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el rey D. Cárlos III (como dueño del patronato) colocar en este suntuoso templo el cuerpo del glorioso San Isidro y las reliquias de su bendita esposa Santa María de la Cabeza (1).

En cumplimiento de esta órden, á 20 de enero de 1769 tomaron posesion de esta iglesia los capellanes de su real capilla de San Andrés, con todas las imágenes, reliquias, alhajas y ornamentos que habia en ella; y dispuesto todo por la villa, el sábado á 4 de febrero, por la tarde, con una solemne procesion general que salió de San Andrés y

las calificaban de gentílicas. Sin embargo de los buenos oficios que hacian en todas partes con la enseñanza gratuita y su celo infatigable en el púlpito y en el confesonario, los ministros de la corona aconsejaron á S. M. la oportunidad de espulsarlos de sus dominios con autorizacion del papa, ocupándoles sus temporalidades.

Con su destierro salieron de España hombres eminentes en letras, oradores insignes y maestros escelentes en todas las ciencias. Algunos jóvenes que estaban en el Noviciado (calle Ancha de San Bernardo) quedaron en Madrid y han vivido hasta nuestros dias: entre ellos, si no estamos mal informados, lo fueron el autor del nuevo Arte de retórica, el R. P. Juan Cayetano Losada, rector general de las Escuelas Pias; el general que fué de los Clérigos Menores, residente en Portaceli, Rmo. P. Blas Barba, y su hermano el doctor y catedrático de prima teología en la universidad de Salamanca, el P. Victorio Barba: el doctor en ambos derechos, D. Domingo Burgos, rector de los establecimientos de la Inclusa y Colegio de la Paz, sugetos de gran valía por sus talentos y dignos de mencion.

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(1) Quiso el rey D. Cárlos III traer á su córte los sagrados restos de Santa María de la Cabeza, que estaban en el convento de los Padres Observantes de Torrelaguna, entrando para ello en negociaciones con la comunidad, que los cedieron por parte de las reliquias de San Diego, que se sacaron del convento de Alcalá de Henares. El pueblo de Torrelaguna se oponia á la extraccion de los huesos de Santa María de la Cabeza, de modo, que hubo que entregarlos de noche para que los vecinos no se aperci biesen de que se remitian á Madrid las santas reliquias.

pasó por delante de las casas consistoriales, donde estaban depositados los restos de Santa María de la Cabeza, y fueron colocados en su nuevo templo con tres dias de fiestas solemnísimas.

Luego, el maestro mayor D. Ventura Rodriguez dió traza para disponer el altar mayor de forma que se colocasen en él las cajas de los dos cuerpos.

En lugar del antiguo órden, compuesto caprichoso, formó unas pilastras y entablamento de órden corintio, adornando con gusto la bóveda; colocó los órganos, tambien de arquitectura corintia, en dos tribunas; puso en medio la mesa del altar, y alrededor formó el coro de los capellanes, conservando el retablo antiguo, cuyo primer cuerpo consta de cuatro columnas compuestas, dorando los miembros que corresponde lo estén, y pintando lo demás á imitacion de varios mármoles; y en un gran nicho que habia en medio colocó las urnas de los dos santos, y sobre un trozo de nubes una estátua que ejecutó D. Juan Pascual de Mena, y á los lados dos figuras alegóricas, hecha la una por D. Francisco Gutierrez, y la otra por D. Manuel Alvarez.

Para complemento de todo, se puso en el segundo cuerpo un gran cuadro ejecutado por D. Antonio Rafael Mengs, en que pintó una gloria con la Santísima Trinidad, á un lado Nuestra Señora, y en lo bajo San Dámaso, San Lorenzo y otros santos de España (1).

La escultura de los órganos es de D. Isidro Carnicero. Entre las pilastras de los pilares, hácia el presbiterio, se colocaron dentro de ornacinas las estátuas de los santos labradores, hechas por el espresado Pereira, representadas con los atributos de su profesion en la mano; y los nombres de los benditos labriegos son los siguientes: Adan. Eliseo.

(1) Este bellísimo cuadro está colocado en elático, y es demasiado bueno para aquella elevacion. Dicen algunos que en lo antiguo habia en el hueco del altar mayor una pintura de San Francisco Javier, y otros son de opinion que no hubo nada colocado allí, y San Isidro fué lo primero que se puso. Hay tambien tradicion que allí tuvieron su habitacion los santos consortes.

Simeon.
Orencio.
Eustaquio.

Alejandro.

Hemeterio.

Lamberto.

Estéban.
Gaudencio (1).

Las otras figuras que hay en los pilares hacia el crucero son mucho mas antiguas, pero no tan bien ejecutadas. Están asimismo en nichos, y representan el apostolado, y cada uno tiene en la mano el signo que le distingue, á saber:

San Pedro tiene en las manos unas llaves.
San Andrés una cruz en forma de aspa.
Santiago el Mayor lleva el bordon de peregrino.
Santiago el Menor un mazo de batanero.

San Juan tiene en la mano un cáliz, de donde sale una serpiente con alas.

San Bartolomé empuña un cuchillo en la mano derecha. San Felipe una cruz.

Santo Tomás lleva una lanza.

San Mateo tiene en la mano una hacha.
San Matias tiene una hoz en la mano.

San Simon una sierra.

San Judas Tadeo una maza (2).

En los pilares donde está el púlpito, y frente de él, se ven tambien seis estátuas de santas vírgenes, igualmente de escultura antigua.

Los adornos de los altares que hay en los brazos del crucero son del mismo estilo que los del mayor, y las

(1) En lo antiguo estaban en la capilla de San Isidro en la iglesia parroquial de San Andrés, y con haberlas quitado de alli ha quedado desmantelada la capilla. Mejor hubiera sido el que hubiesen permanecido allí, y para la real iglesia de San Isidro haber encargado otras al célebre Mena.

(2) Estas estátuas están bastante descuidadas, pues les faltan las manos á unas y los atributos á otras.

pinturas de estos retablos, la una figura á San Francisco de Borja descubriendo el cadáver de la emperatriz, y el otro al angélico jóven San Luis Gonzaga, postrado delante de la imágen de Nuestra Señora del Buen Consejo, y ambos cuadros fueron pintados por Francisco Rizi.

Los dos cuadros grandes que hay sobre las puertas por donde se va á la sacristía y á la capilla de San Ignacio, los trazó D. Lucas Jordan, y representan, el uno á la conversion de San Pablo, y el otro á San Francisco Javier bautizando á los indios.

Vamos á tratar ahora de las diferentes capillas que hay en este templo, y donde hay mucho que observar.

Al lado del altar de San Francisco de Borja se ve una capillita pequeña que llaman de Nuestra Señora de la Luz: tiene un cuadro no de gran mérito, en que se ve una Vírgen librando á un alma de los dientes de un dragon que sale de un volcan de fuego. Hay tambien cuatro esculturitas de los arcángeles, que son buenas (1).

Capilla de San Ignacio.

Esta capilla está en el lado del Evangelio, y propiamente, como dice D. Antonio Ponz, es una confusion de talla, doraduras y otras cosas de pésimo gusto; pero los frescos, que son escelentes, los pintaron Claudio Coello y José Do

noso.

En diferentes sitios hay colocadas reliquias, y en cuatro ornacinas Santos de la Compañía; y tanto estos como la estátua del patriarca, merecen poca mencion.

En la bóveda de esta capilla está sepultado el venerable P. Pedro de Rivadeneira, y en el epitafio que hay junto al altar del Santo se lee la siguiente inscripcion, que la compuso el historiador P. Juan de Mariana:

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+

Deo optimo Maximo. S.

Petrus Rivadeneira é Societate Iesu.

Cui se puer adiunxit Romae,

Antequam á Sede Apostolica

Is ordo probatus esset,

Morum facilitate, ingenio ardenti,

(1) Esta capilla era de los Padres Misioneros.

Egregia indole,

Tribus praepositis Generalibus

B. Ignatio, Layno, et Francisco Borgiae
Gratus in primis exstitit.

Iunior multas nationes obivit,
De rebus magnis legatus,

Deinde varijs inter suos muneribus
Est perfunctus.

In Thuscio et Sicilia Provincialis.
Commissarius in Sicilia.

In subribus visitator

Aetate maior Toletum redijt,

Ut nativo coelo afflictam valetudinem
Recrearet,

In eo secessu et Madriti,

Ubi vitae reliquum exegit,
Multos libros publicavit
Eruditos et pios.

In utraque lingua par.
Principibus gratus, suis charus,
Exteris commodus,

Prudentiae laude insignis.

Annos 84 vixit,

In societate autem 71.

Obijt Madriti,

Anno 1611.

Décimo Kal. Octob. (1).

En el mismo panteon yace el venerable P. Juan Eusebio de Nieremberg, natural de nuestra villa, escritor místico, autor del libro titulado Diferencias entre lo temporal y

eterno.

(1) Tambien esta bóveda ha sufrido su registro por curiosidad ó por perfidia, pues hace tiempo se hallan abiertos algunos nichos, y una de las momias arrojadas se cree sea la del P. Rivadeneira, y otra todavía mejor conservada, que se le conocia la sotana y collarin, casi calcinada, parece ser la del venerable Nieremberg. Los huesos dé nuestro célebre cronista Juan de Mariana tambien han sido trasladados á este panteon, y se encuentran depositados en el mismo, encerrados en su respectivo ataud.

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