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de Villadiego, segoviensis, publicus apostolica et regia auctoritatibus, necnon regalis Hispaniarum capellæ notarius, præmissis omnibus interfui: ideo hic me subscripsi rogatus et compulsus. - Franciscus de Villadiego, Notarius.

El romance de este breve no se pone aquí por abreviar, porque para los que no entienden latin, basta lo que declara la cédula del rey nuestro señor, á cuyo pedimento se concedió, la cual es esta que se sigue:

Cédula de S. M. para que el dicho breve de Pio V se publique con solemnidad en esta Nueva España.

Cédula real para

breve de Pio V.

Presidente é oidores de la nuestra audiencia real que reside en la ciudad de México de la Nueva España, y otras nuestras justicias de ella, y á cada uno y cualquier de que se publique el vos á quien esta mi cédula fuere mostrada, ó su traslado signado de escribano público: Bien sabeis ó debeis saber cómo Su Santidad, á nuestra suplicacion, concedió un breve para que los religiosos de los órdenes mendicantes de las nuestras Indias puedan administrar los santos sacramentos en todos los pueblos de indios, segun y de la manera que lo hacian antes del sacro concilio Tridentino. Y porque al servicio de Dios nuestro Señor, y nuestro, para evitar disensiones y discordias entre las dichas órdenes y los clérigos que en esas partes residen, y para que los indios naturales entiendan que sin recelo ni temor pueden acudir á los dichos religiosos de las dichas órdenes para el efecto en el dicho breve contenido, conviene que el dicho breve se publique en toda esa Nueva España, vos mando á todos y á cada uno de vos, que luego que esta nuestra cédula vos sea notificada por parte de alguno de los dichos religiosos de las dichas órdenes, hagais publicar é publiqueis el dicho breve en las partes y lugares que conviene, con toda solemnidad, por pregonero é con testimonio público, de manera que venga á noticia de todos, que de ello seré servido. Fecha en Galapagar á quince de Enero de mil y quinientos y sesenta y ocho años. -YO EL REY. - Por mandado de S. M., Francisco de Erasso.

CAPÍTULO Xxxi.

Del daño que se ha seguido despues que las órdenes no se juntan para dar aviso
á nuestros reyes
católicos de las necesidades de los indios.

OR

Por las reales cédulas aquí referidas se conoce bien claro el cristianísimo pecho y el solícito deseo y cuidado que el rey D. Felipe nuestro señor siempre ha tenido en acudir á su obligacion cerca de la doctrina y enseñamiento de los indios en las cosas de nuestra santa fe católica y vida cristiana, pues que teniendo bien entendido (como S. M. lo confiesa) que esto principalmente dependia del ministerio de los religiosos, á esta causa les mostraba y daba los favores que

Aviso que se daba

á los reyes por las

tres órdenes, impor

taba mucho.

Eccl. 4.

por sus palabras parecen, como medio muy necesario para animar y esforzar á los obreros de tan pesada y trabajosa obra, como es la que los religiosos celosos del servicio de Dios y bien de los prójimos han ejercitado en esta tierra, teniendo por contrarios á todos los demonios del infierno y á todos los hombres hijos del siglo, tratando con gente y por gente que de su parte apenas tienen un soplo de aliento, sino que de su casa ó cosecha lo han de poner todo sus valedores. Y bien se echa de ver la falta que hicieron estos favores despues que faltaron de veinte y tantos años atras en la cristiandad de los indios, que en todo este tiempo siempre ha ido de caida, y ellos á menos. Y esto no por falta de voluntad en la real persona, sino por no ser avisado en la manera que solian los reyes, de las cosas que en estas partes tienen necesidad de remedio, para descargo de su real conciencia, por cuyo medio se conservaron los indios de esta Nueva España, y de otras partes, que perecieran del todo, como los de las islas. Esta manera de aviso era una cuerda ó cordon de tres ramales, que el Espíritu Santo dice ser dificil de romper, y así ataba y obligaba al corazon del católico rey, de suerte que no podia dejar de dar crédito al aviso que por tal via se le daba. Y era que los provinciales de las tres órdenes de Santo Domingo y S. Francisco y S. Augustin se congregaban cada uno con sus cuatro difinidores, y conferian sobre las tales cosas que pedian remedio, y aquello que de su consulta resultaba ser conveniente y necesario, escrebíanlo juntamente á su rey, enviándolo firmado de sus nombres. Y como era parecer de quince personas, y á veces diez y seis con el comisario general de los franciscos (que con razon se habia de presumir eran de los mas eminentes de la tierra en ciencia, religion y santidad de vida), ¿qué rey cristiano habia de dejar de aceptarlo y parecerle bien? De este funículo ó ligadura que Dios habia dado por medio para mucho bien de esta tierra (como en los principios de su conquista se causó), tuvo envidia nuestro adversario el demonio, y viendo que estando el cordon torcido, era dificultoso de romper (segun Dios lo tenia dicho), dió órden cómo se destorciese, y cada ramal quedase por su parte. Y para este efecto, tomó por instrumento algunas personas del real consejo en tiempos pasados, dándoles á entender no era bien que los frailes tuviesen tanta mano ni tanto crédito con el rey, y que donde ellos estaban no eran menester otros gobernadores (que este título les daban Traza del demo- por ser avisadores), y juntamente dió una traza (que bien pareció salir de su aljaba), y fué que uno de los dichos señores (se

Eccl. 4.

nio para desbaratar buenas obras.

gun pareció) concertándose en esto y en otras cosas (no de remedio de pobres) con un principal personaje, hizo que entrase en un capítulo de los frailes franciscos (donde yo me hallé por capitular), y con título de muy devoto de aquella órden, mostró mucho sentimiento de un yerro dañoso en que los veia, que se juntaban con los frailes dominicos y augustinos para escrebir al rey y á su consejo á España. Porque decia: «¿Qué tienen que ver, padres, los negocios del fraile francisco con los del dominico y augustino? Vosotros no teneis que tratar sino del amparo de los indios y del favor para su doctrina, porque ni teneis renta ni haciendas, raices ni muebles. Ellos las tienen, y es lo principal que han de tratar y pretender, como yo y los otros seglares. Pues ¿qué provecho puede traer esto para vuestra pretension, sino mucho daño, haciéndoos un cuerpo con ellos para tratar de negocios, y mas ante el rey que mira estas cosas con mucha advertencia?» Adviértase pues (digo yo) la paliada cautela que el astuto demonio buscó para destorcer y desbaratar el funículo triplex por medio de aquellos buenos hombres, que es de creer tendrian buena intencion, mayormente el que propuso la plática, que lo propuesto sentiria así como lo decia. Aunque en buena consideracion, bien cabia tener entendido, que cuando las tres órdenes escrebian al rey de consuno, no tratarian de sus haciendas y heredades, sino solo lo que tocaba á la conservacion y cristiandad de los indios (como ello era así verdad); pero debió de bastar aquel color y aparencia de fuera, ó no sé si alguna otra ocasion de descuido, pues hemos visto que despues acá nunca se han dado al rey los tales avisos por parte de las tres órdenes, como solian, y esta ha sido la causa de faltar el remedio de las cosas en que se debiera y pudiera proveer, y de haber aflojado el buen celo y espíritu de los ministros, y por consiguiente de haber descaecido mucho la cristiandad de los indios. Mas no es de pasar por alto lo despues sucedido, que en muy breve tiempo envió nuestro Dios sobre estas dos personas bien recio castigo. Si fué por esto ó por otras culpas, ó juntamente por esto y por lo otro, dejémoslo á su divino saber, cuyos juicios son secretísimos. Lo que oimos fué, que el consiliario, que por ventura no deseaba agradar tanto á Dios como al rey, cayó en su desgracia, y murió de pena por una muy justa reprension que le dió, y el personaje que propuso la plática se vió casi perdido del todo, y fuera perdido mucho mas deveras, si su buena ventura no lo escapara, junto con la real magnificencia. Y si Dios envió este castigo por lo arriba dicho, bien cuadra en

Psal. 104.

namente desdichado

en privados.

este lugar su amenaza que hace por el real profeta, diciendo: «No querais trampear contra mis profetas, ni tocar á mis sacerdotes.» Como quien dice: «porque lo tengo de castigar con mucho rigor. >> Mas por esto que he dicho (que son ejemplos de que todos nos debemos aprovechar), no consiento caer en desgracia con los señores del real consejo á quien esto no toca, pues en caso que fuera murmuracion (lo que Dios no quiera, sino relacion de lo que pasa), siendo de uno ó de dos, no perjudica á todos los de aquel oficio ó estado. Salvo que en los frailes falta esta regla, que si uno hace una travesura ó cae en algun descuido ó flaqueza, luego dicen ser mala gente los frailes, que hacen tal ó tal cosa, como si todos lo ovieran hecho, segun lo que se dice de los ratones, que royendo uno solo el queso, luego dicen que los ratones lo comieron. Bien se sabe que en todos los reales consejos ha habido y hay varones rectísimos y de gran cristiandad; mas en algunos puede haber quiebra, que si todos fueran santificados, ni oviera licencia para tocar en alguno, Rey Felipe indig ni nuestro católico rey oviera sido tan desdichado en la confianza que ha hecho de privados y consejeros con haber sido el rey mas digno del mundo, de que se le guardara fidelidad por su extremado celo y deseo de acertar en todo, con que á los demas ha hecho ventaja. Cosa mucho de llorar y sentir los que tienen hambre y sed de la justicia, que siendo el rey tan justo y bueno, no halle lealtad en todos sus vasallos. ¡Oh príncipe de España, que habeis de comenzar á reinar de nuevo, pues Dios os proveyó de tantos reinos y señoríos para los gobernar, proveaos tambien de la sabiduría que para gobernar los suyos dió al rey Salomon, porque no quiso pedir otra cosa! Y baste que os provea de aquella prudencia y celo de bondad y rectitud que comunicó á vuestro padre, con tal que os provea de fieles consejeros que mas os ayuden á salvar vuestra ánima, descargando vuestra real conciencia, que á augmentar vuestro patrimonio y hacienda. ¡Oh falsos servidores y inicuos aduladores, que engañais á los reyes so color de servirles, con infernales trazas de augmentarles las rentas, y buscais solos vuestros intereses y mejorías, destruyéndoles sus vasallos y reinos! Destruya Dios vuestras trazas y consejos, como destruyó el consejo de Achitophel que daba á Absalon contra su padre David. ¡Oh senadores de los reales consejos, pues sois padres y patronos de la república, compadeceos de vuestra patria España! Y pues Dios en nuestros tiempos la puso en la cumbre de los reinos del mundo, no seais vosotros causa de su ruina y caida por vuestros particulares provechos, ni menos por

111 Reg. 3.

11 Reg. 17.

Prov. 8.

Sap 6.

los temporales del rey. Considerad que aquel Señor por cuya ordenacion y providencia los reyes reinan, y los príncipes tienen imperio, y los poderosos determinan las causas de la justicia, aun á los infieles conservó en la monarquía y señorío del mundo, mientras tuvieron celo del bien comun, renunciado el suyo particular, como se verificó en los romanos. Mas en dando en cobdicia de proprios intereses, á la hora los derribó de la alteza en que estaban y los subjetó á extrañas naciones. Y si no os mueve el celo y amor de vuestra patria, muévaos la estrecha cuenta que habeis de dar á Dios, rumiando aquellas palabras con que su divina sabiduría espanta y atemoriza á los jueces que en sus oficios no hacen el deber, diciendo: «Oid vosotros los que mandais al mundo y os dais contento en el mando de muchas gentes; sabed que el poder y autoridad que teneis, os fué dado del Altísimo Señor, el cual inquirirá vuestras obras y escudriñará vuestros pensamientos. Y porque siendo ministros de su reino no juzgastes rectamente, ni guardastes la ley de la justicia, ni anduvistes segun la voluntad de Dios, en breve y con espanto vereis cómo se hará durísimo castigo en aquellos que gobiernan, porque al pequeño se le concede misericordia, mas los poderosos poderosamente serán atormentados.» Por esto no sin causa avisa el Espíritu Santo por el profeta á los que tienen cargo de gobierno, que sirvan al Señor en aquel su ministerio con temor y temblor. Y si con temor de errar y por ello desagradar á Dios se deben recebir los cargos de gobierno (segun este sano consejo), ¿con qué temor debria aceptar el gobierno de Indias, desde la corte de mucho de temer. España, el que nunca las vió, ni sabe de qué color son, salvo el color de la plata y de otras preseas que de Indias llevan? D. Martin Enriquez, siendo virey de esta Nueva España, se mostró uno de los prudentes, avisados y entendidos hombres de su tiempo, que parecia virey. no se le escondia persona en esta tierra que no supiese quién era y cómo vivia. Y con ver por momentos indios y tratar cada dia con ellos dentro en su palacio (porque nunca salia de México), cuando llegó su sucesor el conde de Coruña, se recogió en un monesterio de nuestra órden en pueblo de indios, mientras se le hacia tiempo y cómodo de embarcar para el Pirú, y por las tardes se salia á pasear á pié por las calles del pueblo, y entraba por curiosidad en las casas de los indios, y veia y notaba, preguntando y inquiriendo toda su manera de vivir, y en la iglesia veia tambien el modo que se tenia en doctrinar y sacramentar á los chicos y á los grandes, y el concierto que en todo tenian cuatro religiosos que allí moraban,

Psal. 2.

Gobierno de In

dias, sin verlas, es

D. Martin Enri

quez, prudentísimo

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