldan, profeso de esta provincia del Santo Evangelio, religioso de mucha piedad y caridad con los pobres. Acabado su trienio, fué electo en diez y septeno provincial el benemérito padre Fr. Pedro Oroz, hijo de esta santa provincia, que escribiéndose este libro fué á gozar de Dios. Y todos los arriba nombrados son muertos, aunque viven en el cielo. Dejó el oficio á los dos años y medio, y entró en su lugar por diez y ocheno provincial el incomparable varon Fr. Domingo de Areizaga, de la provincia de Cantabria, despues de cuyo trienio, fué segunda vez reelecto Fr. Miguel Navarro en décimo noveno provincial, y á los dos años renunció su oficio, y entró por vigésimo provincial el padre Fr. Pedro de S. Sebastian, profeso de esta provincia,

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Comisarios gene

rales que han sido de

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y la rigió mas de cinco años, porque á causa de no se haber recebido el comisario general que habia venido de España, por mas de tres años, no hubo prelado superior que celebrase capítulo á su tiempo, y así fué todo él de muchos trabajos que urdió el demonio. Y el dicho padre provincial los pasó bien grandes, porque hubo de ir á España, y en la mar cayó en manos de ingleses, que lo llevaron á Inglaterra, y rescatado murió en España en el convento de Tordelaguna, de la provincia de Castilla. Sucedióle en el cargo por vigésimo primo provincial, Fr. Domingo de Areizaga, segunda vez electo. Y tras él, por vigésimo segundo, el padre Fr. Rodrigo de Santillan, profeso en esta provincia. Y últimamente por vigésimo tercio, el padre Fr. Estéban de Alzua, que lo es al presente. Y plegue á la Majestad divina nos provea de tales prelados en lo de adelante para su honra y gloria y santo servicio. De los comisarios generales que han sido superiores á los provinciales en esta Nueva España, haré la Nueva España. sumaria relacion por no alargar el capítulo. El primero de quien se tiene noticia, fué un gran siervo de Dios, llamado Fr. Alonso de Rozas, de la provincia de Castilla, aunque en breve lo renunció y se quedó en esta provincia. Yo lo conocí en su última vejez, recogido en la mesma casa donde esto escribo, y de aquí lo llevaron á México, donde murió y está enterrado. El segundo fué Fr. Juan de Granada, de la provincia del Andalucía, de quien quedó tambien loable fama de perfecto religioso. Por tercero fué elegido en el capítulo general de Niza, el doctísimo y religiosísimo Fr. Francisco de Osuna, tambien de la provincia del Andalucía; mas porque no pudo pasar á estas partes, fué subrogado en su lugar el mesmo Fr. Juan de Granada, que antes lo habia sido. En el capítulo general siguiente, que fué celebrado en Mantua, eligieron en cuarto comisario general á Fr. Jacobo de Testera, frances de nacion, que habia ido por custodio de esta provincia. Y porque vuelto á ella murió en breve, le sucedió por quinto comisario el padre Fr. Martin de Hojacastro, de la provincia de Burgos, que lo habia acompañado. Lo cual sucedió por virtud de la mesma comision, que rezaba que faltando el dicho Fr. Jacobo, le sucediese en el oficio y cargo el Fr. Martin. El sexto fué Fr. Francisco de Bustamante, de la provincia de Castilla, residiendo en esta del Santo Evangelio, de quien entre los provinciales se ha hecho mencion y se hará mas adelante. Fr. Francisco de Mena, de la provincia de Burgos, fué el séptimo comisario general de estas partes. Vino de la provincia de la Concepcion, donde se habia transferido, y habiendo cumplido

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Año de 1559.

Año de 1561.

Año de 1563.

Año de 1568.

Año de 1569.

Año de 1573.

Año de 1576.

Año de 1582.

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aquí su oficio con mucha edificacion y contento de todos, volvió á
la provincia de la Concepcion, donde murió guardian del convento
de Valladolid. Fué notable predicador y de singular espíritu, de-
mas de vida muy ejemplar y religiosa. Vuelto á España el padre
Mena, y celebrado el capítulo general de Aquila en Italia, no se
proveyó por entonces comisario general de Indias, hasta que siendo
provincial el padre Fr. Francisco de Bustamante en esta provincia,
le vino segunda vez la comision, y fué octavo comisario general, y
con ella determinó de ir á España, haciéndole compañía los pro-
vinciales dominico y augustino, á tratar con el rey nuestro señor el
remedio de muchos estorbos que en aquella sazon habia para la doc-
trina de los indios, y murió en Madrid, como se contará en su vida.
Fué luego proveido por noveno comisario general, el padre Fr. Juan
de S. Miguel, de la provincia del Andalucía, y aunque al principio
lo aceptó, desde á poco tiempo lo renunció y no pasó á estas par-
tes. El décimo fué el padre Fr. Diego de Olarte, hijo de esta pro-
vincia, que acabando de ser provincial en ella, y siendo enviado in-
justamente á España por ciertos jueces que de allá vinieron, con
título de amistad del marques del Valle, volvió acá con mucha
honra por comisario general. Y porque á causa de su mucha vejez
y trabajos del viaje murió en llegando á esta tierra, entró en su lu-
gar por onceno comisario el padre Fr. Francisco de Ribera, de la
provincia de Santiago. Habia trabajado este padre muchos años en
esta provincia, siendo muy buena lengua de los naturales y acepto
predicador de los españoles, y así ejercitó su oficio de comisario con
mucho celo de la virtud y de aprovechar á su religion. Y
por cierta
resistencia que hizo al mandato del virey que á la sazon era, sobre
que exhibiese los recados de su oficio, procuró que lo llamasen de
España, á do fué, y murió en la provincia de S. Miguel, que se
habia dividido de la de Santiago. Sucedióle en el cargo por doceno
comisario, el padre Fr. Miguel Navarro, de quien arriba se hizo
memoria en la de los provinciales. Envió muy en breve la renun-
ciacion á España, y así vino proveido por treceno comisario el pa-
dre Fr. Rodrigo de Sequera, de la provincia de la Concepcion.
Despues de él, vino la comision enviada de España al padre Fr. Pe-
dro Oroz, de esta provincia, que fué comisario catorceno en nú-
mero. Y porque tambien renunció el oficio, vino proveido por
quinceno comisario el padre Fr. Alonso Ponce, de la provincia de
Castilla, el cual probó bien sus finos aceros de paciencia en sufrir
destierros del príncipe que gobernaba, y otras persecuciones, con

ánimo invencible. Por décimo sexto comisario general sucedió al dicho, el padre Fr. Bernardino de San Cebrian, de la provincia de la Concepcion. Y acabando este padre su oficio, nos proveyó Dios por décimo séptimo comisario general al padre Fr. Pedro de Pila, padre benemérito, y provincial que ha sido de la provincia de Michoacan, que por ser criado y cursado en esta Nueva España, fué recebido con especial aceptacion y aplauso, y usa hoy dia su oficio con mucha rectitud.

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CAPÍTULO XLIII.

Del número de monesterios y partidos de clérigos y iglesias que al presente habrá en esta Nueva España, y obispos que han sido en ella.

PARA que se alabe nuestro Señor Dios, obrador de todo lo bueno,

ey

ligiosos que habrá en la Nueva España.

en la muy ampla y extendida propagacion de su santa fe y doctrina cristiana en esta Nueva España, que comenzó en solos doce frailes menores y pobres, como otros doce apóstoles pescadores, será bien hacer la suma de los monesterios de las órdenes que el dia de hoy Monesterios de reestán edificados, y de los partidos donde residen ministros clérigos con cargo de doctrinar á los naturales indios. Y comenzando por nuestra órden franciscana (pues fué la primera en este ministerio), digo que esta Nueva España tiene cinco provincias. La primera y madre de todas es esta de México, que se intitula del Santo Evangelio. La segunda, de los apóstoles S. Pedro y S. Pablo, de Michoacan. La tercera, del Nombre de Jesus, de Guatemala. La cuarta, de S. José, de Yucatan. La quinta, de S. Jorge, de Nicaragua, como arriba extensamente se ha relatado. Esta del Santo Evangelio tiene sesenta y seis monesterios, sin dos custodias que tiene anexas y subjetas al provincial. La una que llaman de Zacatecas, y la otra en la Guaxteca, llamada de Tampico. La custodia de Zacatecas tiene en sí catorce casas ó monesterios, y la de Tampico diez. De suerte que por todos tiene esta provincia del Santo Evangelio, noventa conventos. La provincia de Michoacan, juntamente con lo de la Nueva Galicia y fronteras de infieles (que todo es una provincia), tiene cincuenta y cuatro monesterios. La de Guatemala tiene veinte y dos. La de Yucatan otros veinte y dos. La de Nicaragua tiene doce monesterios, y segun esta cuenta, hay en lo de la Nueva España doscientas casas ó monesterios de la órden de nuestro padre S. Fran

Año de 1596.

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