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El famoso príncipe godo Teodomiro, á quien algunos autores árabes dan el nombre de rey, fué perfectamente admitido por Soliman, ofreciéndole ricos presentes en recompensa de su valor. Con tan buena acogida por parte del califa consiguió que se remediase de una manera solemne el perjuicio que España habia sufrido con los tributos impuestos por Abdalaziz, quedando establecido que de ningun modo se pagase á los sucesores de los árabes la cantidad de tantos gravámenes: con esto se volvió á España gozosísimo, como dice el P. Florez en su España Sagrada, tom. 8, pág. 293.

Concluida esta reseña histórica, en la que, segun nos lo ha permitido nuestra insuficiencia, hemos procurado probar que los muzárabes tenian su residencia entre los sarracenos en virtud de tratados, vamos á hablar de la antigüedad de la capilla de Nuestra Señora de Atocha.

Este santuario es antiquísimo, é inmemorial la devocion de Madrid y su tierra á aquella santa escultura. Acerca de su orígen se ha escrito mucho, y la mayor parte fundado en los falsos cronicones; por cuya razon, conviniendo en la parte esencial con las antiguas tradiciones y creencias, nos parece se puede prescindir sin peligro de muchas circunstancias probablemente inventadas para abusar de la credulidad de los fieles. Cuentan que el Apóstol San Pedro trajo á España esta imágen, y que sus discípulos fundaron la ermita primitiva. Estaba en el mismo sitio que se celebró la capilla, donde en los primeros años de este siglo existia aún. Cuando al principio de la guerra de la independencia fué profanado, saqueado y mutilado, como tantos otros, el edificio, todavía se conser vaba en él la tabla de que habló el licenciado Quintana:

«La antiquísima y devota imágen de Nuestra Señora de Atocha vino á España al principio de la Iglesia, pocos años despues que Cristo subió al cielo, y algunos antes que la Vírgen muriese, siendo primero Sumo Pontífice el Apóstol San Pedro, y teniendo la cátedra de su pontificado en Antioquía, ciudad de Siria. Trajéronla á España desde Antioquía ciertos discípulos de San Pedro, que fueron compañeros suyos cuando vino á España. Créese con mucho fundamento ser una de las imágenes que hizo San Lucas, y de las que envió á Antioquía, patria suya, al Apóstol San Pedro, y por esto se llamó Nuestra Señora de

Antioquía, por privilegios reales y otras escrituras públicas de cuatrocientos y quinientos años atrás.>>

El apoyo documental con que contaba el autor de esta inscripcion, no se estendia, como de ella se deduce, más que á cinco siglos antes de su fecha, que se ignora; pero es probable se escribiese la tabla en 1588, cuando Felipe II mandó labrar de nuevo la capilla de la Virgen, y en este caso la memoria histórica no va más allá. Las crónicas de la sagrada órden de Predicadores, en el libro titulado La Patrona de Madrid, hablan minuciosamente acerca de esta devota imágen. Gerónimo de Quintana prueba á su manera que este venerando simulacro es uno de los que trajo San Pedro: da la razon por qué los discípulos del Apóstol la colocaron fuera de la villa, y no dentro: funda su opinion acerca de ser la mencionada escultura obra del escoplo y del buril de San Lucas: discurre largamente sobre el origen de la palabra Atocha, y describe con prolijidad sus circunstancias. Tambien nosotros nos creemos en la obligacion de hacerlo.

Descripcion de la santa estátua.

La imágen sagrada no llega á tres cuartas de altura: tiene el niño sobre el pecho izquierdo, y está en actitud de darle con la mano derecha una manzana: tanto la cabeza de la Vírgen como la del niño estan adornadas con su respectiva diadema: la Vírgen está sentada en un trono, al pie del cual se ven caractéres griegos y hebreos: todo es de madera. Ya en los principios del siglo xu debia ser muy rico este santuario, al cual venian en romería muchos peregrinos de dentro y fuera de España; y parece constante que por los años de 1162 agregó la ermita de Atocha con sus rentas á la abadía de Santa Leocadia de Toledo el arzobispo D. Ramon. Estinguida la abadía, aunque conservándose su título, que daba nombre á una de las dignidades de aquella santa primada iglesia, la antigua ermita quedó aneja á Toledo, y se escribe que, por más gestiones que hizo el ayuntamiento de Madrid, no pudo conseguir la exencion que solicitaba; pero hay tambien noticia de dos cartas de avenencia entre la villa de Madrid y el abad de Santa Leocadia, fechada la primera en la era de 1317, que corresponde al año 1279, y la segunda en la era de 1419, correspondiente al año 1381. Es de observar que en ambos documentos se da á la Vír

gen el dictado de Atocha y no de Antioquía, lo que nos parece indicar que la palabra usada hoy es degeneracion de la primitiva. Sin embargo, tambien puede que tomase el nombre de los atochares que habia cerca de la ermita, como ya hemos referido. Consta que, adyacente á la muy antigua ermita, habia una huerta con gran abundancia de aguas, y en su recinto otros cuatro santuarios, de los que eran titulares respectivamente San Juan Evangelista, Santa Colomba, Santa Catalina y Santa Polonia, y no muy distante el humilladero del Santísimo Cristo de la Oliva. La devocion de los vecinos de Madrid á aquella imágen fué tan grande desde aquellos tiempos despues de la conquista, que hubiera bastado á dar celebridad y fama al santuario, aunque no se hubiesen obrado por Nuestra Señora en aquella reducida capilla tantos y tan estupendos prodigios, que se hallan consignados en muchos volúmenes. Los moradores de nuestra villa vieron frecuentado el santuario de Nuestra Señora de Atocha por multitud de peregrinos, y era tanto el concurso de estas gentes devotas, que fué preciso construir una hospedería ó albergue contiguo á la capilla, en el cual vivian las personas encargadas del servicio de la ermita, y que eran al mismo tiempo los mayordomos que recibian y hospedaban á cuantos venian á visitar á Nuestra Señora. Dicen las historias que aquella especie de posada era casa de mucho aposento y de muy cumplido servicio. Andando el tiempo, se estableció en Madrid una cofradia de caballeros y otras gentes acomodadas, bajo el patrocinio de la Virgen de Atocha, y los cofrades acudian tambien al obsequio y regalo de los huéspedes, haciendo luego estensiva la institucion al establecimiento de un grande hospital adyacente al albergue. En aquel se curaban los que en el término de su peregrinacion caian enfermos. Hay varias pruebas de cuanto se lleva referido, y citarémos por mas notable la que se deduce de una cláusula del testamento del muy nombrado caballero Francisco Ramirez, otorgada ante Diego Diaz de Vitoria, en Madrid, á 13 de octubre de 1499. Dice lo siguiente:

«E ansí mismo dé á la cofradía de Nuestra Señora de Atocha las dos cargas de uva, y maravedís, para hacer camas en el hospital de Nuestra Señora de Atocha, segun de suso se contiene. >>

Y en otra cláusula del propio testamento previene á su

hijo Hernan Ramirez que cuide de reparar el aposentamiento que él edificó en la ermita de Atocha, para que se aposenten los que allí fueren en romería.

Fundacion del convento.

Gobernando la nave de la iglesia el papa Adriano VI, y reinando en España el césar Cárlos I, en ocasion en que D. Alonso de Fonseca presidia la santa primada catedral de Toledo, Fr. García de Loisa, del órden de Santo Domingo, vino á Castilla y despues á Madrid, quien en union de su hermano de hábito el P. Fr. Juan Hurtado de Mendoza, confesor de la Magestad Cesárea, eligieron, para fundar un convento de religion, una parte de terreno que habia junto al santuario de Nuestra Señora de Atocha, avistándose al efecto con el abad de Santa Leocadia, D. Gutierre de Vargas y Carvajal, que vivia tambien en Madrid en las casas de sus padres, donde fué hasta nues-tros dias palacio de los marqueses de San Vicente, en la plazuela de la Paja ó costanilla de San Andrés, quien alcanzó la competente bula pontificia para tan piadoso intento por la influencia del emperador D. Cárlos, prévio el beneplácito del metropolitano y su cabildo.

El papa envió el breve al césar, fechado en Vitoria, donde S. S. se hallaba. Los primeros religiosos vinieron del convento de Talavera, tomando posesion del de Atocha el P. Fr. Juan de Robles en 11 de julio de 1523, dándosela en nombre del abad Francisco de Vargas, su hermano, alcaide del alcázar de Madrid, y Diego de Luxan, que señalaron las tieras necesarias para el convento, poniendo la primera piedra el obispo de Plasencia, quien contribuyó con una cuantiosa suma para la construccion del edificio. El emperador contribuyó largamente para la obra del convento, y su hijo el rey D. Felipe II hizo á sus espensas el cláustro. El ayuntamiento y varios señores formaron una suscricion para concluir el edificio.

Descripcion del convento.

Este convento está situado al Mediodia de las cercas de la real posesion del Buen Retiro. Antes de entrar á la iglesia, hay una lonja con soportales á uno y otro lado, cerrada por delante con verjas de hierro, entre las cuales se ve sobre un pilar, en el medio, una estátua de Nuestra Señora. La portada del templo no tiene cosa notable,

fuera de un escudo con las armas del rey y una estátua de Santo Domingo, titular del convento. La nave de la iglesia es grande y su arquitectura parece del principio del reinado de Felipe II 6 fines del de Cárlos I. En la primer capilla, á la derecha, habia en lo antiguo bastante ornato en la pared, ejecutado por José Romani. En un altar mas adelante habia una escelente pintura de Santa Rosa de Lima, debida al pincel de Lorenzo de Soto, y enfrente un sepulcro con una figura de mármol arrodillada, con el siguiente letrero:

«Esta capilla es de Diego Gonzalez de Henao, regidor que fué de esta villa: año de 1624.»

En un pilar del crucero, al lado del Evangelio, se veia un precioso cuadro del entierro de Cristo, con Nuestra Señora, las santas mujeres y otras figuras agrupadas, asunto de lo mejor que pintó Antonio de Pereda.

El retablo mayor se componia de varios cuerpos de arquitectura con columnas aisladas en ellos, representando la historia de la vida de la Virgen en ocho escelentes pinturas que hizo Angelo Nardi. Las estátuas que en él habia merecen poca mencion. En el crucero y capilla mayor habia otras pinturas que espresaban prodigios obrados por la intercesion de Nuestra Señora de Atocha y de San Isidro Labrador.

La figura de la vírgen Santa Catalina de Sena, en el altar del mismo crucero, era bellísima; la labró el aventajado artista Juan de Mena (1). La estátua de Santa Inés de Monte Policiano, que habia encima, fué obra de don Pablo Ron, quien tambien ejecutó la de Santo Tomás de Aquino, que habia en el otro colateral. En otro retablo se veia tambien una estátua muy buena de San Nicolás de Bari, que hizo el artífice D. Juan de Leon. Habia asi

(1) Cuando la invasion francesa, estaban varios soldados, de los acuartelados en este edificio, sentados en el átrio sobre la figura de la santa; los vió un artista; no llevaba dinero; hacia mucho frio aquella tarde, por lo que no se determinó á volver para comprársela; pero al siguiente dia por la mañana se dirigió allí, preguntó por ella á los mismos soldados franceses, quienes le dijeron que, casi helados, la habian hecho astillas para encender una hoguera y calentarse en la noche.

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