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D. Fernando en Leon, hermano de D. Sancho, rey de Castilla, y ambos hijos del emperador D. Alonso VII.

En segundo lugar, decia el rey en el proemio de este fuero, que lo ha sacado y concertado por el mismo fuero de Benavente, la cual villa habia poblado; y consta por la historia que Benavente fué poblada por D. Alonso IX de de Leon, al mismo tiempo que la villa de Castroverde, que hemos hablado, y algunos más de aquel reino.

Por otra parte, los reyes de Castilla, sus sucesores en el reino de Leon, reconociendo este orígen, le llamaron casi siempre D. Alonso el de Leon. Por lo que dejamos dicho se ve que estas leyes son las mismas que la del fuero que hicieron: D. Alonso XI, su hijo D. Enrique II, D. Juan I, D. Enrique III y D. Juan II espresaron constantemente que confirmaban el fuero de Llanes, segun lo habia dado á aquella villa D. Alonso el de Leon.

Por lo que dejamos dicho se ve que estas leyes son las mismas que las del fuero de Benavente, y las estractarémos cuando se hable de este famoso fuero.

Santuario del Santo Ecce-Homo de Rivas.

Habiendo empeñado su palabra con los vecinos del pueblo de Rivas la Excma. señora condesa de Castellar, de fundar y dotar allí un convento, acudió al Rmo. maestro general de la religion mercedaria, quien remitió el informe al comendador del convento de Santa Bárbara de Madrid, que lo evacuó favorable.

Entonces la condesa hizo cesion solemne de las casas que tenia en aquel lugar, con todo lo labrado y edificado en ellas, juntamente con la ermita de Santa Cecilia, que tambien le pertenecia. Dió asimismo una huerta que habia allí inmediata, con la obligacion de pagar un censo de 100 maravedís todos los años á la magistral de Alcalá de Henares. La condesa por su parte se obligó tambien á dar para la fábrica del convento dos mil ducados en metálico, cuatrocientas cargas de piedra y la cal necesaria, y treinta cahices de yeso, todo al pie de obra, y condueir de su cuenta toda la madera, siempre que esta no se llevase más de tres leguas en contorno. Tambien hizo escritura de dotar el convento con cien ducados de renta perpétuos, sesenta fanegas de trigo y pagar los gastos que ocasionasen las licencias del rey y del primado. Puso por condicion que no pudiesen residir en aquel convento más

que catorce religiosos, y otras fundaciones y obras pias que debian cumplir, segun escritura otorgada por el notario Francisco Testa á 23 de setiembre de 1633, aprobándola el Rmo. general de los Calzados, en Sevilla á 27 de octubre del mismo, firmada de su puño y sellada con el sello mayor de su oficio, refrendada de su secretario epistolar el maestro Fr. Fernando de Rivera. La señora condesa regaló para el culto varios ornamentos, vasos sagrados y otras alhajas.

Los vecinos de Rivas, reunidos en cabildo, secundaron los actos de la condesa, porque deseaban la estancia allí de los Mercedarios; pero el provincial de Castilla, poco adicto á la institucion de los Descalzos, detuvo por su parte el espediente cuanto pudo, y no se hubiera terminado sin el celo del P. Fr. Tomás Martinez, que, apoyado por la condesa, acudió al ilustre D. Francisco Contreras, del Consejo de Castilla, quien venció las dificultades que se presentaban, por estar únicamente admitida en España la religion capuchina, cuya estrechez ocupó demasiado entónces á los tribunales, como es sabido. Empero se allanó todo con la licencia que dió el Emmo. cardenal D. Bernardo de Sandóval y Rojas, arzobispo de Toledo.

Entretanto la condesa se habia retirado á vivir al monasterio de la Concepcion Gerónima de esta corte, patronato suyo, delegando para todo á su apoderado general Juan de Ozaita, quien dió posesion jurídica de la casa de Rivas á los Mercedarios, ante el teniente cura, el licenciado Blas Salvañez, y el regimiento del lugar con todos los vecinos mas influyentes, como consta del testimonio de Diego Pantojo, escribano público.

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Colocaron los religiosos del convento de la Merced Calzada de Madrid, en el de Rivas, el Santísimo Sacramento él dia de la Ascension, con gran solemnidad, dejando posesionados del edificio á los Descalzos.

Para la nueva obra llevaron al arquitecto Juan Martinez, que hacia poco habia concluido la e pilla mayor de la iglesia de la Merced en esta corte, terminando tambien el convento de Rivas; es de advertir que todos los religiosos enfermaron, y hubo que traerlos á Madrid al hospital de la Latina, patronato tambien de la condesa; pero principalmente los colegiales murieron á pocos dias, llevándolos á sepultar á la capilla de Nuestra Señora de los Remedios, que estaba en la Merced, tan célebre por su imá·

gen. Como el convento era poco sano, parecia imposible hubiese en él moradores; pero luego se fueron habituando y gozaron salud, si bien siempre fué espuesto á tercianas por la frondosidad del sitio en que estaba edificado.

El arquitecto eligió para construir el convento el espacio que mediaba entre dos cerros á Norte y Sur, derribando para ello la ermita de Santa Cecilia, que gozaba 400 años de antigüedad, y estaba muy adornada de molduras y costoso enmaderamiento.

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Descripcion del convento.

El convento tiene, y áun todavía, tres partes al Norte Oriente y el resto al Mediodía; el cláustro tiene asi mismo ochenta y cuatro pies de largo y diez y siete de ancho, y lo mismo el principal, y cuarenta y cuatro en cuadro; de modo que es el mas reducido de cuantos conventos tenian los Descalzos; pero á todos escedia esta casa en amenidad y preciosas vistas, y tan bien formados los mencionados cláustros, que admiran á los inteligentes en arquitectura, por el buen rompimiento de sus arcos. Las demas oficinas eran bien proporcionadas y capaces, la sala capitular, el refectorio, cocina, enfermería y demas. (Hoy no sabemos el uso que tendrá todo esto, ni las obras de acomodo que se habrán ejecutado.) Adolece el edificio de la desigualdad del terreno, lo que no pudo evitar el arquitecto: por eso hizo las mejores piezas de un modo que parecen subterráneas; pues declina mucho desde el Occidente y Norte al Oriente y Mediodía: por eso todos los cuartos tienen dos pisos, y uno más el meridional, Desde este edificio se domina la hermosa huerta y las dilatadas campiñas, las ventas y puente de Vivero hasta casi la ocultacion del Jarama; las villas y términos de Paracuellos, Torrejon de Ardoz, Belilla, Mejorada, Arganda y otros lugares; los chapiteles de la magistral de Alcalá; la villa de Loeches, á distancia de doce leguas; las sierras de Buitrago y los sotos del conde de Barajas y del Piul; de manera que tan deleitosas vistas hacian menos penosa aquella soledad, aunque muy apetecida para los varones dedicados á las ciencias y para las personas de escelente vida y santidad.

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La fábrica del convento es de mampostería de pedernal, y el maderaje de lo mas selecto. La huerta, aunque

pequeña, es muy ápropósito para hortaliza: por la parte occidental está defendida de tapias y de un barranco 6 arroyo, y por la oriental la guarda una peña tajada, tan derecha, que parece va á cubrirla con su desprendimiento: por su raiz corre el Jarama. Hay además una alameda de mucho recreo, principalmente en la primavera y estío, por los muchos pájaros que la alegran con sus trinos; cerca de ella nace una pequeña fuente, de donde brota un manantial que sirve para su riego.

Además tenia el convento su horno en la parte esterior, un establo para las yuntas, y casa para los domésticos.

Descripcion de la iglesia

La iglesia no es uno de aquellos templos que admiran por su magnitud ni embellecimiento. Es muy capaz para aquel vecindario, tiene noventa y tres pies de largo y veinte y uno de ancho. Tiene un átrio espacioso que da ingreso al templo, y en la capilla mayor habia una reja divisoria. En ella no se admiran las sublimidades de arte, y sí solo respiraba devocion (hoy abandono y desmantelamiento). En el presbiterio tienen su tribuna los duques de Rivas (que tampoco sabemos si se los reconoce como á patronos). La cúpula está muy bien acabada, y en sus pechinas se pintaron los blasones de la nobilísima casa de los Ramirez, tan célebre en nuestra historia.

Uno de los nobles marqueses de Rivas costeó la portada del convento, que es de piedra berroqueña, y en ella mandó colocar la imágen de Santa Cecilia y á los lados los escudos de su casa.

Capilla de Nuestra Señora de la Soledad.

Aquí erigió su tumba la piadosa señora doña Blanca Enriquez de Toledo, marquesa de Valparaiso, viuda del primer marqués del propio título, D. Francisco de Andia Irarrazábal, señora propietaria de Higares.

Sagrada efigie del Ecce-Homo.

Es muy notable la devocion que se tiene en todos aque› Hos cóntornos al sagrado Ecce Homo, titulado de los Afligidos, cuya hechura es de talla entera, al natural y de escelente artista. Representa al Divino Redentor amarradosá lá columna, llagado todo, escitando la ternura y com

pasion de cuantos le advierten. Fué llevada allí esta joya de inestimable valor, desde la ciudad de Valladolid, en el año de 1655, por devoción del venerable P. Fr. José del Espíritu Santo, provincial de Castilla, recibiéndola con indecible gozo el pueblo. Colocáronla con procesion solemne, á la que asistieron muchas personas de distincion, depositándola en la parroquia del lugar de Rivas, y desde allí en el convento. Llevaba en la procesion mencionada el guion principal el Excmo. Sr. D. José de Saavedra Ramirez de Baquedano, marqués y señor de aquella villa, y las borlas dos nobles de su linaje. Los pueblos inmediatos tambien acudieron con sus insignias, hachas, cirios, velas; llevando en hombros el santo simulacro los alcaldes y regidores de Rivas, y las varas del pálio, los propietarios de Vicálvaro y Vallecas.

Esta prodigiosa imágen atrae gran concurso á este pueblo en los dias de su festividad, que siempre es á 29 de setiembre, y en los dias inmediatos sigue la devota romería.

Imágen de Santa Cecilia.

Esta antiquísima efigie pudo ser de las primeras que se labraron en España despues de la pasion de la santa. Fué hallada casualmente en una gruta en las cuestas de Rivas, que caen sobre las márgenes de los rios Henares y Jarama, poco despues de unidos. Tenia enmedio dos cerros no distantes, hacia el Septentrion y Mediodía, en la cañada que formaban ambos, cuyo remate es la peña tajada de que hemos hablado. Quién la ocultó allí, ni en qué tiempo, no lo sabemos; solo sí que su maravillosa invencion fué por los años de 1156, en que un mozo que guardaba ganado de cerda quiso guarecerse, temeroso de un nublado, en aquella gruta; pero al descubrir la santa figura, vino dando voces hasta el pueblo. Acudieron los vecinos con su párroco, porque el rústico no sabia espresarse, sino gritar. Se acercó el cura, reconoció la.estátua, y despues los naturales de aquel país la tomaron con reverencia y la condujeron á la parroquia.

Despues, Juan Ramirez, señor del castillo de Rivas, le labró la ermita, que fué demolida para edificar el convento. La cueva áun existe, y es visitada por cuantos suben al santuario.

La imagen es de escultura tosca, con tocado en la ca

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