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de trascendencia social, crée que morirán con su autor. Todo esto, aunque algo exagerado, dió lugar á que el señor Sanguily confirmase la justa fama que tiene en nuestra sociedad de orador fácil é intencionado.

Terció el señor Arango en el debate, prometiendo un estenso trabajo sobre el carácter de las obras de Zola.

La IV de estas Veladas, 6 sea la de 8 de Julio, empezó como las anteriores por la lectura de una carta de la novela que ha escrito la discreta y estudiosa señorita María Josefa Barnet.

Sobre la discusion que siguió y los demás trabajos leidos en esta velada, dice en El Palenque Literario del dia 20 de este mes nuestro inteligente y distinguido colaborador señor don Gabriel Zéndegui:

«En seguida se leyó la traduccion de un artículo del doctor Félix L. Oswald, profesor de la Universidad de Cincinnati, Ohio, cuyo título era: El pesimismo y las señales de los tiempos.-A propósito de la noticia de que un editor iba á publicar en los Estados Unidos una traduccion de las obras de Schopenhauer, el Dr. Oswald dice que el pesimismo está ya completamente desacreditado despues de la Edad Media, de esos largos y oscuros siglos de fatal experiencia, porque la doctrina pesimista informó no sólo el dogma budista, sino el cristiano de la iglesia, que no era más que el judaismo budanizado. La reforma protestante germánica no fué una revolución contra la gerárquía eclesiástica, contra la Roma de los Papas, sino una insurreccion de gente aria contra el Asia. Las señales de los tiempos indican claramente que ha revivido ya aquel espíritu que reinaba en las fiestas olímpicas, y que el pesimismo, ó sea, el anti-naturalismo se está muriendo, porque los pueblos modernos tienen por amiga á la naturaleza y por benigno y hermoso el planeta donde habitan. No. significa esto, dice al terminar Mr. Oswald, que habremos de abandonar la creencia en Dios, no; podremos conservar sus altares, ya que en ellos no se nos hará sacrificar nuestra alegría, nuestra dignidad y libertad.

>>Es bien digno este trabajo del célebre y valeroso campeon de la naturaleza, del autor de ese libro, tan aplaudido en América é Inglaterra, Educacion fisica, etc., (1) á pesar de su reciente publicacion. La escogida

(1) PHYSICAL EDUCATION; OR THE HEALTH LAWS OF NATURE. By Félix L. Oswald, M. D.-New York: D. Apletton & Co. Pp. 259.—Price $1.

reunion de la velada supo apreciar aquel enérgico alerta, como lo llamó el señor Varona, que el profesor Oswald daba al pueblo americano contra los peligros del prestigioso pesimismo que debilita las razas anonadando la voluntad para luchar en la vida, aplaudió la franqueza yankee del estilo y rió con los rasgos de humor de que está lleno el artículo.

>>Puesto al debate, el señor Cortina observó que el trabajo tenía verdadero mérito, pero que no respondía á lo pretensioso de su título: que el autor demostraba en él gran erudicion, originalidad de estilo y justedad filosófica en muchos de sus conceptos, con los que estaba por lo general conforme, pero que un trabajo sobre el pesimismo y las señales de los tiempos, tenía que ser más extenso, más sério, más completo. Y adujo elocuentemente el orador varias razones en apoyo de sus afirmaciones.

>>El señor Varona, con ese tino que le notamos siempre para fijar todas las cuestiones, fué de opinion que el trabajo del profesor Oswald era muy apreciable y recomendable. Era un crítico que habia oido hablar de una próxima publicacion de las obras de Schopenhauer, y no habia hecho más que uso de un derecho al considerar la cuestion del pesimismo bajo el punto de vista que creía más perjudicial, el de su influencia en los dogmas religiosos, y lo habia, por ende, tratado en la forma que le pareció más conveniente. Si no habia agotado el asunto, ¿á qué hacerle cargos por ello? Bastaba á los lectores que tratara bien el tema que á sí mismo se habia propuesto. Bien cierto que el pesimismo no era la única influencia que habia motivado el atraso de la humanidad en los siglos medios; pero tambien lo es que fué de las concomitantes más poderosas, y el doctor Oswald insistiendo en ella, ha sacado gran partido de su tésis.

>>El señor Montalvo hizo entónces algunas observaciones al artículo debatido, para que constase lo avanzado de muchas de sus afirmaciones en materias científicas, que señaló con bastante habilidad.

>>El señor Sanguily (don Manuel) habló despues y nos dió una nueva prueba de su talento de orador y de sus notables disposiciones para la dialéctica. No recordamos todas las bellas razones que adujo rectificando conceptos de los que le habian precedido en el uso de la palabra, ni aunque las recordáramos, las diríamos aquí por faltarnos espacio, y sólo apuntarémos de sus argumentos el principal, á nuestro modo de ver, el último de que se valió. Ese doctor Oswald, amigo y campeon de la na

turaleza, no quiere ver como realmente palpita ó se oculta en todas las manifestaciones de la vida una resistencia, una adversidad que desconsuela, y destruye á los hombres, y que si no es causa bastante á producir el pesimismo, por lo menos explica esa pena y desfallecimiento que asalta á muchos hombres fuertes, esa dolencia moral que suelen llamar los alemanes la enfermedad del mundo...... Bien pensado y bien dicho! Pero Oswald sigue teniendo razon. El pesimismo no prestará nunca las armas para vencer las resistencias enemigas del hombre en la vida, y la experiencia muestra cuán dilatado es ya el campo conquistado por la energía humana.

»Rectificaron luego los señores Montalvo y Cortina, que pronunció un verdadero discurso; y el señor Varona, haciendo el último uso de la pala. bra, hizo una agradable promesa. Dijo así, más 6 ménos: «En la discusion tan interesante de esta noche han surgido dos importantísimas cuestiones que yo me propongo no dejar olvidadas, á saber:

¿Hasta qué punto puede asegurarse que la Iglesia conservó durante la Edad Media la ciencia y la cultura antiguas? y

"¿Si la existencia de la moralidad es posible sin la existencia de un dogma?

Si hay tiempo y lugar en las próximas veladas, éstas son las tésis que me ocuparán».

»Y

con esta promesa del señor Varona, dióse término á la velada más interesante de todas las que han tenido lugar en casa de nuestro querido amigo el distinguido caballero y generoso patricio don José Antonio Cortina. Falta ahora que el señor Varona no olvide su promesa, bien nonos debe dar esto mucho cuidado, pues no faltarán entre los amigos de aprender quienés le exijan séríamente que la cumpla.

que

»Olvidábamos hacer mencion de los versos que se leyeron al principio de la velada: de Borrero, delicados y sentidos como todos los suyos, y de la estudiosa señorita Matamoros, que merecieron general aprobacion. Nos gusta esta frugalidad de alimento métrico que se nota en los banquetes espirituales del señor Cortina; eso es, de versos, pan bendito, po

quito.»

Sobre la V velada-que tuvo lugar el sábado 15-dice El Triunfo

del dia 22:

«La última de las efectuadas en casa de nuestro querido amigo el se

for Cortina, fué notable, como todas, por lo escogido y numeroso de la concurrencia, por la importancia de las materias que se trataron y por el levantado espíritu que reinó en los debates.

>>La lectura de algunos fragmentos de una novela inédita, confiada al señor Cortina por su autora, que es una discreta jóven á quien predecimos no pocos láuros, si cultiva con acierto sus felicisimas disposiciones para las letras, dió lugar á una brillante controversia entre los señores Montalvo, Saladrigas, y Sanguily.-Sostenia el primero con gran discrecion y profundo conocimiento de las necesidades intelectuales del país, que debiera, ántes que todo, estimularse á los nuevos ingenios para que, enriqueciéndose con sólida y variada lectura, desterrasen de nuestro suelo la frivolidad y ligereza que suelen caracterizar á muchos que usurpan el nombre de literatos. Dolíase el señor Montalvo de lo circunscrito y limitado que está entre nosotros el verdadero movimiento intelectual, y abogó por la necesaria divulgacion de los estudios sérios, que considera lamentablemente desatendidos.

>>El señor Saladrigas, que no habia escuchado la lectura de los fragmentos de que se trataba, entendia, sin embargo, con recto sentido, que no podria ser provechosa la crítica que de la novela se haga, mientras no señale cuidadosamente los defectos, aclare las censuras, y haciendo justicia á las bellezas, trace con mano firme el camino por donde deben encaminarse los ingenios noveles. El señor Sanguily aceptó y amplificó con su aticismo habitual las discretas consideraciones del señor Saladrigas; y entrando luego á ocuparse en lo dicho por el señor Montalvo sobre nuestro movimiento intelectual, hizo una sesuda é interesante excursion por la historia de las letras cubanas, demostrando variada erudicion y crítica ingeniosa al probar que el progreso realizado en nuestro país ha sido constante y debe tenerse por honrosísimo. El señor Sanguily no desconoce por eso los males que deploró con severa y previsora crítica el señor Montalvo; pero describiendo con singular acierto las innumerables causas que se aponen á todo florecimiento intelectual entre nosotros, venia á parar en la necesidad de reconocer que son por todo extremo dignos de aplauso y aún de admiracion los progresos intelectuales que se han alcanzado en Cuba, en lucha con obstáculos tan graves y diversos.

>>El señor Leon hizo oportunas consideraciones sobre la forma de la novela, y luego el señor Cortina resumió tan interesante debate en una im

provisacion valiente, sentida é inspirada, en que alentaba á todos los escritores jóvenes á perseverar en el culto de la ciencia y del arte. «Los que hoy se levantan con tímido vuelo como humildes cocuyos del campo infecundo todavía de nuestra literatura, decia el señor Cortina, acaso se volverán mañana, si sabemos darles calor y vida, águilas altivas que sepan remontarse á las nubes.»

>>El señor Codezo leyó despues una extensa rectificacion motivada por las impugnaciones que á sus teorias estéticas hubieron de hacer en sesion anterior varios distinguidos tertulianos. El señor Codezo, discurriendo sobre lo bello y el fin del arte, sobre su historia y sus géneros diversos, pero en particular sobre la novela, con aquel inevitable desórden que tiene toda rectificacion en que se tocan á la par los más diversos puntos, y que siempre se subordina y refiere á precedenies disertaciones, reveló no poca lectura, grande amor á la ciencia que cultiva y claro cuanto precoz ingenio. Nos pareció, sin embargo, que su trabajo respondia á un punto de vista demasiado ecléctico; y las indicaciones de los señores Varona, Montalvo, Sanguily y Baralt, que hablaron sobre diversos puntos de los contenidos en el trabajo del señor Codezo, fueron, por cierto, encaminadas á probar que el jóven y erudito escritor parece fluctuar todavía entre inspiraciones harto encontradas.

>>Invitado el señor Montoro por el señor Cortina á terciar en el debate, en hora harto avanzada, hubo aquel de dejar á la eleccion de la concurrencia, y muy particularmente del mismo señor Cortina, si hablaria aquella misma noche ó si aplazaría para la próxima sesion las consideraciones que le ocurrieron sobre tantas y tan árduas materias. Acordóse esto último, tras de una breve y cariñosa vacilacion, y más tarde que nunca, suspendióse luego la sesion, quedando todos los presentes tan satisfechos como patrióticamente esperanzados con el éxito mayor cada dia de las amenas é instructivas veladas de la REVISTA DE CUBA.»

El erudito literato señor don Florencio Suzarte, en El Amigo del País del dia 26, describe de la siguiente magistral manera la VI velada, del 22 de este mes:

«La Velada literaria que tuvo efecto en casa del señor Cortina el sábado último, fué aún más interesante que la anterior. Se esperaba oir la lectura de un trabajo del doctor Arango (D. José Francisco); y todos sabemos que es ese amigo hombre sério, sincero, inteligente y estudioso: es

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