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rio ni para la religiosa: al contrario, vemos en la prelada fundadora, si cierto fuese el hecho, que colocó á la puerta de su incipiente monasterio el procul esto profani, que ponian los gentiles á la entrada de sus templos: salganse de aquí los profanos. Que en la religiosa tendida en el lecho mortuorio figuró á Palas y Minerva armadas, y las flores que ceñian su frente eran la celada airosa, en la cual estaba pintada la esfinge; y aquel aparato fúnebre era la cabeza horrorosa de Medusa, rodeada de culebras, para impedir que allí se acercasen; cual otra Diana, á quien tambien los poetas hacen vírgen, figurándela montaraz y selvática, rindiendo con sus flechas á las fieras, rodeada de vírgenes, que, si faltaban á la votada pureza, atadas á los troncos perdian la vida al filo de sus saetas. Todo esto podia simbolizar la venerable religiosa tendida en aquellas andas, asemejando un cadáver para el siglo, tal vez desencajado su rostro, y acaso muerta, como se dice, pero hermosa como los tabernáculos de Cedár y las pieles ó mantas zabelinas de Salomon, porque fué fiel en el cumplimiento de sus votos. Acaso amaneció para ella la aurora y cesó la lucha y la fatiga, porque, consumando en breve, cumplió mucho tiempo.

Decimos todo esto por la oposicion que hay á hablar de este acontecimiento, que, aun cuando no sea verídico, siempre aparece como una de las áuras envidiables y deliciosas de este monasterio. El reloj que hay en la torre, efectivamente, en cada cuarto de hora sus campanas asemejan á un clamor fúnebre. Y es tradicion que, habiéndole presentado el licenciado D. Francisco de Contreras casualmente al rey una esposicion de la abadesa y religiosas de San Plácido, pidiendo limosna para construir un reloj, Felipe IV se estremeció recordando lo ocurrido, y mandó que esta máquina se hiciese á sus reales espensas; pero con la condicion de que el artífice le construyese de este modo, que en cada cuarto de hora doblase como en sufragio de una ánima. Otros dicen, y acaso sea así, que, agradecido el monasterio á su madre y fundadora, colocó este reloj con la misma circunstancia del clamor, para que las religiosas la recordasen y rogaran á Dios por ella. Lo que hay mas de cierto es, que los alcaldes de casa y córte D. Sebastian Carvajal, D. Antonio Chamacero y el licenciado Pedro Vaez formaron espediente sobre la construccion del reloj, y esto por al

guna cosa fué: el motivo seguro no lo sabemos. Este espediente existió en el archivo de Castilla: hoy lo ignoramos, y hubiéramos deseado verlo.

En la bóveda del convento se nota marcada la sepultura de la fundadora y de su hermana, que fueron religiosas escelentes y gozan de buena opinion entre las religiosas de esta casa. El patronato está como casi todos los de esta clase, con cortas escepciones, porque faltan las rentas y el cumplimiento de las memorias. Hasta aquí las noticias que sabemos del monasterio de la Encarnacion Benedictina, vulgo de San Plácido.

Dia 23.

Por no haber podido adquirir, ó por lo menos ver las actas de las Córtes celebradas en Castilla y Leon, como no hemos logrado reconocer los procesos de las que tuvieron en sus Estados los reyes de Aragon, no se podrán ilustrar como deben leyes y ordenanzas que en ellas se promulgaron. No sucede así con las Córtes de Valladolid de 1523, y de cuya conclusion, verificada en el año inmediato, hemos hablado ya en el dia 13 de este mes. Ahora, pues, con lo que nos dicen las actas de su llamamiento y primeras sesiones, decimos que se principiaron el dia 10 de julio de 1523, y se concluyeron en este dia 23 de agosto. Las juntas generales se tuvieron en la sala capitular del monasterio de San Pablo, que estaba, y acaso todavía, en su cláustro, siendo presidente asistente y letrado de Córtes los mismos que dijimos en el dia citado; pero la proposicion se hizo en nombre de S. M. C. por el comendador Francisco de los Cobos, su secretario, el martes 14 de julio en la sala de las casas de D. Bernardino Pimentel, que estaban en la Carrera de San Pablo, y en donde se hospedaba el emperador. Hallóse este presente, las personas nombradas, su camarero el conde de Nassau y los procuradores, notándose que se suscitó la cuestion de preferencia entre Búrgos y Toledo. En la proposicion hizo el rey presente lo que habia sentido las alteraciones de los llamados Comuneros: espuso la causa por que con acuerdo no habia venido inmediatamente á Castilla, haciéndose jurar primero en Aragon y Cataluña, en cuya capital, estando en Córtes, llegó la nueva de haber sido electo emperador de romanos; pero por la oposi

cion que á esto hizo el rey de Francia, coligado con el de Inglaterra, sin embargo de las paces que habia ajustado con él bajo condiciones poco favorables, se habia visto precisado á venir à Castilla sin pasar á Valencia, y seguir á Santiago, á fin de prevenir lo necesario para ir personalmente á Inglaterra por estorbar esta liga. Espresaba que en Búrgos le alcanzó el embajador de Francia, amenazándole que, si no daba en rehenes personas, villas y ciudades, así en Castilla como en Flandes, para seguridad de la paz, y de entregar el reino de Navarra á D. Enrique de Laurid, rompia con la guerra: todo lo cual le hizo acelerar su marcha, dejando, á suplicacion del reino, el gobierno de España al cardenal de Tortosa como en efecto se verificó su partida de la Coruña en domingo á 22 de mayo de 1522, y en sábado siguiente, víspera de Pentecostés, llegó á Dublas, en Inglaterra. Sigue contando cuanto le sucedió en este reino y en Flandes, con los demás acontecimientos de Navarra é Italia hasta que volvió á España, desembarcando en Santander á 17 de julio; despues de lo cual relaciona lo que habia hecho para sosegar á Castilla, y cómo habia visitado por sí mismo las chancillerías y tribunales, dispuesto la paga de la gente de armas, provisto los obispados vacantes y el empleo de inquisidor general. A esto se siguió el proponer al reino las causas por que unido con el Pontífice estaba determinado á hacer la guerra al turco, y pedia, por consiguiente, que le ayudase para ella con sus servicios.

Estos no se determinaron hasta ser acordadas las peticiones de los procuradores, que decian que por no haberse hecho así anteriormente, se habian producido las alteraciones del reino. Sin embargo, quedaron sin resolver los tres puntos de que se habló en dicho dia 13 de este mes; pero se arregló la Casa-Real, que es una de las cosas mas curiosas que contienen estas actas.

Dia 24,

Despues que se verificó el casamiento de la princesa doña Isabel, hija del rey D. Enrique IV de Castilla, con el infante de Aragon D. Fernando, fué reconocida generalmente por legítima heredera y sucesora en aquellos Estados, sobre cuyo asunto son bien notorios en la historia los partidos que hubo entre los grandes y poderosos del

reino. El condado de Vizcaya y sus villas no fueron los mas perezosos en prestar este reconocimiento y jurar á la princesa doña Isabel, la cual, reconocida á este mérito, lo recompensó, no solo confirmando y dando nuevo valor á los fueros generales de Vizcaya, sino tambien á los particulares de cada pueblo. La confirmacion que hizo de ellos á la villa de Bilbao, estando en su villa de Aranda á 14 de octubre de 1473, relaciona todo lo que dejamos espuesto.

Doña Isabel usa en esta escritura de los títulos de princesa de Asturias, legitima heredera y sucesora de los reyes de Castilla y Leon, reina de Sicilia y princesa de Aragon, que eran los que le correspondian por sí y por su marido D. Fernando en aquel año.

Espresaba tambien que se presentó á hacer esta sú→ plica en nombre del concejo y moradores de Bilbao, Lope de Quincoces, vecino de ella, y que, despues de haber confirmado sus fueros, franquezas y costumbres estensamente, hizo pleito homenaje, segun estilo de España, en manos de Gomez Manrique, caballero y hombre hidalgo, de hacer valer esta confirmacion mientras fuese princesa, y de ratificarla de nuevo siendo reina; prometiendo tambien, al mismo tiempo, que reintegraria á la corona real lo que su padre D. Enrique habia enagenado de ella, como asimismo cuanto se habia desmembrado de los pueblos pertenecientes al condado de Vizcaya, sus tierras llanas y Encartaciones. Autorizaban toda esta escritura su secretario Alonso de Avila y algunos caballeros y letrados de su casa y consejo, que eran: Gonzalo Chacon, Gomez Manrique, arcediano de Toledo, Diego de Rivera, Alvaro Sanchez, el pronotario Gutierrez, el licenciado Luis de Mesa, el doctor Nuño y el licenciado Pedro, registrándola Juan de Medina.

Luego que llegaron á coronarse, doña Isabel cumplió el juramento y promesa que había hecho, y hallándose en la ciudad de Santo Domingo de la Calzada, en este dia 24 de agosto de 1483, ratificó todo lo que llevamos dicho, dirigiendo la cédula real para su cumplimiento á su hijo el príncipe D. Juan y á los demás que es estilo. Firmó la reina de su mano esta ratificacion, la cual escribió Diego de Santander, su secretario, y la registró el doctor Pedro de Malluenda, canciller. Los títulos de la reina tenian este órden: reina de Castilla, Aragon, Sicilia,

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Toledo, Valencia, Galicia, Mallorcas, Sevilla, Cerdeña, Córdoba, Córcega, Murcia, Jaen, Algeciras, Gibraltar, condesa de Barcelona, señora de Vizcaya y Molina, duquesa de Atenas y Neopatria, condesa de Rosellon y Cerdeña, y marquesa de Oristan y Gociano. No firma el rey D. Fernando, conforme habia sido convenido en las cartas nupciales por el reino.

Primer sitio de Tarragona.

En este dia del año 1641 fué socorrida la ciudad de Tarragona en el grande apuro en que se encontraba, porque, habiendo los catalanes fortificado á Lérida, trataron de poner sitio sobre Tarragona; hiciéronse señores del paso del Coll de Balaguer; fuéronse atrincherando despacio, y por mar llegó el arzobispo de Burdeos con poderosa armada, con la cual, animados los de la tierra, fueron apretando el sitio de modo que la demasiada observancia y fidelidad española soportó grandísimos trabajos y hambre, tanto que, así dentro de Tarragona como fuera, se murmuraba malamente del que gobernaba aquella plaza; pero con esperanzas de socorro por mar, sufrieron hasta comer animales inmundos, como dicen las histcrias. Este socorro se encomendó en efecto al duque de Fernandina, que, ayudado del duque de Maqueda, á cuyo mando iban los bajeles que lo conducian, hizo que la armada francesa abandonase el mar.

En igual dia del año 1358 fué bautizado en la villa de Epila, en Aragon, el rey D. Juan I de Castilla, hijo de D. Enrique II y de doña Juana Manuel.

En el espresado dia del año 1404 presidió el infante D. Fernando la primera asamblea de la órden militar de las Azucenas ó Lirios, que él mismo habia fundado.

En el mencionado dia del año 1504, despues que el Gran Capitan hubo dado algunas batallas á los franceses, y en la Cerinola casi destrozado el campo, sitió á Gaeta, la que tomó despues y todo el reino de Nápoles. Prendió al duque Valentin, enviándole á España, con sentimiento del rey de Francia.

Segundo sitio de Tarragona en 1644.

Sucedió, pues, que entre uno de los tratados que el rey de Francia habia estipulado con los catalanes, cuando negaron la obediencia á Felipe IV, fué el que desalojaria

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