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geles tambien de bronce, imitando la manera antigua; y hay tambien quien juzga se hicieron para otra parte, y que son de Pompeo Leoni.

En las paredes del cuerpo de la capilla, y en otros puntos, hay cuadros de D. Lucas Jordan y de Andrea.

Bóveda.

Debajo de esta capilla hay una bóveda que llaman de San Ginés, sitio respetable donde han dirigido siempre los ejercicios insignes oradores. Forman tres capillas, y en cada una su altar con primorosas efigies de Cristo, con pasos de su pasion, hechas en Nápoles, á saber: Jesus con la cruz á cuestas, el Redentor atado á la columna, y el Ecce-homo, que fueron costeados por el marqués de Mejorada y la Breña, D. Pedro Fernandez del Campo y Angulo, ministro de Felipe V en 1699, y colocados en esta bóbeda con la condición de que no se sacasen de allí: estan firmados por los siguientes artistas que los construyeron: el primero de estos pasos por Nicolás Fumo, y el segundo y tercero por Giacomo Colombo.

Esta capilla es independiente de la parroquia; cuida de su culto una congregacion. Es propiedad suya, no solo el terreno de la capilla, sino tambien el tránsito de ella has

pultados D. Gerónimo de Barrionuevo, hijo de D. García; D. Francisco de Barrionuevo, que murió en la batalla de Querquenes, en 1612, y fueron trasladados aquí sus huesos; D. Bernardino de Barrionuevo, alférez del maestre de campo D. Rodrigo Pimentel, que peleó delante de las colinas de Asti y en la Bastolina en 1620; D. Diego Barrionuevo de Peralta, del hábito de Santiago, embajador de la villa de Madrid á los pontifices Paulo V y Gregorio XV para impetrar la canonizacion de San Isidro; D. Francisco de Barrionuevo de Peralta, oidor de Valladolid en tiempo de Felipe II; D. Bernardino Barrionuevo de Peralta, marqués de Cusano, regente en el consejo colateral de Nápoles, y otros nobles de este linaje, cuyos restos mortales se han ido reuniendo en esta bóveda hasta los del último marqués de Cusano, que estaba sepultado en el cementerio general de la puerta de Toledo, y los de doña Rita Bernal y Monterroso, que se hallaba en el campo santo de la puerta de Fuencarral.

ta la capilla de enfrente (1). En esta parroquia fundaron la archicofradía sacramental los reyes D. Juan II y doña María de Aragon, mandándoles que, para usar las armas de la casa real de Castilla, gastasen la cera verde.

Muerte de San Luis, rey de Francia.

Habiendo formado liga Inglaterra y Francia para emprender la guerra de la Tierra Santa, se abrió una conferencia en Paris, á donde concurrieron varios príncipes, en la que dejaron antes arregladas todas sus diferencias antiguas; despues señalaron de comun acuerdo los términos y aledaños de las tierras de ambos paises. Púsose por condicion principal, que San Luis fuese á combatir á Túnez, contra las pretensiones inoportunas de Cárlos su hermano, rey de Nápoles, que opinaba por declarar primero la guerra á los africanos por los daños que causaban en Italia, en Sicilia y en la Provenza, poniendo á todos en espanto; y que los ingleses con su armada, que era buena, pasasen á la conquista de la Tierra Santa. Hízose de esta manera, y Eduardo, príncipe heredero de Inglaterra, con un gran número de bajeles, rodeó y costeó las riberas italianas y españolas, saltando, despues de una larga navegacion, en tierra de Tolemaida. Un peligro inminente amenazó la vida del heredero del trono de Inglaterra; un puñal homicida hirió, aunqne no de gravedad, à S. A., recibiendo el alevoso la muerte en recompensa de su delito, sin poderse averiguar otra cosa sino que pertenecia á là secta de los Asesinos, gente dispuesta para semejantes crímenes.

San Luis con sus tres hijos se hizo tambien à la vela, acompañado de Teobaldo, rey de Navarra, desembarcando en Túnez despues de una deshecha borrasca. Colocaron sus ingenios y empezaron á batir la ciudad, venciendo dos veces al enemigo, cuyo cerco duró seis meses. Los calores y la escasez hicieron desarrollarse la epidemia en el ejército cristiano, llegando hasta los reales del monarca y de los príncipes. La muerte hizo numerosas víctimas, entre ellas el infante D. Juan, y despues el mismo

(1) En lo antiguo, en el átrio que da á la calle del Arenal, se enterraban los reos que eran ajusticiados en la plaza Mayor.

monarca D. Luis el Santo, cuyo infáusto acontecimiento fué en este diá á 25 de agosto de 1270. El terror cundió por todas partes y la mas vergonzosa retirada era ya un proyecto, si el valeroso Cárlos, rey de Sicilia, no se hubiese presentado en medio del ejército, pactando con los enemigos el que todos los años pagasen estos á los sicilianos un tributo de 40,000 ducados, que era el que aquel rey debia á la córte romana por sus estados. El contagio todavía alcanzó al rey de Navarra en la isla de Trapana, motivo que obligó á todos á desistir de su empresa y volverse á sus paises. Las entrañas del bendito San Luis quedaron sepultadas en la ciudad de Monreal, en Sicilia, y su cuerpo se llevó á la real abadía de San Dionisio de Paris, de la que hablarémos.‹

Dia 26.

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Hemos hecho varias veces memoria de los fueros y leyes municipales dadas á los pueblos de la corona de Castilla, y parecia que debia de notarse no hacerla de los del reino de Aragon; pero como en estos Estados fué mas uniforme y general la legislacion desde los tiempos cercanos á su conquista, son raros los lugares, cepcion de aquellos que eran capitales, á quienes se diese fuero particular. Entre ellos debe contarse la villa de Fraga, cuya situacion está en la misma raya que divide Aragon de Cataluña. Esta misma circunstancia la presenta una variedad muy notable en su historia, principalmente desde que se unieron aquellos dos Estados, hasta que fué dado su señorío á la nobilísima casa de Moncada, á fines del siglo xm. Entonces, á la sombra de estos señores, creció considerablemente su poblacion; y como sus moradores lograron la paz y proteccion que necesitaban para su feliz y deseada subsistencia, fué preciso renovar sus leyes, libertades, costumbres y privilegios. En efecto, para tenerlos presentes los señores y conservar á sus vasallos en la justa posesión de lo que les competia por cartas reales, dispuso recoger en un cuerpo todas las escrituras que pertenecian á este objeto, y así se ejecutó en el año de 1305. Entre estos traslados, que autorizó Pedro Lupet, escribano real, se halla el diploma régio con que el rey don Jaime I dió á los vecinos de Fraga el fuero de Huesca, á fin de que por sus leyes se de

terminasen en juicio sus pleitos y litigios. Concedió tam❤ bien libre á todos los pobladores el coto real que habia en su término, para que todos igualmente pudiesen labrar eu él, y dióles facultad para elegir y nombrar cuatro hombres buenos cada año que gobernasen la villa.

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Fué espedida esta gracia en Lérida á 15 de marzo, era 1280, que corresponde al año 1242, siendo testigos el infante D. Fernando Berenguer de Anglesola, el conde de Fox, Rogel Bernardo, Gil de Trocillo, Asalito de Gual y Pedro Petris, justícia de Aragon. "Despues, su nieto D. Jaime II celebró Córtes á los caballeros en la ciudad de Lérida, y á peticion de los vecinos confirmó el referido privilegio en este dia 26 de agosto de 1294, ante los de su consejo Ramon Folch, vizconde de Cardona, Guillermo de Angleria, Galceran de Anglesola, Ato de Fox y Pedro de Moncada.

Real abadia de San Dionisio, cerca de Paris.-Tumba régia de los Reyes Cristianisimos.

Esta real abadía, sepulcro del rey San Luis, comenzó á edificarse por los años de 644 cerca de Paris, si bien algunos autores ponen en duda el año en que se echaron los primeros fundamentos de esta real casa monasterial. El príncipe Dagoberto le hizo señaladas mercedes y donaciones; pero en su tiempo no debió estar concluida, porque en su real testamento mandaba le enterrasen en San Vicente, si bien luego dispuso lo contrario, porque acaso se terminase la obra despues de haber testado. Y debió ser así, porque ordenó que en el mismo monasterio le labrasen un sepulcro suntuoso, que fué el mas rico de cuantos sus sucesores levantaron.

Este insigne monasterio traia su origen de los esclarecidos mártires de Cartuliaco, aldea pequeña no distante de Paris, y es tradicion que los sacrificó Domiciano, y que los nombres de los atletas eran los de Dionisio, Rús tico y Eleuterio.

El culto de estos esforzados confesores es mas antiguo que el reinado de Dagoberto, como dice Aymonio en su lib. III, cap. 30; y añade que muchas gentes de aquellos contornos concurrian á hacer sus juramentos sobre la sepultura de los mártires en sus conflictos y urgencias. Empero su sepulcro estaba con poco decoro para ser estos inclitos santos los primeros apóstoles de Francia (si

-hemos de estar á la historia). Por otra parte, el pueblo de Cartuliaco tampoco tenia nombre, ni lustre y apenas era conocido, hasta que el piadoso Dagoberto edificó sobre los huesos de los mártires el famoso monasterio que llamó de San Dionisio ó de San Denis, que cuando fué destinado para panteon real, Cartuliaco perdió su nombre, sustituyéndole el de San Dionisio, cuyo pueblo llegó á ser una hermosa villa..

Consigna el monge Aymonio en el lib. IV de su Historia, y con él Paulo Emilio, Roberto Gaguino y cuantos autores modernos tratan de la vida y hechos del rey Dagoberto, que el motivo de esta fundacion memorable, tan bella y grandiosa, fué el haber educado á este príncipe el arzobispo Anaulfo, varon tan célebre en santidad y letras, y la casualidad de hallarse el jóven Dagoberto en una cazería donde vió venir un ciervo corpulento que corria acosado por varias parejas de perros por montes y collados hasta ocultarse en la aldea de Cartuliaco, en donde habia una capillita consagrada á los santos már. tires, en la que se introdujo el ciervo. Los perros no lograron entrar en ella por un efecto maravilloso, quedándose ladrando en la puerta. El príncipe Dagoberto, que seguia á la veloz pieza, quedó sorprendido del prodigio que veia con el ingreso del ciervo en la capilla sin obstáculo, y el impedimento insuperable que encontraban los perros para entrar, lo que atribuyó á especial misterio, tomando desde entonces grande aficion á los mártires que allí estaban enterrados. Sucedió además que, siendo Dagoberto príncipe, porque vivia su padre el rey Clotario, se ofendió S. A. de que el duque de Aquitania le tratase con cierta confianza en razon á la demasiada que tenia con el rey, y á lo que nuestro principe no se atrevia á reclamar por temor á su padre que le apreciaba como á su mas fiel servidor, porque en efecto lo era; pero aguardó ocasion favorable para vindicarse del duque, aprovechando una en que Clotario se ausentó de la corte. Entonces el príncipe mandó que á Sagredefilo (que así se llamaba el duque) le flagelasen y rapasen la cabeza, cosa ignominiosa entonces. Por lo que, temeroso Dagoberto de las iras de su padre, viendo el ultraje inferido al duque, se refugió en la capilla de San Dionisio y de sus compañeros, implorando el favor de los santos despues de su impremeditada travesura.

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