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á los españoles de todas las plazas fuertes que ocupaban en el principado, en el término de cuatro años, y así lo procuró con todo esfuerzo y veras. Bien se vió en lo mu cho que se arriesgaron en lo de Rosellon, y en el poco ó mucho descuido de algunos ministros españoles en la asistencia. No le resultó así á los franceses y catalanes en el segundo sitio que pusieron á Tarragona, pues el enemigo apareció sobre ella con siete mil infantes y quinientos caballos, tomando puesto detrás de las Horcas Viejas. El general La Mota no llegó á tiempo con sus numerosas tropas, por lo que sentó sus reales enfrente de la Magdalena; y esperimentando el daño que el ejército español le hacia desde el castillo, le puso una batería de seis piezas, por lo que se retiraron los defensores de la torre, dejándole puesta pólvora para volarla, como se verificó. El 19 de agosto empezó con siete piezas á batir la trinchera que estaba al molino. El 22 acometió la brecha, retirándose con pérdida. A las seis de la tarde intentć el mismo asalto, que duró dos horas, y con muchas bajas volvió á retirarse. Llovió mucho en esta noche, y los españoles salieron á las cuatro de la mañana á hacer surtido: iba á la cabeza de ellos el cabo D. Diego Correa. Estas fuerzas consistian en trescientos infantes, dos compañías de caballos y alguna artillería, las cuales, hallando á los franceses descuidados, pasaron á muchos á cuchillo, entre ellos al general que mandaba las brigadas de artillería, clavándoles además cinco piezas, y por falta de instrumentos no les causaron mayor daño. Fué de importancia el despojo que retiraron de mosquetes, armas y vestuarios. A vista y por medio de la armada francesa entraron dos bergantines y desembarcaron en la marina con mas de doscientos hombres despachados por el duque de Arcos, virey de Valencia, dando un buen resultado. Y este dia 24 el enemigo dispuso toda la armada para que á un tiempo se batiese por todas partes: fué un dia horroroso, digno de consignarse: duró el fuego desde las tres de la mañana hasta las siete de la tarde. A esta hora con barcos longos desembarcó mucha gente y se dió asalto, de modo que con grande órden se retiraron los españoles, quedando el enemigo dueño de la marina; pero tan á su costa, que murieron mas de quinientos hombres. De los españoles fué menor la pérdida. Durante la noche ganaron los contrarios la torre del Muelle.

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El cabo, sin disparar un tiro, puso la batería al fuerte titulado de Mascareñas, y en la pared de la viña del convento de San Francisco derribó tan gran pedazo, que se podia subir á pie llano. El general La Mota envistió la brecha con dos mil infantes, toda gente escogida, y entraron en el foso; mas fueron tantas las balas y fuegos, que se retiraron desordenados con pérdida de seiscientos soldados, dejando el foso lleno de cadáveres y armas. La brecha ofrecia mucho cuidado al gobernador; mas un paisano se comprometió á conducir gente á donde se encontraria fagina, no muy lejos, para cerrar la brecha; y confiándosela, se trajeron quince mil cargas de espadaña muy á propósito para el intento. Cuanto el enemigo batia con sus cañones, amanecia al dia siguiente mejor fortificado, pues la lealtad de los tarraconenses llegaba hasta el punto de que las eñoras rivalizasen para ir á trabajar, siendo tanto su entusiasmo, que una mujer que venia cargada con una espuerta de enorme peso á las trincheras, se la arrebató una bala, y con ánimo inaudito la levantó del suelo á la larga distancia que se la habia arrojado, y volviéndola á llenar, la condujo y prosiguió su trabajo. En este ejercicio tan arriesgado perecieron dos niños y una niña, que tambien trabajaban entre las contínuas balas y bombas que caian en la ciudad, causando otras desgracias y la ruina de varios edificios.

En el mencionado dia del año 1379, se concedió en Castilla el primer ducado que fué el de Benavente, cuya merced espidió el rey D. Enrique II. Así consta en las Tablas del P. Claudio Clemente.

Dia 25.

Ignórase hasta ahora, segun indica D. Nicolás Antonio en su Biblioteca antigua, quién fuese la persona que, por encargo del cardenal de Valencia D. Jaime, tradujo en lengua de aquel país el Valerio Máximo. La casualidad de haberse visto el ejemplar de esta traduccion, remitida por el mencionado cardenal á los conselleres de la ciudad de Barcelona con carta la mas espresiva, nos ha sacado absolutamente de esta duda. En el prólogo de esta traducción consta que la hizo un religioso dominico llamado Fr. Antonio de Canals, licenciado en teología y catedrático de lectura en la catedral de Valencia,

por nombramiento del espresado cardenal, obispo de Sabina y administrador de aquel arzobispado. En la carta con que se remite esta obra á la ciudad de Barcelona, cuya fecha es de 1.o de diciembre de 1395, suponia el cardenal que la hizo esta espresion por ser un tratado digno del estudio de aquellos ciudadanos á cuyo cargo estaba el gobierno de la república: que esta atencion le debia la ciudad de Barcelona, por haberse criado en ella, é igualmente D. Pedro, infante de Aragon, su padre, y que le enviaba por su escribano Bartolo de Zavalls, que lo habia trasladado.

Barcelona le contestó agradeciéndole su fineza en 10 del mismo mes y año. El prólogo, que es una especie de dedicatoria al espresado cardenal, tiene la fecha de este dia 25 de agosto de dicho año, y en él se hacia memoria de que habia una traduccion anterior en lengua catalana, la cual se habia mandado renovar ahora en idioma valenciano, por ser mas suave y dulce, mejorando muchos lugares del original que no habian sido bien traducidos. Creemos que estas noticias serán agradables á los literatos y de honor á los que en ellas se interesan.

Parroquia de San Ginés.

En tiempo de D. Ramiro II de Leon no conocíamos de Madrid más que su nombre con varia espresion gráfica, pero sin ningun otro género de antecedentes acerca de su origen. Empero ya en el reinado de la casa real de Castilla, Madrid era una poblacion respetable, donde Sus Altezas moraron varias veces; donde recibieron á otras personas reales; donde celebraron sus consejos y sus Córtes; donde existian, como de los documentos se desprende, muchos santuarios y feligresías; donde se hacian aprestos para la guerra y se pagaban sus gastos; donde hubo ya alborotos y asonadas y revoluciones que llamaron la atencion de los monarcas; donde se estableció, en fin, un ayuntamiento de nombramiento real, atribuyendo se tambien al soberano la facultad de nombrar justicia.

Principiemos por reconocer la localidad: investigacion oscurísima, pero indispensable. Los que sostienen la fundacion greco-etrusca de nuestra villa, dicen que la Mántua Carpetana era muy pequeña; que su cerca se formaba por líneas tiradas desde la antigua puerta de la Vega

(que ya no existe), que estaba frente á la calle de Malpica, un poco mas abajo de la segunda puerta, donde vivió muchos años y falleció la Excma. señora condesa-duquesa de Benavente (á cuya instancia se derribó), y seguia la cerca por detrás de la casa del marqués de Povar (hoy Malpica), como en otra ocasion hemos dicho, llegando á la huerta llamada de Ramon, y por detrás de la casa del duque de Uceda (la de Consejos), subia al Arco de Santa María, que se hallaba frente á la calle Mayor, entre la misma de los Consejos y la calle del Factor (1). Añaden que tenia muy estrecha la entrada este arco. Seguia la línea por la calle mencionada del Factor á la casa de Rebeque (2), y de allí continuaba hasta el alcázar (hoy Palacio), terminando por la parte del Norte en la puerta de la Vega.

Suponen luego que, cuando los romanos dominaron nuestra península, hicieron grande aprecio de la reducida Mántua, y la engrandecieron, de cuya existencia quieren deducir el nombre de Maioritum.

Ya hemos hablado de la nueva muralla de Madrid en otra ocasion. Conquistado el Maioritum de los romanos por los árabes (segun los autores tantas veces refutados por los historiadores modernos), y luego por D. Alonso VI, adquirió de dia en dia mayor importancia, y con el tiempo los respectivos dominadores arrasaron las antiguas murallas y ensancharon el área de la poblacion. Es lo cier

(1) Porque estaba allí la casa de Fernan Lopez de Ocampo, factor del rey D. Felipe II.

(2) Se denomina casa de Rebeque lo que antiguamente fué tesorería de Palacio, que estaba sobre el pretil y era propio del espresado factor: despues la compró Rui Gomez de Silva para incorporarla al mayorazgo de la Eliseda. En ella vivió desde 1610 á 1658, en que murió el célebre poeta príncipe de Squilache, D. Francisco de Borja, y últimamente la habitó el Excmo. Sr. D. Cárlos Momoransi, príncipe de Robech, que falleció en el año de 1716, y por él se llama casa y plazuela de Rebeque. En la misma murió el 25 de agosto de 1775 el célebre escultor de S. M. D. Felipe de Castro, natural de la villa de Noya, en el reino de Galicia, 6 leguas de la ciudad de Santiago.

to que D. Alonso VI pensó muy pronto en el engrandecimiento de la villa conquistada, como lo prueba el privilegio de San Martin, de que ya se ha tratado, y con arreglo al mismo no cabe duda en que D. Alonso VII aceptó en tal sentido el pensamiento de conquistador.

Si la grande importancia de Toledo fué causa principal de la que se atribuyó á Madrid por los árabes, ganada aquella, mediaban razones análogas para que se la conservaran los reyes de Castilla. Ellos tenian aficion á Madrid: la tuvieron los que á su lado andaban.

Si el rey quiso habitar un palacio que halló edificado en Madrid, ó lo edificó para morar en él cuando aquí estuviese, los prelados y ricos-hombres, los caballeros que componian la córte hubieron de aposentarse á la inmediacion del monarca. Si no habia casas cómodas y en suficiente número, se construyeron : la abundancia de maderas en toda la comarca, vírgen casi entonces y brindando con to-dos sus atractivos, facilitaba la realizacion de aquellos proyectos. La flor de Castilla, Galicia, Asturias, Leon, Aragon y demás paises que en totalidad ó en parte poseian los reyes, ó que fueron sojuzgando, vino sucesivamente á Madrid, ó para pasar á Toledo, ó para quedarse en sus cercanías. Se labraron casas, se rompieron tierras, se fundaron establecimientos, y fué preciso tomar más terreno, porque la poblacion se apiñaba, y luego se tomó más todavía.

Despues de la conquista, hasta el establecimiento de la córte, la planta de Madrid fué recibiendo aumentos sucesivos, cuyas épocas no fijarémos, porque esto requeria una investigacion minuciosa, y muchos pliegos de testo, sin producir en lo general una utilidad relativa. Pero permítasenos adelantar que, segun las historias y documentos, no se amplió la poblacion á mitad del siglo XVI, como resulta de la esplicacion siguiente: «Dejó de existir la puerta de Balnadú, y fué reemplazada con otra que se edificó en lo que es plazuela de Santo Domingo, quedando el convento dentro de la nueva cerca: seguia esta hasta la inmediacion del monasterio de San Martin, y hácia donde hoy principia la calle del Postigo se abria una puerta pequeña del mismo nombre del monasterio (1).»

(1) Por eso se denomina Postigo de San Martin, y allí

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