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vió á Leon, trayéndole los suyos en una litera militar, á modo de silla de manos; siendo tanto el amor que le tenian, que andaban á porfía para llevar la carga del rey enfermo. Luégo que llegó á Leon, visitó los cuerpos y reJiquias de los santos, como lo tenia de costumbre, y con lágrimas les pidió le alcanzasen un fin dichoso; y aunque la enfermedad se arreciaba, asistió á los maitines de Navidad aquella noche, y al siguiente dia oyó misa y comulgó. Al otro dia, que era el segundo de Pascua, se hizo conducir al templo de San Isidoro, y puesto de rodillas delante del sepulcro del santo, esclamó: «Señor, vuestro es el poder y el mando, porque sois sobre todos los reyes y señores: el reino que recibí de vuestra mano, os restituyo: sólo pido á vuestra clemencia, que mi ánima se halle en vuestra eterna luz.» Dicho esto, se quitó la corona é insignias reales, y recibió el sacramento de la Extrema-Uncion de mano de los obispos; y vestido de cilicio y cubierto de ceniza, el dia tercero de Pascua, fiesta de San Juan Evangelista, á los veintinueve años de su reinado, entregó su espíritu al Señor, segun escribe el obispo D. Pelayo de Oviedo, que es el autor más antiguo y que vivió en su tiempo. La vida de este rey fué muy seňalada en la cristiandad, porque la empleó en guerras contra los árabes y edificar templos; porque amó la hermosura de la casa del Señor y el lugar donde reside su gloria.

A este monarca piadoso se debió el templo de San Isidoro y de Santa María de Regla, y el magnífico monasterio de Sahagun, donde se retiraba al ejercicio de la oracion, alternando con los monjes en la sublime salmodia de dia y noche: fué tan caritativo, que viendo descalzos á los fámulos de la comunidad, que andaban así por efecto de la pobreza de los monjes en aquel tiempo, les asignó renta para el calzado, y á los monjes de Cluni tambien les señaló para su sustento mil ducados cada año de sus rentas reales. Con tan buenas obras salió de este mundo á la hora de sexta, segun la opinion más recibida. Su cuerpo fué depositado junto á la tumba de su padre D. Sancho de Navarra: se le hicieron las exequias en medio de las lágrimas del pueblo y con la solemnidad que pedia su grandeza y el amor que le profesaban los suyos. Así lo dice el obispo D. Rodrigo y D. Lúcas de Tuy, aunque otros ponen su muerte acaecida en Cabezon, junto á

Valladolid. Mendez Silva, en sus Genealogías reales, opina que reinó treinta años, y que murió en 1067; pero se¬ gun las tablas de Claudio Clemente y Fr. Vicente Pastor, Mariana, Gravezon y otros señalan que fué en el año de 1065.

El tierno cariño que D. Fernando tenia á sus hijos, le obligó, contra lo que pedia la razon de Estado, á dividir entre ellos la herencia que los políticos le aconsejaban dejase entera á D. Sancho, su primogénito. Tal division, muerto D. Fernando, produjo muy encarnizada guerra; empero, prescindiendo de que D. Sancho fué proclamado rey de Castilla, D. Alonso de Leon, y D. García de Galicia y Portugal, como asimismo de que la princesa doña Urraca obtuvo el señorío y soberanía de Zamora, y doña Elvira el de Toro; y de que D. Sancho, heredero de Castilla, á quien denominaron el Fuerte, no se hallaba satisfecho en su ambicion con los Estados que le habian pertenecido, por lo que concibió desde luego el codicioso designio de unir á su corona los territorios repartidos entre sus hermanos; y que antes de dar principio á esta empre➡ sa, se vió obligado á resistir á D. Sancho, rey de Navar ra, y á D. Ramon, rey de Aragon, que se habian aliado contra él, echarémos una rápida ojeada sobre los sucesos de Madrid acaecidos en los tiempos de D. Fernando I, porque creemos que lo aceptarán de buen grado los madrideños. Don Ramiro era hermano del rey D. Alonso IV; éste tuvo un hijo, que por su conducta se afeó con el sobrenombre de el Malo, y su desgraciado padre determinó abandonar el siglo y cambiarle por el cláustro. Mandó llamar á su hermano, que á la sazon se hallaba cerca de Viseo: don Alonso abdicó solemnemente en favor de D. Ramiro, quedando éste coronado rey en Zamora, y retirándose aquel al monasterio de San Benito de Sahagun.

Belicoso D. Ramiro y emprendedor, formó el proyecto de arrojar á los árabes del reino; mas cuando reclutaba su ejército, tuvo noticia de que su hermano, dejando el monasterio, habia llegado á Leon, donde pensaba volverse á encargar del reino. Tuvo que desistir de su laudable empresa, y dirigirse contra D. Alonso á Leon. Sitióle, y apoderándose de aquella al cabo de dos años, le aprisionó y le hizo sacar los ojos para escármiento en lo sucesivo, mandando le retirasen luégo al monasterio de San Julian de Samos.

-Marchó D. Ramiro en seguida contra los trés hijos del rey D Fruela, su tio, que promovian otra sedicion en Asturias; mientras que el rey tenia sitiado á D. Alonso en Leon, colocaron los asturianos en el trono al mayor de ellos, que se llamaba tambien D. Alonso; emperó el monarca que habia triunfado en Leoa, cayó sobre Asturias é hizo prisioneros á sus tres sobrinos, los puso en la misma prision donde su hermano estaba, y les dió tambien el mismo castigo.

Esta horrible crueldad, que anunciaba un príncipe dispuesto á no transigir con nadie, y la ocurrencia de mo-, rir el rey D. Alonso en San Julian de Ruifóreo por los años 932, contribuyó á sosegar estas parcialidades y sofocar el gérmen de las sediciones; de manera que, libre ya D. Ramiro de la guerra intestina, emprendió la esterior. Dejando aparte el asolamiento que D. Alonso III, Hamado el Magno, llevaba por todas partes, como igualmente D. García y D. Ordoño II en el territorio de Toledo, pasemos á tratar brevemente de la resistencia que Madrid. hizo á D. Ramiro y su ejército en un dia de domingo del año 932, en que fué saqueada y quemada la esforzada villa, quedando arruinadas sus murallas, siendo aprisionados cuantos pudieron escapar con vida del bloqueo y asalto, volviéndose D. Ramiro á Leon, cargado de ricos despojos, entre los aplausos de un triunfo lisonjero, á descansar con la reina Doña Sancha, como dice Ambrosio de Morales (1).

Así consta del manuscrito conservado en Fresdesval.

Segun de esto aparece, ya entonces Madrid era de importante consideracion: asi debe suponerse, aunque nosí sean desconocidas, como sus principios, todas las circunstancias de su primitivo progreso y grandeza á esta época, desde la invasion de los árabes en tierras de Toledo sin embargo, se dice que en los años 721, prendados de la feracidad y hermosura del pais, pensaron engrande

(1) Ramirus securus regnans, concilium inivit cum omnibus magnatibus sui regni, qualiter caldeacrum ingrederetur terram, et coadunato exercitu, pergens ad civitatem quæ dicitur Margarita, confregit muros ejus, et maximas fecit strages dominica die, adjuvante clementia Dei. Reversus est domum sua cum victoria in pace.

cer á Madrid; cercáronlo de buenos muros y fuertes torres, instituyendo escuelas de astronomía y otras facultades. Reserváronse los conquistadores para su morada el centro de la villa, dando á los cristianos los arrabales, nombrando un alcaide, concediéndole muchas preeminencias, siendo entre ellas el primer asiento y llevar la primera voz en la corte de Toledo. Los establecimientos de tales enseñanzas empezaron á hacer célebre y concurrido á este heróico pueblo; y muchos autores aseguran haber sobresalido en los primeros estudios, y que los árabes colocaron en la orla del escudo de Madrid las siete estrellas, aludiendo á los estudios astronómicos á que aquellos se dedicaron, y que tan sólida base adquirieron en Madrid.

Ambrosio de Morales manifiesta varias razones sobre la conveniencia de la destruccion de los muros de Madrid, por si algun tiempo despues el ejército cristiano volviese á hacer la guerra por estos paises, no encontrasen fortificaciones.

Igualmente dice que hasta esta época no se hace mencion en nuestras historias de la gran villa de Madrid: que tanto los escritores árabes como los nuestros están acordes relativamente al suceso, discordando sólo en el tiempo fijo de la invasion de D. Ramiro. El año 950 entregó éste su alma á Dios; y la historia guarda silencio sobre las cosas de Madrid desde esta época hasta el reinado de D. Fernando I, llamado el Magno y Emperador. Grande como buen rey, patriota como español, y valiente como cristiano, sólo deseaba D. Fernando sacudir el yugo de los musulmanes. En el año 1037, en los primeros tiempos de su reinado, se avistó con los enemigos en Galicia, los dispersó y quitóles las principales plazas, siendo una de ellas Coimbra, donde el valeroso Cid Rodrigo Diaz de Vi var empezó á distinguirse por sus estraordinarias hazañas. Cuando D. Fernando I subió al trono, reinaba en Toledo Almenon, 6 Alí-Maimon segun otros. Conociendo los moros las ventajas que resultarian de reedificar los arrinados muros de Madrid, uno de los puntos más principales del reino de Toledo, así lo hicieron; pues refieren los historiadores, que habiendo pasado los puertos (1)

(1) Los Alpes de Castilla ó montes de Somosierra, ó Fuenfria y Guadarrama.

contra dicho reino, causando muchos males en las villas de Talamanca y Uceda y demas pueblos que estaban en la ribera del Henares, llegaron á Alcalá; que ésta fué recientemente batida, y que desde allí marcharon contra Madrid. Mariana no dice que D. Fernando ganase esta plaza; pero el P. Duchesne en su Compendio, que tradujo y anotó el P. Isla, escribe: «que San Esteban de Gormaz, Talamanca, Uceda, Guadalajara, Alcalá de Henares y Madrid cayeron en su poder.» El P. Isla no lo contradice, ni hace observacion alguna sobre el particular.

El arzobispo D. Rodrigo está acorde con el P. Duchesne, y con ellos Gil Gonzalez Dávila, Garibay, la crónica del rey D. Alonso, el diácono D. Lúcas de Tuy, Bleda y otros. El R. P. Fr. Prudencio de Sandoval continúa, que D. Fernando pretendió hacerse dueño de Madrid, como cien años ántes lo habia sido D. Ramiro; y que conociendo Almenon sus insuficientes fuerzas para resistir las acometidas de aquel, trató con su Consejo reunido implorar la paz de D. Fernando, haciéndose su vasallo si se dignaba escucharle (1). Otorgó D. Fernando al moro lo que solicitaba, y púsose éste en camino para Madrid, cargado de ricos presentes para granjearse el afecto de su conquistador. Reuniéronse aquí ambos; conferenciaron en mútua concordia; el rey de Castilla dió la vuelta á Leon rico y victorioso, quedando el moro en posesion de Madrid, segun lo tratado, con ventajosas condiciones para los cristianos (2).

Dia 30.

La division de gobiernos que hace pocos dias hemos indicado, aparece comprobada por escrituras del reinado

(1) Inde firmans propositus versus Toletum, Talamaticam, Guadaljairanz, Alcala, Mageritum, cætera loca domini Toletani, sic cæde et incendio devastavit, ut rex Toleti suorum clamoribus concitatus, et munera dedit et juramento promissit tributa annis singulis se daturum. (De rebus Hisp., lib. VI, eap. X.)

(2) Entónces dicese que el ayuntamiento árabe levantó los arruinados muros, con robustas torres y sólidas puertas, reedificando la hermosa torre del alcázar, que caia á la parte que ahora llamamos Campo del Moro.

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