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se le adjudicaron, á saber: Rabanales, Pozolo, Valdellas y Villafrontin, San Vicente, Golpeones, Ilgatodegua, Barriolo y Varcial, y fué rubricado por los reyes y suscrito por Pedro, arzobispo compostelano; Enrique, obispo de Leon; los condes Fernando y Tirialo; Gundizabo Nuñez, teniente de Asturias; Ponzio Velo, teniente de Estrema dura; Fernando García, mayordomo del rey; Muñoz Rodriguez, su secretario y teniente de Castroverde; y finalmente, Pedro Benavidez, mayordomo de la reina.

Asimismo esta confirmación, sellada con el sello de plomo, fué rubricada por el infante D. Felipe, señor de Cabrera, y muclios otros prelados y señores principales.

Dia 6.

Con motivo de habernos visto precisados á continuar en varios dias sucesivos de los últimos del mes de junio próximo las noticias pertenecientes á la legislacion poco conocida del señorío de Vizcaya, hemos omitido algunas otras correspondientes á los en que aquellas se han dado; y como entre ellas se presenta mas agradable y deliciosa la narracion de un torneo tenido en la ciudad de Vitoria en 29 de junio de 1569, confiamos que por contener circunstancias tan bizarras y propias de nuestras costumbres antiguas, se nos disimule la licencia de colocarla en estos dias, prefiriéndola á otras que podríamos dar.

Cayó en aquel año el dia destinado para el torneo en domingo, y fué mantenedor de él Fausto de Aguirre, vecino de esta ciudad, contra otros caballeros de la misma, los cuales salieron á la funcion muy bien aderezados de armas y divisas, todos de diversos colores: colocáronse, como tambien sus padrinos.

Guardóse la condicion del cartel, en que se prevenia que ninguno sacase oro ni plata. Los torneantes sacaron invenciones y letras que cada uno llevaba, y eran las siguientes: Fausto de Aguirre, como mantenedor, podia tomar el acompañado que quisiese, pero no lo hizo: antes bien, combatió como aventurero animosa y diestramente, sin acaecerle desgracia alguna. Salió con calzas de terciopelo y raso negro y blanco, llevando tres padrinos vestidos igualmente, que eran D. Juan de Bribiesca, D. Juan de Belandia y Baptista de Orquendo. El tonelete y plu

mas eran de los mismos colores, como tambien los atambores, pífanos y dos pages que le acompañaban.

El escudo estaba en campo blanco con un corazon atravesado con una saeta, y esta letra:

Mis ojos al corazon

Con lágrimas le han pegado

La tristeza que le han dado.

Los primeros aventureros que entraron fueron Hernando de Cucho y Luis Hurtado de Mendoza, con calzas y toneletes de tafetan blanco, pardo y negro y penachos de los mismos colores: vestido igualmente su padrino Andrés de Zurbano Baztera. Hernando sacó un escudo en que estaba pintada una dama con un caballero de rodillas, cuya mano le tenia asida, presentándola un favor, y el dedo puesto en la boca, dándola á entender que lo callase: la letra decia:

Pues habitais en mi pecho
Sin poder partiros de él,
El favor quedará en él.

El escudo del segundo manifestaba dos manos descoyuntadas y esta letra:

No quiero tener mas fé

Con quien tan mal la pagó,
El tiempo que me duró.

Tras estos entraron en cuadrilla Rodrigo Velez de Medrano, Juan de Urbina, Martin de Salinas, D. Juan de Samano, Sancho García del Barco y D. Juan Antonio de Muxica: todos con calzas de terciopelo negro, laboreadas de AA asidas las unas con las otras, y toneletes bordados con cañutillos y cuentas de vidrio, de que eran tambien las guarniciones de los penachos negros, y del mismo color los zapatos, espadas y piezas. Iban uniformes el atambor y pífano, y junto á ellos un hombre que llevaba las divisas y las letras cogidas al pecho. Los cuatro padrinos eran Luis de Samano, el capitan Sodoño, Juan de Salvatierra y Juan de Paternina: vestian igualmente con jubones de raso negro y golas. El escudo de Rodrigo Velez contenia un hombre armado en pie con esta letra:

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Por ser viejos los hombres
Que profesan

Las armas, de dar renombres
Nunca cesan.

Juan de Urbina sacó un escudo negro en que decia:
No hay otro bien sino veros,

Ni galardon que quereros.

Martin de Salinas sacó tambien escudo negro con la muerte, que con las dos manos tiraba de uñas sortijas de maridaje, y esta letra:

El mundo del casto amor

Es tan fuerte

Que no le rompe la muerte.

D. Juan de Samano llevaba en su escudo la nao de Ulises transitando por las islas de Sirenas, y tapados los oidos los que en ella iban, y esta letra:

Por lo que otros las orejas,
Se tapó el Amor los ojos
Al robar de mis despojos..

Sancho García no sacó divisa, y su letra decia:

Si unos le traen porque mueren,

Tambien otros porque viven.

Muxica llevaba en su escudo la ave fénix quemándose en el fuego, y esta letra :

En quemándose esta, queda

Otra de su parecer:

De vos no la puede haber.

Despues de esta cuadrilla entraron Juan de Aquillo y Simon de Llascano, vestidos de tafetan blanco, azul y amarillo, con muy buenas calzas y toneletes de iguales colores, y yendo uniformes sus dos padrinos, Francisco de Salvatierra y Martin de Arratia, como asimismo el atambor y pífano. La letra del primero decia así:

No es mucho desesperar

Quien por bien servir fué amado,
Pues antes de senectud es desechado.

La del segundo contenia este verso:

Pediros será perderos.

Siguióse á estos otra cuadrilla, compuesta de D. Pedro Velez de Guevara, D. Diego de Velasco, D. Juan de Ozaetay D. Diego de Salvatierra. Las calzas que llevaban eran de tafetan blanco y terciopelo azul, guarnecidas de franjas azules, con toneletes de los mismos colores, muy bien bordados, y penachos iguales, á que correspondian los vestidos de los padrinos, el comendador Vergara y Luis Sainz de Gauna, y los del atambor y pífanos.

En el escudo de D. Pedro de Velez estaba su retrato y el de su dama, y un camaleon encima, á quien señalando, la decia:

El se mantiene del aire,

Y yo de vuestro donaire.

El escudo del de Velasco contenia un armiño y esta letra:

Imitando al blanco armiño,

Celo y amo la blancura,

Porque en vida y muerte dura.

Ozaeta sacó un escudo, pintado en una parte el dios Marte, y en otra Venus y Cupido; en el medio estas palabras: Cui nostrum, y debajo: Ubique.

A ambas servir pretendo,

A cada una en su tiempo.

Debajo de todo esto estaba su retrato y esta letra:

Para serviros es poco lo posible,

Y á tanta merced

No hay recompensa verdadera

Sin quedar siempre en cadena.

D. Diego de Salvatierra puso en su escudo retratadas siete damas, y debajo una cifra que decia María, con una luna encima. La letra era esta:

No pongo entre estas vuestro retrato,

Porque es tal,

Que ninguno le es igual.

Vinieron á continuacion D. Martin de Zamudia y Juan

de Otalora, de blanco y pardo con hermosos penachos blancos. Los padrinos, que eran el alguacil mayor de Vitoria y Pedro de Herrero, los dos atambores y un pífano, vestian igualmente. En el escudo de D. Martin se representaban la Fortuna, el Tiempo y el Amor, asidos todos tres de una mano, y esta letra:

Fortuna, Tiempo y Amor

Contra mí se han concertado;
Mas la fé nunca he mudado.

Otalora sacó en el escudo su retrato de pie derecho, teniendo con ambas manos la rueda de la Fortuna, y la letra decia :

Ya casi se iba inclinando
Para del todo abatirme;
Pero túvela muy firme.

Despues entraron Juan de la Rua, Termiño y Liñan, de encarnado y verde, con calzas de raja entrapada y tafetanes verdes, pespunteadas tambien de verde; las cuchilladas y las plumas de iguales colores. Iban uniformes el pífano y atambor, y los tres padrinos, que eran Luis de Termiño, Juan Rodriguez de Haro y Andrés de Salvatierra. Juan de la Rua llevaba en el escudo figurado un gran fuego en que se estaba quemando su efigie, y una dama que le miraba. La letra decia:

El fuego en que ves que ardo,
Me sostiene,

Porque amor así lo quiere.

En el escudo de Liñan estaba una dama encima de un árbol, y esta letra:

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El escudo de Termiño contenia un hombre en un tormento, atizando debajo una llama, con esta letra :

No es sufrible un gran tormento,

Y para acabarle luego,

Es bien atizar el fuego.

Detrás entraron Juan Martinez de Recalde y Martin

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