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CAPÍTULO XVII.

De cómo esta conversion de los indios fué obrada por me dio de niños, conforme al talento que el Señor les comunicó.

NUESTRO Omnipotentísimo Dios, cuyas obras son en sí maravillo

sas, siempre tuvo por estilo de engrandecer las cosas en el mundo humildes y pequeñas y abatir las altas. Y las misericordias y grandezas que por su infinita bondad ha querido mostrar á los hombres, siempre las obra por medio de instrumentos bajos y de poca estima cuanto al parecer del mundo. ¿Qué cosa mas aviltada ni mas menospreciada y tenida en poco hubo en el mundo, que la sacratísima humanidad de nuestro Redentor Jesucristo, acoceada, abofeteada, escupida, y en mil modos escarnecida, por cuyo medio obró Dios la redencion del género humano, la cosa mas grandiosa y preciada que en el mundo se ha hecho? Pues la que de aquí se siguió, que fué convertir al mundo engañado, reyes, emperadores y grandes señores, á que conociesen y confesasen por su Dios á aquel que con tanta deshonra sabian haber sido condenado y muerto con muerte de cruz, ¿por cuyo medio lo obró, sino de unos pobres y desechados pescadores, hombres idiotas, sin letras, sin poder ni valor, ni otro favor humano? Pues por la misma traza quiso que se hiciese la conversion de este nuevo mundo (que en número de gentes ha sido mayor que la que hicieron los apóstoles), no por otro instrumento sino de niños, porque niños fueron los maestros de los evangelizadores. Los niños fueron tambien predicadores, y los niños ministros de la destruicion de la idolatría. Y puesto que los principales obreros fueron los bienaventurados religiosos que el Señor escogió para enviar á este apostolado, con ser ellos en humildad, llaneza y sinceridad harto semejantes á la pureza y inocencia de los niños, aun quiso humillarlos mucho mas, y hacerlos mas semejantes á ellos, hasta ponerlos en necesidad de burlar con niños, y hacerse niños con ellos. Bien pudiera Dios darles luego en llegando, la lengua que tanto deseaban saber, y que de fuerza habian menester para la ejecucion de su ministerio, como la dió á los apóstoles el dia de Pentecostés, y como se la dió despues á estos mismos, y á otros por ventura de menos perfeccion, que la supieron más por don concedido que por industria y trabajo; empero, quiso que los primeros evangelizadores

de estos indios aprendiesen á volverse como al estado de niños, para darnos á entender que los ministros del Evangelio que han de tractar con ellos, si pretenden hacer buena obra en el culto de esta viña del Señor, conviene que dejen la cólera de españoles, la altivez y presuncion (si alguna tienen), y se hagan indios con los indios, flegmáticos y pacientes como ellos, pobres y desnudos, mansos y humilimos como lo son ellos. Por esta humildad que aquellos benditos siervos de Dios mostraron en hacerse niños con los niños, obró el Espíritu Santo para su consuelo y ayuda en su ministerio una inaudita maraMaravilla contra villa en aquellos niños, que siéndoles tan nuevos y tan extraños á su natural aquellos frailes, negaron la aficion natural de sus padres y madres, y pusiéronla de todo corazon en sus maestros, como si ellos fueran los que los habian engendrado y criado; en tanta manera, que ellos mismos fueron los que descubrieron á los siervos de Dios los ídolos que sus padres sus padres tenian escondidos, y los acusaron de sus supersticiones y errores, como se verá adelante en el proceso de esta historia.

el uso natural de los

niñ.cs.

1525.

CAPÍTULO XVIII.

De cómo se edificó la iglesia de San Francisco de México, y se puso en ella el Santísimo
Sacramento, y el provecho que de ello se siguió.

La primera iglesia que hubo en todas las Indias de lo que se llama
Nueva España y Pirú, fué la de S. Francisco de México, la cual se
edificó el año de mil y quinientos y veinte y cinco con mucha bre-
vedad; porque el gobernador D. Fernando Cortés puso en la edi-
ficacion mucha calor, y por poca que pusiera bastara, segun era la
multitud de la gente. Cubrióse el cuerpo de la iglesia de madera, y
la capilla mayor de bóveda, y en ella pusieron las armas de Cortés;
no porque él la oviese edificado á su costa (que en aquellos tiem-
pos ni muchos años despues no se les pagaba á los indios lo que tra-
bajaban en edificio de iglesias, sino que cada pueblo hacia la suya,
y aun á las obras de México otros muchos pueblos ayudaron á los
principios sin paga, y cuando mucho daban de comer en los mones-
terios á los trabajadores), mas pusiéronse en aquella capilla por el
mucho favor que daba á los frailes, no solo en aquella obra, sino
en todo lo que se les ofrecia, así de necesidades temporales como
para la conversion y ministerio de los indios. El mismo año de
veinte
y cinco se puso en aquella iglesia el Santísimo Sacramento

Sacramento del altar, el efecto que hi

México.

de la Eucaristía. Y para esta solemnidad (como era razon) se buscaron todas las maneras posibles de fiesta, así en ayuntamiento de gentes, sacerdotes, españoles seglares y indios principales de toda la tierra comarcana, como de atavíos, ornamentos, músicas, invenciones, arcos triunfales y danzas, que fué de grande edificacion á los naturales de la tierra, y ocasion para convertirse muchos de ellos y pedir el santo bautismo, viendo la diferencia que habia de las fiestas con que en la tierra se honra nuestro Dios, llenas de alegría y regocijo espiritual, á las con que ellos honraban á sus dioses, llenas de sangre humana y de toda espurcicia, hediondez y fealdad. Y de aquí tomaron ellos ejemplo para celebrar despues de cristianos las festividades de Nuestro Señor y de sus santos con el aparato y suntuosidad que por ventura adelante se tocará, mayormente en la fiesta de Corpus Christi. En los tres años primeros ó cuatro despues que se ganó la ciudad de México, no hubo Sacramento sino en sola la iglesia de S. Francisco, y despues el segundo lugar en que se puso fué en Tezcuco. Y así como se iban haciendo las iglesias de los monesterios, iban poniendo el Santísimo Sacramento, y por el consiguiente cesando los aparecimientos y ilusiones del demonio, zo cuando se puso en que antes de esto eran muy continuas. Porque viéndose el desventurado privado de los servicios y sacrificios con que de tan innumerable gentío y por espacio de tantos años habia sido obedecido y reverenciado, no lo podia llevar en paciencia, y así aparecia á muchos en diversas formas y los traia en mil maneras de engaños, diciéndoles que por qué no le servian y adoraban como antes solian, pues era su Dios, y que los cristianos presto se habian de volver para su tierra. Y así lo tuvieron creido los primeros años, y de cierto pensaban que los españoles no estaban de asiento en esta tierra, sino que habian venido para volverse. Y persuadíanse á ello viendo la priesa que se daban á recoger el oro y plata y otras cosas de precio y estima que podian haber: y así esperaban este dia de su partida. Otras veces les decia el demonio que aquel año queria matar á los cristianos. Otras veces les persuadia que se levantasen contra los españoles y los matasen, que él les ayudaria. Y á esta causa se movieron algunos pueblos y provincias á rebelarse, y les costó caro, porque iban sobre ellos los cristianos, y mataban y hacian esclavos á muchos. Otras veces los amenazaban los demonios que no les habian de dar agua ni habia de llover, porque los tenian enojados. Y en esto mas claro que en otras cosas mintieron, porque nunca tanto ni tan bien llovió en los tiempos de su infidelidad, ni jamas

tuvieron tan buenos años de cosecha y fertilidad, como despues que se puso el Santísimo Sacramento: que antes apenas pasaban dos ó tres años que no tuviesen otro de esterilidad y hambre. Para esto tambien tuvo el demonio sus ministros que le ayudaban, hechiceros y embaucadores que andaban de secreto por los pueblos, persuadiendo á la gente simple lo que el enemigo les enseñaba. Y á los que les creian y eran baptizados, les lavaban la cabeza y el pecho, diciendo que les quitaban la crisma y olio santo que habian recebido en el baptismo. Mas los que se hallaban de estos hechiceros (que fueron muchos) eran castigados por los ministros de la Iglesia. Y por mucho que el demonio se esforzó, Jesucristo lo desterró del reino que aquí poseia: y donde antes todos eran suyos, ahora aun no hay endemoniados como los hay en otras partes. Y aunque ovo nigrománticos que encantaban á muchos, y hechiceros que mataban á otros y hacian otros daños, no pudieron empecer á los cristianos. Y espantados de esto decian, que los que habian venido eran xochimilca (que así llamaban á los muy sabios encantadores), y los ídolos nunca mas les dieron respuestas. Una cosa notable acaeció cuando se puso el Santísimo Sacramento en México, y fué que un volcan muy alto que juntamente con otra alta sierra cerca de él suelen estar nevados mucha parte del año y echaba siempre humo, cesó de lo echar desde entonces por espacio de casi veinte años, y despues volvió á echarlo como ahora lo echa. Misterio es, que solo Dios lo sabe: y plegue á su Majestad divina no sea que entonces huyeron los demonios por aquel tiempo que fué de grande conversion de ánimas para Dios y de edificacion, y que despues hayan vuelto por haberles dado lugar los cristianos para se enseñoreàr de nuevo con abusos y malos ejemplos, y ofensas de Dios nuestro Señor, y escándalos de los pequeñuelos.

CAPÍTULO XIX.

De cómo á los indios se les dió doctrina en su lengua, y de cómo los discípulos
de los religiosos comenzaron á predicar.

A cabo de medio año que estos apostólicos varones habian llegado á esta tierra, fué servido el Señor de darles lengua para poder hablar y entenderse razonablemente con los indios. Los primeros que salieron con ella fueron Fr. Luis de Fuensalida y Fr. Francisco Xi

menez, que despues compuso arte en ella. Y con esta inteligencia
y con ayuda de los mas hábiles de sus discípulos, que estaban ya
muy informados en las cosas de la fe, tradujeron lo principal de la
doctrina cristiana en la lengua mexicana, y pusiéronla en un canto
llano muy gracioso que sirvió de un buen reclamo para atraer gente
á la deprender. Porque como los niños de la escuela la ovieron di-
cho algunos dias de aquella manera á los que se juntaban en el patio,
fué tanto lo que se aficionaron á ella, y la priesa que se daban por
saberla, que se estaban hechos montoncillos como rebaños de cor-
deros tres y cuatro horas cantando en sus ermitas y barrios y casas:
que por doquiera que iban de dia y de noche no decian ni se oia
otra cosa sino el canto de las oraciones, artículos y mandamientos.
de Dios: que era para darle á ese mismo Señor que lo obraba infi-
nitas gracias, con que se despertó entre los indios gran fuego de
devocion. Juntamente con esto no les faltaba la predicacion de la
palabra de Dios, porque los religiosos no se atreviendo á predicar
en la lengua de los indios hasta perfeccionarse en ella, y viéndose
cercados de tantas gentes y pueblos á quien doctrinar, y conociendo
que muchos de sus discípulos entendian muy de raiz las cosas de
nuestra fe que les habian enseñado, y se mostraban muy hábiles en
todo lo que ponian mano, quisieron aprovecharse de su ayuda y
probar para cuánto eran en el ejercicio de la predicacion, pues en su
lengua podian decir propia y perfectamente lo que los frailes les
propusiesen. Y en esto siguieron el consejo que Jethro dió á su
yerno Moisen; porque si no se ayudaran de sus discípulos, aunque
todo el dia y el año trabajaran, se pudiera de ellos decir lo que aquel
dijo: Fatigais os con indiscreto trabajo, porque este negocio excede
á vuestras fuerzas. Y así estando el religioso presente, y habiéndole
declarado al mozuelo sus conceptos en que antes le tenia instruido
(como intérprete del religioso), predicaba en su nombre todo lo gelio.
que le habia dicho: lo cual bien entendia el religioso, aunque no se
atrevia á proponerlo personalmente, y echaba de ver si iba entera-
mente dicho, ó si habia en ello alguna falta. La cual no hallaban,
sino que eran muy fieles y verdaderos, y en extremo hábiles: que
no solamente decian lo que los frailes les mandaban, mas aun aña-
dian mucho mas, confutando con vivas razones que habian depren-
dido, reprehendiendo y reprobando los errores, ritos y idolatrías de
sus padres, declarándoles la fe de un solo Dios, y enseñándoles cómo
habian estado engañados en grandes errores y ceguedades, teniendo
por dioses á los demonios enemigos del linaje humano. Tenian

Exod. 18.

Indios niños predicadores del Evan

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