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para su administracion en la menor edad de Enrique III no fué menos gravoso ni menos inductivo de revoluciones y desgracias. Aquel espíritu patriótico, que dijimos haber animado tan inesperada revolucion, degeneró bien pronto en una verdadera oligarquia que la avaricia de los magnates introdujo, con total abuso y casi esterminio de los derechos del soberano. Este infeliz monarca probó los efectos de una dominacion tan desarreglada y perniciosa, viéndose precisado á mendigar alguna vez los auxilios indispensables para su propia subsistencia. La carta remitida al concejo de Búrgos, desde La Granja, en otro igual dia 30 de julio de 1406, es una prueba harto sensible de que, no obstante sus repetidos esfuerzos, aún duraba hácia los fines de su reinado tan monstruosa constitucion. En ella manifestaba á la ciudad, cómo hacia tres años que, en consideracion á los graves perjuicios y exacciones que habian sufrido los reinos en el tiempo de su tutoría, estaba sin cobrar aquellas monedas ó pechos reales con que cada año debian contribuir para la precisa conservacion de la corona: que tampoco habia exigido, en catorce que llevaba de reinado, la moneda forera que los pueblos estaban obligados á tributarle, en reconocimiento del señorío real, cada siete años, y que puntualmente habia sido otorgada á sus antecesores. Hacia ver la necesidad en que se hallaba de armar cierta flota para la defensa del reino, y de enviar algunas tropas á la frontera de los moros de Andalucía para contener las irrupciones que ocasionaban, contra las pactadas treguas, y sosegar los disturbios suscitados hácia aquella parte. Y supuesto que para el pago de la dicha moneda forera habia espedido carta, cuyo cumplimiento rehusó por su parte Búrgos, enviándole procuradores que le mostrasen sus privilegios, pedia nuevamente á aquella ciudad que, á fin de subvenir á las referidas urgencias, le sirviese con 30 lanzas por 2 meses á razon de 15 mrs. cada dia.

Esta equitativa pretension no dejó, sin embargo, de sostenerla con firmeza y autoridad, conminando á Búrgos con la pena de 1,000 mrs., si dentro de 8 dias de mostrada la carta no ponia en poder de Rui Fernandez de Peñaosa, ó su teniente, el importe de los sueldos de las mencionadas lanzas. Mas la débil salud de este gran príncipe, justamente colmado de elogios por los historiadores, atajó con la muerte los rápidos progresos de su acertado go

bierno, cuyas providencias, ya suaves, ya vigorosas, hubieran seguramente conseguido el arreglo de la monarquía y la felicidad de los vasallos.

Dia 31.

La desolacion que habian ocasionado las irrupciones de los bárbaros en la santa iglesia de Pamplona, despojándola de todas sus posesiones y derechos, movió en el clemente ánimo del rey D. Sancho el deseo de restablecerla y consolidarla. No influyeron poco á tan piadosa resolucion los contínuos estímulos de su maestro D. Sancho, obispo á la sazon de ella y varon muy piadoso, segun se le nombra. Hecha, pues, una diligente pesquisa sobre los títulos de pertenencia, y tomada voz de los ancianos y personas instruidas del reino, se le restituyó y puso en posesion de todo cuanto se hallaba despojada, adjudicándosele en primer lugar la misma villa de Pamplona, libre de toda carga ó servicio real. La fecha del privilegio espedido en esta razon, que es la era de 1015, ó año de Cristo 977, manifiesta la equivocacion de los historiadores, que hasta el año de 1000 no fijan el reinado de D. Sancho el Mayor. Descúbrese tambien que en este tiempo habian llegado á unírsele los reinos de Navarra, Aragon, Leon y Castilla, pues al principio del privilegio se titula rey de pampilonenses, aragoneses ó leoneses, y luego al fin añadia que reinaba en Pamplona, Aragon y en toda Castilla, y lo mismo se deduce de los títulos insertos en otro privilegio, por el que la hizo donacion en el propio año del monasterio de Santa Gema. Que este rey D. Sancho fuese el Mayor, se colige no solo de que fué el único que reunió las mencionadas coronas, sino tambien de que allí hace espresa mencion de los hijos García y Ramiro, con cuyo consentimiento y autoridad espidió el privilegio, y que despues le sucedieron en los reinos de Navarra y Aragon. Pero lo que más fortalece esta conjetura, son dos documentos en que, confirmándose la donacion y privilegio mencionado, se dice espresamente haber sido espedido por D. Sancho el Mayor. El primero se ve otorgado en el mes de noviembre del año 1049, á favor del obispo D. Pedro, por D. Sancho, rey de Aragon y Pamplona, y su hijo D. Pedro, rey de Sobrarbe y Ribagorza, asignado tambien de los reyes Al

en

fonso y García, con adjudicacion de la villa de Arpe y las iglesias de Ciur y Arcelia, agregada á las antiguas mercedes. El otro documento es una bula espedida por el papa Urbano II, en este dia 31 de julio del año 1097, confirmando al obispo de Pamplona todas las donaciones hechas por los príncipes á su iglesia, y señaladamente las abadías de San Salvador de Leire y Santa María de Irache, y todas aquellas que con particular benevolencia le habian sido adjudicadas por D. Sancho el Mayor, despues de la pesquisa referida.

Es muy digno de notarse en esta bula, que sin embargo de confesar por todo su contesto que el establecimiento de la iglesia de Pamplona era solo un efecto debido á la libertad de los monarcas, se mandase no obstante que por ningun título se admitiese en ella yugo de dominacion secular alguno, ni estos pudieran ejercer la menor jurisdiccion, en lo cual se intentaba escluir el justisimo derecho de real patronato.

Iglesia de San Ignacio.

En este dia del año 1774 celebró su primera funcion religiosa á San Ignacio de Loyola su congregacion de naturales de las provincias Vascongadas, que antes se hallaba establecida en el convento de San Felipe el Real. Pero en el reinado de Cárlos III, habiéndose dado el decreto de espulsion en los dominios de España de la Compañía de Jesus, esta iglesia, que pertenecia al colegio de ingleses que habia tambien en la calle del Principe, bajo la direccion de los Padres Jesuitas, quedó sin uso, y entonces la compraron los navarros á las temporalidades, abriéndola al culto público en 26 de diciembre de 1773.

Antigua iglesia del Noviciado.

Tambien en este dia del año 1605 se bendijo la iglesia del Noviciado de la Compañía de Jesus, en esta córte, fundada por la ilustrísima señora doña Ana Félix de Guzman, marquesa de Camarasa, en el palacio que fué de los duques de Castillon, y en donde es tradicion que residia el jóven San Luis Gonzaga cuando vino desde Mántua con su padre à nuestra coronada villa. La esclarecida fundadora dotó esta casa con 3,000 ducados de renta anual,

para que se formasen allí los aspirantes á llevar la luz del Evangelio á las Indias y al Japon, alistados bajo las banderas de Loyola. Este templo existió hasta hace pocos años en la calle Ancha de San Bernardo. Su fachada era de un gusto regular, con bajos relieves encima de los arcos colaterales del pórtico alusivos á la historia de San Ignacio.

La planta de la iglesia consistia en una cruz latina; su alzado y su cúpula tenian buena proporcion, y lucia mucho, porque no habia coro que la asombrara sobre la entrada; pero el órden compuesto de que estaba adornada era licencioso, y en su estilo se asemejaba á la de San Isidro: se cree que la delineó Francisco Bautista. El retablo mayor representaba el anfiteatro del mártir San Ignacio; era de ébano negro, y figuraba una selva de columnitas con varios leones en la parte inferior y en el zócalo: el pensamiento era ridículo y mezquino en la ejecucion, que tambien se puso en práctica en varios retablos de la misma iglesia y en las capillas del presbiterio.

El cuadro principal del altar mayor era una gran pintura de Simon de Leon Leal, que representaba á San Ignacio en el camino de Roma cuando la aparicion del Nazareno cargado con la cruz. Eran tambien notables cuatro ángeles que habia en el retablo mencionado, hechos por el artista Manuel Gutierrez. Era asimismo de don Francisco Gutierrez la imágen del Salvador, que habia en un altar, abrazado con la cruz; y la Dolorosa fué ejecutada por el escultor D. Luis Salvador.

Había tambien un altar de mármoles y bronces en el crucero al lado del Evangelio, que se labró en Roma y fué de los primeros modelos que se vieron en aquel siglo, obra verdaderamente grande y magnífica. Consistia en cuatro columnas de mármol verde sobre el basamento, con sus capiteles de órden compuesto. Enmedio contenia un bajo relieve, cuyas figuras aparecian del tamaño natural, representando á San Francisco de Regis en un trono de nubes sostenido de ángeles-mancebos, á que tambien acompañaban otros ángeles-niños y cabezas de serafines. Sobre la cornisa habia puestos otros ángeles, y toda la obra era de lo mas suntuoso que habia en Madrid. La escultura del bajo relieve la labró el célebre Camilo Rusconi, profesor acreditadísimo de la escuela romana; y el santo, que aparecia difunto, figura tambien del tamaño

natural (1), colocado en la urna que formaba la mesa del altar: era ejecutada por Cornachini, encargada por el rey Felipe V, quien costeó este bello retablo, á solicitud de su confesor el P, Ducbergton, de la Compañía de Jesus. Los ángeles sobre la cornisa eran de Gambetti.

Poseia esta casa muy buenos cuadros de Mr. Ovas, pintor de cámara del mencionado Felipe V. Otros de Francisco Rizi y de Santiago Anniconi.

Los frescos de la cúpula y bóveda eran de Leal; la pintura del rey Cárlos II cuando niño, en los brazos de su madre la reina, la hizo un discípulo aventajado de la escuela de Carreño. El precioso apostolado de la sacristia, que consistia en escelentes esculturas, era tomado de los nodelos inventados por Cárlos Marati. Los cuadros de la vida de Cristo estaban firmados por Francisco Birsart. Otro apostolado en pinturas que existia en esta casa era tan escelente, que mereció las alabanzas de todos los inteligentes. Tambien habia buenos lienzos pintados por D. Juan Niño de Guevara.

Cuando la espulsion de los Jesuitas, algun tiempo despues, se entregó este edificio á la congregacion de Sacerdotes Misioneros del Salvador, que tuvo principio en el monasterio de la Concepcion Gerónima en 1644, hasta el año de 1658, que labraron oratorio á espaldas de la demolida cárcel de córte, por lo que todavía se conserva una calle con el nombre del Salvador. En 1729, el cardenal Astorga, arzobispo de Toledo, impetró una bula del Papa Benedicto XXIII para que guardasen ciertas constituciones que no tenian cuando los estableció el doctor don Agustin Barbosa; pero luego las observaron bajo la direccion del Padre D. Francisco Ferrer. El rey Cárlos III conoció que esta corporacion respetable no estaba con decoro al lado de un correccional; por lo tanto, mandó al Excmo. señor conde de Aranda en 1769 que se trasladasen á la calle Ancha á la casa de los regulares espulsos: así lo hicieron. Siendo prepósito de esta congregacion el ilustrado P. Huidobro, modernizó la iglesia, ejecutando en ella grandes obras, y tambien en los retablos que de nuevo se construyeron por los artistas Alvarez y Ginés.

(1) Esta figura se ve hoy en el cláustro del ex-convento de la Trinidad, ministerio de Fomento.

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