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mucha gente de á pie y á caballo para venir despues; á lo cual respondió mosen Clariana muy cumplidamente.

Sábado 24 de setiembre, se volvieron dichas compañías á Zaragoza, despues de haber los conselleres remunerádoles bien, pues dieron á cada uno de los capitanes una cadena de cien adarmes de oro, al coronel otra de doscientos adarmes, á cada alférez otra de cincuenta, á cada sargento una de veinte y cinco.

Todo el tiempo que aquí estuvieron, tuvo Bernardo Zapila el cargo de alojarlos, regalarlos y mantenerlos alre dedor de Barcelona, de Orta, y en casas de campo circunvecinas, y hospedó á los capitanes en su propia quinta.

Muerte del rey D. Alonso VI.

Por los años de 1108 refiere el historiador Quintana que Jucef, rey moro, pidió á D. Alonso una tregua, que le fué negada á menos de pasar por condiciones en que Jucef no quiso consentir, antes bien, juntando un ejército poderoso, vino contra D. Alonso; pero otros autores ponen la muerte de este soberano de Marruecos en el año 1100, y dicen que Alí, sucesor de Jucef, deseando inaugurar su reinado con alguna escelente hazaña, pasó el mar con un grueso ejército juntado en Africa, y que, allegándosele muchos moros de España, entró por el reino de Toledo, destruyó árboles y sembrados, taló poblaciones, se apoderó de muchos hombres y ganados, y consiguió llegar hasta muy cerca de la córte de D. Alonso, ya viejo, y cuya ordinaria residencia era Toledo. Tenia nuestro rey un hijo de corta edad llamado D. Sancho, y su padre ordenó acompañase á D. García, conde de Cabra y ayo del infante, nombrado general de la espedicion que salió contra el ejército sarraceno. Avistáronse cristianos y moros cerea de Uclés: dióse la batalla, que fué muy desgraciada para los primeros; cayó el infante, aunque defendido con obstinacion por el conde D. García, que sucumbió tambien; murieron otros seis condes que se hallaban en la accion, y muchos más señores de la principal nobleza castellana; quedando hasta treinta y cinco mil cristianos, si se ha de dar crédito á las historias árabes, tendidos en el campo.

Don Alonso, para lavar la mengua y afrenta inferidas á los suyos en la memorable y funesta batalla de Uclés, no obstante lo ya muy avanzado de su edad, vistió de nuevo

Vinieron de órden de la reina, para acompañar á María Ana en su viaje, el licenciado Pedro Fernandez de Navarrete, encargado de la secretaría de cámara, y Magdalena de San Gerónimo, señora virtuosa y opulenta: llegaron á Palencia en 5 de enero de 1611, y en 20 del mismo entró en Madrid la venerable María Ana de San José, con sor Francisca de San Ambrosio, prima del marqués de Poza, y sor Catalina de la Encarnacion, acompañándolas, además de las personas que de Madrid vinieron, el doctor Francisco Sobrino, canónigo de Valladolid, de cuya santa iglesia fué despues obispo, y el licenciado Juan Man-rique, que murió de abad en Roncesvalles. En Madrid salió á recibir á las santas huéspedas la condesa de Paredes, dama de la reina, en un carruaje de la real casa, en la nueva puente de Toledo (1), llevándolas al alcázar de SS. MM., que las recibieron con grande amabilidad en el cuarto de S. A. R. el príncipe D. Felipe, que estaba enfermo. Despues pasaron á la cámara de la Serma. infanta doña Ana, que fué reina de Francia, que tambien se hallaba indispuesta. Despues mandó la reina que le trajesen á los demás señores infantes, á doña María, que fué emperatriz de Alemania, á D. Cárlos, D. Fernando y doña Margarita, que por cosa estraordinaria le habian sacado los bracitos fuera (2). El rey y la reina quisieron que nuestras monjas viesen todas las salas del antiguo alcázar, y habiendo manifestado un pequeño ga→ binete, le dijo la reina á la venerable madre: aquí hace Felipe sus travesuras (3); despues le mostró un oratorio á donde Felipe III se recogia en tiempos de campaña á orar, mientras sus ejércitos combatian; por eso dijo opor

(1) Que hacia pocos años se habia construido, siendo corregidor de Madrid el marqués de Vadillo, quien pidió al rey licencia para que el primer carruaje que por allí pasase fuese el suyo.

(2) Estaba fajadita á la usanza antigua, con los brazos metidos en la envoltura, y únicamente en los actos de eti queta se los sacaban á los príncipes.

(3) En aquella pieza acordaba el rey con su ministro García de Loisa y Juan de Ciriza, secretario de Estado; y como desde aquel bufete se dictaban leyes á tantos pueblos, á esto hacian alusion las palabras de la reina.

tunamente D. Fernando de Acevedo, presidente de Castilla, que aquel era el Templo de Jano, que se frecuentaba en tiempo de guerra: efectivamente, en aquel recinto santo se recogió el rey cuando la espulsion de los moriscos del reino de Valencia y cuando las guerras de Flandes, cumpliéndose en este monarca las palabras del máximo San Gerónimo: Ezechias orabat, et Deus pro Ezechias militabat.

Por la noche llevaron á la venerable madre á la casa de la señora condesa de Miranda (1), donde cautivó el corazon de la señorita doña Aldonza de Zúñiga, hija única de la condesa, que deseaba tomar el velo en el monasterio de las señoras Descalzas Reales, mudando desde aquella noche de designio por optar por la vida religiosa en la Recoleccion de San Agustin. Al siguiente dia concurrieron SS. MM. y AA. al mencionado monasterio de las Descalzas, con motivo de la entrada en el cláustro de una religiosa de alta clase, llevando á que lo presenciara á sor María Ana y sus dos compañeras, en donde quedaron aquella noche hospedadas nuestras recoletas. Al dia inmediato por la tarde fueron trasladadas al convento de Santa Isabel, donde dió principio en Madrid el instituto de las Recoletas bajo la direccion de Jesus María Ana de San José. El papa dió un breve al rey para que la religiosa que no se sintiese con fuerzas suficientes para seguir la institucion de las Recoletas, pasase á otro convento donde no hubiese tanto rigor en la disciplina: algunas así lo hicieron, pasando á diferentes monasterios de la órden. En esta casa vistió el velo la ilustre hija de la condesa el dia 25 de marzo, siendo su madrina la reina,

(1) Vivia junto al convento de Trinitarios Calzados, y estaba imposibilitada de andar, y sus criados la llevaban en un sillon de terciopelo y plata con ruedas: era señora muy amable y advertida y de una fortuna inmensa, y en su casa tenia un lujo oriental, siendo la que con mejores libreas se presentaba en la córte, y en los obsequios era esplendidísima; de modo que en las fiestas reales de toros que habia en la Plaza Mayor se hospedaba Felipe IV en su casa; y la distinguia tanto este monarca, que cuando la saludaba le echaba los brazos encima, bien que esta costumbre la tenia con las demás señoras de la grandeza.

y con tanto aparato y lucimiento, que seria muy prolijo el describir esta ceremonia magnífica, tomando nuestra religiosa el nombre de Sor Aldonza del Santisimo Sacramento: de esta jóven nobilísima se podia hacer el mismo elocuente elogio que San Gerónimo hizo alabando la resolucion de Demetria, esclarecida matrona romana, por haber elegido el estado virginal, contristando á sus deudos y haciendo sufrir á Roma un estrago miserable.

Así la reina determinó dar principio á un nuevo monasterio cerca del alcázar, en una plaza que habia entre el colegio de doña María de Aragon y casas del marqués de Poza, inmediato á la antigua huerta de la Priora (1). Hízose luego la traza, y abiertas las zanjas de la iglesia. se señaló dia para poner la primera piedra en el dia 10 de junio de 1611.

En la parte del crucero donde habia de estar el altar mayor, se puso en el dia antes una cruz verde, conforme al ceremonial. Estaba el sitio cubierto de toldos grandes, y el suelo de ramos de juncias y espadaña. Fueron en este dia por la tarde los reyes é infantes en sus sillas de manos al colegio de Doña María de Aragon, donde fueron recibidos por los religiosos con cruz y pálio, pasando SS. MM. y AA. RR. al presbiterio á hacer oracion, mientras que se revestia de pontifical el cardenal arzobispo de Toledo D. Bernardo de Rojas y Sandoval : en medio, lante de la cruz verde, habia un altar; la piedra estaba en un bufete de plata guarnecida de ramos y de flores; en medio un hueco de media vara de largo y tercia de ancho tenia dentro una lámina de metal con esta inscripcion:..

D. O. M.

de

Bono auspicio perennet Annunciationis Deiparae vir ginis, haec aedes sacrata a Margarita regina piissima Philipi III catholici Hispaniarum regis uxore charissima eximia religione ab imo erecta, et magnificencia ditata monialibus Augustinianae recolectionis: anno a virgineo.

(1) Llamada así por haberla regalado el rey D. Fernando el Santo á la priora del convento de Santo Do mingo.

partu MDCXL. SS. D. N. Pauli PP. V. Christi in terris vicarii pontificatus anno septimo. D. Bernardus de Rojas et Sandoval, S. R. E. cardinalis archiepiscopus iecit lapidem primarium.

La pondrémos en castellano:

D. O. M.

Dure para siempre este templo, dedicado á la nunciacion de la Vírgen, madre de Dios, fundado desde sus cimientos con suma religion por Margarita, piísima reina, carísima mujer de D. Felipe III, rey católico de las Españas, y dotada con gran magnificencia, para monjas de la Recoleccion de San Agustin. D. Bernardo de Rojas y Sandoval, cardenal de la Santa Romana Iglesia, arzobispo de Toledo, puso la primera piedra, en el año del parto virginal de mil seiscientos once, á diez de junio, y en sétimo del pontificado del Santísimo Señor Nuestro Paulo, papa V, vicario de Cristo en la tierra.

:

Pusieron tambien en el hueco un doblon de á ocho, de á cuatro, de á dos, y sencillo; otras tantas monedas de plata y todas las corrientes de vellon, labrado todo en la casa del ingenio de la moneda de Segovia. Con las monedas juntaron tres medallas de plata, una con el rostro del rey D. Felipe III; otra con el de la reina doña Margarita; otra con la de ambos juntos.

Salió la procesion del referido colegio en esta forma: iba delante la escolta de los arcabuceros reales con trabucos y birretes con plumas; detrás la cruz y los capellanes músicos, los niños de coro llevando los libros del cántico, los capellanes de S. M., los ministros del pontifical con el prelado, el rey con los grandes dignatarios de Palacio y demás clase de la etiqueta, cerrando la comitiva los guardias archeros. La reina y los infantes salieron á un balcon lujosamente adornado, que se colocó en el colegio mencionado. El rey se colocó en una silla y reclinatorio que ha→ bia á la derecha, y el prelado en un faldistorio, y en una tribuna portátil la capilla de música.

Comenzó luego el cardenal el oficio con gran solemnidad, con todas las ceremonias y bendiciones del ritual, respondiendo. los músicos. A su tiempo tocó con la mano la piedra, y la entregó á cuatro maestros para que la ba

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