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una pieza de buena proporcion, algo mas larga que ancha; está decorada con imágenes de mérito que representan la infancia de Jesus. Adórnanla inscripciones de bellos caractéres que hizo poner la señora priora de esta real casa, dictándolas una religiosa poetisa, y son de este modo:

Si por tí se hizo Dios niño,

¿Tú qué has de hacer, alma mia?
Amarle mas cada dia.

La gloria se ha de buscar;
Que la vida,

Ella tiene su medida.
Tanto aprovecharás,

Cuanto tiempo te vencieres.
La que sabe bien amar,

No le cansa el trabajar.

Debajo del cuadro del Nacimiento se lee esta rotulacion:

Si yo me humillo por tí,
¿Por qué no procurarás
Humillarte mas y mas,
Para parecerte á mí?

Y debajo de otro cuadro, donde se ven varias legiones de ángeles cantando y tanendo instrumentos en loor del niño Jesus en brazos de la Virgen, hay la siguiente rotulacion :

Omnis spiritus laudet
Dominum.

Enfrente de la puerta, en una ornacina, está la Vírgen que llaman Fundadora, que envió desde Flandes la serenísima infanta doña Isabel; enfrente tambien se ve el retrato de la fundadora, que espresó el artista Bayeu. Hay en esta pieza otra capillita, cuyo fresco pintó D. Ginés Aguirre, y representa el martirio de Santa Margarita.} El cuadro del altar en que se ve á la Santa Vírgen, le trazó Vicencio, y fué regalado por la reina fundadora, Está la capilla mencionada entre dos escaleras, en que se baja del dormitorio para venir al coro por la del lado derecho, Y por la del izquierdo al relicario, enfermería, refectorio y demás oficinas.

Coro.

Enfrente de esta última capilla hay una puerta bien labrada, á la que se sube por cinco peldaños de piedra Justrosa de pulimento. El coro es bien proporcionado: alta su bóveda; pende de ella una gran lámpara que en lo antiguo era de plata: la sillería es de nogal y conforme con las constituciones de las religiosas Recoletas; pero es régia y bien labrada: ocupa los dos lienzos y lo que queda de las puertas: un poco apartado de las sillas, que son 34, hay unos postradores del mismo material. Ádornan este coro bellísimos cuadros pintados por D. Francisco Bayeu, y otros que anteriormente pintó un discípulo de Bartolomé Roman, con otros que regaló Felipe III, hechos por el Greco: representan Nuestra Señora con el Niño en los brazos; á Santiago y San Juan Evangelista, todos de estatura natural; á Santiago el Mayor; al Santo Bautista; San Agustin al pie de la higuera, escuchando los ecos de unos niños; á Santa Mónica, San Nicolás de Tolentino, San Guillermo de Aquitania, los reyes fundadores y á la infanta doña Isabel. Hay tambien otras pinturas admirables que envió de Florencia la gran duquesa hermana de Margarita de Austria, que son tres cuadros del Señor respondiendo á Herodes que su reino no era de este mundo; otro en que se ve á los príncipes de los sacerdotes deliberando sobre las monedas que devolvió Judas á Jesus en el palacio del pontífice Caifás. Sobre la puerta hay otra pintura del Salvador, que regaló la ilustre y venerable señora doña Marina de Escobar, cuyo cuadro es de mucha tradicion. Encima de la reja del coro hay un Crucifijo muy grande, todo de marfil; le regaló la reina fundadora, y está debajo de un dosel; es muy espresivo y bello: á los lados dos pinturas de la Pasion, que trazó Juan Pantoja de la Cruz, y se trajeron de Palacio. A los lados de la reja hay dos altares con sus retablos: en el uno se advierte cl misterio de la Asuncion de la Vírgen, de talla, elevada por los ángeles; y al otro lado á San Agustin, revestido de pontifical, con el niño con la concha en la mano en la ribera.

En medio del coro hay un facistol de estraordinaria hechura, de diferentes maderas y labores, rematando en un Crucifijo tambien de marfil, regalo del cardenal Panfilio, siendo nuncio en España.

Por las dos escaleras que rematan y comienzan en el antecoro, por la una se baja al relicario, enfermería y refectorio, y por la otra se sube al cláustro alto y dormitorio: son unos tramitos de la una y otra parte con celdas pequeñas de doce pies, y otras de menos, con ventanas grandes: estan trazadas de modo que caian antiguamente á la espaciosa huerta que habia y jardines á la parte del mediodía, y alcanzaban con la vista gran parte de la Casa de Campo, rio y alamedas.

Los aliños de las celdas consisten en una estera pequeña, y sobre ella, en un jergoncillo de paja, sábanas de estameña, y una manta ó las necesarias; una cruz de madera y pila de agua bendita; una estampa, un candil y algunos libros, y la labor que cada una hace. En este monasterio habia dos particularidades: el recreo de los soberanos, y el culto divino: se admira la curiosidad y la riqueza; en la habitacion y trato de las religiosas llega al estremo la pobreza y mortificacion.

El capítulo tenia una ventana al jardin llamado de Reyes. Era de escelente proporcion, tenia bóveda y estaba cercado de poyos chrapeados de azulejos, que se levantaban por las paredes gran espacio en alto, y adornaban tambien el pavimento: hoy ha sufrido esta sala bastante deterioro con motivo de las nuevas obras, y ha quedado muy reducida; tiene en la cabecera una peana ancha cubierta de azulejos, y encima un bellísimo sepulcro de Cristo difunto, casi de dos varas; las llagas de pies, manos y costado parece vierten sangre; el rostro, tan mortal y tan propio, que causa el mirarle una reverencia temerosa; la cabeza maltratada de la crueldad de la corona, que muestra con gran viveza la acerbidad del tormento. Los ojos son de cristal, medio abiertos, con cejas naturales, algo abierta tambien la boca, y se divisa la lengua; reclina la cabeza sobre almohadas de talla, como el sudario en que se estiende el cuerpo. Lo ejecutó el ya nombrado D. Gregorio Hernandez. En el tablero del sepulcro se ve á María con las santas mujeres y San Juan, cuyos semblantes revelan pena. El sepulcro está cubierto con un paño de la India y preciosas cortinas, y una inscripcion en que se lee:

Crucifixus

Etiam pro nobis
Et sepultus est.

En el remate hay una cruz con dos angelones dorados; á los lados dos estátuas de San Agustin y Santa Mónica. Las religiosas vienen el domingo de pascua de Resureccion á las tres de la mañana procesionalmente al sepul cro, y las campanas anuncian á aquella hora la triunfante resurreccion.

El refectorio es una escelente pieza con el magnífico cuadro de la Cena, que ejecutó Carducho. En medio de esta pieza hay una cruz con tres gradas, y escritos diferentes conceptos. La mesa es pobre y desaliñada, como de instituto recoleto.

La enfermería era suntuosa: tenia cien pies de largo (hoy tambien ha sufrido deterioro), con puertas y ventanas que daban á los jardines y al depósito de aguas, con preciosos trasparentes: adornábale un bello altar con un Crucifijo y la célebre pintura de Caxes. Aquí estaban las enfermas con gran comodidad y desahogo: el jardin era sublime, con una preciosa fuente, todo con cuadros de mosquetas y jazmines. Cerca de este departamento estaba el noviciado con once aposentos; era muy alegre, y tenia una gran capilla. S. M. la reina adre doña María Cristina costeó la restauracion de una de estas salas. En suma, el monasterio era grandioso y régio, con varios jardines, huerta y siete fuentes. Hoy ha quedado muy reducido.

La sacristía interior tiene 80 pies de largo, con anchura proporcionada, con hermosa cajonería y armarios; encerraba multitud de alhajas de oro, plata y pedrería y mas de 50 ornamentos diferentes, muchos de ellos de perlas, rubíes y topacios, oro, plata, glasés y brocado, hechos en Milan, regalos de reyes, príncipes é infantes: riquísimas colgaduras, y la gran tapicería que aún existe, regalo de la duquesa de Florencia, que representa los autos sacramentales y la historia de Sanson, copiados de los cartones que inventó Rafael Urbino. Otros juegos que bay son de cañamazo con cuadros mitológicos bordados de oro, hechos en Venecia: hay otra hecha de pecho de azor, que es magnífica, que figura vergeles, cármenes y fuentes; otra de damasco de nácar, que representa pasos de la Ley antigua; habia otra que llamaban de las coronas: era de terciopelo labrado con oro, y servia para las exéquias reales. Habia otra de brocado carmesí, y otra de brocatel encarnado y blanco, y gran copia de alfombras.

En la octava del Corpus se ponian en la iglesia y pórticos, y en la procesion del Santísimo colocaba el ayuntamiento los toldos como en el dia de Corpus.

Relicario.

Este relicario es precioso, y antes de ingresar en él se ve un devoto Crucifijo, metido en un corazon cercado de resplandores. El relicario es una pieza cuadrada, grande; está á espaldas del'altar mayor, con la misma anchura que el retablo; de modo que confinan los dos altares, el de afuera y el de dentro.

La bóveda es la mayor y mas hermosa que tiene la casa. En medio tiene un gran óvalo, y pintado al óleo el misterio de la Santísima Trinidad, con multitud de ángeles: es la pintura un escelente fresco, por el primor y viveza de colores; le pintó el insigne Balleu; espárcense por cada uno de los óvalos dos ángeles que en las manos tienen

coronas.

En otros seis mas pequeños, puestos en contorno, estan copiadas por un escelente artista seis santas vírgenes, á saber: Inés, Cecilia, Ursula, Catalina, Bárbara y Margarita; lo restante está pintado y dorado de varios compartimientos de grotescos, sembrado á trechos de serafines.

Toda la cornisa que la circunda es dorada. El altar está en medio, y en unos breves espacios que se advierten, hay muy buenos frescos.

En este altar se espone el Santísimo Sacramento los jueves. El sagrario es grande; las paredes, doradas; en medio está, sobre un peñasco de plata dorada de tres cuartas de alto, una bellísima paloma de oro con esmalte blanco, de una tercia de alto, las alas estendidas de punta á punta, con corona imperial en la cabeza: se le encargó al artifice que la hiciese con la vista inclinada al pecho, y allí se le coloca el- viril, engastado en un cerco orlado de serafines de oro: es muy significativa esta ave: el oro simboliza la caridad; el esmalte, la pureza; la paloma, la candidez; los serafines, el amor; el peñasco, la soledad: está encima de los cuatro Evangelistas, como apoyo de la fé.

Dió esta sublime alhaja la marquesa de Zara, en la profesion de su hija la madre Teresa de Jesus. Está cercado de unas verjas de bronce dorado, cubierto con cortinas.

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