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de S. M., D. Diego de Guzman, dándole el velo al siguiente dia, que fué el 26 de marzo, el cardenal D. Bernardo de Sandoval y Rojas. Censurábase la frecuencia con que el rey visitaba el monasterio, y aun se atribuyó á la priora de esta casa una influencia en los negocios de la córte, que nunca tuvo, divulgándose más de una vez su destierro, y aun se proyectó ganar á los facultativos para que le confeccionase un veneno, y aun añaden que se descubrió esta perversidad en un pedazo de piedra vezal que la propinaron.

Cuatro años y cinco meses estuvieron las religiosas en la calle del Tesoro; en este tiempo se puso en perfeccion el edificio del nuevo monasterio con los cuantiosos fondos

que suministraba el rey. Se designó para tomar posesion de él el dia 2 de julio de 1616, propio de la festividad del Misterio de la Visitacion de Nuestra Señora; el dia 22 de julio anterior consagró el altar mayor D Fray Alejo de Meneses, de la órden de San Agustin, arzobispo de Braga (en Portugal), colocando en el espresado altar una reliquia de Santa Margarita. Asistió el rey, el príncipe y princesa y los infantes, las damas de honor, títulos y señores de la córte: ofició la música de la real capilla: duró tres horas la solemnidad del acto. Mandó el arzobispo de Toledo, de órden del rey, que se guardase como fiesta de precepto el sábado á 2 de julio, solo por aquel año, porque la traslacion fuese mas solemne.

Hízose un palenque desde la casa del Tesoro al monasterio para defensa de la gente de los coches. El espacio no era grande; mas recogióse el adorno de manera que hizo una vista agradable: colgóse de una y otra parte la tapicería de SS. MM., los preciosos lienzos que representan la toma de Túnez, la Apocalipsis, el Rey Ciro, la historia de José, el juicio de Salomon, el triunfo sacramental, y otros pasajes sagrados y mitológicos. Adornáronse tambien seis altares: del primero se encargó el duque de Lerma, colocándose en él alhajas preciosísimas. A los lados del pórtico competian en lujo otros dos altares: une pertenecia á la condesa de Valencia, el otro al duque de Peñaranda, esmerándose en el ornato y grandeza. A los dos lados de la iglesia ocupó uno otro altar, que en nombre del rey compuso su guarda-joyas, conforme á la grandeza y devocion del monarca. Al otro lado el convento de San Felipe el Real, y condesa de Barajas, pu

sieron en su altar una imagen de San Agustin, muy adornada de joyas, y una estátua de la reina, que respondia bien del parecido, arrodillada, entregando, las llaves del monasterio al santo: en estos seis altares compitió la riqueza con el gusto y la elegancia.

Aquella tarde envió el rey á la priora, con su guardajoyas, un rico pálio de color blanco, todo de brocado de oro, el cual todavía conservan las religiosas. Una imágen de Nuestra Señora, titulada de Monteagudo, colocada sobre un tabernáculo de ébano, labrado con gran primor, en cuyo pedestal y cornisa estaban esparcidos muchos óvalos de cristal con singulares reliquias: envióles tambien la Serma. infanta doña Isabel, desde Flandes, un relicario, hechura de pirámide, guarnecido de oro y piedras, y dentro una canilla con su pie, de la ínclita Santa Margarita, con su correspondiente auténtica: es pieza maravillosa (porque aún existe). Colgáronse en un patio grande que habia en la casa del Tesoro las ricas tapicerías de la historia de Sanson y de Telémaco: en él erigió un altar el patria ca D. Diego de Guzman, de magnífico adorno.

A las dos de la tarde vinieron los capellanes de S. M. y sacaron el Santísimo Sacramento de la casa del Tesoro, y le pasaron al altar del patriarca, donde estuvo descubierto con profusion de luces, en una custodia de cristal y oro de gran precio.

A las seis de la tarde vino Felipe III con los Sermos. in fantes y los jefes y clases de palacio, por la mina ya men. cionada: á esta hora se formó la procesion, que fué general, saliendo de esta manera:

Abria la procesion la guardia tudesca; seguian los niños acogidos de la real casa del Hospicio; despues los del colegio de Nuestra Señora del Amor de Dios (Desamparados); luego los del de San Ildefonso (Doctrinos), vestidos con sus túnicas pardas; á estos seguian los clérigos menores de la casa del Espíritu Santo; los Hospitalarios de San Juan de Dios, los Mercenarios Descalzos de Santa Bárbara, los Trinitarios Descalzos, los Carmelitas del convento de San Hermenegildo, los Mínimos de San Francisco de Paula, los PP. de la Compañía de Jesus del Colegio Imperial, los Carmelitas Calzados, y los Mercenarios, los Trinitarios Calzados, los Hospitalarios de San Juan de Dios, los Agustinos Recoletos, los PP. Capuchinos de San Antonio del Prado, los Franciscanos Descal→

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zos del real convento de San Gil, los Observantes de San Francisco, los Frailes Predicadores del real convento de Nuestra Señora de Atocha, los Monges Bernardos de Santa Ana, los de San Gerónimo y los Benedictinos, tudos guardando su respectiva antigüedad, llevando cruz y ciriales: á continuacion venian las cruces parroquiales de San Juan, Santiago, San Nicolás, el Salvador, San Miguel de los Octoes, San Justo, San Pedro, San Ginés, San Sebastian, Santa Cruz, San Martin, Santa María, y la cruz de la parroquia ministerial y la del Buen-Suceso. El cabildo de señores curas párrocos y beneficiados, con su guion y pértigas; el vicario y visitador eclesiástico, con sus respectivos tribunales; los capellanes de coro y altar de la real capilla, con los niños cantores; la cruz de la real capilla y capellanes de honor, uno de ellos con capa pluvial, llevando la reliquia de Santa Margarita, otro la imágen de Nuestra Señora, que envió la Serma. infanta; seguian las religiosas con sus hábitos negros, cubierto el rostro con velos. A la priora la acompañaban el duque de Lerma y el cardenal Frejo; á la superiora y demás religiosas las acompañaban los arzobispos de Santiago, Braga y Zaragoza, con los obispos de Cuenca, Osma, Salamanca, Valladolid, Leon, y otro de Alemania y los confesores del príncipe y princesa y de los infantes. Despues los gentiles-hombres de casa y boca, llevando las hachas; Juego el pálio, cuyas varas llevaban los capellanes de honor, y debajo una magnífica custodia, cuyas andas iban en hombros de sacerdotes revestidos con casullas; seguia el patriarca de las Indias de pontifical con los demás ministros; despues el príncipe entre los dos infantes sus hermanos; luego el rey en trage de etiqueta, con aquella severidad y apacible magestad con que aparecia en estos actos. Seguíales la princesa entre las dos infantas María y Margarita, todos con velas encendidas y notable gala: por los lados, mayordomos y grandes. Despues de la princesa venian las camareras, ayas y señoras de honor, las damas con el adorno y riqueza que ostentaban en estas ocasiones. Cerraba la procesion la guardia de archeros, muy lucida; y en dos filas, en la carrera, formaba la guardia española y tudesca. Marchaba la procesion con pausa y solemnidad, cantando la capilla música diferentes motetes y villancicos en los altares donde Su Divina Magestad hacia estacion. El concurso fué numerosísimo por todas partes,

agrupándose en ventanas y balcones, donde habia vistosas colgaduras.

Llegó á la iglesia, en donde esperaban las comunidades de San Felipe el Real y del colegio de Doña María de Aragon, y en el átrio habia un altar que mandaron adornar las religiosas: entró el Santísimo en el nuevo templo con la magnificencia que hemos indicado, colocando las andas sobre un bufete cubierto con un paño de brocado; cantaron los músicos un himno en honor de los augustos fundadores, arrodillados el rey y todos los que le seguian. Despues llamó el rey á la priora y comunidad para darles posesion del monasterio, en el que entraron con ellas S. M. y AA. por la puerta de la capilla de Nuestra Señora del Loreto, que hizo la condesa de Miranda, entrando tambien las señoras de honor y damas, con los prelados. Estaban esperando en la clausura muchas señoras de título y de grandeza, y todas acompañaron á las religiosas al coro, donde hicieron oracion. El rey, príncipes é infantes, dando á besar sus reales manos, se retiraron á su alcázar.

En aquella noche hubo iluminarias y fuegos artificiales en celebridad del acto solemne.

Al dia siguiente 3 de julio, que fué domingo, volvieron S. M. y AA. con toda su comitiva á la iglesia, colocándose en un sitial y reclinatorio como en la capilla pública, asistiendo el nuncio de Su Santidad, prelados, embajadores y grandes, jefes de palacio y capellanes de honor. La princesa é infantas con las damas entraron en la clausura, saliendo á las tribunas. Se celebró la misa de la Dedicacion de la iglesia, oficiando de pontifical el arzobispo de Santiago, como prelado del convento: levantada cruz arzobispal, pronunció la oracion pan gírica el célebre historiador el M. R. P. Maestro Fr. Juan Marquez, de la órden de San Agustin, catedrático de vísperas de sagrada teología en la universidad de Salamanca, predicador de S. M. Estuvo espuesto el Santísimo, por lo que el rey no tuvo dosel, segun la etiqueta. SS. AA. comieron en el convento; pero el rey se volvió á su álcázar, y por la tarde vino al convento á tomar posesion como patrono, concurriendo el príncipe, como su sucesor en el patronato; cantáronse las completas á orquesta, y se reservó á S. D. M.

La princesa é infantas continuaron en el monasterio

hasta el siguiente dia que se celebraron las houras en sufragio de la reina fundadora, concurriendo á ellas el rey en el coro de las de religiosas: ofició de pontifical el arzobispo de Búrgos D. Fernando de Acevedo, presidente de Castilla, pronunciando la oracion fúnebre el mismo P. Gerónimo de Florencia.

En el dia inmediato, que era el 5 de julio, la comunidad de Agustinos Calzados celebró en esta iglesia las exéquias en honor de la misma reina, predicando la oracion el R. P. Fr. Francisco de Castroverde, rector del colegio de Doña María de Aragon, predicador del rey, y uno de los oradores mas elocuentes de aquella época.

En el dia 6 hicieron los funerales en la espresada iglesia los religiosos Franciscos Descalzos del real convento de San Gil, predicando el elogio fúnebre el R. P. Baltasar de Angeles, predicador de S. M.

Dia 7: celebraron las exequias en esta mencionada iglesia la comunidad del convento real de Atocha, pronunciando la oracion fúnebre el R. P. Maestro Baltasar Rodriguez, de la órden de Santo Domingo, predicador real.

El dia 8 concurrieron á celebrarlas los padres Trinitarios Calzados; predicó el sermon de honras el R. P. Maestro Doctor Fr. Lorenzo Paravisino, predicador de S. M. Dia 9: los padres del Colegio Imperial; pronunció la oracion el P. Ricardo Saller.

Dia 10. los monges del real monasterio de San Gerónimo; pronunció la oracion fúnebre el R. P. Fr. Gregorio de Pedrosa, escritor general y predicador del rey.

Dia 11: las señoras religiosas de esta real casa, con asistencia de la capilla música, oficiando de pontifical el obispo de Cuenca; dijo la oracion fúnebre el doctor Francisco Sanchez, capellan de honor y predicador de S. M.

Dia 12: celebró las exequias la real capilla, asistiendo los gentiles-hombres de casa y boca y los mayordomos de semana y capellanes de honor, oficiando de pontifical el patriarca de las Indias, predicando el reverendo P. Fr. Juan de Araujo, del órden de San Francisco, predicador del rey.

Así terminaron las funciones de la Dedicacion de esta real iglesia, y las exequias de la inclita reina doña Margarita de Austria, su especial fundadora.

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