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Dia 14.

La emperatriz doña María de Austria, hija del emperador Cárlos V, es un personaje tan distinguido y recomendable en la historia, que no debe omitirse cualquiera documento que descubra alguna singularidad de su vida. El haber nacido en Madrid, y despues vivido en Alemania algun tiempo con el príncipe Maximiliano, su esposo, haberse retirado á acabar sus años de viudedad al real convento de señoras religiosas Franciscas Descalzas de esta coronada villa con su hija la infanta doña Margarita, con la buena opinion de sus virtudes, que es notoria y han escrito varios, nos obliga á publicar con mas justo motivo la carta que con fecha de este dia escribió el rey D. Felipe II, su hermano, á la ciudad de Barcelona, cuando por su órden y consejo pasó á España en el año de 1581, y no en el anterior, como dice Quintana y otros. El tenor de la carta real, segun se conserva original en el archivo de la mencionada ciudad, es el siguiente:

«Amados y fieles nuestros los conselleres de la ciudad »de Barcelona.-Habiendo de venir, como tendreis enten»dido, la serenísima emperatriz, nuestra muy cara her>>mana, á estos reinos de España, desembarcará en esa »nuestra ciudad de Barcelona, y, segun el aviso que tene»mos, será en Génova por todo este mes de agosto lo mas »largo, y á los 10 6 12 de setiembre podrá ser que llegue »á esa ciudad. Y aunque creemos de vuestro gran celo, >>que siendo su persona tan eminente, y á nos conjunta, >>como sabeis, no dejareis de hacerle todo el regalo y buen >>acogimiento que se puede desear, y del mismo modo »que si fuese nuestra real persona; os habemos querido Describir y encargar por esta carta quanto podemos, de »que al recibirla, deis ó den, que en esa playa se haga la »puente que en semejantes ocasiones se ha acostumbra»do, para que por ella pueda desembarcar dicha empera>>triz, á la que servireis y regalareis con el mayor cum>>plimiento y demostracion de amor con que se haria en >>tal caso á nos mismo, escepto que no se saque el palio »ni se hagan regocijos y fiestas algunas. Tendreis muy »particular cuidado que en esa ciudad no falten los man>>tenimientos que fueren necesarios; y á los aposentado>>res, que de nuestro mandado fueren de aquí para hacer

>>en esa ciudad, y en el camino el aposento y alojamiento »para la serenísima emperatriz, y á los que vinieren en >>su compañía y servicio, les deis y mandeis dar la asis>>tencia y favor que os pidieren y necesitaren, sin con>>tradiccion ni impedimento alguno, haciendo sobre esto »lo que nuestro lugar-teniente y capitan general, el du»que de Terranova, os dijere y encargare de nuestra par»te, y lo demás que de vuestra natural fidelidad, amor y >>diligencia esperamos: que os lo tendremos en tan àcepto >>servicio, como si por nuestra propia persona lo hi>>ciérades, y nos quedará de ello la memoria que os mere>>ceis tan justamente. Dada en Lisboa á 14 de agosto »de 1582.»

La asistencia y conduccion de esta emperatriz, desde que llegó á España, estuvo encargada al Sr. D. Rodrigo de Castro, entonces obispo de Cuenca, de cuyas cartas y demás documentos originales, pertenecientes á esta jornada, poseemos copias que hallamos entre los manuscritos de nuestro esclarecido abuelo D. Antonio de Capmany y Montpalau, y pueden ilustrar un suceso de que no tratan debidamente los historiadores, pues fué notable en aquel tiempo.

En este dia del año 1311 se bautizó en la catedral de Salamanca el rey D. Alonso XI, hijo de D. Fernando IV el Emplazado. Hubo grandes alegrías en el reino con el natalicio del príncipe, porque se decia que la reina era estéril.

Dia 15.

Cuando se hallaba en Barcelona el hijo de Reiner ó Renato de Anjou, con tropa francesa, para apoderarse de todo el Principado y aun del reino de Aragon, á cuya corona aspiraha, y tal vez lo hubiera en parte conseguido (si no le hubiese cortado sus vuelos la muerte, que le sucedió en dicha ciudad en 26 de diciembre. de 1469), eran muchos y contínuos los desafíos personales que se veian por causa de las probaciones recíprocas entre las personas de distincion que se mantenian por el partido del duque de Lorena y de D. Juan, rey de Aragon.

Entre estas batallas campales y de cuerpo á cuerpo, mereció que quedase descrita por Jaime Zafint, que por "encargo de la diputacion de Cataluña iba apuntando lo

más notable que diariamente acontecia en la ciudad, la que sostuvo, en la plaza que llaman del Born, Sancho Saravia contra Pedro de Santesteve, acusando de traicion y alevosía al primogénito del duque de Lorena y nieto de Renato de Anjou, á quien ya daban el título de primogénito del reino de Aragon y duque de Calabria.

El desafío se ejecutó con toda especie de armas ofensivas en la tarde de este dia 15 de agosto de 1469, siendo tan reñido y fuerte, que no se habia visto otro igual. Ambos se hirieron mortalmente, y, para apartarlos, fué preciso que el mencionado primogénito ocupase la plaza y con su presencia los hiciese retirar. El padrino de Pedro de Santesteve fué Pinella, caballero doncel, y de Sancho de Saravia el noble Beltran de Almendariz y García de Guerra, ambos navarros. Por parte del primero fueron fieles Martin Juan de Torrellas, señor del castillo de la Roca; Francisco de Vallseca y Andrés Malla, ciudadanos de Barcelona. Por parte del segundo lo fueron el noble Juan Ramon de Josa; Juan de Papiol, doncel; Juan Ros, el hijo, y Juan Desvall, ciudadanos. Gobernó el campo, en nombre del primogénito, el varvasor Arnaldo de Vilademany y de Blanes. La desgraciada muerte de los dos combatientes produjo á poco tiempo las mayores disensiones en Barcelona, donde aún dura la memoria de esta célebre batalla judicial, que tal vez fue la última de que se ha usado: despues se introdujo la costumbre bárbara de los longobardos.

Origen del sagrado simulacro de Nuestra Señora en su advocacion de Atocha.

Con motivo de celebrarse hoy la festividad de esta antiquísima imágen, vamos á referir su historia. Oigamos al R. P. Presentado Fr. Francisco de Pereda, del órden de Predicadores, en su libro titulado La Patrona de Madrid, que dice así:

«Con la pérdida de España se perdieron en ella todas las cosas, especialmente las que tocaban á la religion, que siendo los mahometanos tan enemigos de la fé, perseguian todas sus cosas. Ansí se perdió la memoria desta santa imágen, y se menoscabó el culto de su servicio y de su devocion, aunque no se acabó del todo. No hay memoria de milagro de antes de la destruccion, que la mas an

tigua es de aquellos dias primeros, cuando aún no la habian destruido del todo los infieles. Por esto el mas antiguo milagro es el que se sabe por tradicion que la soberana mano de Dios obró por esta imágen en la mujer é hijas de D. García Ramirez. Era este caballero natural y vecino de Madrid, y como caballero era soldado valiente y capitan, que en aquella ocasion todos andaban envueltos en armas. Perdióse la villa de Madrid, apoderándose della los infieles, que le obligó al caballero á dejarla y retirarse á un castillo y aldegüela que estaba e las cuestas de Rivas, sobre Jarama, donde debia tener heredades. Allí vivia lastimado de la pérdida de su tierra y casa; pero mucho más del desamparo y soledad de Nuestra Señora de Atocha, que como gran sagrario suyo era muy célebre y de gran devocion por la gloria de los milagros que la santa imágen obraba, muy visitado y reverenciado.

Tenia este caballero gran devocion con la santa imágen, que era gran devoto de Nuestra Señora, y dolíase mucho temiendo que los bárbaros profanarian la casa de la Virgen y perderian el respeto á la santa imágen: y su casa toda estaba con la misma lástima, porque todos eran muy devotos, mujer, hijos y familia, como él; que tanto vale la virtud en la cabeza y su ejemplo. Con este cuidado visitaba muchas veces á Nuestra Señora; que aunque la tierra estaba en poder de los moros, los corazones de los fieles no perdian la devocion, y buscaban tiempo y caminos para venir á servirla. Vino con este amor una vez entre otras muchas, y halló una gran lástima: no halló á Nuestra Señora en su lugar, que para él fué un terrible desconsuelo; y lleno de temor y lágrimas, no hubiese la Virgen desamparado la tierra, ó no hubiesen los bárbaros hecho algun atrevimiento, la buscó y la halló escondida entre unas yerbas llamadas Bellicos, que eran muy parecidas á Atochas: rompiósele el corazon de dolor, y bañáronsele los ojos de lágrimas, considerando que huia la Virgen de su santo altar como desterrada, y como mal segura se escondia para envolverse entre las yerbas, teniéndose allí por mas guardada que donde los infieles la viesen, ó quizá dando figura de la grandeza que habia de hacer otro dia con la poca gente cristiana en guarda de su casa y de su altar. Adoróla devotisímamente con este sentimiento, y sin atreverse á tocarla, besó la tierra donde tenia los piés, y suplicóle con mucha ter

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nura de espíritu la licencia para labrarle allí una pobre capilla, que la defendiese de las aguas y nieves y de las tempestades de los temporales. Con este pensamiento se volvió lleno de lágrimas á su casa, y vino con mucha presteza á labrar la capilla, y trajo á su mujer é hijas y familia, para que todos sirviesen á Nuestra Señora y se hiciese mas pronto la casica, para que todos se consolasen con la vista de la Virgen y se apiadasen de verla fuera de su casa. Para esto trajo peones y materiales, que despertó la mala conciencia de los infieles, que apenas habian conocido el aire de la tierra. Como la gente de don García, que labraba paredes, movidos de temor y de su mala fé, pensaron ya que se levantaba fuerza contra ellos, y tocaron arma, y salieron á defenderlo y á destruir lo que edificaba. Bien temieron que fortaleza se hacia, defensa y amparo de los cristianos; pero tan inexpugnable, que no tenian ellos valor para ofenderla. Viendo el caballero cristiano los escuadrones, y puesta la gente en campo tocando arma para acometer, tomó el mejor consejo que pudo, y armóse de fé y de confianza, y ordenó su gente y salióles al encuentro; pero como ellos eran pocos y de fuerza mal armados, los moros muchos y muy bien municionados de armas, entendió que habia de morir sin escapar ninguno de su familia: y habiéndole rogado mucho su mujer é hijas, pareciéndoles muy cierta su perdicion, que no las dejase para ser ultrajadas y afrentadas de la insolencia bárbara de los paganos, á su peticion les cortó las cabezas y las encomendó á la Vírgen, y él salió animoso á morir, ofreciendo su vida por la libertad de la santa imágen y de su ermita y templo.

Valeroso como otro Macabeo, que dijo: mejor nos es morir en la guerra que ver los males de nuestra gente y de las cosas santas. trabóse la escaramuza en

nombre de la Virgen: sus soldados fueron tan favorecidos del cielo, que cobraron ánimo de leones, y peleando la Vírgen con ellos, desbarataron los moros, los destruyeron, quedando victoriosos y señores del campo: que la Vírgen soberana cegó los infieles, y unos y otros se herian, como hizo despues en Zaragoza, cuando en tiempo del rey don Alonso la ganaron los cristianos, que volviendo los moros á cobrarla una noche, les salió la Vírgen al encuentro en la puerta del Portillo, y los cegó de manera que ellos mismos se mataban con sus propias manos y con sus armas;

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