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sistirles la entrada, como habian quedado tan ofendidos y lastimados de Juan Bono en el año pasado, como en el cap. 91 queda referido, y porque debieran creer que era el mismo Juan Bono, daban voces "Juan Bono, malo, Juan Bono, malo," ó si creian que eran otros sin Juan Bono, quejándose de Juan Bono, malo, que tan mala obra les habia hecho, rescibiendo dellos tan buen abrigo y hospedaje. Respondieron los españoles desde las barcas que no eran ellos Juan Bono ni venia con ellos, porque aquel era malo, y tenian razon de decir

execrable; hechos confusos y avergonzados de la culpa, que no pudieron negar, man. daron que los quitasen de allí é los llevasen á las posadas de los tiranos, los cuales, despues, no con pregonero, sino callando, y los frailes lierónimos disimulando, se cree que los vendieron, Ꭹ al cabo en aquella tiranía se acabaron: estos remedios pusieron á estas gentes los Padres.

Luego el padre fray Pedro de Córdoba escribió al Clérigo á la corte esta egrégia hazaña cometida en la isla de la Trinidad, y áun contra la Santísima Trinidad, y en

que era malo, y que por aquella traicion-esta ciudad por los padres Hierónimos con

que les habia hecho, en Sancto Domingo lo habian ya ahorcado, y que porque ellos eran buenos, y no como Juan Bono, malos, venian á denunciárselo y á holgarse con ellos y traelles cosas de Castilla por. que los tenian por hermanos; con tolas las otras palabras, mentirosas y fingidas que pudieron decirles para aplacarlos. Los tristes, con su innata simplicidad y manse. dumbre, creyeron que decian verdad; aunque cuanto á la malicia del mundo y la experiencia que de nuestra iniquidad y costumbre ya tenian, era su simplicidad y manse. dumbre culpable, y su creencia ó creduli. dad fácil y liviana, porque no habian ellos de creer aquellas palabras, sino presumir que eran peores que Juan Bono; y más sin verdad tiranos, no teniendo mas certi. dumbre y seguridad que su parla. Creyé. ronlos, y rescibiéronlos, y sirvieronlos con todo cuanto tenian y podian, y despues de algunos dias en que no les predicaban otro Evangelio sino que Juan Bono era muer to, y que era malo, y ellos buenos, para Jos engañar y asegurar, y cuando vieron tiempo y los sintieron más descuidados, sacan sus espadas y arremeten á las casas, y muertos y acuchillados, los que quisie. ron ó pudieron, prendieron cuantos les fué posible maniatar, y métenlos en el navío y viénense con su presa, con tan buena guerra ganada, á este puerto y ciudad. Otro dia sácanlos á vender con pregonero por la plaza, y delante de los padres Hie. rónimos, por esclavos, á quién dá más. Sabido por el padre fray Pedro de Córdoba tan gran maldad y desvergüenza ó in. sensibilidad de los mismos Hierónimos, que, teniendo cargo de remediar estas gentes, consentian venderse en su presencial los inocentes, sabiendo ya las obras de nuestros hermanos, sin lo impedir ni cas, tigar, fué á hablalles y castigalles la obra de aquellos y omision. suya tan culpable y

firmada, y, entre otras, le escribió estas palabras: "Cierto, las cosas veo if por ta les caminos, que yo tengo de ser forzado á decir lo que siento: quicquid inde ve niat." Quiso decir, como él era prudenti. simo y moderatísimo, que los Hierónimos eran tan infructuosos y ponian tan ningun remedio á la perdicion destas gentes, que habia de ser constreñido á predicar contra ellos, y como via que con aquellas tales obras que los españoles obraban en la isla de la Trinidad, vecina de la tierra donde el tenia los religiosos predicando á los indios, y que los escándalos y daños cada hora los esperaba ver por allí, mayormente por el concurso de los navíos que iban á las perlas, escribió, tambien al Clérigo confiando del gran favor que tenia entendido por las cartas que el Rey y el Gran Chan. ciller le daba, no creyendo que las cosas eran mudadas, que trabajase de traer cien leguas en aquella tierra firme, con el pueblo de Cumaná, prohibido por el Rey y con graves penas, que ningun español osa. se en ellas entrar ni conversar, sino que las dejasen, para donde predicasen sólos los frailes Franciscos y Domínicos, porque las obras y escándalos de los españoles no los estorbasen. Dijo más: que si cien leguas no pudiese alcanzar, alcanzase 10 solas, y si 10 no pudiese, que negociase unas isle. tas que están 15 ó 20 leguas dentro de la mar, apartadas de la misma tierra firme, que se llamaban entonces las isletas de Alonso, para que pasaran los religiosos á ellas, y allí entendia de recoger los indios que huyesen de las persecuciones y vejaciones de los españoles, y al menos de aquellos instruirian y salvarian las ánimas; y en caso que ninguna destas cosas pudiese alcanzar, él determinaba de revocar todos los frailes suyos á esta isla, y desmamparar del todo la tierra firme, pues no tenia remedio de impedir los escándalos y

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Vista esta carta, el Clérigo se angustió mucho en sentir los impedimentos que ponian á los siervos de Dios, que cou tanto . peligro y trabajo allí á los que tanta necesidad tenian predicaban, y mayor tristeza le sobrevino temiendo que el padre fray Pedro de Córdoba, que era el Prelado mayor, trayendo los frailes de allí, toda aque Ila tierra firme quedase desmamparada, porque en ninguna parte destas Indias habia persona, que á indios algunos de todas ellas, dijese cognosce á Dios, ni cosa de la fé y religion cristiana enseñase, ni tuviese tal cuidado; y segun el deseo que Dios al Clérigo habia dado, rescibia grande con. suelo que allí, por aquellos Padres, Cristo se predicase, y áun pensaba de se ir á trabajar con ellos y ayudalles en aquella obra, perseverando en su mismo hábito clerical ó eclesiástico. Habló sobre ello al Obispo y á los del Consejo, dándoles noticia de la dicha carta, de los estorbos que los españoles ponian á la predicacion de aquellos Pa. dres á la salvacion de las ánimas, y el pe ligro y daño que habia si los religiosos aquella tierra desmamparaban, y cuánto en ello se ofenderia Dios, y cuánto la conciencia del Rey quedaria cargada; por tanto, que les suplicaba señalasen y interdijesen las cien leguas de tierra que el padre fray Pedro pedia, que no entrasen españoles que le estorbasen, de donde procederian grandes bienes y se impedirian muchos males, y el Rey y ellos cumplirian con la obligacion que tenian de procurar que aquellas gentes se convirtiesen y salvasen. Respondió el señor Obispo lo que no res. pondiera, por ventura, un Contador muy celoso de la hacienda del Rey y cudicioso de aumentársela: "Bien librado estaria el Rey dar cien leguas que sin provecho alguno suyo las tuviesen ecupadas los frai. les." Estas fueron sus palabras, y aún más descaradas; sentencia harto indigna del su cesor de los Apóstoles que pusieron las vidas por cumplir lo que á él se le de. mandaba, y que concedello con estrecho precepto divino, y so pena de eternal da. ñacion era obligado; y es la verdad, que de aquellas cien leguas y de otras 8,000 no ha llevado el Rey algo, en cuarenta y más años que esto há, sino en habérselas des

truido, robado y asolado, y de aquí se cost legirá cuál podia ser la gobernacion dell Obispo, que con tan profunda insensibilidad, en el fin y fundamento de todo el tív tulo y manutenencia del señorío de los re yes de Castilla sobre aquellas Indias, erra ba. Oido ésto, el Clérigo quedó como pas mado, y aunque no dejo de revolvérsela al Obispo, pero aprovechó nada, porque no era el señor Obispo tan de fácil tornable, y entendido el fin que el Obispo pretendia, que sólo era el interese temporal, oy de la conversion de aquellas gentes que no se daba un cuarto, intentó el Clérigo cier ta vía para proseguir el fin que los religiosos y él deseaban y procuraban, para poder decir al Obispo: pecunia tua tecum vadat in perditionem, de la cual sucedieron al señor Obispo muchas malas acènas

peores tártagos, Esta vía, en los capítu los de más abajo, si pluguiere á Dios, se relatarán endurb 281 gote yand MORRITO 774 lob asso ilguno yun no101 otomli'd sonst cosibel ay bibiq oup solongaob sol zob 510 by dig0939 up anoтo to one y nanbury CAPITULO CV.UP q oyit ngoup obat buses in ont por of sa suproq od ob Bu * Provisiones y la y despachos que obtuvo las Casas para poblar de labradores las islas.Falsedad que hizo el Obispo en la Cédula que llevaba Berrio. Recorre las Casas varios lugares, isolicitando labradores que fuesen á las islas. De lo que hizo el Condestable para impedir las solicitas ciones de las Casas.-Del mal resultado que produjo la falsedad puesta por el Obispo en la Cédula. Despues de estar las Casas en Zaragoza vuelve á hacer relacion de lo que dejaba comenzade, al Cardenal Adriano.-Diego Velazquez es nombrado Adelantado y Gobernador de Yucatán y Nueva España, la Tog astoleivor of entes y yo lob nstige ob erdmon ello no Prosiguió el Clérigo en que se conclu yese da poblacionide las islas, de labrado res, que habia comenzado en tiempo del GranChanciller, y, aunque a pesar del Obispo, lo llevó al cabo, porque el carde-[ nal Adriano estaba muy bien ten sellod los flamencos de calidad, y que eran cerca nos al Rey, por lo cual el Obispo no pudo estor ballo. Hiciéronse muchas cartas y pro-) visiones, cuantas el Clérigo pidió, y dióse le todo el favor y autoridad y personas que lo acompañasen, y de quien se ayuda,, se, y Cédula y aposento por todo el reinoá las cuales dió salario el Rey. Llevó car TOM. II-48

tas comendaticias y preceptivas para todos los corregidores, asistentes y justicias del reino, y para todos los arzobispos, obispos, y abades, priores, guardianes y todo géne. ro de personas de autoridad, exhortando y encargando á unos, y mandando á otros, diesen al Clérigo crédito y favor, y le ayudasen, cada uno segun su oficio y dignidad, á que se moviesen los más labradores que pudiesen allegarse para venir á poblar es. tas islas y gozar de las mercedes que tenia por bien de concederles. Diéroule provi. siones las que habia menester para los oficiales de la casa de Sevilla, que los labradores que el Clérigo enviase de cualquiera parte del reino los rescibiesen con gracia y benignidad, y los aposentasen, y mantu. viesen en la dicha casa, y aparejasen los navíos en que habian, de navegar; item, para todos los gobernadores destas islas, que los rescibiesen, y abrigasen, y aposen tasen y entregasen las dichas haciendas estancias del Rey, y curasen si cayesen enfermos. Finalmente, fueron muy cumpli. dos los despachos que pidió, y se le dieros, y entre otras personas que escogió el Clérigo para que le acompañasen y ayudasen, fué un escudero, hombre honrado, que parecia persona de bien, porque se lo rogó el que habia sido maestro del Rey, y que despues fué obispo de Palencia.

y:

Este escudero, llamado Berrio, criado en Italia (y ésto le, bastaba),, no, tenia tanta simplicidad, ni tuvo tanto agradecimiento como tuvo el Clérigo, que le nombró y hizo.que el Rey le diese salario y de comer, lo cual él no tenia de propio s iyo. A éste, por más honrallo, quiso que cuando le enviase á algun pueblo á hacer apregonar las provisiones del Rey, no pareciese que era enviado por el Clérigo sino como que lo enviaba el Rey, para lo cual le dió aparte provisiones por sí é hizo que le pusiesen en ellas nombre de Capitan del Rey, y éstas, solamente cuanto á lo que tocaba á publi. car las mercedes que hacia el Rey á los labradores que quisiesen venir á poblar es. tas islas, y no las demas que hablaban con los oficiales de Sevilla y á los destas islas, porque éstas detuvo siempre en sí el Clé. rige hasta allegar el número conveniente de labradores y despachallos á su tiempo.. Con todo, para tener sujeto al dicho escudero, hizo poner en la Cédula de su salario, que eran 450 maravedís cada dia, por causa dél, "para que vais con Bartolomé de las Casas, nuestro capellan, á donde le enviamos y hagais en todo lo que él os di

jere." Aqueste sabia muy bien la poca ó ninguna afeccion que el Obispo tenia al Clérigo, y cuán contra su voluntad, y con cuánto pesar suyo el Clérigo negociaba y habia negociado siempre, y mayormente aquello de los labradores, y porque despa chado del todo el, Clérigo, se detuvo tres ó cuatro dias, disponiendo secretamente los ánimos de los caballeros flamencos, dándoles á entender la vía que queria propo. Ler, que resultaria en gran provecho del . Rey para cuando del recogimiento de los labradores volviese; váse, no con falta de gran malicia, el bueno del escudero, á la posada del Obispo á mostrarse como que se andaba paseando por no se haber querido partir el Clérigo! El Obispo, como lo vido, díjole, "qué haceis aquí? ¿por qué no os partis?" Respondió Berrio, escudero, "señor, no se parte ó no se quiere partir el Clérigo con quien el Rey me manda ir," y como el Obispo, que fácilmente se alteraba, porque no le sobraba la mansedumbre y estaba con el Clérigo tan bien, dijole, "andá, ios vos sólo y haced lo que con él habíades de lacer." Respondió, "señor, no puedo hacer nada sin él, porque la Cédula que tengo, reza que vaya con él y que haga lo que él me dijete." Manda luego el Obispo que se raye la Cédula, y que donde decia, "hagais lo que él os dijere," se pusiese, "hagais lo que os pareciere." El fructo que Dios y el Rey hobo de hacer esta falsedad en aquella Cédula, por lo que abajo se refiere parecerá, y aunque en otras materias, por ser el Obispo Presidente de aquel Consejo, podia 'quizá mandar mudar en Cédulas firmadas del Rey, sin parecer de todo el Consejo, algunas palabras sin cometer falsedad, y aun en todos los casos hay harta duda podello hacer, al menos en éste, porque se hacia con énojo del Clérigo y con malicia no muy menor que grande y contra voluntad del Rey, y contra lo muy bien ordenado, y platicado y determinado, como cosa muy provechosa para los reinos de Castilla y destos, y en perjuicio de todo el bien de acá, no lo pudo hacer el Obispo sin muy culpada falsedad. De la mudanza y raedura y subrescripcion y falsedad de la dicha Cédula, el Clérigo, por entonces, no supo nada,

Partiose, finalmente, y con él Berrio, el escudero, y los demas; saliendo de Zarago. za para Castilla y llegando a algunos Iu. gares, hacia juntar la gente dellos en las iglesias, donde les deunciaba, lo primero, la intencion del Rey, que era poblar aques

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tas tierras; lo segundo, la fel cidad, fertilidad, sanidad y riqueza dellas; lo tercero, las mercedes que el Rey les hacia, con las cuales podian ser con verdad, cuanto a los bienes temporales desta vida, sin cuasi trabajo, bienaventurados; con lo cual, los corazo. nes de todas las gentes levantaba, porque, lo uno, todo lo que afirmaba, decía, y, con verdad que lo sabia por vista de ojos y por muchos años lo habia experimentado; lo segundo, porque tenia en el hablar gran eficacia. Despues de avisados é informados, poco tardaban en venirse á escribir para ir á poblar á las Indias, y en breves dias allegó gran número de gente, mayormente de Berlanga, que sin entrar en ella, tenien. do la villa 200 vecinos, se escribieron más de los 70 dellos, y, para se escribir, entraron en Cabildo secretamente, por miedo del Condestable, y enviaron cuatro regi. dores que lo buscasen por los pueblos donde andaba, y le regasen de partes de la villa se acercase más á ella, viniéndose una legua de allí, á donde venian todos disimuladamente para ser de la demanda que traia informados; y entre los que vinieron fueron cuatro, los cuales lo subieron á un pajar, en lo más alto de la casa donde posaban, cuasi temiendo que las paredes lo habian de decir al Condestable, y le di jeron: "Señor, cada de nosotros no quiere ir a las Indias por falta que tenga acá, porque cada uno tenemos 100,000 maravedís de hacienda y aún más (lo cual pa ra entonces, y en aquella tierra, era mu cho caudal), sino vamos por dejar nuestros hijos en tierra libre y real." No lo hicie ron tan secreto que lo ignorase el Condestable; despacha luégo un escudero, y otro á rogar al Clérigo que se saliese de su tierra; el Clérigo hacíase reacio, diciendo que él iria luégo á besarle las manos, y así fué, y hallóle á la salida de Berlanga, que iba á despedir al obispo de Osma, que con él habia pascuado; pasaron muchas pláticas, alegando el Condestable que rescibia grande agravio, y que le rogaba que se fuese á sacar labradores de otra parte. El Clérigo dijo que así lo haria, por serville, pero que queria entrar en Berlanga á hacer aprego nar las provisiones. Dijo él: "Si quereis entrar como amigo yo me holgaré mucho dello, y haceros lié todo buen tractamiento." Finalmente, se despidió dél, llevando la Memoria escrita de los que se habian asentado.

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Mandó luégo apregonar el Condestable que cualquiera que comprase la haciendal

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de los que se habian escripto para las Indias la tuviese perdida, lo cual no mucho de tiranía distaba. Anduvo el Clérigo por aquellos lugares de señorío, y cuasi todos se movian á la jornada, y en un lugar del conde de Coruña, llamado Rello, que era de 30 casas, se escribieron 29 personas, y entre ellas dos vecinos, hermanos, viejos, de setenta años, con 17 hijos; diciendo el Clérigo al más viejo: "Vos, padre, ¿á qué quereis ir á las Indias siendo tan viejo y tan cansado?" respondió el buen viejo: "A la mi fe, señor, dice él, a morirme lué. go y dejar mis hijos en tierra libre y bienaventurada." Un poco ántes desto, andando por aquellos lugares, el bueno de Berrio pidió muchas veces licencia al Clérigo para se ir al Andalucía, donde era casado; el Clérigo decíale que no se la podia dar, porque aquel era el negocio por que el Rey le daba salario, y por entonces an. daban por aquella tierra donde hallaban gente propia para estas partes, que, cumplido por aquella tierra lo que el Rey mandaba, tiempo vernia cuando fuesen de los puertos abajo, porque, en fin, fin, todo se ha bia de andar. El cual, como vid. que pedir licencia al Clérigo era por demas, vino un dia con las botas calzadas á despedirse del Clérigo, diciendo que viese lo que le queria mandar, porque queria frá la Andalucia, y que allá hária él lo que el Rey mandaba. El Clérigo, de su insolen. cia quedó admirado, y no le quiso hablar, pensando luego quitalle el salario, creyent do que la Cédula donde se lo señalaba estaba vírgen como se la habia dado; fuése algunos pasos con él un escudero cuerdo, Ilamado Francico de Soto, de los que con el Clérigo tambien andaban, y diciéndole que cómo se iba sin licencia del padre Casas, pues sabia que le podia quitar el salario diciendo la Cédula dél que lo acompa. ñase y hiciese lo que él le dijese, respon. dió: Por eso vengo yo bien proveido, donde decia "hagais lo que él os dijere,” se puso "hagais lo que os pareciere," donde le constó ésto y creo que lo más. Tornó luego el Francisco de Soto al Clérigo, diciéndole: "Señor, no os quejeis de Berrío, sino del obispo de Burgos y de los demas que son vuestros enemigos, que os trabajan desbaratar cuanto sudais y trabajais." Váse Berrio al Andalucía y estáse de reposo en su tierra comiendo a costa del Rey, é cuando le pareció vase á Antequera y alle 200 personas, los más taberneros, y'algunos rufianes y vagabundos y gente hol.

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ו מידיי

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gazana, y los ménos labradores, y dá con ellos en Sevilla y en la Casa de la Contratacion.

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Los oficiales de la Casa, como no tenian Cédula ni mando del Rey, porque el Clé. rigo no la habia enviado por no ser tiempo ni sazon, segun la órden que llevaba, viendo tanta gente no sabian qué hacer, y al fin acordaron, porque allí no se desbaratasen, porque ya sabian en general la pobla cion que el Rey hacer mandaba, por otras cartas, con esperanza que el Clérigo enviaria las Cédulas, embarcallos én unos navíos que para partir estaban y enviallos. Llegaron á esta isla y ciudad de Sancto Domingo, donde tuvieron mayores peligros y trabajos, porque como los oficiales del Rey no habian recibido Cédula tampoco alguna del Rey, ni mando, porque el Clérigo no la habia enviado por la razon dicha, ningun remedio se les dió ni lo tuvieron sino mo. rirse muchos dellos y henchir los hospita. les de los demas, y de los que escapaban y sanaban hiciéronse taberneros, como quizá 10 eran ántes, y otros vaqueros, y otros irse hian á robar indios á otras partes. Súpose tarde: el Clérigo dió voces al Rey y al Chanciller, que era venido ya, notificán. doles y afeándoles el mal recaudo que el Obispo habia causado; mandólo luego re. mediar el Roy, puesto que fué en balde, y este remedio fué que mandó envialles 3,000 arrobas de harina y 1,500 de vino, pero I cuando acá llegaron, ya no habia hombre dellos á quien se diese ni dello se aprovechase. Aqueste fructo salió de haber falseado la Cédula real, despues de firmada, por contradecir el Obispo al Clérigo por su propia pasion en negocios que al mismo Obispo incumbian, y por ellos debiera mucho amallo. Desque vido el Clérigo la mucha gente labradora que se movia, y que los Grandes dello se agraviaban, y tambien que Berrio se le habia alzado, acordó de no mover más de los movidos y se tornar á la corte para que el Rey en lo uno y en lo otro pusiese remedio, como en cosa que tanto le importaba, y que solo él convenia poner la mano. Dejó toda la gente movida por los lugares, con buena esperanza que volveria presto y que iba por recaudo para sacallos.

Llegado á Zaragoza, lo primero que hizo fué ir al mismo Obispo, por convence. llo como que queria, dándole buenas nuevas del buen suceso del negocio primero que á

otro, alcanzar su gracia, y diciéndole: "Sefor, no sólo 3,000 labradores, á que yo me ofrezco, pero 10,000 podrá vuestra señoría enviar, si quiere, á poblar las Indias, que irán de muy buena gana; la muestra de llo traigo, que son 200 vecinos y personas escriptas, y á ir obligadas, y no traigo más por no escandalizar los Grandes, hasta dello dar al Rey parte." Respondió el Obis. po (Dios sabe con qué ánimo:) Cierto, cierto?" "Si señor, cierto, cierto." "Por Dios, dijo él, que es gran cosa, cosa grande es." Besadas las manos, y á lo que parecia ya de lo pasado aplacando, fuése el Clérigo al cardenal Adrianó, que solia mucho gustar de la poblacion y la favorecia y loa ba, y hecha la relacion de lo que dejaba comenzado, respondió en latin, porque con personas que lo entendieser, siempre lo hablaba: vere vos tribuitis aliud regnum regi, y aún bien pudiera con yerdad decir que no sólo el reino, pero reinos daba y más que reinos al Rey. Pero no mereció el mundo que gustasen dello ni lo entendie. sen los que lo debieran entender; mas el Cardenal, como no pretendia interese y era de ánimo sincero, Ibalo entendiendo como quien carecia de impedimentos; y porque ya estaba el Rey de camino y la corte mu dándose para Cataluña y Barcelona, y vacaron los negocios por algunos dias, por tanto quédese lo relatado así, hasta que de. mos la vuelta sobre ello y prosigamos lo mucho que mientras el Rey estuvo eu Barcelona sucedió. En este año de 18, en Za ragoza, hizo el Rey á Diego Velazquez Adelantado y Gobernador de toda la tierra de Yucatán y de la Nueva España, que ha bian descubierto Francisco Hernandez y Juan Grijalba, como abajo parecerá.

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